• Este 4 de octubre se cumplen 127 años de la muerte del poeta venezolano, quien fue el autor de famosas obras como “Vuelta a la Patria” y “Niágara”, cuyo prólogo, de José Martí, se considera uno de los textos precursores del modernismo latinoamericano

Pérez Bonalde fue poeta. Su nombre también identifica a una plaza en el centro de Caracas, a un busto en dicho lugar y a un liceo en Miranda. Mucho se ha escrito ya sobre él.

Solo cabe aquí recordar, a propósito de los 127 años de su muerte, una parte de su vida y obra, para saber quién fue ese hombre hecho de piedra en el centro de Caracas, cuyo nombre ha servido para nombrar escuelas, y que mereció tan cálidas palabras de la gran pluma cubana moderna, José Martí.

Al salir del Metro de Caracas en la estación Pérez Bonalde los transeúntes pasan alrededor del busto del poeta venezolano con indiferencia. No voltean la mirada a la escultura, elaborada por Lorenzo González en el año 1946, que está desgastada, sucia. En su lugar, se dedican a mirar lo que venden los comerciantes informales, que ofrecen todo tipo de mercancías, como celulares viejos, botellas e incluso zapatos “para mochos”, de acuerdo con lo que comentan residentes del lugar. Civiles armados vigilan atentamente a la muchedumbre que recorre el bullicioso centro de Catia.

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Las palabras “Vuelta a la Patria”, título de uno de los poemas más conocidos de Pérez Bonalde, estaba escrita con aluminio e iluminada con bombillos de colores de la bandera nacional en la plaza, que fue rebautizada con el nombre del poeta. Fueron puestas allí por la administración local, presidida por el oficialismo, con el fin de asociar los versos nacionalistas de Bonalde a la campaña del régimen que quiere promover el regreso de casi cinco millones de venezolanos que han salido del país. Pero no duraron demasiado tiempo en el lugar, pues fueron robadas, acaso por lo valioso que puede ser el cobre de los cables para algunos.

Pérez Bonalde también es un liceo en el sector de Ocumare del Tuy, estado Miranda, que este año cumple tres cuartos de siglo de fundado. Las siguientes palabras del poeta están impresas en una pared del centro educativo, que también tiene el rostro de Bonalde, para inspirar a los estudiantes: “cumple tu deber aún cuando atraigas sobre ti la censura y castigo, la calumnia y la injusticia”. Hoy se trata de un colegio azotado por la delincuencia, que se dedica a dificultar la vida de los jóvenes alumnos.

Sobre Pérez Bonalde también escribió José Martí en el prólogo del poema “Niágara”. “Este que viene conmigo es un grande”, dijo el poeta y liberal cubano, y no escatima en elogios hacia el venezolano. “Pérez Bonalde ama su lengua, y la acaricia, y la castiga; que no hay placer como este de saber de dónde viene cada palabra que se usa, y a cuánto alcanza; ni hay nada mejor para agrandar y robustecer la mente que el estudio esmerado y la aplicación oportuna del lenguaje”.

Juan Antonio Pérez Bonalde (1846–1892) nació en Caracas el 30 de enero, fue el menor de una familia de nueve hijos. Su padre era miembro del Partido Liberal venezolano, que en medio del cruento siglo XIX libraba una violenta lucha en contra de los conservadores. El conflicto agitado y sangriento obligó a la familia caraqueña a irse al exilio en 1861, siendo Puerto Rico el destino en el que decidieron establecerse.

Regresó a Venezuela en 1864, luego de que finalizara la Guerra Federal, que en palabras de Antonio Leocadio Guzmán, “nada tenía que ver con el amor o el odio al federalismo, sino con la necesidad del venezolano de manejarse en extremos polarizados en la política”.

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A los 24 años de edad, un Pérez Bonalde contestatario decidió burlarse del caudillo Antonio Guzmán Blanco con el arma de la palabra. El poeta recitó unos versos satíricos al político y militar venezolano en una corrida de toros realizada en Caracas, y la declamación le valió la expulsión de su país, dejando tras de sí a su madre, a quien no volvió a ver con vida.

Nueva York se convirtió en su nuevo hogar, donde estableció una estrecha relación con el mencionado José Martí.

A Pérez Bonalde no le fue ajena la pérdida de sus seres queridos. A la muerte de su padre y su madre, que lo dejaron profundamente consternado, habría de sumarse el fallecimiento de su hija Flor en el año 1883, que nació de su matrimonio con la estadounidense Amanda Schoonmaker.

Las idas y vueltas del territorio nacional de Pérez Bonalde variaban en función del odio que le profesaba la élite política reinante en Venezuela. Luego del fin del autoritarismo guzmancista, el breve presidente Raimundo Andueza Palacios le otorgó el favor gubernamental al poeta venezolano, que fue recibido cordialmente en costas nacionales.

Su delicado estado de salud, precedido por años de depresión, no mejoró lo suficiente a pesar de ser, por fin, encumbrado como célebre poeta nacional por la sociedad post-guzmancista. La muerte lo alcanzó el 4 de octubre de 1892.

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Sus restos descansaron, primero, en el cementerio de Macuto, en La Guaira. Once años después, el cadáver inquieto de Pérez Bonalde fue trasladado al Cementerio del Sur de Caracas. Intelectuales como el poeta Andrés Mata presentaron sus respetos en la ceremonia.

El centenario de Pérez Bonalde fue la fecha elegida para la destinación final del poeta, que fue movido al Panteón Nacional, donde descansan las grandes figuras de la historia venezolana.

Desde que era joven Pérez Bonalde recibió nociones de alemán por parte de Carlos Zappe, un emigrado teutón y paisano del poeta y ensayista Christian Johann Heinrich Heine, quien fue traducido por el escritor venezolano con maestría inigualable, de acuerdo con los críticos.

“Gracias a un buen conocimiento de alemán, unido al formidable sentido poético, Bonalde escribió las mejores traducciones de la poesía de Heine en lengua española. Ni Sellen, ni Ferrán, ni Ponce de León, ni Palma llegaron a su profundidad lírica”, explica Ángel Esteban, catedrático de la Universidad de Granada.

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También es conocida su famosa traducción del poema “El Cuervo”, del famoso escritor Edgar Allan Poe, que, según rumores de pasillo y conversaciones informales de estudiosos literatos que no se atreven a dar sus nombres, supera, en ocasiones, la fuerza y la belleza de la obra original.

El poema “Niágara”, escrito en clave de modernismo por José Martí, fue una de las principales obras de Pérez Bonalde.

Heme aquí frente a frente

de la espesa tiniebla desde donde

oírme debe la deidad rugiente

que en su seno se esconde:

Dime, Genio terrible del torrente,

¿a dónde vas al trasponer, la valla

del hondo precipicio,

tras la ruda batalla

de la atracción, la roca y la corriente…?

Fragmento de “Niágara”

“Y Pérez Bonalde ama su lengua, y la acaricia, y la castiga; que no hay placer como este de saber de dónde viene cada palabra que se usa, y a cuánto alcanza; ni hay nada mejor para agrandar y robustecer la mente que el estudio esmerado y la aplicación oportuna del lenguaje (…) Mima Pérez Bonalde lo que escribe; pero no es, ni quiere serlo, poeta cincelador”, asevera Martí en el prólogo de Niágara.

Dicho poema, de acuerdo con el crítico Ángel Esteban, se popularizó por la labor publicista del cubano y por el auge turístico que había adquirido la zona.

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En “Vuelta a la Patria”, publicado en el libro Estrofas durante el año 1877, Pérez Bonalde expresa felicidad y melancolía por el retorno a su tierra. Los versos son intervenidos por el poeta, que exalta la naturaleza y se vale del lenguaje para expresar sus sentimientos.

¡Luz, luz al fin! Los reconozco ahora

Son ellos, son los mismos de mi infancia,

y esas playas que al sol del mediodía

brillan a la distancia,

¡oh, inefable alegría, son las riberas de la Patria mía!

De pronto, al descender de una hondonada,

“¡Caracas, allí está!”, dice el auriga,

y súbito el espíritu despierta

ante la dicha cierta

de ver la tierra amiga.

Fragmento de “Vuelta a la Patria”

Pérez Bonalde vivió entre dos corrientes literarias. Sus raíces romanticistas permeaban sus versos iniciales, y fue precursor del único género literario creado en América Latina, el modernismo.

El plan del régimen de Nicolás Maduro para hacer regresar a los venezolanos que han huido del país se llama “Vuelta a la Patria”. No se cansa el oficialismo de homenajear al poeta en cada ocasión que pueden, en su afán de apropiarse de los símbolos culturales de la nación.

Acaso el nombre del poema de Pérez Bonalde es usado, pues, para encubrir la gran tragedia del éxodo de nuestro país.

Pero ahora la historia del poeta caraqueño es la misma millones que desean salir de un país que no les promete futuro alguno.

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