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- El olor de cada persona es único, por lo que es un factor que sirve para el reconocimiento, búsqueda y recuerdo
La huella olfativa es una técnica de identificación basada en el olor característico que cada persona posee. Al igual que las huellas dactilares y el ADN, es único y se puede usar para identificar a un individuo de manera precisa.
Esta característica individual es usada por los perros rastreadores, en la ciencia forense y hasta para evocar épocas pasadas. De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, las personas recuerdan con precisión el 2 % de lo que escuchan, el 5 % de lo que ven y hasta el 35 % de lo que huelen.
El olfato puede pasar desapercibido, sin embargo, está estrechamente relacionado con partes menos racionales pero más evocadoras del cerebro, como el hipotálamo y el sistema límbico. Estas partes son fundamentales para comprender cómo se procesa la memoria y las emociones en los seres humanos.
La huella olfativa es clave en el poder que este sentido ejerce sobre la percepción física y emocional del entorno y las personas alrededor. Al olor particular de un individuo también se le llama firma química.
Laura López-Mascaraque, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, detalló en una entrevista para el portal 20minutos que esta distinción se forma a través de infinitas combinaciones de bacterias y microorganismos que se encuentran en el cuerpo.
Agregó que esta huella puede variar ligeramente con el tiempo debido a factores como la edad, los hábitos o el entorno en el que se vive, pero la esencia permanece de manera constante.
Evolución humana y ciencia forense
La respuesta de la huella olfativa se encuentra en las glándulas sebáceas, que generan la secreción aceitosa que recubre la piel, así como las glándulas ecrinas, que expulsan el sudor y las glándulas apocrinas, relacionadas con el cabello y su crecimiento.
Este “complejo cóctel químico” tiene implicaciones en la evolución del hombre como especie. Algunos científicos proponen que es posible que existiera un “olor de clan” que permitía a los primeros humanos reconocer a los miembros de su grupo por su olor.
Este aspecto, aunque aún está en estudio, comprobaría de dónde proviene la supervivencia y el éxito evolutivo.
La huella olfativa también es importante en la ciencia forense. Por ejemplo, en los casos de robos o asaltos donde los sospechosos pueden haber utilizado guantes o cualquier otro método para evitar dejar huellas dactilares, la huella olfativa se presenta como una herramienta para los investigadores.
La técnica de recolección de huellas olfativas que está tomando auge se basa en la captura y análisis de los compuestos químicos presentes en los olores corporales de los individuos. Estos compuestos son volátiles y se adhieren a las superficies con las que entran en contacto, como la ropa, los muebles o incluso las armas utilizadas en un delito.
Los perros especialmente entrenados son utilizados para rastrear y localizar estas huellas olfativas, ya que poseen un sentido del olfato mucho más desarrollado que el de los seres humanos.
Además, el olor corporal de los seres queridos es algo que ayuda a crear lazos, por ejemplo, los bebés son capaces de identificar el olor de su madre apenas se acerca.
