• Los testimonios recopilados por El Diario revelan la situación de las familias afectadas por las interrupciones del servicio eléctrico, una realidad que se remonta al apagón nacional del 7 de marzo de 2019 y que persiste hasta hoy

Desde el apagón nacional que sumió a Venezuela en la oscuridad desde el 7 de marzo de 2019 por más de siete días, las fallas eléctricas se han convertido en una realidad cotidiana para los venezolanos, quienes han tenido que adaptarse a una nueva forma de vida en la que los cortes de electricidad son una constante que sobrellevar diariamente.

Hum Venezuela, organización no gubernamental que estudia el impacto de la Emergencia Humanitaria Compleja en el país, advirtió que la crisis eléctrica en Venezuela experimentó una escalada de registros en 2023, con una fluctuación diaria constante de energía en todos los estados del país. Los expertos consultados por esta ONG atribuyen este problema a la caída del 80 % en las capacidades de generación eléctrica como resultado de la fragilidad del equipamiento y la falta de personal capacitado.

La carencia de suministro eléctrico afecta de manera desproporcionada a los residentes del interior de Venezuela. En ese sentido, el equipo de El Diario recopiló testimonios de ciudadanos que viven en cinco estados, con el objetivo de comprender su perspectiva sobre la crisis eléctrica que persiste desde marzo de 2019. 

Carolina Chacón

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Foto: Pixabay

Carolina Chacón, quien reside en Socopó en el estado Barinas, es una de las muchas personas que han experimentado directamente las consecuencias de la crisis eléctrica prolongada. Para ella, la incertidumbre y la frustración persisten y son exacerbadas por la falta de respuestas y soluciones por parte de las autoridades. 

A esto se le suma el aumento en las facturas del servicio eléctrico, como parte de las políticas del plan Borrón y Cuenta Nueva implementadas por la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), lo cual Chacón percibe como una injusticia para personas que, así como ella, enfrentan cortes de luz recurrentes sin una mejora significativa en el servicio.

“¿Me van a cobrar cuando tengo dos y hasta tres cortes de luz todos los días? ¿Cómo es posible que aumenten las facturas cuando el servicio no es eficiente y a nadie le dan respuesta?”, cuestiona Chacón. 

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Además del impacto económico, los cortes de electricidad han provocado daños materiales significativos para Chacón y otros residentes de la zona andina, con electrodomésticos que dejaron de funcionar durante el apagón de 2019 y que no han sido reemplazados debido a sus costos en relación con sus ingresos.

Sin embargo, a pesar de las adversidades, la realidad de los cortes eléctricos se ha normalizado para muchos venezolanos. Chacón así lo describe, asegurando que ha encontrado formas de sobrellevar esta situación. En su caso, ella sostiene que se aferra “a la voluntad de Dios” y agradece que al menos su círculo familiar goza “de buena salud” en un intento por contrarrestar el impacto que genera la pérdida de lo material y el deterioro de la crisis eléctrica.

Incidencia de fallas eléctricas

No existe un registro oficial único que detalle la cantidad exacta de cortes de luz en Venezuela durante el año 2023. Sin embargo, de acuerdo con datos del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP), se estima que se produjeron alrededor de 30 mil fallas eléctricas durante el primer semestre de ese año. Además, hubo un aumento del 28,6 % en las denuncias de cortes eléctricos entre enero y septiembre de 2023, en comparación con el mismo periodo (2022).

Yohana Fernández

Sin electricidad en la ciudad
EFE / Henry Chirinos

Yohana Fernández, quien reside en Altagracia de Orituco, estado Guárico, tiene una historia que refleja el impacto profundo que tuvo el apagón nacional de marzo de 2019 en la vida de los venezolanos. En aquel momento, la salud delicada de su abuela complicó aún más la situación. Cuidar de ella sin electricidad se convirtió en un desafío abrumador, según recuerda. Pero en medio de la oscuridad, Yohana encontró esperanza en la solidaridad de sus vecinos, quienes se unieron para brindarle apoyo.

Sin embargo, lo que comenzó como un evento excepcional pronto se convirtió en una nueva realidad para Yohana y su comunidad. “La luz se va dos o tres veces al día, sin previo aviso ni un horario establecido”, explica. “Es una situación que hemos normalizado en cierta medida, pero que sigue generando inconvenientes y preocupaciones constantes”, añade con resignación.

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La falta de electricidad se ha convertido en un factor que condiciona las actividades diarias de los habitantes de Altagracia de Orituco. Fernández comenta que a veces, los cortes son breves y tolerables, pero en otras ocasiones pueden durar horas, incluso días enteros. 

¿A qué se deben las fallas eléctricas en Venezuela?

El OVSP atribuye una amplia parte de los problemas eléctricos del país a la falta de inversión y mantenimiento.

“El país debe tener disponible alrededor de 10 mil megavatios (MW), para una demanda estimada cerca de los 13 mil MW, eso significa que hay 3 mil megavatios que no existen y no están disponibles”, comentó Juan Carlos Rodríguez, ingeniero y miembro del OVSP en enero de 2024.

Rodríguez señaló que la demanda de energía en Venezuela supera la capacidad, lo que provoca que se genere el racionamiento.

A pesar de esta nueva realidad, Yohana no puede evitar preocuparse por aquellos que están pasando por situaciones similares a la que ella vivió con su abuela. “No puedo dejar de pensar en las personas que tienen a seres queridos delicados de salud y que se ven afectadas por la falta de electricidad”, confiesa con preocupación. “Es una realidad que no debería ser ignorada ni normalizada”.

Aunque la situación es regular en comparación con años anteriores, Yohana sabe que hay comunidades en las que la paciencia se agota y la indignación se convierte en acción. En estas zonas, los residentes organizan protestas para exigir soluciones a los cortes de luz prolongados y la falta de respuesta por parte de las autoridades. Sin embargo, para Yohana, a pesar de la cotidianidad, su principal preocupación sigue siendo aquellos que dependen de equipos médicos para poder sobrevivir. 

Francisco Rincón

Ciudadanos caminando por calles sin luz
El drama eléctrico en Venezuela y los riesgos detrás de sus posibles soluciones

Francisco Rincón, residente de Barquisimeto, estado Lara, es otro venezolano que ha experimentado de primera mano los desafíos que comenzaron desde el apagón de marzo de 2019. Para él, los cortes de luz son una realidad constante, con interrupciones en el servicio que ocurren hasta tres veces al día. Esta situación no solo ha generado inconvenientes en su vida diaria, sino que también ha afectado su bienestar emocional y su capacidad para llevar una vida normal.

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“Los cortes de luz son parte de nuestra vida cotidiana aquí en Barquisimeto. A veces ocurren durante unas pocas horas, otras veces duran todo el día”, compartió Rincón.

Rincón describe cómo los cortes de luz han afectado todos los ámbitos de su vida, ya que debe planificar su jornada dependiendo del racionamiento eléctrico en la región. “En Barquisimeto todos los días se va la luz. Lo que varía es la hora. Los que vivimos aquí sabemos que si no te quitan la luz en la mañana, será en la tarde. Así es el día a día”, lamenta.

Francisco Rincón, quien trabaja en una tienda del centro de Barquisimeto, destaca cómo los cortes de energía han afectado la vida laboral de los venezolanos. La mayoría de los comercios cierran antes de las 5:00 pm, debido a que las interrupciones del servicio son inminentes. Estas prácticas se han arraigado desde el apagón de marzo de 2019 y reflejan cómo los venezolanos se han adaptado a los desafíos persistentes de la crisis eléctrica.

Katherin Ortega

A 5 años del apagón: cómo se ha normalizado la crisis eléctrica en Venezuela 
Foto: EFE

Katherin Ortega, residente de Ciudad Guayana, se enfrenta diariamente al desafío de explicarles a sus dos hijos por qué la luz no funciona y por qué el gobierno “no parece ser capaz” de solucionar el problema. Para ella, la normalización de los cortes de luz ha transformado no solo su rutina diaria, sino también la percepción que tienen sus hijos sobre la estabilidad y la seguridad en su país.

“Ya no quedan excusas para explicarles a mis hijos por qué la luz se va todos los días. Al principio, trataba de encontrar formas creativas de distraerlos durante los apagones, inventando juegos o contándoles historias. Pero con el tiempo, se han dado cuenta de que esto no es algo normal en otros lugares y han empezado a hacer preguntas difíciles”, comenta Ortega. 

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Leidys Fajardo

Fotografía referencial | EFE/ Henry Chirinos /Archivo

Leidys Fajardo, residente del estado Mérida, ha aprendido a vivir con los cortes de luz que afectan a su comunidad de manera intermitente y no programada. Para ella y su familia, los apagones son parte de la realidad diaria, con la incertidumbre de no saber cuándo ocurrirán ni cuánto tiempo durarán.

“Para contrarrestar la falta de electricidad, mi familia y yo solemos distraernos descargando juegos en nuestros teléfonos durante esas horas sin luz”, dice Fajardo.

Sin embargo, a pesar de los inconvenientes que generan los apagones, Fajardo observa un cambio en la actitud de su comunidad en comparación con años anteriores. “Ya no hay tantas quejas como solía haber en 2020 o 2021. Los vecinos se han acostumbrado a esta realidad y comprenden que no pueden hacer nada al respecto”, agrega.

La mujer explica que los cortes de energía se dividen por zonas de Mérida. Por lo tanto, hay urbanizaciones que tienen luz, mientras que otras se quedan a oscuras. La interrupción del servicio puede demorar hasta 12 horas diarias. 

“El gobierno nos ha fallado una y otra vez, y parece que no les importa el impacto que esto tiene en nuestras vidas y en el futuro de nuestros hijos”, asevera. 

Las historias de Carolina Chacón, Leidys Fajardo, Katherin Ortega, Yohana Fernández y Francisco Rincón muestran cómo los cortes de electricidad han afectado la vida diaria de los venezolanos. Desde el apagón de marzo de 2019, la falta de electricidad se ha convertido en algo habitual en todo el país. Las personas han tenido que adaptarse a vivir con cortes de luz frecuentes e impredecibles, lo que ha afectado su trabajo, su salud y su bienestar general. A medida que la crisis eléctrica continúa, los venezolanos se ven obligados a lidiar con las consecuencias a largo plazo de esta situación, enfrentando incertidumbre y adaptándose a nuevas realidades en su vida diaria.

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