• Todos los migrantes se ven sometidos a una vulnerabilidad particular por su estatus de extranjero. Sin embargo, las mujeres son las más afectadas en las zonas fronterizas. Foto: EFE

La migración de mujeres y de sus familias generalmente es un indicador de desequilibrio socioeconómico que ocurre por diversas razones. Entre ellas, la inseguridad, la falta de servicios básicos, alimentos y medicinas. Lo que conlleva a escapar de una crisis que arropa en paupérrimas condiciones a una gran cantidad de hogares venezolanos.

De acuerdo con la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), son 5,4 millones de migrantes y refugiados venezolanos los que viven en el exterior. La gran mayoría se ubica en países de América Latina y el Caribe.

El número creciente de mujeres que han decidido trasladarse a los países vecinos llegan en condiciones de extrema necesidad de asistencia. Muchas de ellas han tenido que optar por rutas irregulares para llegar al país de destino.

Sin embargo, estas mujeres no cuentan con la idea de ser víctimas de engaños laborales, abusos sexuales y violencia por parte de traficantes o grupos delictivos. Son pocas las migrantes venezolanas que logran escapar de la clandestinidad, pues subsisten sin recursos y con la necesidad de un albergue, alimentos, medicamentos y documentación.

¿Qué riesgos sufren las mujeres migrantes?

Todas las migrantes se ven sometidas a una vulnerabilidad particular por su estatus de extranjera y esa característica las acompaña desde que salen de un estado a otro país de acogida (que a veces incluye uno o varios países de tránsito).

La situación no la vemos solamente en actos xenofóbicos durante su llegada sino en la dificultad de conseguir puestos laborales propios y necesarios para ellos por el motivo de la nacionalidad. También de explotación laboral y menos paga; y la imposibilidad de denunciar estos hechos o de acudir al sistema judicial por su estatus migratorio”, indicó para El Diario Sara Fernández, abogada de la organización sin fines de lucro Centro de Justicia y Paz (Cepaz).

Asimismo, la experta comentó que existe una doble discriminación tanto por ser migrantes como por ser mujeres; además de que existe una mayor dificultad que les impide a las venezolanas denunciar estos hechos y protegerse.

“¿Y por qué ocurre eso? Uno, porque en el país de acogida (las migrantes) no tienen un grupo social o familiar que les permita interactuar con la sociedad; y dos, porque muchas tienen un estatus migratorio incierto, no conocen el país, no tienen información sobre el sistema legal, no tienen información de cuáles son sus derechos en el país de acogida y esto las hace menos propensas a denunciar los hechos de violencia que puedan tener en esos países”, dijo la experta.

Migrantes mujeres venezolanas
Foto: La Opinión

La feminización de la migración

“Hemos identificado que existen dos olas migratorias. La primera en donde el hombre era usualmente el que migraba para buscar acceso a mejores recursos económicos y poder enviarlos a Venezuela; y en la segunda ola migratoria, actualmente, hay una mayor cantidad de mujeres que usualmente son cabezas de hogar y que se ven obligadas a dejar sus hijos menores en Venezuela con otros familiares. Se llama la feminización de la migración, que es el hecho de que en estas nuevas olas migratorias son más las mujeres las que migran, pero lo analizamos como un fenómeno, más que como un registro específico”, explicó Fernández.

La experta continúa explicando que no existe realmente un registro oficial de la cantidad de mujeres migrantes venezolanas. Ante esto, la organización analiza el tema desde una perspectiva testimonial o desde los grupos que conoce a través de las organizaciones que trabajan en el área.

“La dificultad de obtener los datos sobre cuál es la cantidad de migración que existe actualmente y cuántas  son mujeres se ha incrementado por el cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela. Esto hace que muchas de las mujeres que emigran actualmente pasen por lugares clandestinos y que no exista un récord migratorio de cuáles son los números”, reiteró.

Migrantes venezolanas
Foto cortesía

Muertes de mujeres venezolanas en el exterior

u003c!u002du002d wp:paragraph u002du002du003enu003cpu003eDe acuerdo a un informe publicado por el Cepaz en 2020, al menos 56 venezolanas en el exterior fueron víctimas de femicidios. De junio a noviembre de ese año, calculan que 67,7% de los casos ocurrieron en Colombia. Seguidos de un 10,7% de casos en Perú; con edades comprendidas entre 19 y 31 años.u003c/pu003enu003c!u002du002d /wp:paragraph u002du002du003ennu003c!u002du002d wp:paragraph u002du002du003enu003cpu003eDe igual forma, el centro realizó un monitoreo de los femicidios ocurridos en enero de 2021 y datos revelaron que 10 mujeres venezolanas fueron asesinadas en el extranjero. De esos casos, 60% ocurrieron en Colombia y 20% en Perú.u003c/pu003enu003c!u002du002d /wp:paragraph u002du002du003ennu003c!u002du002d wp:paragraph u002du002du003enu003cpu003eEn cuanto a las edades de las víctimas, 50% estaba entre 19 y 27 años. Además, se logró establecer que en el 60% de los casos, el agresor es venezolano; sin embargo, se encontró que uno de ellos es funcionario policial de nacionalidad peruana.u003c/pu003enu003c!u002du002d /wp:paragraph u002du002du003e

El peligro de las trochas

Este escenario ocurre generalmente cuando los migrantes no pueden transitar por diversas razones a las zonas fronterizas. De esta forma, optan por pagar una cierta cantidad de dinero a grupos delictivos para poder ingresar al territorio a través de caminos irregulares, es decir, por trochas. 

Ante esta situación, el tráfico ilícito de migrantes se ha vuelto una vía muy común;  sin embargo, la mayoría de las veces, el viaje pueden transformarse en una situación de trata de personas; que si bien son hechos que suelen confundirse, están correlacionados.

El cierre de la frontera por motivos de la pandemia ya desde el año pasado presentaba un riesgo adicional a las mujeres también porque se ven en la necesidad de buscar a personas que las pasen a través de la frontera o incluso de recorrer los caminos llamados trochas. Y eso las pone en una mayor vulnerabilidad de ser víctimas tanto de violencia sexual como de captación por parte de bandas criminales”, comentó Fernández.
Frontera colombia y venezuela
Foto: Reuters

Los datos oficiales de la agencia de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) en 2020 revelaron que diariamente salen de Venezuela entre 500 y 700 migrantes. Sin embargo, debido al cierre de fronteras, los venezolanos buscan otras opciones como las rutas informales en las que operan grupos delictivos, y redes de trata y tráfico de personas.

Testimonios afirmaron que durante su trayecto sufrieron robos, extorsiones, violencia y abusos; tanto en los lugares de tránsito, como en las fronteras.

¿Qué medidas se pueden tomar?

“El llamado es a los estados de tránsito y los de acogida a que tienen la obligación de proteger a los migrantes venezolanos cuando lleguen a su territorio. Y esto es de especial importancia para los estados fronterizos. Por ejemplo, la frontera entre Colombia y Venezuela está cerrada pero la decisión de cerrar tiene que ir junto con una actuación del estado que busque proteger a los migrantes que se encuentran en esa frontera y los que también se quedan varados en muchas oportunidades”, señaló la abogada.

Entre las propuestas que tiene Cepaz para erradicar parte de la problemática de la migración venezolana, está la protección con un enfoque de género que implique preservar la vida de los grupos de mujeres migrantes en situación de vulnerabilidad. Así como una actuación positiva de brindar servicio médico necesario a las personas al pasar por estas fronteras.

De igual forma, la experta comenta que los países de acogida deben enfocarse en las políticas migratorias. Suministrar información a las mujeres migrantes sobre el acceso a la justicia, el sistema de protección y sobre un posible acceso a órganos policiales en caso de sufrir algún tipo de violencia.

Fernández hace énfasis en que el venezolano no migra porque quiere y que debe ser reconocido como un migrante forzado. “En ese sentido a aquellos que no califiquen como refugiados, se les debe dar una protección internacional que implica el derecho no solamente de poder regularizarse migratoriamente en el país, sino también el de aplicar el principio de una evolución, que es la responsabilidad que tiene el Estado de no devolver a una persona a un país donde sus derechos fundamentales puedan ser violentados”, concluyó.

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