• Para el humorista venezolano de origen español, los comediantes deben medir las consecuencias de lo que hacen y dicen. Considera que el humor debe tener siempre entendimiento y razón. Trabaja actualmente en un monólogo sobre el miedo, tiene en agenda una película junto a Emilio Lovera y cursa un máster de creación literaria, para el que escribe una novela. Sobre el país, que siempre está en su libreto, afirma: “Lo que el mundo no sabe es que en Venezuela ya no hay política, sino una guerra de todos contra todos”

En su biografía autorizada por él mismo, Laureano Márquez cuenta que nació por primera vez en 1963, aunque luego ha vuelto a nacer varias veces en la Autopista Regional del Centro. Dice también que además de dedicarse al humor no tiene mayores datos sobre su vida, excepto que no es historiador. Sí es, por otra parte, escritor de cartas de amor, bañador de perros, entrenador de cangrejos; pega cerámicas para despegarlas después. También ofrece conferencias vía Zoom, “no importa el tema”; la pandemia y las versiones de uno mismo.

En todo lo anterior, lo que lleva siempre encima y por todas partes es la habilidad para hacer reír. Originario de Tenerife, España, se crio en Maracay. Allí cursó Humanidades aunque viajó luego a Caracas para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Lo que pasa es que él quería ser presidente. 

Entre los múltiples tipos de risa, a Laureano Márquez le interesa la que es en serio. Esa que se mezcla con datos sobre la política y la historia de una nación que nadie se explica bien cómo es que sigue andando. Una cosa seria, como el haber recibido en 2010 el CPJ International Press Freedom Award, que honra las publicaciones que defienden la libertad de prensa a pesar de las amenazas o ataques de que puedan ser objeto. 

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A través de su cuenta de Instagram a Laureano Márquez le gusta ayudar a los demás. No solamente publica videos en los que venezolanos en el exterior cuentan sus peripecias laborales; además comparte en sus Historias campañas de GoFundMe de esas que abundan en un país con un sistema de salud pública destruido. Pero hay también –siempre hay– espacio para el humor. Siempre en serio. Desde el que habla sobre figuras como Charles Chaplin, Humphrey Bogart, Raul Amundaray, Aquiles Nazoa, Arturo Uslar Pietri y el papa Juan Pablo II. También hay momento para recordar viejas  publicidades, como aquella que muestra a un jovencísimo Nelson Bocaranda hablando de cuando la música se escuchaba en cassette. 

Hay allí también hechos históricos, de esos que cuenta en el espectáculo Histeria de Venezuela que ha presentado en diversos escenarios junto a Emilio Lovera y que recientemente llevó al formato streaming. Además de este, Márquez trabaja en otros proyectos. “Emilio y yo queremos hacer una película divertida y profunda a la vez. Trabajo en un monólogo sobre el miedo. Y pienso, luego existo”, cuenta vía correo electrónico para El Diario

Laureano Márquez y Emilio Lovera en Histeria de Venezuela

El inicio de la pandemia lo sorprendió en Tenerife, su lugar de nacimiento, junto a Claudio Nazoa, ¿cómo fue esa experiencia?

—Ja, ja, ja. Convivir con Claudio es una prueba de fuego para cualquier ser humano y seguramente él dirá lo mismo de mí. Creo que fue una muestra de tolerancia de ambas partes. También aprovechamos para grabar entrevistas y sketches de humor que están en nuestro canal de YouTube.

Me comentó que está estudiando un máster, ¿cómo va esa experiencia? 

—Sí, hago un máster de creación literaria online. La experiencia ha sido muy buena, he aprendido mucho de la estructura de creación literaria, construcción de personajes, creación de atmosfera, manejo del tiempo, etc. Ahora trabajo en una novela, mi trabajo del fin de máster.

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Fue alumno de la Universidad Central de Venezuela y también profesor, ¿cómo mira la situación actual de esta casa de estudios? ¿Sigue venciendo las sombras?

—Nuestra casa ha vencido la sombra durante 300 años. Ahora vivimos una oscuridad que abarca todas las dimensiones del país. La luz de mi Alma Mater no está apagada, está resguardada en los corazones ucevistas y volverá a brillar con su lumbre de fiel claridad. Se pondrá nuevamente su traje de moza y se adornará con brisa de mar.

En su “biografía secreta” que aparece publicada en su página web señala que en su juventud quería ser presidente de la República, ¿en qué quedaron esos sueños?

—Ja, ja, ja… “Sueña el rey que es rey y vive con este engaño mandando”. Se engaña el que se siente poderoso. El poder es bueno cuando sirve a la gente. Yo ahora busco servir en lo que Dios ha dispuesto. Retiro mi candidatura.

Vivir para el humor 

Como todo lo que le había sucedido a Laureano Márquez en sus primeros años de vida le resultaba muy gracioso, escribe él mismo, decidió dedicarse al humor “mientras conseguía un trabajo serio”. Así llegó a Radio Rochela, programa estelar de Radio Caracas Televisión, en el que participó como libretista y actor durante parte de los años ochenta y noventa. Luego de esta época, llevó sus propuestas a otros formatos como la radio, el teatro, los libros y los monólogos.  

¿Qué le dejaron sus años como libretista de humor para Radio Rochela?

—Me dejaron un oficio, el amor por la escritura, una estructura de creación cómica. Me dejaron amigos que aún conservo y la posibilidad de comunicar mensajes educativos a través del humor.

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¿Qué sucede con aquellos a los que se les olvida reír?

—Diría Chaplin: pierden sus días.

¿Cómo se hace humor en tiempos de tanta crisis y desesperanza? 

—El humor está hecho para enfrentar la desesperanza, para creer que existe un lado amable y bondadoso en nosotros, un sentido de justicia y libertad que terminará por florecer.

Gracias al humor sobrellevamos la tragedia sin deprimirnos.

¿Considera importante tener sentido del ridículo?

—Sí, importantísimo. Los humoristas lo tenemos, pero veo que alguna gente seria lo pierde con facilidad. Especialmente cuando son muy poderosos y particularmente cuando ese poder se ejerce sin control.

Tras las recientes críticas a comediantes de nuevas y no tan nuevas generaciones en el país, ¿cómo mira usted el humor que se está haciendo actualmente? 

—Se hacen muchas cosas, algunas buenas y otras muy malas. Soy de los que cree que el humor debe tener, como el polo margariteño: sentido, entendimiento y razón. Como bien nos enseña Aquiles Nazoa, el humor debe hacerse desde el amor, son palabras y actitudes muy cercanas. Creo que los comediantes debemos medir las consecuencias de lo que hacemos y decimos. Me asusta a veces el término influencer, porque puede terminar uno siendo una mala influencer.

Hablar desde y para el país 

En su verbo no falta Venezuela, sus políticas y políticos, sus más extraños acontecimientos. Su humor lo atraviesa nuestra historia y lo ha plasmado también en libros. De entre los más recientes se encuentra Historieta de Venezuela: de Macuro a Maduro (2020), junto a Edo Sanabria. Además, se cuentan otros como SOS Venezuela: A Brief Story of a Wrecked Country, Se sufre, pero se goza y El código bochinche. Aunque también le escribió al amor en el manual Amorcito corazón (2007). 

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¿Cuál es el principal problema de olvidar nuestra historia política? ¿De alterarla, de cambiarla?

—La principal consecuencia es que volvemos a caer en tragedias que ya hemos padecido y que se presentan maquilladas de manera diferente, aunque sean las mismas. El problema de olvidar la historia es no poder librarnos de ella, como diría Tomás Straka. La alteración de la historia se hace muchas veces para manipular. Por ejemplo, colocar a Chávez junto a Bolívar, como si fueran lo mismo. Decir que nuestros males son todos originados por el imperialismo. Hacernos creer que somos más demócratas porque tenemos más elecciones. Tener que cambiar lealtad política por alimentos.

Los políticos de partido, las tardes de piscina de las bandas delictivas, las variadas alternativas para pagar productos y servicios, el “bachaqueo” de comida y vacunas… ¿cómo se le puede contar al mundo lo que nos está pasando? ¿El humor ayuda a esta labor?

—Es imposible que el mundo entienda lo que nos sucede, puesto que a veces no lo entendemos ni nosotros mismos. Lo que el mundo no sabe es que en Venezuela ya no hay política, sino una guerra de todos contra todos, comandadas por bandas delincuenciales de diferente naturaleza: guerrilla, narcotráfico, invasores externos, corruptos, torturadores y asesinos. Es muy difícil de explicar y de entender.

¿Se podrán corregir los errores en la política venezolana?

—Claro que sí. Tomando decisiones bien encaminadas, devolviendo a la política su sentido de vocación, premiando la honestidad, castigando al infractor, administrando con transparencia el Estado, como hacen los países que avanzan y progresan. Pero esto solo podrá hacerse cuando la democracia retorne y te aseguro que retornará.

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