• Luego de enfrentar problemas de salud la monarca del Reino Unido falleció a los 96 años de edad, en Balmoral, Escocia

La reina Isabel II murió a las 96 años de edad este jueves 8 de septiembre de 2022. Así lo informó BBC News Mundo. La monarca, quien gobernó durante 70 años en el Reino Unido, falleció en el castillo Balmoral, en Escocia. El rey y la reina consorte permanecerán en Escocia esta noche y regresarán a Londres mañana 9 de septiembre.

La monarca permaneció bajo supervisión médica luego de que su equipo de salud mostrara preocupación por su estado. Luego de conocerse esta información, sus familiares viajaron hasta Escocia para acompañarla.

Su última aparición pública fue el 6 de septiembre cuando recibió a Boris Johnson, para su dimisión, y a la nueva primer ministra Liz Truss en el castillo de Balmoral, Escocia, porque no se pudo trasladar hasta Londres.

La historia de la reina Isabel

La noticia de que se convertiría en reina le cayó por sorpresa. Lilibet, como la apodaban, estaba en Kenia cuando su padre, Jorge VI, murió. El viaje, que contemplaba otros países africanos, comenzó el 31 de enero de 1952, cuando partió de Inglaterra junto con su esposo, el duque de Edimburgo. La entonces princesa tomó un vuelo en representación de su padre, quien se encontraba delicado de salud, aunque aparentaba cierta estabilidad. El 6 de febrero, cinco días después de haber aterrizado en Nairobi, Isabel II recibió la noticia de la muerte de su padre. Ese día, con casi 25 años de edad, se convirtió en reina. Desde ese momento, se erigió como un símbolo permanente dentro de un mundo cambiante.

Elizabeth Alexandra Mary Windsor, mejor conocida como la reina Isabel II, nació en Mayfair, Londres, poco antes de las 3:00 am del 21 de abril de 1926. Hija del príncipe Alberto, duque de York (el futuro Jorge VI) y de Isabel Bowles Lyon, recibió una educación ejemplar en casa, junto a su hermana, la princesa Margaret Rose.

Isabel II, la reina perenne
Isabel II en su infancia. Imagen: ABC

Una serie de hechos fortuitos cambiaron el destino de Isabel II. En realidad, ella era la tercera en la línea de sucesión al trono cuando nació. De tal manera que para convertirse en reina, debían darse dos hechos. El primero, la abdicación de su tío Eduardo VIII, lo que ocurrió en 1936 para casarse con la socialité estadounidense Wallis Simpson. Y finalmente la muerte de su padre, que ocurrió en 1952.

Isabel II debió lidiar con las responsabilidades del trono desde su infancia. Uno de los episodios más recordados ocurrió el 13 de octubre de 1940. La entonces princesa Isabel de York tenía 14 años y pronunció un discurso en un programa infantil de la BBC, The Children’s Hour, desde el castillo de Windsor. A su lado la acompañaba su hermana, quien entonces tenía 10 años de edad.

“Miles de ustedes en este país habéis tenido que abandonar sus hogares y separaros de sus madres y sus padres”, comenzó diciendo en referencia a los niños británicos que habían tenido que refugiarse en países extranjeros. “Mi hermana Margarita y yo lo sentimos mucho por ustedes, y sabemos por nuestra propia experiencia lo que significa estar lejos de aquellos a quienes más amamos”.

Se refería a la Segunda Guerra Mundial. Ambas pasaron gran parte de su tiempo a salvo del bombardeo de Londres y separadas de sus padres, viviendo en el Castillo de Balmoral en Escocia y en los castillos Royal Lodge y Windsor. Quedaron en compañía de su niñera y sus preceptores, quienes las hicieron pasar una niñez apacible de juegos, paseos en caballo e incluso funciones de teatro como la que representaron durante la Navidad de 1941: Margarita fue Cenicienta e Isabel II su príncipe.

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Isabel II, la reina perenne
Isabel II y su hermana menor, Margarita, en su primera comparecencia en radio, en 1940. Foto: Agencias.

Aunque seguramente fue un discurso preparado, ya desde entonces se forjaba su imagen cercana pero imperturbable. “Antes de terminar puedo deciros sinceramente que nosotros los niños estamos llenos de alegría y coraje en nuestras casas. Estamos haciendo todo lo que podemos para ayudar a nuestros valientes soldados, marineros y pilotos, y también estamos intentando resistir los peligros y la tristeza de la guerra. Sabemos que todo acabará bien”, dijo en su discurso.

Aquel discurso no sería el único apoyo que ofrecería Isabel II durante la guerra. En 1943, se unió a la organización juvenil Sea Rangers, mientras que en 1945, cuando ya era mayor de edad, se inscribió en el Servicio de Auxilio Territorial, donde fue entrenada como mecánica y conductora de camiones. El 8 de mayo regresó en secreto a Londres: ese día su padre pronunció el discurso por el Día de la Victoria en Europa, y se unieron a las celebraciones de Londres.

Jefe de Estado

Isabel II era, además, la jefa de Estado de otros 14 países de la Mancomunidad de Naciones: Antigua y Barbuda, Australia, las Bahamas, Belice, Canadá, Granada, Jamaica, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, las Islas Salomón, y Tuvalu.n

Felipe, su ancla

En julio de 1939, a los 13 años de edad, cuando todavía era Lilibet, visitó el barco Britannia, del Royal Naval College. Allí conoció a un joven alto, rubio y de ojos azules, de entonces 18 años de edad. Se llamaba Felipe, y era el sobrino de Lord Mountbatten. Un día después, este escribió en su diario sobre su sobrino: “Volvió para tomar el té y tuvo mucho éxito con las niñas”. En especial con Isabel, quien se enamoró instantáneamente de él, como confirmó después el biógrafo oficial de su padre.

Isabel II, la reina perenne
Conoció a Felipe con 13 años y duraron una década escribiéndose cartas. Foto: Gtres

Pero la chispa final se produjo en la Navidad de 1943, cuando Felipe junto a un primo suyo y amigo de la familia real fue invitado al castillo de Windsor. Isabel ya tenía 17 años y, como contaba su niñera Marion Crawford en sus diarios, la joven estaba feliz “como nunca se la había visto antes”. En una fiesta en plena guerra, empezó la unión entre ambos que duraría ocho décadas.

Los jóvenes comenzaron a enviarse cartas mientras él sirvió como un británico más en la II Guerra Mundial. En septiembre de aquel 1943, Felipe acudió a Balmoral a pasar unos días en verano y fue ahí donde le propuso a Isabel casarse, pero el rey puso como condición esperar hasta que ella cumpliera los 21 años de edad. Al finalizar la guerra, comenzó realmente su relación, que se afianzó con una gran boda en la abadía de Westminster el 20 de noviembre de 1947.

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Isabel II y Felipe de Edimburgo, el día de su boda, el 20 de noviembre de 1947. Foto: Agencias

A pesar de que con el paso del tiempo Felipe de Edimburgo se convirtió en otro de los símbolos de la Casa Real británica, no siempre fue así. Al principio hubo resistencia en la familia. Su apellido estaba disminuido, luego de que el matrimonio de sus padres se desmoronara: su madre acabó ingresando en una orden religiosa y su padre buscó consuelo en las mesas de juego. Desde 1922, cuando su familia huyó de Grecia, un año después de su nacimiento, había sobrevivido gracias a la caridad de parientes lejanos y amigos, dando tumbos entre Francia, Alemania y Gran Bretaña.

El antecedente tampoco ayudaba a ver el matrimonio de Isabel II y de Felipe con mucha seguridad. La familia real venía del mal trago de la abdicación de Eduardo VIII por el amor de Wallis Simpson, y les preocupaba otro golpe similar. Más considerando que Felipe, al igual que Isabel II, nunca fue de demostrar demasiado afecto o carisma públicamente. Su íntimo amigo y primer secretario privado, Michael Parker, recordó la reacción de Felipe cuando le sugirió años más tarde que se mostrara más afectuoso con la que era ya su esposa: “Me fulminó con la mirada”. Aun así, su prometida siguió adelante con la boda hasta conseguir la aprobación de Jorge VI.

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Isabel II, la reina perenne
El primer ministro Winston Churchill y la reina Isabel II. Foto: ABC.

Winston Churchill, entonces primer ministro británico, definió la boda como: “un toque de color en el duro camino que debemos recorrer”. El Reino Unido de la posguerra no podía costearse esos lujos. Pero la determinación de Isabel II de casarse era tal, que pagó los tejidos y la decoración de su vestido con cupones de su cartilla de racionamiento. Unos 1.500 regalos llegados de todo el mundo fueron expuestos en el palacio de St James, algunos tan pintorescos como el pavo enviado por una señora de Brooklyn, preocupada por los racionamientos, o los cientos de medias de nailon, artículos muy escasos en aquellos tiempos, de acuerdo con un reportaje de El Mundo.

Los cinco años siguientes fueron, a juicio de sus amigos, los más felices de la pareja. No obstante, los roles de la Casa Real ocasionaron crisis que por varios momentos no pudieron ocultar. Felipe debió renunciar a su carrera en la marina, sin otra opción que la de ejercer de consorte. Por si fuera poco, Isabel II presionada por la corte y por Churchill, se negó a renunciar al apellido Windsor de su familia en favor del Mountbatten que había adoptado Felipe.

De su unión con Felipe, tuvo cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. El rol de madre, sin embargo, nunca fue su faceta más destacada. Uno de los mayores expertos en la monarquía británica contemporánea, Kenneth Rose, dejó escrito que Isabel II: “Siempre ha sido cordial con los ministros, embajadores y representantes de la Commonwealth, pero no con sus hijos”. Además de su carácter reservado, sus hijos siempre estuvieron casi exclusivamente al cuidado de niñeras, institutrices y preceptores.

Isabel II, la reina perenne
Isabel II, Felipe y sus cuatro hijos.

El matrimonio de Isabel II, no obstante, estuvo lejos de ser perfecto. Según los cronistas de la época, a Felipe se le atribuyeron varias amantes, aunque ninguna confirmada. La reina siempre estuvo alejada de esas polémicas y rumores, y nunca hizo ninguna declaración fuera de tono. Se mantuvieron juntos hasta la muerte de Felipe, el 9 de abril de 2021. Y tras su fallecimiento, Isabel II dejó ver su cara más pasional y emotiva. “El brillo travieso e inquisitivo (de sus ojos) era tan brillante al final como cuando le vi por primera vez”, dijo en su discurso de Navidad de ese año.

Primeros ministros

Son muchas las caras que han pasado por el poder en el Reino Unido desde hace 70 años. No obstante, la única que siempre estuvo fue la de la reina Isabel II. Hubo 14 primeros ministros de Reino Unido durante su reinado, cada uno de ellos se reunió con la reina semanalmente en el Palacio de Buckingham, una tradición que comenzó con Winston Churchill.nnTambién 14 de presidentes que Estados Unidos ocuparon la Casa Blanca desde que Isabel II fue reina. Al que nunca conoció fue a Lyndon Johnson. En el Vaticano ha habido siete papas católicos romanos durante su reinado: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

“Annus horribilis”

En 1977, Isabel celebró su jubileo de plata como reina, la fiesta por su aniversario 25 de ascenso al trono. Se llevaron a cabo fiestas y eventos a lo largo de todo el Reino Unido, muchos de los cuales coincidieron con giras nacionales y viajes por países miembros de la Mancomunidad. Durante esa década, la monarquía empezaba a tambalearse entre las críticas de los políticos sobre si ciertos miembros de la familia real trabajaban lo bastante duro, si pagaban suficientes impuestos y señalaron lo desconectados del mundo que parecían.

En la década de 1980, la familia real estuvo en el ojo del huracán. La reina Isabel II debió lidiar con los rumores que promovía la prensa sensacionalista. El editor de periódico Donald Trelford escribió en The Observer el 21 de septiembre de 1986: “El serial televisivo real ha llegado a tal grado de interés público que el límite entre la realidad y la ficción se ha perdido de vista. No es justo que algunos papeles no corroboren las afirmaciones o acepte desmentidos: no les importa si las historias son verdaderas o no”.

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Pero lo peor estaba por llegar para Isabel II y su familia. En un discurso pronunciado el 24 de noviembre de 1992 para conmemorar el 40° aniversario de su ascensión al trono, la reina llamó a ese año su “annus horribilis”, es decir, “año horrible”. La lista de problemas que debió enfrentar fue larga: en marzo, su segundo hijo, el príncipe Andrés, duque de York, y su esposa Sarah, se separaron; en abril, su hija Ana se divorció de su esposo, el capitán Mark Phillips;​ y en noviembre, el castillo de Windsor sufrió severos daños tras un incendio devastador.

Isabel II, la reina perenne
El castillo de Windor en llamas, en 1992. Foto: Agencias

En su “annus horribilis”, Isabel II debió dar un emotivo e inusual discurso: expresó que toda institución espera recibir críticas, pero sugirió que estas debían expresarse con un “toque de humor, ternura y comprensión”. Pero su discurso no frenó una de las noticias más relevantes para la Casa Real. El primer ministro John Major anunció reformas en las finanzas reales que se habían planeado desde el año anterior, incluyendo un pago de impuesto sobre la renta por primera vez, comenzando en 1993, y una reducción de la lista civil. Y en diciembre, ella misma denunió al periódico The Sun por violación de derechos de autor cuando se publicó el texto de su mensaje anual de Navidad dos días antes de su emisión.

Isabel II y la princesa Diana

Uno de los golpes más duros que debió enfrentar Isabel II, y que sacudió por completo a la familia real, marcando un punto de inflexión, fue la separación de su hijo Carlos de su esposa, la princesa Diana de Gales. Y el golpe de gracia se lo asestó la publicación de Diana: su verdadera historia, la biografía de la princesa de Gales escrita por Andrew Morton en la que hablaba de los problemas de su matrimonio.

Isabel II, la reina perenne
El príncipe Carlos, la reina Isabell II, y la princesa Diana. Foto: Cortesía

La separación fue solo un preámbulo de la verdadera tragedia. Cinco años después del “annus horribilis”, en 1997, Diana falleció en un accidente de tránsito en París, Francia. En principio, la respuesta de Isabel II ante la tragedia fue fría y distante: consideraba que el suceso debía tratarse de manera privada y familiar, y más teniendo en cuenta que Diana no era ya miembro oficial de la familia real.

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Los británicos, dolidos por la fría respuesta de la reina y en medio del dolor que causó a gran parte de la sociedad, apuntaron sus críticas hacia Isabel II. El malestar fue tal, que llevaron a la monarca a romper, por primera vez, varios de los protocolos de la casa real, y logró mostrarse más humana y cercana. Se le debió, en gran medida, a la recomendación que le hizo el entonces primer ministro británico Tony Blair de salir de Balmoral, donde pasaba sus vacaciones, para regresar a Londres y rendir un tributo público a la princesa.

En uno de los gestos más importantes, pronunció un discurso televisado, en el que dijo sobre Diana: “Yo la admiraba y respetaba por su energía y compromiso con los demás, y especialmente por su devoción a sus dos hijos. Nadie que conociera a Diana la olvidará jamás”. Aunque lo hizo cinco días después del fallecimiento, esa fue la primera vez que su discurso fue transmitido en vivo en 45 años de reinado. Asimismo, el estandarte real fue colocado sobre el féretro de la princesa de Gales, pese a que este símbolo solo es utilizado con miembros de la familia real.

Al paso del féretro de Diana frente al palacio de Buckingham, la reina Isabel II inclinó levemente la cabeza como gesto de reconocimiento. Según varios analistas, el detalle fue definitivo para contribuir a la reconciliación de muchos británicos con su Corona tras aquella fría respuesta inicial a la muerte de Lady Di.

Mejores años

El inicio del siglo XXI fue positivo para la reina. En 2002, Isabel celebró su Jubileo de oro como reina, al cumplir otros 25 años como monarca, 50 años en total. A pesar de su avanzada edad, gozó de buena salud siempre. Sus pocas ausencias en eventos a los cuales estaba invitada se debieron a temas menores, como un resfriado o dolores de espalda. En marzo de 2013, debió ser ingresada en el hospital Eduardo VII a causa de una infección estomacal con síntomas de gastroenteritis.

Además de llevar una vida tranquila, a pesar de sus responsabilidades como reina, siempre se dijo que su buena salud se debía a su alimentación. El experto en monarquía Bryan Kozlowski cuenta en el libro Larga vida a la Reina: 23 reglas para vivir como la monarca reinante más longeva de Gran Bretaña, que su dieta consistía principalmente en un té con sándwiches y bollos; dry Martini para acompañar sus comidas, que terminaban casi siempre con una onza de chocolate y una copa de vino; Y antes de irse a la cama, una copa de champagne. Con respecto a sus cuidados físicos, Kozlowski revela que la reina apenas usaba maquillaje, huía del sol y, cuando era más joven, realizaba ejercicios diarios, haciendo caminatas con sus perros corgis o montando a caballo.

La reina, que inauguró los Juegos Olímpicos de 1976 en Montreal, Canadá, ​ también inauguró los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Verano de 2012 en Londres, lo que la convirtió en la primera jefa de Estado en inaugurar dos Juegos Olímpicos en dos países. Para los Juegos Olímpicos de Londres, se interpretó a sí misma en un recordado cortometraje como parte de la ceremonia de apertura, junto a Daniel Craig como James Bond.

Isabel II se convirtió en la monarca británica más longeva el 21 de diciembre de 2007, y la monarca británica con el reinado más largo. Asimismo, el 9 de septiembre de 2015 se convirtió en la jefa de Estado con el reinado más largo del mundo.

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