- El margariteño que vendía chucherías en su infancia en Porlamar se convirtió en uno de los talentos más prometedores del ballet venezolano
Con tan solo 19 años de edad, el venezolano Daniel Guzmán obtuvo el primer lugar en dos prestigiosas competencias de ballet en Estados Unidos. Le atribuye estos resultados al trabajo duro, pero también al amor que le inyectó al arte desde niño.
Un par de duras decisiones marcaron su carrera como bailarín profesional. Tuvo que aprender a confiar en su instinto y en las personas que vieron su talento.
Daniel nació en la isla de Margarita, estado Nueva Esparta, y recuerda que la mayor parte de su infancia se desarrolló en las calles de Porlamar. Al salir de la escuela acompañaba a sus familiares en un puesto de venta informal de la zona, por lo que desde muy pequeño aprendió a trabajar atendiendo al público.
“Tuve una infancia muy movida, porque mi patio de juegos era el centro de Porlamar. Nosotros teníamos un puesto de buhoneros y llegamos a vender chucherías, café, pastelitos y hasta llamadas, era una época bastante humilde en la que aprendimos lo que es trabajar duro”, relató Daniel en entrevista para El Diario.
De vender chucherías a un estudio de ballet
Él y sus cuatro hermanos se alternaban para ayudar en las ventas a su mamá y a su abuela. Su familia también tenía como tradición asistir juntos a la iglesia, fue en ese lugar donde Daniel tuvo sus primeros encuentros con el arte.
Contó que en la iglesia se presentaban grupos de canto y baile, lo que hizo que se enamorara de la danza. Por años vio videos y un montón de referencias sobre el ballet clásico, aunque no había explorado la posibilidad de estudiarlo formalmente.
Daniel los llamó para preguntarles dónde entrenaban, aunque lo escucharon, inicialmente lo ignoraron y se fueron. Minutos después se devolvieron, se disculparon y le confesaron que les parecía extraño que un niño les hiciera esa pregunta de la nada.
“Se quedaron pensando en la pregunta que les hice y cuando se devolvieron me comentaron dónde quedaba la escuela y fueron muy amables. Estoy muy agradecido porque gracias a ellos conocí mi segundo hogar”, expresó.
El comienzo de una carrera en el ballet clásico

Los bailarines eran parte del Ballet de la Mar, un centro de capacitación integral en danza ubicado en la isla. Daniel intentó inscribirse por su cuenta al día siguiente al salir del colegio. En dos ocasiones tomó autobuses que lo dejaron en el lugar pero ambas veces encontró el estudio cerrado.
La tercera vez corrió con más suerte y la escuela tenía sus puertas abiertas. Habló con varias personas que trabajaban allí, pero le advirtieron que si quería hacer una clase de prueba la escuela necesitaba la autorización de un representante.
“Imagínate un niño de 12 años solo, tomando un autobús y llegando a una escuela de ballet. Allá me recibieron con los brazos abiertos, pero llamaron a mi mamá para que me diera permiso. Fue muy gracioso porque ella no entendía nada porque no sabía de mis planes”, señaló.
La respuesta de la mujer fue preguntar repetidas veces de dónde la llamaban y dónde estaba su hijo. Luego de que le explicaron bien lo que estaba ocurriendo, aceptó la clase de prueba.
“Recuerdo claramente esa primera clase, porque fue un momento muy especial, como cuando alguien habla de amor a primera vista. La directora me vio, decidió becarme y apoyarme en todos los ámbitos. Ella se convirtió en mi segunda mamá por mucho tiempo”, indicó
Esos primeros años de formación fueron una experiencia mágica para Daniel, porque estaba viviendo lo que vio por mucho tiempo en libros o Internet. Sus maestros se convirtieron en su inspiración y modelos a seguir, aunque también sus amigos y compañeros jugaron un papel importante en su desarrollo como artista.
“Una chica llamada Camila Rodríguez se convirtió en mi mejor amiga y le agradezco muchísimo a ella porque fue mi inspiración en esos primeros años de ballet. Sin duda no pude haber tomado mejor ejemplo que el de ella que siempre me apoyó con su amistad y me gustaría que lo sepa”, admitió.
Una dura decisión
En el año 2017, la situación social, política y económica de Venezuela recrudeció y la isla de Margarita no fue la excepción. Daniel tenía apenas un año formándose en la escuela de ballet, cuando su familia estudió la posibilidad de emigrar en busca de mejores oportunidades.
La decisión le rompió el corazón al estudiante, quien hizo todo lo posible por convencer a su mamá para que le permitiera quedarse en Margarita para continuar con su formación.
Los cuatro años siguientes vivió con su maestra y continuó su formación artística para llegar a un nivel altamente competitivo. En paralelo siempre intentó estar en comunicación con su mamá y actualizarla con todo lo que le sucedía a través de mensajes en las redes sociales. El joven confesó que ya cumplió seis años sin ver en persona a sus familiares.
En paso adelante

En el año 2020 Daniel concursó y ganó una competencia de ballet que se organiza en Venezuela llamada Pura Danza Internacional. El video de su presentación circuló en redes sociales y despertó el interés de bailarines en el extranjero.
“Un chico llamado Josué Gómez en Estados Unidos me había visto por Internet y decidió contactarme porque allí había un profesor que ayudaba a bailarines como yo para poder participar en competencias en ese país”, contó.
Cuando Daniel logró establecer contacto con el profesor estudió cuáles eran sus posibilidades reales para irse a Estados Unidos a probar suerte. Se asesoró con los maestros del Ballet de la Mar antes de aceptar la oportunidad.
El bailarín tuvo que esperar a cumplir la mayoría de edad para viajar a Colombia y solicitar la visa estadounidense, debido a que la embajada en Caracas está cerrada desde 2019.
“Lo primero fue sacar mi pasaporte y luego comenzar el proceso de la visa. Esta es una historia muy triste porque las dos veces que la solicité me la negaron y tuve que quedarme un tiempo en Colombia sin saber qué hacer”, dijo.
Su llegada a EE UU
El 12 de octubre de 2022, el gobierno de Joe Biden aprobó una medida humanitaria para recibir a venezolanos en Estados Unidos con ciertas condiciones. Daniel logró llegar a ese país bajo la figura del parole humanitario, luego de que el profesor se inscribiera en el sistema como su patrocinante en territorio estadounidense.

Tras ese triunfo tuvo un mes de preparación para la competencia siguiente: el Youth America Grand Prix, este es un programa internacional que congrega a estudiantes de ballet de entre 9 y 19 años de edad para otorgar becas a los más destacados. Daniel consiguió el primer lugar en la categoría clásica senior.
Actualmente continua su entrenamiento en el Fort Lauderdale Youth Ballet, en Florida, con el objetivo de aprovechar todas las oportunidades posibles y prepararse para trabajar en alguna de las prestigiosas compañías de ballet de Estados Unidos.
Su logro más importante
Daniel admite que siempre soñó con la posibilidad de conocer Estados Unidos porque sentía afinidad con esa cultura y por las oportunidades que hay para la danza en ese país. Por sí mismo pudo experimentar cómo es una competencia de alto nivel en ese territorio y alzarse con el primer premio, aunque considera que ninguno de esos es su mayor logro.
“Creo que el logro más importante ha sido llevarle una inmensa emoción a mi país y especialmente a mis seres queridos porque ellos conocen mi historia y saben lo difícil que ha sido para mí llegar a donde estoy”, explicó.
Aseguró que no habría obtenido estos resultados sin el amor y la dedicación que le brindaron sus profesores en el Ballet de la Mar en sus primeros años de formación. Considera que el ballet en Venezuela se enseña con pasión y compromiso, por lo que cree que los bailarines venezolanos tienen una forma muy especial de expresarse en el arte.
Insistió en que esto es algo que dentro del país debería valorarse más. Sugirió que se deben buscar espacios y momentos para difundir las bellas artes y conectar al público. Señaló que esto también es una herramienta para que los niños y jóvenes se interesen en estas disciplinas.
Expresó que cuando un niño decide dedicarse a un arte como el ballet se le debe brindar mucho apoyo y comprensión, debido a lo exigente de esta disciplina. “Si es su sueño deben trabajar por ellos, siempre habrá críticas buenas y malas y uno debe solo absorber lo positivo y hacer las cosas con amor”.
Indicó que otros de sus grandes logros es no haber abandonado sus sueños ante las dificultades que se le presentaron durante los últimos años. Espera que su historia se proyecte como un mensaje de que los venezolanos tienen mucho talento para aportar dentro y fuera del país.