• Durante más de 15 años, el antropólogo de la UCV Angel Reyes y su equipo han estudiado el fenómeno y su impacto en la salud pública. En entrevista para El Diario, señala que la alta tasa de fecundidad ha amortiguado el vacío demográfico de jóvenes producto de la migración

Actualmente la humanidad vive uno de los momentos de mayor longevidad en toda su historia. Datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) prueban que desde 1960, la esperanza de vida aumentó de 52,5 a 72 años de edad. Esto en gran parte por el avance de las ciencias médicas, así como políticas de salud pública que han reducido las tasas de mortalidad por enfermedades.

Que actualmente muchas personas lleguen a conocer a sus nietos, e incluso bisnietos, puede parecer uno de los grandes logros de la modernidad. Sin embargo, también es motivo de preocupación dentro de muchos gobiernos, sobre todo cuando, en la medida que cada generación envejece, la población joven sigue disminuyendo. 

De acuerdo con el antropólogo Angel Reyes, Venezuela no es ajena a esta realidad. En entrevista para El Diario, señala que el país se encuentra actualmente en plena transición al envejecimiento poblacional, acelerado en parte por la migración de jóvenes . “Cada vez es más grande el sector de adultos y ancianos. Especialmente de mujeres adultas y ancianas”, señala.

Precisamente este fenómeno fue el objeto de 15 años de investigaciones por parte de un equipo encabezado por Reyes en la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Con el foco en la mujer y los cambios físicos, psicológicos y socioculturales presentes luego de la menopausia, publicó a finales de 2022 el libro Bioantropología y envejecimiento femenino, de Ediciones Biblioteca EBUC-UCV.

El libro, compilado por Reyes, contó con estudios realizados por los investigadores Carla Achury, Ana Castillo, Hilda Urbina, Loly Sorondo, María Eggers, Katherine García, José Flores, José Gallardo y Esnaili Solórzano.

País envejecido

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Foto: EFE

Como muchos países, Venezuela experimentó un crecimiento demográfico considerable a partir de 1950. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) señala que para 1961 el 46 % de la población era menor de 15 años de edad, mientras el 2,6 % era mayor de 65 años. Con la reducción de la mortalidad, en 2005 el primer grupo se redujo a 33 %, mientras el segundo pasó a representar el 5 % de la población.

No obstante, Venezuela sigue siendo un país joven, a pesar de ser cada vez mayor. Reyes indica que hasta 2020, la media de edad de los venezolanos era de 24 años de edad. Sin embargo, actualmente es de 29. Aunque aclara que este fenómeno obedece a diferentes factores como la disminución de la fecundidad y mortalidad o el control de enfermedades, la migración ha sido un elemento de peso en los últimos años. 

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“Los jóvenes migran y los adultos y ancianos se quedan. Esa situación nos obliga a intuir que seamos un país más envejecido que hace 10 o 15 años atrás”, declara. En su libro, pronostica además que dentro de 20 años, el único sector que podría mostrar un crecimiento acelerado en el país es el de personas mayores de 65 años de edad.

Acnur reconoce que más de 6 millones de venezolanos han abandonado su país. La gran mayoría son jóvenes, lo cual se evidencia al revisar las estadísticas de los principales países que los han acogido. Por ejemplo, Colombia, que posee la mayor diáspora venezolana en el mundo, el 41,1 % de su población migrante está en el rango de 25 a 54 años de edad, mientras el 32,5 % tiene entre 10 y 24 años, de acuerdo con la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) 2021.

Una situación similar ocurre en Perú, donde el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) estima que el 57,4 % de los venezolanos tiene entre 20 y 49 años de edad. 

Tendencia mundial

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Adulto mayor en México. Foto: Cortesía

El decano interino de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV explica que, actualmente, el envejecimiento poblacional es una tendencia mundial. Japón lidera la lista con un 28 % de población dentro de la tercera edad, de acuerdo con el Banco Mundial,  seguido por Italia (23,61 %), Portugal (23,15 %), Finlandia (22,96 %) y Grecia (22,64 %). 

Aunque Suramérica es la región más joven del mundo, con un promedio de 9 % de población mayor (en Europa es el 19 %), en otros países latinos como Puerto Rico y Cuba ya comienza a ser preocupante. Sobre todo por el impacto que puede tener en la economía por la reducción de la fuerza laboral, en contraste con el colapso de los sistemas de pensiones. Algo que lugares como Francia y España ya es incluso un problema político.

Curiosamente, Reyes afirma que la migración venezolana, junto a las de otras nacionalidades, ha ayudado a refrescar la pirámide poblacional. En especial en aquellos países en los que ya había una tendencia al envejecimiento más pronunciada. “El papel de las migraciones recientes ha sido fundamental en la variación reciente de la velocidad y la intensidad de ese proceso. La llegada de jóvenes puede modificar el sentido del proceso, pero dependerá de la conducta reproductiva que asuman una vez estén dentro del país receptor”, dice.

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Natalidad y mortalidad

Foto principal - Maternidad temprana
Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez

Existe otro fenómeno que se ha globalizado con el paso de los años: la disminución de la tasa fecundidad. El antropólogo advierte que cada vez son más las parejas que postergan el tener hijos hasta una edad tardía, o que de plano deciden no tenerlos. Acota que esto históricamente ha obedecido a factores culturales, religiosos, e incluso políticos, como el caso de China y su ley del hijo único.

La revista científica The Lancet reseñó en 2018 que el número de nacimientos en el mundo se había reducido a la mitad desde 1950. Mientras las mujeres de esa época tenían un promedio de 4,7 hijos, para 2017 era de 2,4. Esto puede variar dependiendo de la región, pues mientras en algunos países africanos todavía se mantiene el promedio de 6 hijos por mujer. En Latinoamérica esta cifra se ha reducido hasta la media mundial de 2 o 3 hijos.

De acuerdo con Acnur, desde la década de los noventa Venezuela experimenta una reducción considerable de su crecimiento demográfico. Esto luego de haber alcanzado su pico de natalidad en los años sesenta. En el Área Metropolitana de Caracas, la Tasa Global de Fecundidad (TGF) es de 1,9 hijos por mujer. Es un patrón que se repite en todas las ciudades desarrolladas del país que no hayan más de 2 hijos por familia. En el resto del territorio, el promedio también es de 2 o 3 hijos salvo en los estados Apure y Delta Amacuro, donde todavía superan los 4 hijos por mujer.

Sin embargo, otros indicadores como el del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), también ponen a Venezuela en el primer lugar de la tasa de embarazo adolescente de Sudamérica. Reyes aclara que si bien esto no representa la mayoría de los casos, sí da un indicio de que el país todavía tiene una tasa de fecundidad alta, lo cual ha contrarrestado el efecto de la migración al calcular el promedio de edad de la población.

“La fecundidad es un indicador que está asociado con una conducta. De allí que no se vean comportamientos semejantes en todos los sectores de las poblaciones. Aún Venezuela presenta tasas (altas) de natalidad, incluso las asociadas a adolescentes, que atenúan la velocidad del envejecimiento nacional”, acota.

Envejecimiento femenino

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Foto: VTV

Reyes es experto en bioantropología, ciencia que estudia la evolución humana de forma transversal, relacionando la biología y la cultura. Y ese es el enfoque que su equipo y él abordaron para Bioantropología y envejecimiento femenino. En su prólogo, consideraron que la transición de las mujeres a la vejez era un fenómeno muy poco estudiado por las ciencias sociales en Venezuela.

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“El envejecimiento, y en especial el femenino, es un tema fascinante por sus vínculos con la biología, la cultura, y la salud. Cada vez es mayor el número de adultos y ancianos, pero especialmente ese sector está formado por mujeres, que envejecen luego de atravesar, muchas de ellas, situaciones adversas”, explica.

Informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) recogidos por Acnur señalan que la tasa de mortalidad masculina es mucho mayor que la femenina en Venezuela, sobre todo a partir de la tercera edad. De igual modo, existe una relación de 95 hombres por cada 100 mujeres, en especial en áreas urbanas o sectores de clase media y alta. 

A esto se suma que Venezuela experimenta una sobremortalidad masculina en jóvenes, producto de la violencia de las últimas décadas. Junto a la migración, esto ha provocado una disparidad de género en la pirámide poblacional. En pocas palabras, en los próximos años la población de adultos mayores mujeres será mucho más grande que en la actualidad, haciendo necesario para el Estado venezolano conocer sus características y necesidades para desarrollar políticas públicas.

Grupo vulnerable

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Foto: Cortesía

Como muchos fenómenos humanos, el envejecimiento se puede desarrollar de diferentes formas dependiendo del contexto de cada individuo. Reyes menciona que pueden confluir factores biológicos y genéticos, pero también sociales, culturales y sociales. 

“Esto hace que encontremos grupos de mujeres ancianas con buenas condiciones de salud, pero otras que lamentablemente presentan deterioros importantes”, agrega.

Señala, por ejemplo, las diferencias en su estado de salud que pueden presentar distintos tipos de mujeres dependiendo de si viven en el campo o la ciudad. También de las carencias que pudieron experimentar en su juventud por su nivel socioeconómico y alimentación. 

Esa información debe ser el sustrato científico para la toma de decisiones, para la construcción de políticas públicas de salud o de todas aquellas que pretendan mejorar las condiciones de vida de las poblaciones”, completa.

Este último elemento resulta clave para la situación venezolana actual. Además de los niños y las mujeres embarazadas, los adultos mayores son el grupo más vulnerable a la emergencia humanitaria compleja. De acuerdo con la asociación civil Convite, debido a esto en 2022 el 42 % de los adultos mayores redujo sus porciones de comida diarias. Otros mantienen dietas basadas en granos, pastas y harina de maíz de las bolsas CLAP. 

El rol de la menopausia

Foto: Referencial

Precisamente, para Reyes la antropología, y específicamente su línea de investigación sobre el envejecimiento femenino, deben ser una herramienta orientada a mejorar la calidad de vida de las personas. Por eso su equipo centró su atención en la menopausia como un evento clave para todas las mujeres.

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“Es un evento fisiológico normal, pero que está rodeado de muchos significados sociales y culturales asociados con la fecundidad y la feminidad. Eso lo hace increíblemente interesante de abordar desde el punto de vista bioantropológico. Tiene vinculación con la salud, al estar relacionado con el envejecimiento sin serlo propiamente”, resalta.

En su libro, detalla que las mujeres venezolanas suelen llegar a la menopausia aproximadamente entre los 48 y 49 años de edad. Un poco antes que la media mundial, que es entre los 50 y 51 años. Aunque no se puede decir que desde ese momento ya pertenecen a la tercera edad, este dato resulta muy importante, pues a partir de la menopausia comienzan una serie de cambios hormonales y fisiológicos. Uno de los más notables es que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades como osteoporosis, colesterol alto o problemas cardíacos. 

La prontitud con la que ocurra la menopausia influye en el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles, y en consecuencia, afecta la esperanza y calidad de vida de las mujeres”, se lee en el texto.

Indicador social

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Foto: Cortesía

En esa línea, la menopausia se convirtió en un indicador para los investigadores de diferentes problemas y eventos de carácter social. Durante casi dos décadas, realizaron estudios a diferentes grupos de mujeres posmenopaúsicas en varios centros de salud de Caracas y el interior del país. Con ello, encontraron que existen factores socioeconómicos que influyen en que las mujeres entren más pronto en esta etapa, y por ende, que requieran mayores cuidados a su salud.

Sus estudios encontraron que existe una estrecha relación del nivel educativo y socioeconómico con la menopausia temprana. Mujeres que no concluyeron sus estudios básicos o que enfrentan diferentes carencias en su vida por la falta de recursos lo presentaron. Otros elementos como el consumo de alcohol y tabaco, así como la malnutrición, estarían relacionados con un adelanto de la menopausia de hasta cuatro años.

Precisamente estos datos coinciden con los grupos más afectados por la emergencia humanitaria compleja. De allí que el académico considere que, en el futuro, el Estado venezolano debe tomar en cuenta esta información para brindar atención personalizada a las mujeres y enfocarse en la salud preventiva a partir de la menopausia.

“En ese momento coinciden situaciones personales, orgánicas, laborales, sociales y de salud que se solapan con los que están relacionados con la vejez y que hacen vulnerables a la mujer que la experimenta”, añade Reyes.

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