- La banda puertorriqueña se presentará este mes en Valencia y Caracas. Aseguran que tuvieron oportunidades de regresar antes, pero prefirieron rechazar las ofertas. En 2019 estrenaron el disco Sobrevolando, que consideran desconocido por muchos
Carola Ettegui es una periodista venezolana que vive en Argentina. Cuando trabajaba en la sala de redacción del periódico caraqueño Primera Hora solía poner música de Cultura Profética. La relajaba, la contentaba.
Canciones como “Ilegal” o “Rimas pa’ seducir” las asocia con una etapa de su vida que describe con emoción. “El momento más feliz de mi vida”, dice tajante sobre aquellos años. Se refiere a una etapa en lo que su profesión le permitió afianzar amistades, vínculos que ahora son personajes de anécdotas que le generan sonrisas sobre lo vivido.
Sabe que la banda puertorriqueña volverá al país, a par de conciertos como esos en los que cantó hasta quedar casi sin voz. Aunque está lejos, se alegra de que Venezuela vuelva a ser escenario.
Hubo una época en la que Cultura Profética visitaba el país con frecuencia. Varias eran las ciudades destino. Maracay, Valencia y Caracas son algunas, donde leales seguidores siempre estuvieron atentos a sus shows, incluso a esperarlos bajo la lluvia, como ocurrió en 2014 en una de las noches del festival Suena Caracas.
A pesar de la ausencia en los escenarios del país, no han estado del todo desconectados artísticamente. El vocalista hace cuatro años participó en la versión de “Sin ti” junto con Rawayana, McKlopedia y La Vida Bohème, en un sentido homenaje a Blanquito Man, el cantante de King Changó que falleció en 2017. Además, Cultura Profética ha forjado un vínculo importante con Rawayana, con la que se ha presentado en países como Chile.
“Han sido varias las colaboraciones con amigos artistas venezolanos. Hemos conocido muchas ciudades. Ha sido doloroso no volver durante siete años. Hemos tenido la oportunidad de regresar antes, pero sentíamos que no podíamos hacerlo por valores. Nos ofrecían unas condiciones extraordinarias, cosas que en muchos lugares no nos brindan, pero cuando te las proponen las manos equivocadas, debemos decir que no. Ha sido muy sufrido el tiempo afuera. Ahora hay razones para celebrar”, afirma Willy Rodríguez.
En 2019 estrenaron Sobrevolando, su sexto disco de estudio, por lo que pasarán por Venezuela como parte del Sobrevolando Tour. El 27 de mayo estarán en el Forum de Valencia, y el 28 en la terraza del CCCT en Caracas. En esos conciertos, con los que además celebran 25 años de carrera, estarán Anakena y Delić, como se llama el proyecto de Claire Delic.
—Se dice que cada público tiene algo que lo caracteriza. Sean argentinos, chilenos o colombianos, siempre hay un detalle que lo distingue, como una personalidad, a pesar de ser una muchedumbre. ¿Cómo definirían al público venezolano?
—Willy Rodríguez: Los argentinos llevan el espíritu de la cancha de fútbol al concierto. Siento que los venezolanos quizá no tienen ese mismo espíritu, sí noto uno de lucha. Imagino que pasa con nuestra música porque tiene una tonada sociopolítica. El venezolano eso lo entiende muy bien. Aunque también en nuestro caso lo han confundido mucho, ¿verdad? A uno le ha tocado hablar desde nuestra realidad puertorriqueña y muchas veces el venezolano lo confunde con la propia. Eso ha generado malos entendidos sobre nuestra ideología, pero a pesar de eso, siento que nos conectamos tanto con esa energía, con todo lo que dice la palabra, que la toman como suya. Eso lo sientes cuando te paras en esa tarima. Cantan esas canciones como suyas. Es un público muy energético, agradecido y denso.
—Surgieron en los noventa. La dulzura se convirtió en un hito con varios éxitos. ¿Cómo ha cambiado su propuesta hasta ahora con este nuevo disco y lo que preparan?
—Eliut González: Nuestra propuesta ha madurado muchísimo. Puedes ver la evolución en 2022. Siempre en los shows tratamos ir hacia atrás, además de tocar lo que venimos sintiendo recientemente con las canciones nuevas. La idea es compartir el disco Sobrevolando. Con todo este encierro no pudimos hacer giras. Ahora, llevamos todo este hermoso álbum a nuestros hermanos de Venezuela.
—Ahora que mencionan el encierro, me imagino que durante ese tiempo surgieron sentimientos que derivó en obra, música a partir de ese momento
—Willy Rodríguez: Debe haberlo definitivamente. Pero es bien loco. En este tiempo que nos vimos obligados a vivir de manera virtual, más que nada, se creó todo lo contrario a lo que esperábamos. Uno pensaría que, con tanto acceso a información, a culturas internacionales, habría más libertad, pero hay más control. Hay una cultura mundial limitada. Debo decirlo. Hay un montón de cosas que vimos en este tiempo que no sé si puedo cantarlas o sentirlas sin que la gente se indigne. Creo que las sensibilidades están a flor de piel y muchas veces manipuladas por los medios, no necesariamente por vivencias de cada persona. Nos están diciendo qué sentir, qué debe molestarnos, qué cancelar, qué está mal. Muchas veces ni hemos vivido para tomar la decisión. Tengo muchas ideas para escribir, pero siento que cada vez la vida te da menos posibilidades de ser sincero y expresarte abiertamente.
—He notado esa reflexión en varios artistas. ¿Qué sentimientos son esos que considera pueden ser sensibles?
—Willy Rodríguez: Para empezar, siempre he entendido que la salud es natural. La medicina está para resolver emergencias. De momento, parece que vivimos en un mundo paralelo en el que la medicina prevendrá que te enfermes, cuando en verdad es una vida sana lo que lo evitará. La medicina solo trata síntomas. Y muchas veces los síntomas son necesarios para combatir un malestar. Si previenes la fiebre, el cuerpo tardará más en curar lo que tienes. Esos temas han sido virados patas arriba. Si tratas de hablar sobre eso, te tratan como ignorante, insensible o egocéntrico. También están los temas sobre la sexualidad. Si te atreves a discutir algo, entonces eres homofóbico o transfóbico. Nadie sabe lo que has vivido, ni quiénes son tus amistades ni cómo vives. Entonces toman decisiones sobre tu personalidad. Hay muchos temas difíciles de abordar sin que la gente brinque y te ponga un sello. Los que mencioné quizá no son los más importantes, pero son par de ejemplos.
Tantas opciones
—Y en esta saturación de información, también hay una sobrecarga en lo que se escucha, en las canciones que nos llegan. ¿Cómo evalúan el momento de la música que hacen en estos tiempos?
—Eliut González: ¡Wow! Creo que en general la música estuvo paralizada. Los gobiernos y el sistema piensan que no somos una prioridad. La industria de la música fue una de las últimas en arrancar. Todo el mundo está retomando las fechas pospuestas. Todo vuelve a coger vida. El reggae siempre ha expresado el sentir de muchos. Hay mucha tela para cortar.
—¿Cómo empezamos a cortar esa tela?
—Willy Rodríguez: Es bien loco. Nosotros sacamos un disco a finales de 2019, ¿verdad? Hay mucha gente que no lo sabe o han escuchado algunas canciones. Publican algún video en redes sobre algún tema, pero se preguntan de dónde salió. Estamos viviendo momentos en los que la gente está tan entretenida constantemente. Hay muchas alternativas, pero también mucho morbo. Incluso, hay artistas que participan en ese morbo. Hay tanto a la misma vez que muchos no se dan cuenta de cosas que le gustarían, pero que no saben que existe. Nosotros de cierta manera hablamos de temas importantes en este álbum, pero hay quienes ni se enteraron. Debemos seguir insistiendo, persistiendo. De alguna manera se podrá seguir con la música sincera.
—Estrenaron “Te creí”, una colaboración con Greeicy, a quien traen a su acera, al estilo de ustedes
—Willy Rodríguez: Eso nos ha tocado en el camino. Traer un poco de densidad y calidad a la música popular. Es como nuestra esquina. Podemos hacer colaboraciones con todo el mundo. No somos haters, pero sí exigimos calidad porque nos encanta la música y respetamos a los que vinieron antes. Entendemos el impacto social de la música y la calidad. Sentimos desesperación para que el trabajo siga siendo bueno y que tenga algo más profundo. Cuando nos invitan a colaborar, nos dedicamos a eso, a buscarle las 7.000 patas al gato para que sea una obra bonita y diferente. En este caso, el tema de Greeicy tiene un trabajo armónico basado en un bolero.
—¿Se han sentido tentados o presionados por cambiar su manera de hacer música?
—Willy Rodríguez: Presionados no. Siempre tengo la ansiedad de seguir, de explorar, ir cambiando, pero no por necesidad o exigencias de la industria. Se trata de curiosidad. A uno le encanta hacerse nuevo cada vez. Uno es alguien específico, pero dependiente de la persona con la que tendrás una conversación. Si voy a hablar con un maestro de una universidad, puedo ser bien elocuente. Si trato con una persona de bajos recursos, debo usar un lenguaje más sencillo. Si vas a apelar a unas masas, debes encontrar una manera de hallar un lenguaje bastante accesible. Pero eso no lo veo como presión, sino como herramientas de trabajo y razones para exigirse más
—Hace pocos minutos mencionaron el respeto hacia las generaciones que vinieron antes. ¿Qué me pueden decir de las que vienen después de ustedes? ¿Dónde hay que poner el foco?
—Eliut González: Hermano, hay tantas cosas pasando. Es increíble de verdad. Hay muchas esquinas. Estuvimos hace poco en Lollapalooza y en el Stereo Picnic. Pudimos ver distintos artistas de varios géneros que la están partiendo. Hay música de todo tipo. Acá en Puerto Rico encuentras artistas de la nueva generación que están haciendo cosas bastante interesantes. Ahora mismo la plataforma te permite la autogestión.
—Willy Rodríguez: Hay demasiado talento y herramientas para promoverse. No puedes comparar lo que está haciendo Bad Bunny con lo que hizo Ricky Martin cuando no existían ni la mitad de las herramientas de ahora. No se puede comparar la cantidad de veces que suena Drake con la cantidad de veces que sonaban los Beatles o Bob Marley. Claro, hay que celebrarlo, porque tanto Bad Bunny como Drake están haciendo algo increíble. Siento que todos estos artistas están llegando muy lejos, pero a la misma vez siento que esta generación es demasiado de copiar y pegar en lo creativo. Cada vez hay menos personalidad en lo que se hace, por lo que se siente bien genérico. Las canciones se arman como si fueran casas en bloque. Eso a mí me deja con ganas de más. Quizá es la manera de hacer las cosas ahora, pero me inquieta saber cuál será el sonido de alguien si no estuviera tomando los sonidos de otro. Hay artistas gigantes que se copian. Tú tienes a Willie Colón como productor de Héctor Lavoe y Rubén Blades, pero no vas a confundir a ninguno de los dos. Cada uno es un mundo aparte. Las nuevas generaciones necesitan entender que se debe encontrar lo que uno es. La pregunta es quién eres tú
—Ahora, me imagino que hay nombres. Si al final de esta conversación voy a Spotify, ¿qué me dicen que busque?
—Willy Rodríguez: De una digo que Anderson.Paak. Es un buen ejemplo de alguien a quien puedes identificar las influencias, pero sabes que es él. No hay discusión. Único y versátil. Musicazo. Increíble.
—¿Qué canciones nuevas de las que tocarán en Venezuela pueden adelantar?
—Eliut González: (Ríe). Vamos a compartir un poco del disco nuevo. Obviamente tocaremos temas de La dulzura y de otros álbumes. Ha sido mucho el tiempo, así que será un show condensado, preparado con la malicia para que todo el mundo salga complacido, así como nosotros.
—¿Habrá algún invitado sorpresa?
—Willy Rodríguez: No hemos cuadrado nada de eso. Pero estoy contento de tener con nosotros el proyecto de Delić, que además de ser una artista increíble, es mi esposa. Me encanta tener la oportunidad de mostrárselo al público de Venezuela, que sé que son personas muy perceptivas.
—¿Qué hace que los artistas del Caribe sean tan perceptivos y hayan generado tantos géneros, especialmente cuando todo es tan cerca?
—Willy Rodríguez: Es muy loco. Yo me he hecho esa pregunta también. El merengue, por ejemplo, nació en República Dominicana, pero en su época dorada, los puertorriqueños estaban arrasando. Muchos dominicanos venían a grabar sus discos a Puerto Rico. Hay alguna magia como si nos sentáramos en una mesa a compartir de todo. Es como la salsa, una mezcla de distintos ingredientes. Culturalmente nos hemos vistos abiertos a explorar. No sabría ponerle el dedo a algo específico.