• La educación inclusiva está poco presente dentro del diseño curricular venezolano en la educación inicial, primaria y media. Tres expertos abordan el tema para El Diario y ofrecen sus recomendaciones a los padres, representantes y maestros. Ellos comentan que la falta de un espacio para hablar sobre la comunidad LGBTIQ+ influye en el aprendizaje y desarrollo de los niños, niñas y adolescentes

Los docentes en Venezuela se limitan a enseñar sobre la sexualidad e identidad de género partiendo de la heteronormatividad como premisa para describir las relaciones interpersonales, amorosas, sexuales o reproductivas: o eres hombre o eres mujer, de allí parte lo demás. Pero hay más allá, incluso, de las personas homosexuales, y es un tema que no se trata de manera adecuada en el sistema educativo nacional, según los expertos en el área educativa y psicológica.

Carlos Calatraba, director de la escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), se refiere al diseño curricular en educación Inicial, educación primaria y educación media y explica para El Diario que en términos de contenidos, el tratamiento sobre género, expresión del género, orientación sexual y diversidad de la orientación sexual, está poco aproximado y poco tratado.

El psicólogo Juan Pablo Perera cree que la poca información al respecto dentro de las aulas lleva al niño, la niña y el adolescente a hacerse preguntas que no suelen ser respondidas por vías académicas. Entonces, acuden a vías alternas, pues en el hogar también suele responderse con estigmas y prejuicios.

El principal objetivo de la educación sobre estos temas debe ser estimular el desarrollo humano integral y su bienestar, asegura Calatraba. Para él, limitar el desarrollo sexual a la genitalidad, como se hace actualmente en el sistema educativo nacional, y no desde la visión de un proceso complejo de orden biopsicosocial, es uno de los principales errores que afectan el correcto desarrollo de los jóvenes en Venezuela.

Educación sexual y de género: una asignatura pendiente dentro del sistema educativo nacional

La educación empieza en casa

Partiendo del hecho de que el desarrollo humano, y todo lo que implica, tiene un trabajo que va de la mano con las pautas de socialización que se generan desde la familia, Perera dice que la principal recomendación para los padres, madres y representantes es promover un espacio seguro para que los infantes se sientan seguro expresando sus emociones.

En este sentido, para los psicólogos no existe una edad específica para empezar a hablar sobre los temas relacionados a identidad sexual y de género, pero sí se pueden implementar acciones que colaboren a que los niños, por ejemplo, empiecen a normalizar las relaciones no heterosexuales como parte de la vida diaria. Eso debe hacerse con un lenguaje adecuado para la edad del niño o adolescente.

La sociedad venezolana no quiere tocar ningún tema relacionado con el desarrollo sexual y la sexualidad humana en ninguna parte, en ningún momento. Aún se asume como un tema privado de cada persona, negando así la posibilidad de asumir que es una dimensión más del desarrollo humano que cruza lo biológico con lo afectivo y lo socio-emocional”, detalla Calatraba.

Desmontando mitos

Algunos padres venezolanos suelen tener la percepción de que si su hijo consume información relacionada a la comunidad LGBTIQ+, pueden “desviarse”. El término hace referencia a lo diferente de manera despectiva y se usa como sinónimo de enfermedad. Es un mito que no colabora a que se eduque de una manera diversa e inclusiva en el país, comenta el psicólogo Juan Pablo Perera.

No existen estudios causales o correlacionales que verifiquen que los niños se desvíen por consumir este tipo de información. “Los niños no se desvían. Los niños descubren su sexualidad”, afirma el psicólogo. Y aparte de ese mito, existen otras creencias, a su juicio, que deben ser desmontadas.

Educación sexual y de género: una asignatura pendiente dentro del sistema educativo nacional
Foto: Unicef.

Por ejemplo, que el jugar con muñecas sea de niñas y no de niños; que el hacer deportes sea una tarea de hombres y no de mujeres, porque si no, la chicha puede resultar lesbiana; el usar ciertos colores de ropa para hombres y mujeres. Las frases: “es una etapa”, “los niños no lloran”, “ya se te pasará”, tampoco colaboran a promover la confianza para que los jóvenes hablen su sexualidad e identidad de género sin miedos.

En términos psicológicos, las palabras tienen un efecto sobre el aprendizaje. “A las primeras personas que hay que orientar con respecto a esto es a los padres. Hay que ser más abiertos, aceptar a los hijos como son. Son seres humanos que tienen derecho a decidir. Los hijos no son extensiones de los padres. Son únicos e independientes”, subraya la psicóloga Rosa Gómez.

Los especialistas recomiendan consumir contenido inclusivo, como libros, películas o series relacionadas a los sexodiversos. Así pueden comprender de una manera empática todo lo que implica ser parte de ella. Invitan también a los padres a acudir a un psicólogo especialista en temas de sexualidad y género, fundaciones u ONG si no se sienten preparados para conversar sobre estos temas con sus hijos.

Para los psicólogos, los niños aprenden rápido y si los padres llevan una educación estigmatizada, el resultado será una persona adulta llena de estigmas. Si ellos se muestran más interesados y desean ahondar sobre algún tema, hay que explicarles. Si esto no existe, los niños no se sentirán cómodos hablando sobre su vida privada. Hay que promover la aceptación, comenta Gómez, y hacerles entender que no está mal ser quienes son.

Las aulas son el siguiente paso

Tener una conversación constante sobre estos temas entre maestros y alumnos es el siguiente paso para promover una educación inclusiva. “Todos merecemos, desde niños a adultos, manejar este tipo de informaciones. Se debe hablar desde la escuela”, afirma Gómez. Educar sin prejuicios y etiquetas, partiendo de que somos seres humanos, es el deber ser, comentan los tres expertos para El Diario.

Pero no todas las instituciones públicas o privadas están dispuestas a hablar sobre ese tema, principalmente por el sesgo religioso, ya que parte de la educación venezolana está confiada a instituciones que pregonan el catolicismo, en su mayoría, como modelo de enseñanza.

Por lo tanto, hablar sobre el tema puede resultar en “pecado”, se omite y reprende dentro del diálogo educativo. Para el director de la escuela de Educación de la UCAB, el no hablar sobre estos temas conlleva a dejar a buena parte del país sin un espacio formal para reconocer una dimensión de su desarrollo como persona que marcará el resto de su vida.

Un futuro, dos perfiles

Los psicólogos perfilan a las personas que sí adquirieron educación sobre la identidad sexual y de género y otras que no. Rosa Gómez opina que no se pueda establecer un perfil específico debido a que cada situación y caso es particular. Para ella no es solo importante la educación, también hay factores externos que juegan a favor o en contra. Algunos pueden vivir en un entorno hostil o con aceptación, y de allí parte Juan Pablo Perera para diferenciar.

Si un niño, niña o adolescente adquiere educación de calidad, inclusiva con temas de sexo y género, este tendrá un mayor manejo social y con mayor entendimiento su entorno. También se relacionarán de una manera adecuada con personas LGBTIQ+, y en general, podrá ser empático con los demás.

Por otro lado, quienes no adquieran esa educación llena de valores, y obtengan información sesgada, llena de estereotipos o visiones religiosas, pueden crecer con miedos y falta de empatía. Además, es una situación que colabora a masificar la violencia: niños que hacen bullying, acosadores y personas reprimidas con sus emociones.

Tenemos mucho por hacer en atención de la recuperación del sistema educativo y la generación de los cambios para hacerlo de calidad, inclusivo y competitivo en la región. La educación sexual y la educación afectivosexual son un punto de importancia en la agenda de reconstrucción. Implica al trabajo con la familia, con especialistas y la escucha paciente con el estudiante que tenemos enfrente”, señala Carlos Calatraba.

Para él, hay que reconstruir el sistema educativo, desde sus bases y fundamentos más elementales, para crear nuevos diseños curriculares que colaboren al desarrollo adecuado del intelecto de los jóvenes en Venezuela. Debe ser inclusivo, libre de estigmas, sesgos políticos y religiosos. Mientras eso no ocurra, la educación sexual y de género, como pasa con otras áreas, seguirá siendo una asignatura pendiente dentro del sistema educativo nacional.

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