- Los bailarines también se han vuelto files usuarios de plataformas como Zoom, Instagram y WhatsApp, pero en esta oportunidad ha sido para poder continuar con sus actividades artísticas durante la pandemia del Covid-19
La danza es un mundo lleno de belleza y fuertes exigencias en las que difícilmente se concibe el trabajo en solitario. El solista más talentoso siempre requerirá de un coreógrafo, entrenador o guía que lo corrija, lo haga trabajar más duro y ser un mejor artista.
Aunque el baile a distancia parece imposible o impensable, las compañías, academias y bailarines siguen reinventándose en medio de la pandemia por el Covid-19.
Plataformas como Zoom, Instagram y WhatsApp se han convertido en las nuevas herramientas de enseñanza de Emily Sánchez, una bailarina venezolana que actualmente reside en Colombia y ante la crisis mundial que ha causado el coronavirus de Wuhan cambió el salón de ensayo por lo que puede ver a través de la pantalla de su celular.
Emily comenzó a bailar desde los 3 años de edad y nunca había tomado un descanso en su vida en la danza hasta que se decretó la cuarentena en Colombia. Por primera vez en 41 años dejó de bailar. Sin embargo, su pausa solo duró una semana.
“Esa primera semana fue como un stop para mí y lloré, pensé reflexioné, descansé, me di permiso a eso. Creo que mi cuerpo y mi mente lo necesitaban, luego de esa semana me reactivé, empecé a recibir clases aprovechando que los grandes maestros están alrededor del mundo las dan y poco a poco he ido retomando de nuevo el tema de impartir clases online”, detalló.
Aunque cree que la danza no es igual sin el contacto profesor-alumno, considera que el baile tiene un gran valor en este momento, porque le da la oportunidad a millones de personas de relajarse, entretenerse y olvidarse de las preocupaciones que genera la pandemia.
La bailarina señala que la tecnología le puede brindar a los artistas herramientas para impartir y recibir conocimientos, además de seguir con la actividad física que es tan necesaria para ese estilo de vida, sin la necesidad de salir de la seguridad que brinda el hogar.
“No podemos dejar de soñar con los pies, así sea en casa. Ahora hay muchas opciones que no habíamos desarrollado antes porque sencillamente no las necesitábamos. en estos momentos hay miles de formas de tomar clases y no pararnos, eso es lo que debemos evitar”, expresó.
Estudios de danza sin alumnos
La escuela Danzarte de Caracas recibía todos los sabados a sus alumnos regulares, quienes veían entre una y tres horas de clases. Con la llegada del coronavirus de Wuhan a Venezuela esa rutina cambió.
Myriam Anzola es la directora ejecutiva de Danzarte Caracas desde hace tres años, en su infancia hizo danza clásica y con la llegada de sus hijas se convirtió en lo que ella llama una “mamá del ballet” para el resto de su vida.
Aunque ha estado vinculada por mucho tiempo a la danza, nunca había presenciado una situación similar a la que causa la pandemia por Covid-19. Esto ha obligado a cerrar las puertas del estudio y buscar alternativas para impartir las clases desde la distancia.
Los profesores de esta escuela estaban comenzando los ensayos para la presentación final -que realizan usualmente en julio- cuando comenzó la cuarentena social. Ante la situación, los instructores prepararon las coreografías en video para enviarselas a los estudiantes, con la condición de recibir videos de vuelta con el progreso de cada alumno.
“Todas ellas armaron las coreografías desde su casas con los recursos que tenían, porque el espacio que requiere un montaje de danza no se tiene en cualquier parte y es algo que agradecemos mucho, porque le permitió a las niñas ver sus clases”, explicó Myriam.
La directora de Danzarte considera que la danza es un arte capaz de reinventarse en cualquier circunstancia, como lo ha hecho en el transcurso de la historia universal y asegura que en este momento sucederá lo mismo.
Otro aspecto que ha rescatado Myriam de las clases en casa es la incorporación de los padres en la formación de sus hijos, porque pueden presenciar los entrenamientos, las exigencias y la disciplina que el baile requiere.
A pesar de que las rutinas cambiaron drásticamente, el mundo de la danza ha aprovechado todas las herramientas disponibles para reinventarse y seguir brindando cultura, salud y diversión desde casa.