- La noche del 21 de marzo el periodista fue sacado violentamente de su hogar por una comisión de las FAES. Sus padres, en medio de amenazas, esperan sin descanso la libertad de su hijo
La noche ya cubría la capital. La cuarentena para evitar el contagio de coronavirus mantenía al oeste de Caracas en un silencio abrumador. La tranquilidad fue interrumpida por el golpe que tumbó la puerta de una casa y el cachazo que lastimó a un hombre que solo intentaba proteger su hogar de una decena de sujetos armados con el rostro cubierto.
El padre del periodista Darvinson Rojas yacía en el suelo sometido, cuando vio a los integrantes de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) doblegar también a su hijo para luego llevarse a ambos, junto con la madre, arbitrariamente de su hogar.
La cotidianidad de la familia Rojas cambió a las 8:30 pm del sábado 21 de marzo. Un grupo de sujetos encapuchados, sin identificación y fuertemente armados, se presentaron en la entrada del hogar del periodista Darvinson Rojas.
Al escuchar la razón por la que estos sujetos de las FAES estaban en la puerta de su hogar, se le encendieron las alarmas. Sin abrir la puerta les cuestionó por qué no estaban acompañados de profesionales de la salud, si supuestamente él estaba contagiado de coronavirus. Los funcionarios no respondieron, pero le insistieron en que debía acompañarlos.
“A mí no me hace falta eso”, respondió un miembro del cuerpo policial al ser cuestionado sobre la orden de allanamiento, orden de aprehensión o algún documento que justificara su presencia en el lugar. Pero la negativa del señor Rojas a salir de su hogar era contundente.
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Nadie de la familia quería abrir la puerta, pero los funcionarios pretendían tumbarla, de ser necesario, con una “pata de cabra”. Fue entonces cuando el papá del periodista decidió salir de su hogar. En ese momento la situación se complicó.
“¿Tu hijo está aquí? Está tuiteando”. El funcionario no había terminado de decir esa frase cuando sus compañeros ingresaron a la fuerza a la casa, pero Rojas trató de impedir la entrada. Forcejeó con uno de los efectivos y logró sacarlo de su casa, aunque al ser demasiados lo sometieron y con un arma larga le golpearon en la cabeza. Fue en ese momento cuando detuvieron al periodista y comenzaron a revisar y a decomisar objetos como laptops y teléfonos.
Aturdido por el golpe, Rojas vio cómo tenían esposado a su hijo, por lo que intentó zafarse nuevamente, pero lo esposaron y a ambos los sacaron de su hogar.
La tranquilidad de la noche cambió y se llenó de la indignación de los vecinos quienes se mostraron solidarios con la familia Rojas. Agua, objetos y otras cosas les lanzaron a los funcionarios. Los gritos y abucheos llenaron la calle.
Lo que Rojas no sabía era que su esposa también había sido detenida y que su hermana había recibido un golpe con un arma larga.
Al ingresarlos en la patrulla Darvinson y su padre tenían el rostro cubierto y estaban maniatados. Sin embargo, el padre del periodista escuchó cuando uno de los sujetos armados le dijo a su hijo: “Darvinson, déjate de eso. Tú te metes mucho con nosotros por Twitter”.
En la patrulla, Jesús Rojas escuchaba lo que le decían a su hijo y se dedicó a prestar atención a cada palabra durante todo el trayecto que finalizó en La Quebradita 1, San Martín, al oeste de Caracas.
“¿Tú sabes quién soy yo? Yo soy del Sebin. ¿De dónde coño sacaste tú la información de infectados de Miranda?”, cuestionó un funcionario en la patrulla, mientras padre e hijo eran trasladados. El periodista respondió que obtuvo los datos de la información publicada por Héctor Rodríguez y diferentes alcaldes de Miranda, realizó la sumatoria y se percató de que la cifra no era la misma que anunciaba Jorge Rodríguez.
A Miriam Sánchez, docente y madre del periodista, la amenazaron, mientras era trasladada, con hacerle daño a su hijo si no entregaba el teléfono principal de Darvinson. Una comisión de las FAES la llevó a su casa, ella buscó el teléfono y se la volvieron a llevar a La Quebradita 1.
Aproximadamente a las 11:00 pm llevaron a los padres del periodista de vuelta a su hogar, pero Darvinson Rojas quedó privado de libertad sin saber por qué.
“Si hubiese sabido que el objetivo era Darvinson, yo hubiera hecho las cosas diferentes”, se lamenta el padre del comunicador social.
Nuevas amenazas
La mañana del 22 de marzo llegó y con ella las ganas de Jesús Rojas y Miriam Sánchez de ir a ver a su hijo y verificar que estuviera bien.
“A Darvinson lo desaparecieron”, comenta su padre, quien señala que al dirigirse a La Quebradita, lugar donde los habían llevado a todos la noche anterior, le dijeron que su hijo “nunca había estado ahí”. Recorrieron varias sedes policiales hasta que les informaron que Darvinson estaba en la UD5 de Caricuao.
“Papá, yo no sé por qué estoy aquí”, fueron las palabras del periodista cuando pudo reunirse con sus padres en las instalaciones de la comisaría de la UD5 de Caricuao, en un espacio abierto que constaba de una mesa y cuatro sillas.
La conversación entre padres e hijo nunca fue privada. Al día siguiente, durante la segunda visita, al menos cuatro funcionarios supervisaban el encuentro incluyendo al comisionado David Tarazona, comenta Rojas.
Jesús Rojas señala que no hay evidencia de que a su hijo lo estén maltratando físicamente, pero sí de que está sufriendo tortura psicológica, de eso se percató el segundo día que lo visitó.
“Ya nosotros hablamos con Darvinson. Él tiene que bajarle una, tiene que dejar la vaina por el Twitter en contra del gobierno”, fueron las palabras de Tarazona a los padres del periodista. Pero la amenaza no estaba dirigida solo a Darvinson.
“Me señaló a mí y me dijo ‘Tú bájale también porque te voy a escoñetar y si te meto preso nadie te va a soltar’”, le dijo a Rojas.
A la familia Rojas le informaron que el día lunes llevarían a Darvinson Rojas a los tribunales. Al llegar a ese lugar no obtuvieron respuesta. El equipo de abogados de Espacio Público y la familia Rojas verificaron las listas de las audiencias y el nombre de Darvinson Rojas no aparecía en ninguna de ellas. Al periodista no lo llevaron a los tribunales en ese momento.
A las 3:00 pm la familia Rojas se dirigió nuevamente a la UD5 de Caricuao, ahí le informaron que la orden era que el periodista no recibiera comida ni visitas y que tampoco podía hablar con sus abogados.
“Con todo el dolor de mi alma y llorando nos tuvimos que retirar de las instalaciones”, comenta el padre del periodista, con la voz entrecortada.
A Darvinson Rojas lo trasladaron a tribunales de forma clandestina el lunes pasadas las 6:00 pm. Al comunicador le imputaron el delito de instigación al odio.
“Yo no tengo miedo”
“Mi esposa está totalmente destrozada aunque se ha hecho la fuerte. Yo sí lloro y trato de desahogarme. Si eso me estuviera ocurriendo a mí, no es nada, porque ya yo he pasado por todos esos calvarios. Me parte el alma que por instrucciones de este régimen y por las torturas psicológicas que le estén haciendo Darvinson deje de seguir cumpliendo con sus funciones de periodista”, comenta.
A pesar de las amenazas, Jesu00fas Rojas no siente miedo. Solo teme por su esposa y su hijo. u201cTe lo juro, yo soy un guerrero en la vidau201d, dice.
El padre de Darvinson describe a su hijo como un muchacho reservado, al que le gusta el deporte y el cine. “A veces yo llegaba a la casa y me conseguía a mi hijo y su mamá hablando como unos pericos”.
La cantidad de periodistas y políticos que se han pronunciado sobre la detención de Darvinson Rojas es un hecho que ha sorprendido a su padre. La familia Rojas se ha mantenido en contacto también con organismos internacionales de derechos humanos.
A Jesús Rojas le parece absurdo que en medio de una pandemia que ha llegado a Venezuela, los organismos de seguridad centren sus esfuerzos en detener a un periodista por publicar unos tuits.
“La orden de detener a mi hijo vino de Vicepresidencia y del periodista Luis Hugas de Venezolana de Televisión (VTV)”, comenta el padre de Darvinson Rojas.
Jesús Rojas asegura que no se detendrá hasta conseguir la libertad de su hijo. “Probablemente salga silenciado porque eso es lo que ellos quieren”, comenta.
La libertad de expresión en Venezuela es un derecho que ha sido constantemente violado durante los últimos años. Las agresiones a la prensa van en aumento y las ventanas informativas cada vez son menos. Los periodistas venezolanos mantienen su solidaridad con su colega Darvinson Rojas, quien hoy se encuentra privado de libertad y con su familia bajo amenaza por hacer su trabajo.