• En la entidad zuliana se encuentra el foco de covid-19 más grande que ha surgido en el país, de acuerdo con las autoridades sanitarias. Ciudadanos contagiados han sido ubicados en moteles debido a que los hospitales están colapsados

El vuelo 894 de la aerolínea Estelar aterrizó en el aeropuerto de Maiquetía. Viajó desde España. Uno de sus pasajeros, luego de llegar al territorio nacional, tomó un vuelo para ir a Maracaibo, capital del estado Zulia. En la acalorada ciudad, abatida ahora por la falta de servicios básicos, el hombre, de nombre desconocido y con 56 años de edad, sintió un leve dolor toráxico. 

Seis días después de haber llegado a Venezuela, el hombre, ahora con molestias, y dificultades para respirar, decidió acudir a una clínica privada para descartar cualquier mal augurio. Se convirtió, sin quererlo, en el primer caso de covid-19 confirmado en tierras zulianas. 

Han pasado cuatro meses. Ahora, el estado de las gaitas y del petróleo cuenta con 1.311 casos y 23 muertos por covid-19, de acuerdo con datos oficiales. A la cifra de fallecidos se suman las de siete médicos, cuyas muertes han sido informadas por la organización no gubernamental Médicos Unidos por Venezuela. El Diario reportó además la muerte del ginecobstetra zuliano Jorge Leal, conocido por sus colegas como “el salvador de vidas”, quien empeoró silenciosamente hasta morir debido al virus. 

Cronología del covid-19 en Zulia

En Zulia, el primer muerto por coronavirus falleció el 3 de abril mientras estaba en cuidados intensivos en el Hospital Universitario de Maracaibo. Se trataba de un paciente de 71 años de edad. Fue el sexto muerto por covid-19 registrado en el país.

Una semana después, el gobernador de la entidad, Omar Prieto informaba de la llegada de un lote de 30.000 pruebas al estado Zulia. El mandatario regional afirmaba, victorioso, que el oficialismo seguía “conteniendo la pandemia”, que no había aparecido ningún otro caso positivo. 

Para el 22 de abril se confirmó el quinto caso de contagiado por covid-19. Se trataba de una niña de cinco años de edad, que había llegado, de acuerdo con Prieto, en una caravana de 26 venezolanos que había regresado de Colombia al territorio nacional.

Un mes después, las alarmas de las autoridades sanitarias se encendieron. 

“Tenemos un brote importante de coronavirus en el estado Zulia, con la presunción de que el centro de contagio es el mercado Las Pulgas”, dijo Prieto. Se trata de un conglomerado comercial anárquico, sin orden, controlado por las mafias y en donde reina la especulación, la venta del efectivo al que no han logrado poner en cintura ni la alcaldía de Maracaibo, presidida por Willy Casanova, ni nadie.

El 30 de mayo, Nicolás Maduro confirmó 32 casos en el mercado Las Pulgas. Para esa fecha, ya había 92 contagios. Dijo que venían de Colombia, que era una “especie de coronavirus mucho más agresivo” -pese a que esto no ha sido comprobado por especialistas-, y que reforzarían el hospital centinela, los centros de diagnóstico integral y las visitas a domicilio.

Poco más de dos semanas después, ya el Sistema de Salud Pública anunciaba que el foco en el mercado Las Pulgas era “el más grande” que se había conocido en el país referido a la pandemia de covid-19. La cifra había llegado a 373 casos por contagiados del centro de comercio ubicado en Maracaibo.

Para el 25 de junio, la situación empezó a ser crítica. De 133 casos confirmados por Delcy Rodríguez en esa fecha, 74 eran del foco del mercado Las Pulgas, y 10 eran de Machiques de Perijá.

El alto número de contagiados hizo que se habilitaran seis hospitales centinelas para tratar a los afectados por covid-19. El Hospital Universitario de Maracaibo, el Chiquinquirá, el Dr. Adolfo Pons, el de Santa Bárbara, el Dr. Noriega Trino y el Dr. Pedro García Clara fueron activados para tratar a los pacientes zulianos.

Pero no solo los hospitales tenían pacientes con covid-19. En los moteles, los ciudadanos empezaron a notar que llegaban autobuses rojos, con los ojos del fallecido expresidente Hugo Chávez pegados en las ventanas, repletos de personas presuntamente contagiadas. Reportes de la prensa local indicaron que al menos 15 moteles fueron tomados por las autoridades debido a la alta cantidad de afectados.

Los vecinos empezaron a expresar su preocupación ante esto. “Yo los he visto fumando, ellos salen porque obviamente si no les dan comida ni agua, hasta yo me escapo, pero si caemos en una de esas camas nos morimos porque aquí no hay nada. En los hospitales están es dejando morir a la gente”, dijo Joselin Brito, una ciudadana en el oeste de Maracaibo a periodistas regionales.

Alerta roja

A finales de junio, el Colegio de Médicos del estado Zulia declaró la “alerta roja” en el estado, y advirtió que había 44 funcionarios de salud que habían contraído el virus. Esto en un país en el que escasean no solo los medicamentos, sino los galenos, pues de acuerdo con Douglas León Nateria, presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV), 26.610 médicos han migrado del país en los últimos 12 años.

La doctora Gisela Rojas hizo un llamado público al gremio de la salud para que apoyaran al tratamiento de los pacientes, debido a la magnitud de la crisis. “Lo que llega se agota el mismo día. Es prioridad, enfermeros, enfermeras, médicos generales, sobre todo médicos intensivistas e incluso estudiantes de pre-grado. Esto no es una convocatoria de universidades, es una convocatoria a la sensibilidad”, dijo.

La recomendación del oficialismo: quedarse en casa y lavarse las manos. Sin embargo, para los ciudadanos no está garantizada el agua potable en sus hogares. De acuerdo con la Comisión para los Derechos Humanos del estado Zulia (Codhez), al menos 87 sectores de la entidad, donde residen más de 2.000.000 de personas, tienen dificultades para acceder al agua.

En las últimas horas, 193 casos han sido registrados en el Zulia. La pandemia continúa el azote a los ciudadanos en el estado. El Diario confirmó, en 2019, que la mayoría de los hospitales en la entidad no cuentan con los insumos necesarios para tratar a los pacientes.

Este artículo de El Diario fue editado por: Génesis Herrera.

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