• El periodista y editor de El Diario pretende acercarse a sus ídolos literarios a partir de la crónica como género periodístico. Su texto “Mi trabajo en cuarentena” ganó el primer premio del concurso Lo Mejor de Nos, llevado a cabo por el portal La Vida de Nos

Lo Mejor de Nos es un concurso narrativo convocado por el portal La Vida de Nos y consiste en un esfuerzo por atraer escritores de no ficción para que relaten la realidad venezolana con recursos literarios. De la mano de Banesco, también promueve la búsqueda de historias que se enfoquen en la Responsabilidad Social Empresarial.

Y a ese concurso llegó un texto escrito por Javier Cedeño, editor de El Diario, casi por los pelos. “Estuve a punto, a puntico, de no enviarla”, comenta. Una crónica trabajada con bradicardia, mucha calma y serenidad, nacida del horror causado por las noticias ineludibles, por la pandemia infranqueable de covid-19 en el mundo.

No es asunto baladí la elección de dicho género. “Me fascina la crónica, pero me cuesta como no tienen idea”, confiesa, “pero es un camino para acercarme a aquellos a los que admiro, los gigantes de la literatura y de la palabra”.

La elección del concurso reviste de igual importancia, pues revela el interés de Cedeño por el periodismo que se enfoca en contar historias. El periodista de El Diario admira La Vida de Nos por lo que supone: un esfuerzo de dotar al periodismo venezolano de recursos literarios y narrativos que lo hagan acreedor del gusto de los lectores nacionales.

Siendo el primer concurso al que postulaba, no esperaba mayores resultados. Ganar estaba lejos de sus expectativas. Mayor fue la sorpresa entonces.

El martes 10 de noviembre fue cuando se supo ganador del primer lugar de la tercera edición del concurso —que contó con 131 trabajos postulados—, con la crónica titulada “Mi trabajo en cuarentena”, que fue premiada por los reconocidos periodistas Alicia Hernández y Alfredo Meza y el escritor venezolano Ángel Gustavo Infante.

“Con gran agilidad narrativa, libre de excesos retóricos, el autor capta la fibra de la tragedia, muestra la densidad del contagio en un medio económicamente deprimido y describe los estragos desde una perspectiva fundada en la resiliencia y la solidaridad humana”, fue parte del veredicto del jurado.

Lo Mejor de Nos

u0022Buscamos historias que retraten cómo los momentos críticos también han fomentado el surgimiento de los mejores rasgos del venezolano, a fin de hacerle frente a las adversidades cotidianasu0022. Ese es el objetivo de la competición periodístico-literaria difundido en la página web de La Vida de Nos.nnSe trata de un concurso dirigido a los venezolanos, sin importar su lugar de residencia, por lo que participan tanto los venezolanos que estén radicados en el exterior como en el territorio nacional.nnAunque se fomenta el uso de recursos literarios que usualmente no están presentes en la prensa común, Lo Mejor de Nos es una búsqueda de historias de no-ficción, con datos verificables.nnEl premio de este año consiste en la publicación de la historia en el portal y un premio en metálico de 300 dólares, mientras que el premio por la historia relacionada con la RSE ganará un premio de 200 dólares.nnEntre los finalistas del premio estuvieron los trabajos titulados u0022El sur que te prometíu0022, de Jan Queretz; u0022Cinco preguntas para Érikau0022, de Miguel Eduardo Gamboa; y u0022Somos lo que damos (Crónica de lo invisible)u0022, de Sol Linares.nnPor la mención de Responsabilidad Social Empresarial, el trabajo titulado u0022El arte cambió mi vida y Banesco estuvo allíu0022, de Kelly Potella Guevara, se alzó con el primer lugar.nnFinalmente, dos trabajos fueron reconocidos con una mención de publicación: u0022El filósofo que no pudo decir adiósu0022, de Mariana Sofía García; y u0022Yo solo quería narrar fútbol. Qué sí, que Fe y Alegría cambió mi vidau0022.n

Una crónica sobre exilio, pandemia y resiliencia

Las noticias sobre el covid-19 en Ecuador fueron la ignición de la escritura de “Mi trabajo en cuarentena”. Comenta Cedeño que veía videos de los muertos en las calles del país latinoamericano y se horrorizaba. “Dios nos guarde si aquí llega a pasar algo así”.

Logró contactar a un venezolano, Alberto Rodríguez, de 42 años de edad, en Machala, una ciudad ecuatoriana, con quien mantuvo contacto durante semanas de manera intermitente, para conocer el desarrollo de la pandemia en el lugar.

“En principio quería hacer un cuento. De hecho, hice un borrador, pero no me gustó mucho. Pasaron las semanas y decidí hacer una crónica sobre lo que me había contado”, relata.

Así empezó “Mi trabajo en cuarentena”. Semanas de escritura y reescritura, horas de entrevista y conversación entre Cedeño y Rodríguez en las que el primero logró, incluso, conocer tanto del segundo, que decidió hacer una historia desde la perspectiva de la primera persona.

“Cuando fui organizando el material, me di cuenta de que la historia me pedía que la escribiera en primera persona. Así que fui transcribiendo, estructurando, fueron varios días. Semanas escribiendo. Soy lento escribiendo”, dijo.

Sin adelantar demasiado a los lectores, “Mi trabajo en cuarentena” es el relato de un venezolano que lucha por sobrevivir en medio de la pandemia por covid-19 en Ecuador. En las peripecias del protagonista, Alberto Rodríguez, se encuentran contenidas las desgracias, éxitos, desventuras y logros de los participantes del éxodo criollo, uno de los más severos que han ocurrido en América Latina durante la ausencia de conflictos bélicos.

Esta crónica pronto podrá leerse en el portal de La Vida de Nos.

Buscar la palabra

“No me llamaría escritor, estoy trabajando para eso, pero aún no puedo decir que domine la palabra lo suficiente como para llamarme de esa forma”, reflexiona Cedeño. “Y tampoco me llamaría un lector asiduo”, advierte, “pero nunca dejo de leer. Aunque como dije, soy de procesos lentos. Leo despacio también, me tomo mi tiempo, eso aplica incluso a mi vida personal”.

Con esa calma empezó su camino no lineal hacia el periodismo. “Yo siempre he escrito, manuscritos, textos. Pero llegar al periodismo fue fortuito, no lo busqué conscientemente, estaba perdidísimo”.

La timidez lo acompañó desde su niñez hasta que su adolescencia tardía. A sus hermanos debe su educación primaria, secundaria e incluso universitaria. Aunque su primer encuentro con la educación superior no tuvo resultados positivos. “Estudié contaduría y puedo decir que fueron los peores años de mi vida. Pero luego comprendí que simplemente no encajaba allí”.

Para el flagelo de su dificultad de hacer amigos, Cedeño resolvió acudir al teatro. Las tablas de la escuela A Teatro coadyuvaron a su metamorfosis, lo hicieron no solo menos tímido, sino un actor semiprofesional. Cuatro años duró la faena, llegando a dirigir obras de Leoncio Martínez y una representación de Charles Dickens. “También di clases de teatro y de expresión corporal a niños, niñas, adolescentes, adultos también”.

Para llevar el pan a la casa, Cedeño asumió diferentes ocupaciones. Quiso trabajar de librero, pero no tuvo demasiado éxito. Recuerda un empleo con especial interés crematístico: de cajero en una arepera de Catia.

—¿Sabes cuándo haces algo por repetición, que no te aporta nada? Así me sentía yo. Trabajar en una arepera en Catia, sin embargo, tenía sus cosas buenas. Veía muchas historias, personajes buenos, malos, malandros, huelepega, futbolistas que luego se fueron a otros países, como Cristian Cásseres…

—Pero es interesante que nunca dejes de buscar y ver historias como esas. Incluso en ambientes adversos a la creatividad, como una arepera.

—Las historias llegaban solas, pero no las desarrollaba. Con el periodismo agudicé mucho más esa visión.

Pese a la cuantiosa ganancia que le proporcionaba el ser cajero en la arepera, el sopor del empleo finalmente lo venció. No pudo seguir así, por lo que renunció. Fue entonces cuando una amistad del teatro, el ahora periodista de El Nacional, Isaac Mendoza, lo invitó a estudiar comunicación social en la Universidad Católica Santa Rosa. 

“Quedé, pero no me presenté en esa ocasión. Luego lo volví a intentar y entré. Le agarré cariño a la escritura y la vi como una vía para hacer cine, uno de mis sueños”.

Jacobo Borges, periodismo y futuro

A partir de la buena labor de Cedeño y otros compañeros de teatro en un montaje de La Tempestad, de Jacobo Borges, el joven periodista entabla una relación de trabajo con el maestro venezolano de las artes plásticas.

Trabajó en el archivo de Imagen de Caracas, un evento interdisciplinario que conmemoraba los 400 años de la capital del país que involucraba la fotografía, video, documentos y actores.

“Fuimos a la casa del maestro Abraham Tovar, Luis Abraham Suarez, Isaac Mendoza y yo. Hablábamos durante horas, nos instruyó para tener un bagaje cultural lo suficientemente elevado como para trabajar en dicha obra. Durante las protestas de 2014, íbamos a su casa cargados de libros en nuestros bolsos. Con el tiempo, se creó un grupo entre todos -y todos teníamos intereses distintos- que se llamó ‘4Dromedarios’”, una revista de narrativa, ensayo, crónicas y fotografías.

A través del mundo de Jacobo Borges, Cedeño se acercó a la cultura. A la escritura. “Le debo mucho a esa familia. Me da miedo ser malagradecido por inconsciencia. Le debo mucho a todos, a mis amigos, a mi familia”.

A El Nacional llegó luego de haber intentado incursionar en el mundo del cine. “Hice pasantías en la Escuela Nacional de Cine (ENC), me despertaba todos los días a las 5:00 am para poder llegar a tiempo. Vi demasiadas películas y recibí clases de guion por parte del profesor Armando Coll. Luego de concluir allí, Isaac Mendoza me dijo que intentara entrar en El Nacional”.

El resto es historia. Cedeño escaló, con el tiempo, de redactor de contenidos a coordinador, de coordinador a encargado de investigaciones, el cargo más alto de la redacción del periódico fundado por Miguel Otero Silva. Conoció el amor, se reencontró con la palabra y las noticias a través del oficio que, parafraseando al escritor Gabriel García Marquez, es el mejor y más ingrato de los oficios, y de ese mundo no ha salido hasta el presente. “El Nacional para mí fue una escuela, agradezco mucho todo lo que me enseñaron”.

—¿Cómo ves el periodismo en estos momentos?

—Depende del punto de vista que se vea. Hay muchas ofertas, hay investigación, periodismo narrativo… Pienso que se ha fortalecido el periodismo narrativo, pese a que muchos digan lo contrario. Hay que darle su lugar al breaking news, a la inmediatez, porque es la manera de informar. Si hay quienes se valen de ese método para mentir, eso es otra cosa, eso no sería periodismo. Creo que ambos modelos son necesarios, bajo los parámetros de la ética. No todos saben lo que es la ética.

—¿Y qué es la ética?

—Es un diálogo constante con uno mismo, de entenderla y de saber que no le vas a hacer daño a otros ni a ti mismo. Muchas veces las personas hacen cosas sin saber que es algo malo. Un periodista encargado de una noticia puede hacer mucho daño sin saberlo.

—¿Hay ética en el periodismo venezolano en estos momentos?

—No soy maniqueísta, pero hay de todo. Así como hay políticos buenos y políticos malos, hay periodistas buenos y… Hay quienes hacen política. Esos últimos, para mí, ya no hacen periodismo, aunque no se niega que tienen sus seguidores.  Hace falta un periodismo que muestre que hay varios puntos de vista. Hay muy buen periodismo en estos momentos, no quiero dejar por fuera ninguno, como Prodavinci, La Vida de Nos o El Diario.

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