• El equipo de El Diario entrevistó a Ruth Pereira, Kervin Guarapana y William González sobre su ingreso a tres grandes orquestas de música clásica en Alemania. Cada uno de estos jóvenes representan el talento venezolano repartido por el mundo

La música clásica se convirtió en un espacio posible para muchos jóvenes venezolanos desde la fundación de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela y el Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Preinfantiles de Venezuela en 1975 por el maestro José Antonio Abreu. A partir de ello la exigencia musical y el disfrute de la juventud se compaginaron para establecer una imagen nacional en cualquier parte del mundo. La excelencia de los músicos venezolanos, amparados bajo la mirada del maestro y sus enseñanzas, se mantiene impoluta ante los ojos extranjeros que miran con curiosidad hacia los límites de la geografía criolla. Ruth Pereira, Kervin Guarapana y William González vienen de ciudades distintas, con referentes culturales diferentes por el roce de su sitio de nacimiento, pero, sin pensarlo, encontraron en la expresión musical una serie de características irrebatibles que los une en cualquier obstáculo que se presente. 

En este momento, cada uno de ellos vive en Alemania y son parte de la diáspora venezolana que, aunque sufre los embates de las nostalgia y la ida, genera un encuentro cultural entre sus referentes venezolanos y la asimilación del país de residencia. El país teutón tiene una historia musical excepcional. Los más reconocidos, para los expertos y los incautos, pueden ser Johann Sebastian Bach (1685-1750), Ludwing van Beethoven (1770-1827), Richard Wagner (1813-1883), entre otros. 

Desde el sonido barroco de Bach, ejemplificado en la armonía de la Badinerie de la suite Nº. 2 en si menor, pasando por la exacerbación del romanticismo alemán, escrito en la literatura por Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich Schiller, autor de la Oda a la Alegría, y expresado en la música por Beethoven en la algarabía de la Novena Sinfonía, hasta la magnificencia de la Cabalgata de las Valquirias en la obra del Anillo de los Nibelungos escrita por Wagner. Cada uno es un bastión para la historia humana y residen, como en ningún otro lugar, en las exigencias de la música alemana. 

Para Ruth, Solo-Piccolo en la orquesta filarmónica y de ópera llamada Gürzenich Orchester en Colonia, Alemania, la perspectiva de la música clásica, aunque está centrada en el respeto a las composiciones, debe ser capaz de reinventarse cada día y el músico que adhiere esas notas a su vida tiene que buscar el entendimiento que se esconde tras la bruma de la partitura. “En base a un estudio técnico estricto del instrumento, ser creativos, tratando así de unir: técnica, respeto del texto e interpretación o perspectiva personal que se tiene sobre la obra”, agrega. 

El proceso de postulación para este tipo de orquestas, explica Kervin, varía según las características de las propuestas. Algunas publican a través de Internet las vacantes disponibles y su temporalidad. Luego, el postulante debe completar un perfil con todos los aprendizajes y cualidades para optar, al menos, por una audición. Al superar este paso, después de la revisión de la documentación legal y las propiedades del músico en cuestión, el director de la orquesta con la mesa directiva de la misma tendrá la última palabra para decidir sobre el nuevo integrante. 

Para una audiciu00f3n de un puesto se presentan de entre 10 a 40 o mu00e1s candidatos dependiendo del instrumento. El du00eda de la audiciu00f3n se hacen generalmente tres rondas que pueden durar horas, luego de cada ronda la orquesta vota democru00e1ticamente y decide quu00e9 candidatos siguen a la siguiente ronda, al final de la tercera o cuarta ronda hay un ganador. Es posible que la orquesta, para la cual es el puesto libre, decida cancelar la audiciu00f3n, dejar el puesto libre y repetir la audiciu00f3n en otro momentou201d, puntualiza Kervin.

Kervin Guarapana: “Mi vida en la música es un camino de constante aprendizaje

Su historia en la música inició de forma, quizás, azarosa. Sus padres trabajaban todo el día como contadores públicos. Ambos caraqueños: uno de la parroquia La Vega y el otro de la parroquia El Valle. En la etapa escolar ellos decidieron inscribir a Kervin y a su hermana en el núcleo musical de San Agustin para evitar las malformaciones del ocio e instruirlos a un aprendizaje que, aunque en ese momento no significaba una carrera futura, le daría a los dos un bagaje cultural primordial para los años venideros. Kervin comenzó en el coro de la escuela para aprender el movimiento de las notas y la sonoridad de cada uno.

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Kervin Guarapana hace música con el corno francés
Foto: Kervin Guarapana

Luego, como era de esperarse, le tocó escoger un instrumento. Él quería tocar el saxofón, un instrumento más llamativo para los desconocedores, quizás por la soltura vista en las presentaciones de los grandes jazzistas, pero en la academia no había ningún saxofón. Sus profesores le recomendaron el corno francés, un instrumento de viento-metal, porque no era el favorito de los niños pero reconocían su importancia en la estructura de la orquesta. Kervin aceptó. 

Recuerda su infancia como un espacio fecundo en la memoria, donde la compañía y felicidad familiar enmarcan la memoria, junto al reconocimiento del trabajo incansable de sus padres para brindarles un futuro promisorio. En su adolescencia ya se había ganado un puesto en la sección de metales de La orquesta de Caracas y, luego, en La juvenil Teresa Carreño de Venezuela. En ese momento conoció a otros jóvenes que tocaban su mismo instrumentos y, con el pasar del tiempo y los ensayos, se transformaron en hermanos. Amigos para toda una vida unidos por la música. “Como todo grupo de adolescentes siempre hacíamos muchas actividades juntos luego de los ensayos de la orquesta, como ir a jugar fútbol, baloncesto, ir al cine y comer, puedo decir que fue una adolescencia sana”. 

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El corno francés es parte de la vida de Kervin y ha moldeado, de alguna manera, su forma de ver el mundo. La música siempre representó felicidad. Desde los juegos de la infancia donde el aprendizaje se transforma en divertimento, hasta la adultez cuando ese juego de niños es mucho más y la disciplina es el cerco de las oportunidades.

Tienes que estudiar para mejorar y avanzar, asu00ed la mu00fasica te enseu00f1a constancia y dedicaciu00f3n, cuando tocas en una orquesta tienes que asistir a los ensayos y prepararte para cada uno de ellos, asu00ed que tienes que ser responsable y decidido, pero lo mu00e1s importante de todo es amar lo que hacesu201d, dice.

En su etapa universitaria escogió la carrera de Ingeniería en Telecomunicaciones en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Cursó varios semestres, pero se dio cuenta que su lugar estaba en una orquesta, con el corno en sus manos, buscando la perfección de la expresión musical y decidió cambiarse a la Universidad Experimental de las Artes (Unearte) para estudiar la licenciatura en música. 

En el año 2013 la situación en Venezuela comenzaba a mostrar el rostro de las dificultades venideras. En ese momento Kervin decidió postular para continuar sus estudios de maestría en la Universidad Hanns Eisler en Berlín, Alemania, dirigida por la cornista Marie Luise Neunecker. Solo había dos lugares disponibles y él quedó seleccionado en uno de ellos. Su primer año se enfocó en el estudio del lenguaje alemán. Además, por el apoyo de algunos amigos pudo trabajar en algunas orquestas de forma esporádica para costear sus gastos de estadía. 

En el 2014 ganó el puesto por audición en el grupo de cornos en la ópera de Nuremberg. A finales de ese mismo año ganó un contrato temporal por una temporada en la ópera del Teatro Nacional de Mannheim como primer y tercer corno. Ahí tocó hasta mediados de 2015 cuando encontró otra oportunidad como primer corno en la orquesta Osnabrücker Symphonie Orchester del teatro principal de la ciudad de Osnabrück, Alemania. En junio de 2017 quedó en su primer contrato fijo en la orquesta Vogtland Philharmonie Greiz / Reichenbach, donde se ha desempeñado como primer o tercer corno hasta la actualidad. En este año Kervin se ganó el puesto para la orquesta Bergische Symphoniker, donde estará participando desde el mes de noviembre. 

Con 30 años de edad y una veintena de años con el corno francés en sus manos, Kervin piensa la música como un medio de vida, más allá de un mero oficio. A través de sus presentaciones y estudio ha conseguido grandes amigos y ha crecido, a la par de sus enseñanzas, como ser humano. “Saber que a otra persona le gusta lo que escucha a través de tu interpretación es gratificante, nutre el alma y te motiva seguir adelante. Gracias al sistema de orquestas de Venezuela tuve los mejores profesores, amigos y experiencia que siempre quedarán grabadas en mi memoria y en mi corazón para toda la vida”, puntualiza. 

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Ruth Pereira: “La música ha sido para mí una terapia de introspección a lo largo de mi vida”

Para Ruth todo comenzó por insistencia de su madre, quien había sido parte del orfeón de la Universidad Lizandro Alvarado en Barquisimeto, estado Lara. Ella tenía 7 años de edad. Comenzó con la instrucción del piano, un instrumento llamativo y renombrado en la historia, pero luego a los 12 años de edad, cuando comenzó a participar de las clases del conservatorio de música en su ciudad natal, descubrió la flauta travesera. El gentilicio barquisimetano lleva consigo un genio musical característico, donde la mayoría de sus habitantes, por lo menos, reconocen el rasgueo del “cambur pintón” en el cuatro venezolano. La familia de Ruth no fue la excepción y las fiestas en la casa se entonaban con el cantar de su tío Bruno Gamarra. 

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En su etapa escolar se sintió atraída por la medicina, ya que su madre fue cirujana general, pero decidió el camino musical por las esperanzas de estudiar fuera de su región y conocer otras culturas a través de la música. En su llegada a Alemania, cumpliendo el menester de todo migrante, se encontró con distintos oficios para cumplir con los gastos. Mesera, cocinando empanadas, niñera, entre otros, fueron algunos de los que realizó antes de encontrar un lugar en el área musical. “Lo más bonito de todo esto es que siempre he tenido la mano de mi padre y mi madre (quien descansa ahora en paz) y el respaldo moral de mis hermanos”, comenta. 

La mu00fasica ha sido para mu00ed una terapia de introspecciu00f3n a lo largo de mi vida. Me ha acompau00f1ado. Me ha salvado. Siempre fui y sigo siendo una persona muy solitaria, la mu00fasica ha hecho de mi corazu00f3n uno que se nutre al compartir con los demu00e1s, al subir en escena, al tocar en la fosa con la orquesta, al dar o recibir clases. Este camino es uno largo de constantes cambiosu201d, agrega.

Cada caída solo es un impulso para el futuro de Ruth. Las negativas las ha aceptado con perseverancia y, luego de varios años, encontró un lugar durante un año en la orquesta filarmónica y de ópera Gürzenich Orchester en Colonia, Alemania. Es Solo Piccolo, un instrumento de viento-madera en la tonalidad de Do Bemol. La música es el código de esencia para la vida de Ruth; es su manera de encontrarse con el mundo y, entre tantos tropiezos, encontrar un espacio de serenidad en los ritmos que salen de su flauta. 

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En su relato se encuentran las añoranzas de su vida en Venezuela. El sabor de las cachapas o de las arepas con suero larense. Pero, sobre todo, el calor familiar que, aunque se mantiene en la distancia, extraña junto a las risas de los buenos momentos. 

William González: “La música me ha traído las satisfacciones más grandes como persona”

William nació en Cumaná, estado Sucre, pero se crió en Maturín, estado Monagas, y nunca imaginó ni soñó con dejar su país. Desde pequeño se inició en la música por la presencia de su padre que es contrabajista y lo impulsó a tomar el violín como instrumento. Comenzó a los 8 años de edad pero fue en la adolescencia, cuando el mundo se abre como un abanico de posibilidades, cuando sintió un inmenso amor por el instrumento y la participación en una orquesta.

Desde la adolescencia sabu00eda que no queru00eda hacer mu00e1s nada sino hacer mu00fasica y gracias a Dios, a mi familia, al maestro Jose Antonio Abreu y al Sistema de Orquestas tuve la dicha de pertenecer a la Orquesta Sinfu00f3nica de la Juventud Venezolana Simu00f3n Bolu00edvaru201d, agrega.n

William siempre soñó con explayar sus conocimientos dentro de su país, bajo las enseñanzas del maestro Abreu y la batuta de Gustavo Dudamel, para llevar a todos los rincones del mundo la excelencia del Sistema de Orquestas venezolano. Pero la vida cambió drásticamente y la crisis del país lo llevó a considerar la migración como una opción plausible y realista.

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“Yo salí de mi país con la convicción y la seguridad que la preparación que tenía en el sistema y mi nivel artístico me ayudarían a lograr mis metas”. Al llegar a Alemania estudió durante un año en la Universidad de las Artes en Berlín, donde aprendió las características necesarias para optar por un puesto en una orquesta y, además, para adecuarse a la estructura cultural del país. 

En este momento, después de haber cumplido con el proceso de audición, donde existen cuatro rondas para escoger al participante, William quedó como principal en la segunda línea de violines en la Erzgebirgische Philharmonie. La noticia significó una alegría ante todos los sacrificios y esfuerzos para tomar un instrumento como bastión de vida. En su historia está remachada la figura del maestro José Antonio Abreu y de todo el sistema de orquestas nacionales. Sin ellos, comenta, nunca hubiera podido alcanzar un lugar en la música.

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