- Alberto Blandin, director general de la academia Profodanza, fue diagnosticado con cáncer en octubre de 2019 y ahora debe someterse a una cirugía costosa y complicada
La primera vez que Alberto Blandin vio los efectos devastadores del cáncer fue en su adolescencia. Cuando tenía apenas 17 años de edad a su mamá la diagnosticaron con cáncer de seno y falleció como consecuencia de la enfermedad.
Alberto recuerda esa época como el momento en el que perdió el miedo a la muerte. Tuvo que sobreponerse a la pérdida de su madre para poder ocuparse de sus dos hermanas mientras su padre trabajaba.
Tras la partida de su madre, Alberto conoció la danza y el arte, dos pasiones que cambiaron su vida y le devolvieron la alegría que había perdido en su adolescencia. Una amiga le comentó que la compañía de Ballet Folklórico el Ditirambo, en Caracas, buscaba talentos para su grupo de teatro, así que decidió unirse a ese proyecto.
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En el grupo de teatro recibió clases de baile para desarrollar la expresión corporal y Ogli Oliveros, director del ballet, pidió su ayuda en una oportunidad para reemplazar a un bailarín lesionado en una presentación.
A medida que pasaron los años, en su mente crecía la idea de permitirle a más personas vivir esas experiencias en los escenarios.
Estudió para ser maestro en Artes Plásticas en el Instituto Pedagógico de Caracas, porque no existía una especialización en danza. Luego trabajó como especialista en Folklore en el Ministerio de Educación, y posteriormente se dedicó a la docencia en arte hasta su jubilación.
En el año 2002 Alberto formalizó el proyecto más importante de su vida. Una escuela de baile integral llamada Profodanza, de la que es director general actualmente.
“En Profodanza he dedicado los mejores años de mi vida a la formación integral de bailarines ya con tres generaciones llenas de mucho talento y jóvenes tan especiales que son los hijos que me regaló la danza”, expresó.
Segundo encuentro con el cáncer
En agosto de 2019 la salud de Alberto comenzó a decaer. En ese momento se realizó varios exámenes y para octubre de ese año recibió el diagnóstico: carcinoma epidermoide.
Desde entonces el profesor lucha contra una enfermedad similar a la que venció a su mamá. Aunque sostiene que no le teme a la muerte, si le preocupa el desgaste físico que acompaña a esta condición.
A pesar de eso Alberto prefirió no ocultar su enfermedad y comunicar a sus familiares y alumnos sobre el proceso que atravesaría.
El reto de la pandemia
Desde que Alberto inició su tratamiento recibe apoyo de amigos, colegas y alumnos. Sin embargo, durante la pandemia por covid-19 esa ayuda se volvió fundamental.
El decreto de cuarentena nacional lo obligó a cerrar la academia, por lo que dejó de percibir ingresos de la forma que siempre lo hizo.
“Lo más retador de la pandemia ha sido la parte económica. Con la academia cerrada desde marzo y sin producir nada de dinero. Debemos hacer muchos trámites y exámenes privados ya que debo avanzar rápido y evitar complicaciones. Afortunadamente una de las hijas que la vida me regaló trabaja en el sector salud y he podido trasladarme sin problemas para los tratamientos”, contó el profesor.
Otros exalumnos y profesores impulsaron iniciativas para recaudar dinero durante la pandemia y así ayudar a costear los gastos médicos de Alberto.
En junio varios bailarines organizaron el Festival Internacional de Talleres online a beneficio del profesor. En las actividades participaron instructores en Venezuela, pero también desde países como Estados Unidos, Colombia, España, Alemania e incluso Marruecos.
Actualmente Alberto mantiene su fe en Dios y en sí mismo para mantenerse fuerte hasta la operación, mientras tanto su familia y amigos promueven una campaña de GoFundMe para recaudar el dinero de la cirugía que podría permitirle seguir formando nuevas generaciones de bailarines en Venezuela.
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