• El 5 de septiembre de cada año se celebra el Día Internacional de la Mujer Indígena para rendirle homenaje a las mujeres de los pueblos autóctonos que han sufrido distintas dificultades a través de la historia

Las mujeres indígenas representan 59% de la población nativa del continente latinoamericano, donde existen 522 pueblos autóctonos compuestos por 42 millones de personas. A pesar de que la mitad de la población está conformada por mujeres, son las más oprimidas tanto por las tradiciones de la sociedad tribal como de la sociedad en general.

El rango de discriminación que sufren las mujeres indígenas ocurre desde tres estados: su género, su condición étnica y su pobreza. En la mayoría de los pueblos indígenas el poder se distribuye entre los hombres, dejando a las mujeres desvalidas ante la figura masculina que niega a las mujeres su posibilidad de estudio o cuidado sexual.

Justamente el 5 de septiembre fue escogido como el día para visibilizar la lucha de las mujeres indígenas en honor a Bartolina Sisa, reconocida heroína quechua que luchó contra las injusticias cometidas en la época colonial. Sisa nació el 25 de agosto de 1750 en la provincia Loayza ubicada en Bolivia y murió el 5 de septiembre de 1782 en la misma ciudad.

A mediados de 1781 Bartolina Sisa fue traicionada por varios compañeros y entregada a las fuerzas españolas. Después de pasar un año encarcelada, sufriendo constantes torturas y violaciones por sus carceleros, a Sisa la obligaron a ver la decapitación de su esposo y luego fue atada a la cola de un caballo para ser arrastrada hasta morir.

La crudeza de los actos cometidos contra Sisa y la fuerza para mantenerse fiel a sus ideas transformó a la líder indígena en un símbolo de la lucha nativa. La muerte de Sisa se convirtió en un símbolo para la lucha indígena y para la visibilización del poder que poseen las mujeres indígenas ante las injusticias. Además, su figura representó un quiebre ante el machismo cultural de la sociedad indígena, porque lideró una revolución.

Sin embargo, con el paso del tiempo la situación de los indígenas no ha variado demasiado. Todavía sufren menosprecio social por parte de algunas sociedades y su condición amparada por los símbolos rituales y religiosos, y la relación intrínseca que guardan con la naturaleza ocasiona que sean considerados como ciudadanos de segunda o tercera clase.

Asimismo, la situación de pobreza que sufren los pueblos indígenas en todo el continente actualmente es alarmante, porque sus territorios han sido invadidos por el avance industrial. En muchos casos el crecimiento industrial de los países invade los territorios protegidos, en busca de materia prima, irrumpiendo en la cotidianidad de los pueblos indígenas.

Bartolina Sisa | Foto cortesía

La mujer indígena venezolana y sus pueblos

En el mundo existen 5.000 pueblos indígenas que guardan cierta riqueza cultural y lingüística diferente, a pesar de que todos comparten padecimientos parecidos ante la discriminación y el destrozo de sus espacios. Cada indígena representa un vestigio de la riqueza cultural del planeta, con su forma de enunciar el mundo y con la relación que generan con su entorno. Cada uno de ellos tiene una responsabilidad con la naturaleza que lo rodea y actúan como “guardianes” o “protectores” del territorio para las generaciones futuras.

En el territorio venezolano los indígenas representan 2,8% de la población nacional, que comprende a 32 millones de venezolanos y se distribuyen en más de 40 de pueblos autóctonos, como los Waraos, los Cumanagotos, Chaima, Baré, entre otros. Los estados del país con mayor presencia indígena son Zulia, Amazonas, Bolívar, Delta Amacuro, Anzoátegui, Sucre y Apure. Los territorios protegidos conforman casi 50% del territorio venezolano.

En la actualidad, ante la crisis humanitaria que atraviesa el país que se agravó en el año 2017, los pueblos indígenas han sufrido los residuos de las políticas deficientes del régimen de Maduro. Además, distintos activistas han denunciado las limitaciones y dificultades que se han evidenciado a la hora de construir políticas públicas en relación a las mujeres indígenas, específicamente.

La mitad de la población de indígenas venezolanos son mujeres, y la parte más numerosa de estas son niñas que van de 0 a 14 años de edad, cifras que han enfatizado distintos activistas señalado la vulnerabilidad en la que se encuentran frente a un entorno que ha resultado ser muy violento contra ellas.

De acuerdo con el Observatorio de Ecología Política de Venezuela (OEP), otra situación que ha afectado severamente a las mujeres indígenas es la actividad minera ilegal que se desarrolla en estados como Bolívar y Amazonas, donde son sometidas a distintas formas de violencia como la prostitución, trata de mujeres para las minas, trabajos de semi-esclavas, migración forzada, feminicidios y embarazos adolescentes.

Los indígenas han sido una población signada por el aumento de epidemias como el VIH-Sida, malaria, tuberculosis, que se unen con la desnutrición y el clamor del hambre que sufre todo el país. La epidemia del sida ha afectado a los grupos indígenas de Delta Amacuro, en su mayoría pertenecientes a la etnia Warao, donde, según el Observatorio de Ecología Política en Venezuela, de cada 100 indígenas, 10 sufren los padecimientos del sida. Además, con la debacle de los procesos sanitarios, de salud y de medicamentos, estas tribus indígenas no tienen la posibilidad de sobrellevar la enfermedad, lo que significa un aumento en la tasa de mortalidad de la etnia.

De hecho, la mortalidad infantil entre indígenas pumé, warao o yanomami, oscila entre 15% y 50% de los niños nacidos vivos, la mayoría antes de llegar a los cinco años, de acuerdo con datos de la OEP.

Debido a este tipo de situaciones, muchos indígenas de las zonas fronterizas, como los waraos, yukpa y wayúu, han emigrado a las zonas de Brasil y Colombia, viviendo en refugios humanitarios, con una calidad de vida deplorable.

Indígenas venezolanos en Brasil | Reuters

Las grandes desigualdades observadas en las condiciones de salud de los pueblos indígenas son reflejo de condiciones políticas y económicas que resultan en la distribución injusta del poder y de los recursos.

La profunda crisis por la que atraviesa Venezuela ha tenido graves consecuencias en la salud y la alimentación de la población. El deterioro de los servicios de salud en todo el país, el desabastecimiento de medicamentos e insumos, el déficit de personal, la escasez y altos costos de rubros alimenticios básicos, son factores que comprometen el derecho a la vida, la salud y la nutrición de los venezolanos, empeorando indicadores como la mortalidad materna, infantil y neonatal, y la incidencia de enfermedades infecciosas y de enfermedades no transmisibles.

Esta situación está afectando con mayor severidad a los grupos sociales más desfavorecidos y vulnerables. La preocupante situación de salud y alimentación, y el creciente número de muertes prevenibles que están afectando a los pueblos y comunidades indígenas compromete gravemente su sobrevivencia física y la continuidad del patrimonio cultural, lingüístico y espiritual del que son herederos.

Indígenas pemones en Brasil | Foto: Reuters
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