• La cantante acaba de estrenar su primer disco como solista, que salió pocos días después de la también ópera prima de Motherflowers, otro de los proyectos de los que es parte. También ha comenzado a componer para otros músicos

Irepelusa está cansada. Acaba de llegar a Caracas de una presentación en San Cristóbal con Motherflowers, la agrupación que de la que forma parte junto con Frank Lucas y Veztalone, y que a principios de mayo estrenó el disco Retrofuturismosicotropical, una ópera prima que perfila como uno de los mejores álbumes del año producidos en Venezuela. La presentación fue una de las tantas para promocionar la obra.

Al mismo tiempo, Irene López presenta otro disco debut: Un koala en una palmera, que firma como Irepelusa, su proyecto solista. Disponible en plataformas desde finales de mayo. 

“Me siento cansada. (Ríe). Tener dos proyectos en paralelo… Pero siempre estoy activa”, comenta la cantante pocas horas después de haber llegado a la capital. Ha dormido poco, se le nota, pero igualmente la energía la va recobrando a medida que habla sobre la música de la que es protagonista, tanto en la agrupación como en solitario.

Mucho ha ocurrido en su vida en los cinco años recientes, desde aquel Festival Nuevas Bandas que ganó con Polyman hasta esta etapa, en la que se afianza como una de las propuestas más genuinas y contundentes de la actualidad, con una visión sobre el porvenir que no se paraliza mientras consolida todo lo recorrido.  

Irepelusa, un koala entre la música y el happening
Irepelusa 1 1

—Este disco lo noto pausado, con otros tempos, otras maneras, en comparación con Retrofuturismosicotropical de Motherflowers

—Sí, es más suavecito, como para relajarte. Creo que es un álbum que puedes poner cuando haces cualquier actividad: estudiar, trabajar. Pasa tranquilamente por tu oído y te calma. Es la parte más sincera de mí en este momento. En comparación a Motherflowers, que es la unión con  Frank Lucas y Veztalone. Un koala en una palmera es mi yo más sincero, esa parte que he desarrollado en estos últimos años.

—¿Por qué la figura del koala?

—Si me ves ahorita, notarás que tengo los ojos bien achinaditos, y que me gusta dormir bastante. (Ríe). Mi mejor amiga me dice que parezco un koala. Me lo tomé muy en serio. Me gustó esa asociación. Soy como ese meme que dice ‘eucalizen el legalipto’. La idea del koala en la palmera trata sobre esa casita en la que me metí durante estos años, y ahora bajo con mi obra, en la que dejo mi esencia musical, todo lo que he venido trabajando y descubriendo durante este tiempo.  

—Hablamos de la tranquilidad que evoca el ritmo de tu disco, pero cuando uno escucha las letras, puede intuir que han pasado muchas cosas. Dolor, nostalgia, melancolía, pero también alegría

—En el álbum van a encontrar de todo, pero enfocado en mí. Bien sean cosas malas o buenas que me han ocurrido. En cuanto a las melodías e instrumentos, se trata de lo que sentía en el momento. Por ejemplo, considero que “Curarte” es una especie de roce con el género urbano, pero con mi esencia a través de acorde alegres. Ahora bien, si escuchas la letra, es como un despecho, hay dolor. Otra canción, “Se metieron en mi casa”, surgió literalmente de una vez en la que se metieron en mi casa. Esa vivencia negativa la usé para una canción. Siento que cuando te pasan este tipo de cosas, vives al máximo lo positivo o negativo. Hace que lo que te salga del interior sea más honesto. Salen de la nada. Otra, “Nada de nada”, viene de unos acordes simples de la guitarra para reflejar algo que hace tiempo no podía expresar. No sabía cómo mostrarlo. Esas canciones que se originan en momentos en los que no la he pasado muy bien, tienen más alma que cualquier otra. Hay otras piezas que más que con las letras, hablan con los sonidos. Realmente, el álbum es todo un viaje.

Leer más  Adriana Loureiro: “El fotoperiodismo es una lección de humildad que no acaba nunca”

—Precisamente acabas de mencionar una canción por la que te iba a preguntar. “Se metieron en mi casa” parece sacada de un cuento que escribiste

—Yo no escribo sola la mayoría de mis canciones. Tengo a Veztalone que me suma muchísimo. Yo no quería hablar literalmente de que se metieron a robar en mi casa. Busqué transformarlo en algo que hablara más allá, tanto de mí como de una relación. Con mis canciones la gente puede interpretarlas como quieran. Bien sea una relación hacia ellos mismos o hacia la música. De hecho, me gusta escuchar que es como un cuento. Cuando la presento en vivo, busco llevar ese performance hacia el público, mucho más que cantarla. Me propongo presentar esa historia a través de las luces, del baile, de la puesta en escena. Para mí es necesario interpretar o expresar toda la canción en muchos sentidos. En el Festival Sunset Roll (en abril) presenté mi show por primera vez. Entonces, evalúo llevarlo así a otras ciudades de Venezuela.

—Creo que lo logras con esa canción. Si bien partió de un episodio traumático, yo lo interpreté como una relación

—Sí, como una relación tóxica de la que no te has desprendido todavía, pero sabes que ya no vale la pena. ¿Para qué seguir? Tanto que hiciste, que al final era obvio que eras tú el que no se quería despegar de ahí. Si viste los comentarios del Sunset Roll, es una parte que tiene como un clímax que expresa todo eso. Es bastante intenso ese momento del show. Necesitaba representarlo de esa manera. No es solo salir a cantar.

—¿Cómo es tu proceso creativo?

—Eso depende de las situaciones en las que esté. Salen canciones sobre cosas que se meten a robar u otras que te afectan, pero también surgen por otras causas. A mí me gusta ir mucho de campamento, encerrarme en lugares, quedarme una semana y fluir rodeado de personas que admiras, músicos otros artistas. Eso es motivador también. La alegría y la tristeza influyen mucho en mi proceso de creación. Me gusta más crear cuando estoy motivada por algunas de estas cosas, que sentarme a crear algo sin sentir nada. Eso me complica mucho. Necesito mi entorno. No sé cómo es con los otros artistas, pero para componer desde el interior debo sentirme afectada positiva o negativamente por todo lo externo que te comenté. Incluso, la misma energía de girar me impulsa. Me agrada preparar mi entorno para sentir que estoy en sana paz mental para escribir.

—¿Qué es lo mejor que te ha pasado en esta etapa como solista?

—La receptividad de la gente con los dos discos, tanto con el de Motherflowers como con Un koala en una palmera. Comencé sacando sencillos. Sé que los singles no definen ni describen a un artista por completo. Se ha perdido la costumbre de escuchar los álbumes, que son muy importantes porque determinan lo que realmente un artista hace en ese momento de su vida y lo que quiere representar. Con este disco, represento todo lo que he trabajado durante estos años, descubriéndome. Lo que más me gusta es ver cómo las personas se lo han tomado. Lo han entendido tan bien. Han aprendido a separar los proyectos. Antes la gente no comprendía muy bien qué era Motherflowers y qué era Irepelusa. Me motiva mucho a seguir en esto.

—Cierras Un koala en una palmera con “No”, una canción en la que dices que no eres unos ni ceros. ¿A qué te refieres?

Leer más  Las enseñanzas del matrimonio retratadas en cuatro testimonios

—A que no solo me lees en este lenguaje. También en esa canción digo una frase que me gusta mucho: ‘No quiero vivir ni envejecer sin vivir ni ser lo que soy, solo por darle placer a la city’, es decir hacer cosas para solo darle placer al público. Deseo vivir y envejecer haciendo lo que me defina, lo que quiero y lo que soy. Es un tema perfecto para cerrar el disco, por la sensación que transmite y lo que te dice. Eso de que no quiero esperar hasta el final para que las cosas sucedan. Me parece un buen cierre.

—¿Es una advertencia al público. Es decir, te puede gustar este disco, pero no estoy siempre para caerte bien

—¡Exacto! Si te caigo bien, genial, pero el disco es para mostrar la esencia entera de lo que soy, tanto para bien como para mal. Se trata de todo lo que he trabajado, el sonido que buscaba, rozar sonidos diferentes y marcar en cada uno mi esencia. Y bueno, uno no le cae bien a todo el mundo, así como a mí tampoco me cae bien todo el mundo. (Ríe). Es mi trabajo más sincero y que la gente lo entienda es lo que me llena.

—Hay un camino que comienzas: componer para otros proyectos

—Es complicado. A veces, cuando tienes una esencia muy marcada, se nota mucho esa característica que te define.  Entonces, componer para otras personas es un reto. Al principio comencé sin tener mi propia manera de escribir. Fue complicado hallarlo. De hecho, todavía estoy entrenando con cada letra que escribo, pero hacerlo para otras personas es un desafío. Hay instrumentales que desarrollo, entonces hay otras personas que las quieren, pero me cuesta soltar porque se parecen mucho a mí. Se me ha hecho difícil ver a otras personas con lo que yo hago. Pero hay que soltar, entregar al mundo, y ver cómo funciona en otros. Por ejemplo, hay una artista nueva que salió de Lacosta (sello discográfico) que se llama Astrid. Participé en sesiones de composición. Es muy talentosa, increíble, con un vozarrón. Al principio, empecé a escribir mis melodías, que es lo que hago primero. Pude ver cómo funcionaba. Entonces me dije que está bien, que sí puedo. Es complicado por el hecho de entregar algo tuyo, pero lo he estado llevando bien. Aprendo cada día.

—Es decir, no es que se meten en tu casa, sino que tu abres la puerta. Se llevan algo, pero tú dejas

—(Ríe). Sí, sí, sí. Me gusta.

—¿Con cuáles otros proyectos estarás?

—Bueno, en este caso, está el de Astrid. También estoy en algunas cositas de Vera Delacruz. Por los momentos, no he tenido más proyectos para participar. En este caso son femeninos. He contribuido muy poco en masculinos a nivel de letras, pero sí en melodías. Sin embargo, está genial si hay cualquier cosita, cualquier palabra en la que pueda ayudar. También está el proyecto de Penélope, que es nuestra directora de arte. Le dio por hacer música y tiene un proyecto genial que se llama Fresa con Crimen. Me encanta estar detrás. Es un sonido y un género, que, por mi cuenta, me hubiese dado mucho miedo tocar. Todo eso del dembow, el reguetón puyúo, la fiesta loca. Como Irepelusa me hubiese dado miedo rozar esos géneros. Pero con Penélope, estando detrás, me doy cuenta que puedo contribuir de una manera que disfruto.

—Hay una influencia en tu disco de la música brasileña. Hay una mención a Chico Buarque en una de tus canciones

Leer más  Las enseñanzas del matrimonio retratadas en cuatro testimonios

—¡Sí! En “Fango”, con Horus, que es bien poético. Toda esa mención se la dejo a él. Me sorprendió que él formara parte de esa canción. Yo creía que era muy purista en todo lo que hace, entonces, fue genial verlo ahí metido en mis sonidos. Es un tema que instrumentalmente creé yo junto con Hocho (productor). Un coro que salió en la madrugada cuando íbamos de viaje. La motivación baja cuando menos te lo esperas. Se lo mostré a Horus y fue muy emotiva la manera en la que se comprometió. Quería verlo salir de su zona de confort para entrar a la mía. Es lo que busco con todas las colaboraciones que ves en el álbum. Me encantan todos los que están. He aprendido de ellos a lo largo de mi carrera. Y ahora los traigo a este mundo del koala, a la vez que yo también experimento con sus sonidos. Siempre me preguntan la razón de los artistas que están. A todos ellos los he descubierto a lo largo de mi trayectoria. Me he enamorado de su música. Me proyecté tener una colaboración con ellos, y ahí están en el disco.

—¿Cómo recibes los elogios en redes o las reseñas que han hecho de tu música en distintos medios, incluso internacionales?

—Siento que lo han entendido muy bien. He recibido comentarios como que cada canción es un mundo, que ninguna se parece. Puedo entender que encuentres similitudes porque es mi esencia. Hay melodías que puedes reconocer porque son parecidas. Pero en general, es genial que vean como una dulzura y cada tema como un mundo. En el Sunset Roll se logró lo que deseaba. Me propuse algo distinto y que marcara diferencia. Sabía que iba a ir gente de todo el país y que sería mi primera presentación, debía hacer algo que sorprendiera. No solo quería cantar, sino un show con happening desde el principio hasta el final. Causó muchas sensaciones en la gente. Muchos me dijeron que estuvieron a punto de llorar. Eso me ayuda a crecer, aunque también estoy dispuesta a recibir comentarios constructivos y objetivos. Que te digan siempre cosas positivas porque te admiran, me puede cegar y evitar que vea elementos que me pueden ayudar a mejorar. Esto es un camino de crecimiento constante, de altos y bajos. Es necesario tener cítricas constructivas de aquellos que lo ven desde afuera.

-¿Y qué comentario constructivo y objetivo  has recibido que hayas tomado en cuenta?

-Todavía no he recibido ninguno. (Sonríe). No ha habido alguno que sienta que vaya a usar para mi próximo álbum. Sé que hay gente que tal vez lo quiere decir. Así que bienvenidos, que lo digan. Me lo voy a tomar con mucho cariño porque sé que viene desde algo con base, pero hasta los momentos no hay ninguno. De hecho, he escuchado comentarios positivos de personas que pienso que no les hubiese gustado, pero que reconocen que es un álbum que llega. Eso es genial.

-¿A qué crees que se deba todo lo que ha pasado? ¿Es suerte, reconocimiento del talento o trabajo duro?

-No quiero decir que es suerte. Creo que la suerte es para las personas que la necesitan. Todo esto ha sido un trabajo constante de encontrarme, seguir adelante a pesar de no tener resultados al momento. Hay siempre que intentar darle al proyecto todo el amor. Siento que hay que vibrar en una frecuencia que te mantenga en un estado zen, por decirlo de una manera. Hacerlo porque amas lo que haces. Creo que eso es lo que me ha mantenido acá. Te proyectas las cosas con el corazón. Pongo siempre el ejemplo de Rawayana. Cuando comenzaba en todo esto, hace cinco años los veía desde el público. Las bandas venezolanas influyeron mucho en mí. Yo me dije que también me podía desenvolver en ese mundo. Eso existe. Al venir de una familia que no veía esto posible para vivir. Me lo proyecté con tanta fe, con tanta determinación y amor, que cinco años después grabé un video con Rawayana. Lo que te propongas y proyectes, dependiendo de la pureza y la honestidad, llegará. Las colaboraciones que hay en el disco son con artistas que admiro. Incluso, haber girado por México y Colombia con los españoles Cráneo y Lasser fue un momento increíble. Hace dos años yo solo estaba escuchando el álbum de ellos. Es muy satisfactorio cuando sucede.

Leer más  Adriana Loureiro: “El fotoperiodismo es una lección de humildad que no acaba nunca”

—Acabas de hablar de tu familia. Recuerdo que el año pasado me comentaste que no todos ellos estaban de acuerdo con que te dedicaras a la música. Creo que tu abuela…

—Mi abuela, mi padre, mi madre. De hecho, cuando estaba en Polyman, uno de los planes era recorrer Latinoamérica al rompe, a los bares. Me decían que eso no me iba a servir, que iba a terminar tocando en una plaza. Me recomendaron que estudiara algo que me diera dinero. Estudié ingeniería. No me arrepiento para nada. Aprendí muchas cosas, me formaron, pero siempre me iba al escape de la realidad con la música. Hoy en día, al ver los resultados, puedo decir que mi familia está orgullosa. De hecho, si Dios quiere, hay una gira internacional que haré como Irepelusa, en la que posiblemente me lleve a los Motherflowers. El último show será en Madrid. Toda mi familia vive en España. Entonces, están emocionados, orgullosos. Me dicen que les avise cuándo es para comprar las entradas. Sentir esa vibra llena mucho. No la tenía antes. Ningún miembro de mi familia me ha visto tocar. Hoy, después de todo lo que hemos crecido, me hace sentir contenta, pero también super nerviosa. Es el show que más me inquieta porque ellos van.

—Estamos a mitad de año. ¿Qué planeas para lo que resta de 2022 además de la gira?

—Bueno, ya estamos culminando la gira de Motherflowers acá en Venezuela. Fue increíble. La vibra en cada ciudad ha sido maravillosa. Es grato y satisfactorio ver cómo pasaste meses haciendo canciones para sacar un álbum, y luego ver al público coreándolas. Muy poco se compara a esa sensación. A veces me cuesta cantar y se me aguan los ojos al ver a la gente cantar a todo pulmón. En Venezuela fue muy exitoso el Retrofuturismosicotropical Magical Tour. Ahora quiero darle la oportunidad a Un koala en una palmera. Llevar este formato que presenté en el Sunset Roll a otras ciudades. Será muy distinto a Motherflowers. Quiero algo teatral. No me gustaría llevarlo a bares ni locales nocturnos, sino a salas de teatro. Estos son los planes que tengo. Espero cuadrar una gira por el país y ya se está planeando la internacional, que si Dios quiere comienza en septiembre. Nunca dejamos de sacar música porque tenemos un montón de proyectos en paralelo. Van a seguir saliendo canciones de Motherflowers y de Irepelusa. Hay un montón de colaboraciones que vendrán fuera del disco. Viene más de Comida para llevar.

—¿Por qué teatros?

—Porque como te dije, mi música no se trata solo de salir a cantar. Tiene todo eso que quiero expresar más allá, todo eso de los performances, los happenings. Quiero presentarlo de esa manera, como una obra que verás. Observar de principio a fin

—Percibir…

Percibir todas las sensaciones a través de la música y de la performance en escena. No solo soy yo, sino también deseo hacerlo con una banda y coristas. Es algo más completo. Esa es la manera en la que quiero presentarlo. 

Noticias relacionadas