• Capuccino Ruso es el nombre artístico de este hombre que recorre las calles de la capital del estado Táchira con su emprendimiento de “café de máquina” de forma manual. Foto principal: Gabriela Magibray

Jackson Galvis, mejor conocido como Capuccino Ruso, es un emprendedor venezolano de 38 años de edad, quien -luego de emigrar a varios países en busca de oportunidades económicas- regresó a su ciudad natal, San Cristóbal, en el estado Táchira. Allí ideó una forma particular de vender café en las calles de la capital tachirense.

Galvis se dio a la tarea de fusionar 15 marcas de café colombianas y 10 venezolanas para crear un producto distintivo y singular. Tras varios días de práctica, logró el resultado deseado: un café con el sello de Capuccino Ruso. 

A mediados de 2022, Jackson llegó del exterior con la convicción de “no trabajarle a nadie”, así que comenzó a sopesar algunas opciones con respecto al ámbito laboral. Inicialmente se dedicó a la cría de pollos y los resultados durante los primeros meses fueron positivos, pero después el trabajo mermó y se vio obligado a entregar currículos en diferentes locales comerciales, aunque sin efecto. 

Tras ese panorama, decidió poner en práctica los conocimientos que obtuvo en un curso de barismo que había hecho años atrás en Caracas y así comenzó su historia como emprendedor. 

Un venezolano se reinventa ofreciendo café al instante en las calles de San Cristóbal
Foto: Gabriela Magilbray

“Al principio no vendía nada”

Cuando a Jackson se le ocurrió la idea de vender café en las calles, pensó en tener un factor diferencial que le gustara a las personas, así que invirtió 200 dólares en comprar insumos y materiales para practicar hasta lograr un café distinto. 

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“Para mí fue una inversión grande porque es fuerte trabajar en la calle y lograr reunir esa cantidad de dinero”, aseguró Jackson en entrevista para El Diario.

En su proceso de ensayo y error, fue probando hasta obtener un sabor que fuese de su agrado. 

Yo ofrezco capuccino, mocaccino, latte vainilla, marrón, espresso, macchiato, tetero, con leche, chocolate, Cerelac (bebida a base de trigo) y Toddy (bebida achocolatada)”.

Incluso, Jackson admite que varias personas le han preguntado cuál es el café que usa para sus preparaciones, pero se limita a responder que es una fórmula propia y no puede compartirla.

Después de tener su producto listo, decidió visitar el Terminal de Pasajeros de San Cristóbal para observar la dinámica de otros vendedores. Sin embargo, al notar que muchos de ellos también ofrecían café, optó por buscar un nuevo lugar para comercializar su producto.

“Me metí aquí en el sector Barrio Obrero porque no había muchos vendedores de café, además hay bastante movimiento y centros comerciales”, señaló Jackson. 

Recuerda que los primeros días fueron difíciles. No vendía prácticamente nada, pero eso no lo desmotivó. Al contrario, lo impulsaba a seguir adelante y salir al día siguiente con más ánimo a ofrecer su producto. 

“Hay que creer, estar motivados y no desistir nunca”, agregó.

Ahora, la realidad es otra. Jackson ganó la receptividad de los tachirenses gracias a que ofrece un producto distinto. 

Un venezolano se reinventa ofreciendo café al instante en las calles de San Cristóbal
Foto: Gabriela Magilbray

Un antes y un después 

Los primeros sitios que Jackson recorrió en Barrio Obrero fueron las estaciones de servicio, pues normalmente son concurridas y eso le brindaba mayores posibilidades para ofrecer y dar a conocer su producto. 

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“Al principio no fue fácil, pero todo empezó a mejorar gracias a Orlando Pérez Trejo, mejor conocido en redes sociales como Chaval (un creador de contenido de la región). Él fue el primero en creer en mí”, precisó Jackson.

Tras la publicación de un video en la cuenta en Instagram de Chaval (@ChavalTv), el nombre de Capuccino Ruso se viralizó en la ciudad. De hecho, gracias a ese impacto se creó una cuenta en esa red social -hace tres meses- y actualmente acumula más de 80 mil seguidores. 

“Ahora me escriben de muchos lugares y hasta me piden que vaya a otros municipios a llevar mis capuccinos”, destacó.

Un venezolano se reinventa ofreciendo café al instante en las calles de San Cristóbal
Foto: Gabriela Magilbray

¿Por qué Capuccino Ruso?

Desde el momento en que decidió vender café en la ciudad de San Cristóbal supo que debía ponerle un nombre a su emprendimiento, así que decidió unir dos aspectos que lo caracterizaban. Su apodo de toda la vida “Ruso” (debido a su fisionomía, de tez blanca y cabello rubio) y el producto que ofrece en las calles: “Capuccino”. Así nació Capuccino Ruso.

Su emprendimiento va en ascenso e incluso asegura que en ocasiones no se da abasto con la cantidad de pedidos que recibe al día. 

“A veces voy por la calle en la moto y me gritan que me estacione para comprarme café. Bendito Dios, me ha ido muy bien”, acotó.

Para él, más allá de lo que ve reflejado en sus ventas diarias, el alcance obtenido con las redes sociales y el cariño de las personas le han permitido visibilizar su historia y ser motivo de inspiración para otros emprendedores. 

A esas personas que a lo mejor están en una situación complicada, no consiguen trabajo o quieren emprender, les digo que no se rindan. Los sueños se pueden lograr, mírenme a mí, soy ejemplo de eso”.

Cansado de emigrar 

En 2017 Jackson decidió emigrar en busca de mejores oportunidades laborales y económicas para ayudar a su familia. Recorrió varios países como Colombia, Ecuador, Perú y Chile, antes de volver a su tierra natal. 

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“Primero me fui a Colombia, allá trabajé como operador de máquinas. Yo no soy un chamo estudiado, yo cursé hasta quinto grado (de educación básica) y no sabía nada de eso, pero aprendí. Siempre digo que hay que quitarse los obstáculos de la mente si se quiere salir adelante”, dijo Jackson. 

Con el tiempo siguió su camino y llegó a Perú. Allí estuvo durante ocho meses, tiempo en el cual trabajó en una empresa que se dedicaba a reconstruir aparatos para movilidad asistida (bastones, muletas, sillas de ruedas). Le fue bien, pero sentía que debía probar suerte en otro país. Así llegó a Ecuador. 

“Allá vendía yogures y empanadas con mi esposa en las calles. Al principio fue duro, ya después vendíamos arepitas rellenas con carne mechada”, narró.

Luego, Jackson consiguió trabajo en un local. Poco a poco se ganó la confianza del dueño y al cabo de ocho meses se convirtió en el encargado de ese establecimiento. Todo marchaba bien, pero en marzo de 2020 el propietario se vio obligado a cerrar el negocio por la pandemia de covid-19. 

Jackson estuvo un par de meses más en Ecuador trabajando como repartidor de comida, hasta que decidió probar suerte en Chile. 

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“Allá trabajé en una clínica y una pizzería, pero todo ese dinero se me iba en alquiler y cualquier cantidad de gastos”, admitió.

En ese punto de su vida, Jackson se sinceró consigo mismo y aseguró estar cansado de migrar, así que regresó a Venezuela. Tuvo varios intentos fallidos de emprendimientos y fue cuando le surgió la idea de atravesar la selva del Darién para llegar a Estados Unidos. 

“Ahí fue cuando comencé con lo de los capuchinos, me llegó esta gran oportunidad y ya no me voy a ir”, resaltó. 

Se siente feliz de estar de regreso, de compartir a diario con su familia y de tener la dicha de ver crecer a su hija. 

Un venezolano se reinventa ofreciendo café al instante en las calles de San Cristóbal
Foto: Gabriela Magilbray

“Me llegó una bendición”

Recién comenzó a vender cafés, salía de su casa a las 5:00 am para aprovechar el día y generar más ingresos. No obstante, se veía obligado a terminar su jornada laboral a eso de las 3:30 pm porque no tenía cómo movilizarse y dependía del transporte público para regresar a su vivienda.

“Ahora gracias a la marca Bera ya tengo moto y eso fue una gran bendición que me cayó. Ya no tengo que irme temprano, sino que puedo quedarme más tiempo y así vender más”, precisó Jackson. 

Un venezolano se reinventa ofreciendo café al instante en las calles de San Cristóbal
Foto: Gabriela Magilbray

Gracias a eso, ahora puede salir un poco más tarde de su casa y ayudar a su esposa en los quehaceres del hogar. Para él, su familia es pilar fundamental en todo el proceso que ha vivido y, si bien, ha tenido altibajos a nivel laboral, se siente agradecido con Dios y la vida por el buen momento que atraviesa hoy en día. 

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