• El caraqueño, médico de profesión, fue seleccionado para ser parte de un grupo de artistas y aficionados del espacio que deberán informar sobre los avances del satélite ICESat-2, un artefacto que mide el deshielo y su impacto global

La vida del venezolano Eliezer García Gazaui, también conocido como Hershey Shore —porque tenía una pared repleta de envoltorios de todo tipo de chocolates—, siempre ha girado en torno a la creatividad. Desde muy pequeño supo que su pasión era la medicina, al igual que sus padres, pero nunca abandonó su deseo de crear e inspirar a otros. En su adolescencia descubrió la fotografía e inició un largo camino, que, más adelante, se entrelazaría con las artes. Pero nunca pensó que conseguiría una oportunidad para visitar una estación espacial de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) para ser un vocero comunicacional y creativo de sus proyectos.

En febrero de 2023, Eliezer fue parte de un equipo de estudiantes de la universidad SCAD, una institución privada enfocada en carreras creativas, para encontrar formas innovadoras de comunicar los avances de la misión espacial ICESat-2, un satélite que se encarga de observar los cambios del grosor del hielo y su impacto global.

La experiencia lo llevó al Centro de Vuelo Espacial de Goddard (Greenbelt, Maryland). Allí conoció a un grupo de artistas y entusiastas por el espacio que ahora tendrán un objetivo en común: desarrollar estrategias comunicacionales que puedan generar un impacto sostenible en la sociedad sobre las consecuencias que está ocasionando el cambio climático en la Tierra.

Eliezer explicó para El Diario que la misión ICESat-2 es muy importante porque el monitoreo realizado por el satélite permite hallar maneras de atender el problema del deshielo y enlentecer este proceso. El proyecto consiste en un satélite capaz de medir la superficie de la tierra para generar un mapa tridimensional que posibilite la evaluación de las consecuencias del cambio climático.

“Lo que hace que el satélite sea tan especial es que funciona con una tecnología láser. Cada segundo emite 10 mil pulsaciones y cada una de ellas envía 300 trillones de fotones a la superficie terrestre. Este proyecto tiene unas obritas programadas sobre la Tierra y cada segundo envía estos fotones que rebotan sobre la superficie (como las nubes, el agua, la superficie de hielo) y regresan al satélite. De esta manera, se va creando una imagen tridimensional que está disponible al público”, detalló Eliezer. 

El venezolano asegura que en el programa pudo comprender el proceso de elaboración de un satélite que será lanzado al espacio. Conoció las salas de prueba y el mapa de tránsito de cada artefacto que está en órbita. Lo define como una experiencia única que le permitirá, en un futuro, aplicar para trabajar en el departamento de comunicaciones de la NASA. Pero más allá de eso —comenta— haber sido seleccionado le permitió convencerse de que no existen sueños imposibles.

Un sueño que será inspiración para otros

En el Centro de Vuelo Espacial de Goddard —relata Eliezer— le sorprendió que muchos de los ingenieros, científicos y especialistas que trabajan en la NASA, aunque tenían historias diferentes, todos llegaron sin haber imaginado que algún día trabajarían allí. 

“Ninguno de ellos esperó tener un empleo en la NASA. Eso resonó mucho conmigo porque considero que poco a poco se van abriendo puertas a lugares a los que nunca te imaginaste llegar porque simplemente suenan imposibles. Yo siempre he sido un soñador demasiado grande, pero luego de esto puedo ver que absolutamente nada es imposible si trabajas con pasión y si confías en tus sueños”, afirmó.  

Y es que enterarse de la oportunidad de participar en el programa de la NASA fue solo una casualidad que no ocurría desde hace ocho años en la universidad SCAD. Era una oportunidad única que esperaba con ansias y que considera su meta más preciada.  

Pero Eliezer también confiesa que, al terminar el programa, pensó en no compartir este logro a través de las redes sociales. Sin embargo, considera que todo sueño alcanzado puede transformarse en energía para activar las metas de otros. Fue así como su experiencia se viralizó al representar al país en un programa de importancia para el planeta.

Actualmente considera que cada ser humano es capaz de moldear su futuro. No importa cuál sea el sueño, añade, solo es necesario convencerse de tener el potencial para lograrlo. Por eso, aspira que su camino pueda inspirar a una generación que, así como él, se atrevió a unificar sus sueños aún cuando se trataba de dos polos opuestos. 

Un médico que atiende emergencias creativas 

Eliezer es médico egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Fue la primera meta que se propuso, pero siempre fue sincero en su deseo de estudiar una carrera relacionada con las artes y los medios audiovisuales. Fue un amigo quien, casi finalizando la carrera de Medicina, le habló sobre la oportunidad de estudiar en el SCAD, en Estados Unidos. Allí ha tenido la oportunidad de formarse como director, escultor, modelo y hasta supervisor de efectos especiales. 

“Esta escuela permite desarrollar el potencial que hay en cada persona que se atreve a probar algo nuevo. Para mí fue fascinante descubrir que todos estamos en la capacidad de ser buenos en cualquier cosa a la que uno decide dedicarle tiempo”, explicó.

El venezolano actualmente es estudiante del tercer año en efectos especiales y planea especializarse en tecnologías emergentes y creativas impulsadas, en gran parte, por modelos de lenguaje o imagen asistidos por la inteligencia artificial. 

“Mi camino ha sido muy variado, pero creo que todo ha sucedido porque me he permitido explorar las cosas que me generan curiosidad y en las que he visto que podría tener potencial. Soy una persona que le encanta aprender y mientras más busco la enseñanza, más creativo me vuelvo. 

Eliezer no cree en imposibles ni en la inacción. Está convencido de que cada quien debe seguir sus sueños, pero también cita la importancia de hacer esfuerzos para materializarlos. Es profundamente optimista y se debe a una razón más profesional que emotiva: la vida le ha enseñado que siempre hay una recompensa al finalizar ese camino. Y aunque su viaje no ha terminado, se siente orgulloso de lo que ha logrado al poner a su país en alto.

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