- El gobierno chino impidió que fieles viajaran para la ceremonia del Vaticano, por lo que solo algunos, con temor, se atrevieron a asistir al encuentro
El papa llegó el viernes 1° de septiembre a Mongolia para animar a la pequeña comunidad católica del país, de cerca de 1.400 fieles. El país se encuentra entre Rusia y China, por ello se esperó que peregrinos de ambos países asistieran a la ceremonia.
Sin embargo, el gobierno chino no permitió la salida del país a los fieles y les prohibió visitar Mongolia durante el viaje del papa, como pudo conocer EFE de diferentes fuentes.

El caso de los más de 40 fieles
A la misa acudió el excardenal chino y obispo emérito de Hong Kong, John Tong Hon, y el actual obispo, Stephen Chow, que el papa nombrará cardenal a finales de septiembre.
En ese momento, Chow explicó a los medios presentes en Mongolia que desde Hong Kong llegó un grupo de más de 40 personas que viajaron por su cuenta pese a los riesgos para ver al pontífice. Algunos de ellos exhibieron con orgullo sus banderas de la región con la flor de cinco pétalos.

Sin embargo, otros contaron que decidieron asistir “escondiendo su identidad” y “presentándose a la frontera como turistas”.
El grupo de católicos viajó en trenes y no utilizaron la vía aérea para no quedar registrados, por lo que para llegar a la ceremonia del papa Francisco demoraron unas 20 horas.
Relaciones entre el Vaticano y China

Durante el vuelo que le llevaba a Mongolia, el papa Francisco envió un telegrama con bendiciones “de unidad y de paz” al presidente chino, Xi Jinping, siguiendo la tradición de mandar agradecimientos a los países que sobrevuela.
Pekín respondió al mensaje del pontífice afirmando que desea “reforzar la confianza mutua” con el Vaticano y promover “un proceso de mejora de las relaciones bilaterales”.
Las relaciones sufrieron un nuevo parón cuando en abril de 2023, las autoridades chinas anunciaron el nombramiento del nuevo obispo para Shanghái, la mayor diócesis católica de China, y que no tenía obispo desde 2013. La noticia se trató de una decisión unilateral que violaba el histórico pacto entre Pekín y El Vaticano firmado en 2018 para la elección de los obispos.
El tratado era considerado un primer paso para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas que no existen desde 1951 y, sobre todo, para unificar la Iglesia católica, que se divide entre los afines a las autoridades chinas y los que siguen la religión, pero de manera clandestina.
Desde la firma del acuerdo, solo seis obispos han sido nombrados por voluntad conjunta, de los cuales dos ya habían sido aprobados antes por las autoridades chinas. Ninguno de ellos pudo asistir a Mongolia.
El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, aseguró que el papa Francisco está interesado en trabajar las relaciones con China.
Con información de EFE