• Cada vez es más difícil encontrarse a personajes como los relojeros o zapateros en puntos de la capital donde hace años atrás era habitual

En medio de la crisis económica y la necesidad de generar ingresos superiores a un salario mínimo, el trabajo informal ha ganado terreno en el país. Sin embargo, en la Venezuela de hoy,  no todos los oficios reciben la misma receptividad de hace algunos años, cuando resultaba impensable no contar con ellos.

Hay oficios que parecen estar en peligro de extinción. Sus mismos protagonistas coinciden en que los servicios que ofrecen dejaron de ser una prioridad para el venezolano, y las calles parecen confirmarlo.

Cada vez es más difícil encontrarse con relojeros, zapateros, entre otras, en puntos donde años atrás era muy habitual. 

Pese a la merma estos trabajadores continúan en las labores que mantienen, en algunos en casos, desde hace más de 15 años, 

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El equipo de El Diario recorrió las calles de Caracas y tras una ardua búsqueda pudo corroborar que dichos oficios están a punto de desaparecer.

Zapatero 

Pedro José, tiene 67 años de edad y se dedica a arreglar zapatos desde hace 10 años en plaza Miranda, municipio Libertador.

Foto: Fabiana Rondón

“Desde hace mucho no me da para comer , ya nadie arregla zapatos, pero no tengo más nada de hacer, al menos esto me entretiene y es lo que me gusta hacer. Quedamos muy pocos zapateros”, dice.

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Foto: Fabiana Rondón

Asegura que los pocos clientes que tiene son los mismos de hace muchos años, y que ahora el venezolano prefiere comprar un zapato que arreglar el que se rompió. 

Relojero

En La Candelaria está Melchor Pacheco, de 77 años de edad. Este relojero tiene 20 años en el oficio.

Foto: Fabiana Rondón

“Son contadas las personas que mandan a reparar un reloj, hace 10 años podía tener hasta ocho clientes al día ahora puede que en un día no llegue ni a dos”, cuenta. 

Limpiabotas

José Durand, de 64 años de edad, lleva 10 de ellos dedicado a la limpieza de zapatos.

Foto: Fabiana Rondón

“La gente ahora prefiere andar con los zapatos sucios, los limpiabotas ya no los necesita nadie porque eso los que existen los puedo contar con una mano. Los pocos que tengo son dos o tres clientes que ya son fijos, de resto puedo pasar días enteros sin recibir al menos un cliente”, dice.

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Amolador 

José Nuñez tiene 35 años de edad y casi toda su vida ha trabajado como amolador (18 años). 

Foto: Fabiana Rondón

“Vengo de una generación de amoladores del pueblo de San Mateo, estado Aragua. Desde los 18 estoy haciendo esto, trabajo por mi cuenta. La clientela ha disminuido mucho, yo trabajo con clientes fijos , pero desde hace mucho que no llegan clientes nuevos. Todos los amoladores que existían se han ido del país”, comenta.

Foto: Fabiana Rondón

Heladero

Orlando Rincón tiene 66 años de edad. Como heladero ya suma 10 años dedicado a ofrecer este producto en la plaza el Venezolano, ubicada en el centro de Caracas. 

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Foto: Fabiana Rondón

“Quedamos pocos heladeros en el país porque los helados se pusieron muy caros y la gente no compra como antes. Tenemos problemas con el efectivo y los puntos de venta. Me divierto bastante trabajando y por lo menos me da para sobrevivir”. 

Foto: Fabiana Rondón

Librero

A sus 76 años de edad, Gilberto Mateus continúa vendiendo libros debajo del elevado de San Bernardino (Caracas).

Foto: Fabiana Rondón

“Tengo muchos años vendiendo libros, vendo de todo tipo, mis clientes desde hace mucho son los mismos, cuando llega uno nuevo me llena de mucha alegría, ojalá que más personas se sumaran a este oficio, un oficio que regala conocimientos y que tanta falta hace en el mundo de hoy”, expresó.

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