- Como el hígado es un órgano esencial para varias funciones del cuerpo humano, los especialistas recomiendan prevenir la enfermedad
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la cirrosis hepática es la decimocuarta causa de muerte en todo el mundo. Se estima que afecta a más de 600 mil personas.
Esta es una enfermedad crónica que afecta el hígado, y que se caracteriza por la presencia de cicatrices en el tejido hepático que pasa a sustituir el tejido sano del hígado. Esto provoca que el órgano deje de funcionar, lo que puede ocasionar complicaciones graves.
El hígado es el órgano encargado de extraer los nutrientes de la sangre para que sean usados posteriormente. También genera la bilis, que una vez depositada en el aparato digestivo sirve de ayuda para absorber las grasas y algunas vitaminas. Además elimina medicamentos y componentes tóxicos de la sangre.
Una de las principales complicaciones de la cirrosis es el aumento de la resistencia al flujo sanguíneo que pasa por el hígado, lo que genera altas presiones en las venas que drenan al órgano, lo que se conoce como hipertensión portal y que causa hemorragias en el aparato digestivo.

Factores que provocan la cirrosis hepática
Entre los factores que pueden provocar cirrosis hepática se encuentran el consumo excesivo de alcohol, la hepatitis viral crónica, la enfermedad de hígado graso no alcohólico, la obesidad y la diabetes, de acuerdo con información de Portal Clinic.
También existen otras causas menos comunes de la cirrosis como enfermedades autoinmunitarias, lesión provocada por las drogas, existencia de problemas en el conducto biliar, trastornos genéticos, entre otras.
En ocasiones, se unen varios de estos factores y otras veces no se llega a identificar qué causa la enfermedad.
Diagnóstico
Uno de los problemas para lograr un diagnóstico precoz es que los síntomas asociados a la cirrosis no aparecen hasta que el hígado está muy deteriorado.

Los signos de esta enfermedad son:
-Fatiga
-Pérdida de peso
-Náuseas y vómitos
-Retención de líquidos en abdomen y piernas
-Confusión mental
-Enrojecimiento de las manos
-Aparición de arañas vasculares en la cara y parte superior del tronco
Posteriormente suelen aparecer otros síntomas como episodios de sangrado en el tubo digestivo y la piel se vuelve amarillenta, lo que se conoce como ictericia, al igual que la esclerótica (recubrimiento exterior blanco) de los ojos.
Para el diagnóstico definitivo suele ser necesario realizar una biopsia hepática y analizar tejidos extraídos del hígado. Aunque también se realiza mediante pruebas de laboratorio y de imagen, como análisis de sangre, ecografías y tomografías.
Tratamiento
Una vez diagnosticada la cirrosis hepática, al tratarse de una enfermedad crónica, el tratamiento se centra en combatir las causas que han provocado la cirrosis y prevenir las posibles complicaciones.
En casos leves puede ser suficiente con cambios en el estilo de vida como evitar el consumo de alcohol, seguir una dieta saludable y visitar periódicamente a un hepatólogo, médico especialista en el tratamiento de las enfermedades hepáticas.

En casos más graves puede ser necesaria la receta de medicamentos para tratar las complicaciones asociadas, como la hipertensión portal o la encefalopatía hepática. O en última instancia, un trasplante de hígado.
Prevención
La cirrosis hepática se puede prevenir siguiendo hábitos de vida saludables, manteniendo una alimentación equilibrada y haciendo ejercicio físico. Esto además de evitar el consumo de alcohol y el uso de drogas intravenosas.
Un estudio del Hospital Clínic de Barcelona, España, también recomienda el uso de medidas de protección para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas como la hepatitis B y C. Entre las que están:
-Mejorar la higiene que incluyen lavarse bien las manos con agua limpia
-No beber agua que no sea potable
-Vacunarse contra la hepatitis B
-Mantener relaciones sexuales con condón
-No compartir agujas