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- En silencio, el youtuber mexicano y la organización Unos Venezolanos prepararon durante año y medio cinco proyectos para las comunidades petareñas, que hoy ven la luz ante las redes sociales. En exclusiva, el equipo de El Diario estuvo presente en la inauguración de estas obras, durante su fugaz visita a Caracas | Fotos: José Daniel Ramos
Muchos miradores de Caracas envidiarían la vista que tienen los habitantes del sector Las Casitas, en el barrio Carpintero de Petare. A la derecha, el Ávila se expande hasta el horizonte como una ola a punto de engullir la ciudad. Abajo, se abre el plano de quintas y edificios de El Llanito, La California y Los Cortijos, así como la mancha verde del Parque del Este. Hay un pequeño faro que, siguiendo el mapa, es la torre de La Previsora, en Plaza Venezuela, y dos largas líneas que son Parque Central. Agudizando más la vista podría llegarse a ver Catia, en el extremo opuesto aquel valle de concreto y asfalto.
Al dar la vuelta, un grupo de niños corretea alrededor de un complejo de dos canchas que aún se mantienen intactas a pesar de ya tener un año de construidas. Niñas maquilladas y vestidas de negro ensayan sus pasos de baile para la actividad que se realizará esa tarde, aunque sus madres miran con más preocupación el enorme nubarrón que se posa sobre ellos. Su invitado ya estaba en camino y todo tenía que salir a la perfección.
José Alejandro Tienda, conocido en Internet como Alex Tienda, es un youtuber mexicano que hace contenidos sobre viajes. En su canal figuran videos donde visita lugares tan exóticos y peligrosos como Afganistán o Corea del Norte. Incluso causó polémica a principios de este año, cuando viajó a Ucrania dispuesto a documentar los albores de la invasión rusa. Kramatorsk, la ciudad en la que estaba, fue asediada con artillería, quedando expuesto al terror de la guerra. Por supuesto, Venezuela no podía faltar en la lista, con su peculiar mezcla de paraíso tropical y Estado fallido tan atractiva para cualquier aventurero.
En exclusiva para El Diario, confiesa que este es el país con el que más ha conectado en sus recorridos, al punto de que ahora se considera a sí mismo como un mexicano-venezolano. “En otros países se enojan porque dicen que hablo más de Venezuela que de otros, pero es que a donde quiera que voy me encuentro con venezolanos que me ven y me dan todo el cariño que pueda pedir”, afirma.
Aunque su segunda visita fue tan fugaz como secreta, desde el 6 de septiembre ya había dado asomos de su presencia en el país al tomarse fotos con algunos influencers en un local de Caracas. Fue fácil intuir que esa extraña escala entre su viaje a Colombia y el retorno a México no era casual. Y, efectivamente, al día siguiente compartió varios estados en sus redes sociales, mostrando su regreso triunfal a Petare, con el anuncio de que sorprendería a más de uno de sus detractores.
El video que se convirtió en promesa
En marzo de 2021, Alex Tienda vino a Venezuela para grabar una serie de documentales para su canal. Uno de sus episodios fue sobre Petare, conocido por ser el barrio más grande del país y uno de los más peligrosos. Su misión era comprobar si la realidad se correspondía con esa reputación sustentada por las estadísticas policiales. Ya otros vloggers extranjeros como Luisito Comunica o Rubén Díez (Lethal Crysis) habían estado allí, con la misma intención y conclusiones que Alex.
Sin embargo, el mexicano quiso darle su propio toque dejando a un lado la narrativa de la violencia, y acompañando a la organización Unos Venezolanos en su trabajo con las comunidades. Allí quedó impresionado por las escaleras y calles empinadas, la vista panorámica de la capital, y los niños que volaban papagayos sobre el techo de un Mercal abandonado. Petare era un universo de bloque y zinc en el que ahora deseaba sumergirse.
Durante su visita conoció a Adrián, un chico de 14 años de edad quien vivía en una vivienda precaria con láminas y tablas por paredes y un refrigerador averiado. También a una joven con asma que no podía costear su medicamento, y a quien le regaló el cartucho de su propio inhalador. Quizás ese contacto despertó en el youtuber un genuino afecto por los habitantes del barrio, ya que un tiempo después anunció la campaña Gracias Venezuela, para ayudarlos con sus mayores necesidades.
Inicialmente había fijado la meta de recaudar 25.000 dólares para su iniciativa, que llevaría a cabo junto a Unos Venezolanos y la agencia Media Travelers. En solo cuatro días alcanzó $96.000, y poco después superó los $100.000. Sin embargo, la polémica estalló meses después, cuando mostró los resultados. En septiembre se inauguró el complejo deportivo formado por una cancha de baloncesto y una de futbolito, que si bien era como se proyectaba en los planos, hizo que muchos usuarios reclamaran por el manejo de los donativos. Acusaciones llovieron tanto para el influencer como para la ONG, aunque aún se guardaban el secreto detrás de la cortina.
Lo que se cocinaba en Las Casitas se resguardaba en la absoluta complicidad entre los involucrados y sus habitantes. Un trabajo que, desde el silencio, siguió su curso como un pacto confidencial incluso después de terminado. Mientras las redes sociales se habían quedado con la punta del iceberg, desde el Instagram de Unos Venezolanos ya tomaba forma la verdadera dimensión del proyecto. Ahora, con Alex de regreso en el país, había llegado el momento de revelarlo.
Comienza la función
Son las 4:00 pm y la lluvia rebota contra las camionetas y el suelo. Casualmente en la primera visita de Alex a Petare también llovió, aunque no con tanta intensidad. La ventisca sacude las gotas que caen en diferentes direcciones, aunque desde la altura del cerro se puede ver el sol asomarse a través de los bordes de la nube. Al final solo se trata de una lluvia pasajera.
Un ruido hace voltear las miradas que aún aguardan bajo techo. Un hombre comenta que es el sonido del aguacero al arreciar, y otro que solo es un trueno. Pero no. Son ruedas derrapando sobre la pendiente de la calle. Unos niños van a toda velocidad sobre unas carruchas, mientras otros comienzan a salir anunciando que ya escampó.
De pronto la puerta de la camioneta se abre, justo cuando ya los equipos de cámaras están en sus posiciones para comenzar a grabar lo que será el próximo video de Alex Tienda. El influencer camina hasta la casa donde le han esperado toda la tarde. Apenas se pone de cuclillas, desaparece cubierto por decenas de niños que se lanzan a recibirlo. Como una suerte de Santa Claus caribeño, con un short negro y camisa blanca con estampado de flores azules, Alex comienza a repartir dulces mientras comenta lo feliz que está de volver a reencontrarse con tantas caras que un año y medio atrás había visto en su primera visita. Su presencia llama la atención de todos los vecinos, quienes comienzan a llegar con miradas de curiosidad y alegría. Para ellos, “el mexicano” es toda una celebridad con la que se toman selfies o videos.
El vlogger está acompañado por Alexandra González, directora ejecutiva de Media Travelers y productora de sus documentales. También están presentes varios influencers venezolanos, que de vez en cuando comparten con él algún momento de risas o un cameo, pero que el resto del tiempo permanecen apartados. Bien jugando con los niños o conversando entre ellos sin llamar la atención.
“Les dije que vendría con un amigo”, anuncia Alex en un momento. Una característica de sus videos es su particular tono de voz y modulación, parecida a la de un actor de doblaje. Pero al hablar con los jóvenes, se torna mucho más infantil hasta parecer la de un personaje de caricatura. Como el flautista de Hamelin, los conduce a la calle donde aparecerá su invitado. Caminando con su bicicleta, llega el campeón mundial de BMX y medallista olímpico Daniel Dhers, a paso resuelto y con esa sonrisa que ya es una marca del atleta. “Les presento a un venezolano muy talentoso”, prosigue Alex, antes de narrarles las hazañas de su compañero en las rampas de Tokio.
Siguen caminando. Ahora mira a la cámara. “Queremos demostrar que no solo se hicieron unas canchas, sino mucho más”, afirma. Se dirigen a la Unidad Educativa 5 de Julio, ubicada en esa misma calle. Como un alcalde a punto de inaugurar una obra, avanza rodeado de gente hacia el edificio recién pintado, y al que solo le faltaba un listón para cortar.
Educación primero
Gianpiero Manciagli es el director de Unos Venezolanos. En entrevista a El Diario, explica que la labor de su organización es articular a los habitantes para resolver sus problemas comunes, mejorar la comunicación vecinal y apoyar a los niños en su desarrollo. Suelen ir al menos tres veces por semana a Petare para entregar donativos y hacer trabajo social, por lo que sirvieron como guías para Alex Tienda en su primer video. De allí nació una sociedad en la que se convirtieron en los encargados de materializar este proyecto.
Cuenta que se reunía dos o tres veces al mes por videollamada con Alex y Alexandra para discutir las ideas recogidas de las asambleas de vecinos. Una vez evaluada la viabilidad de los más factibles, comenzó el proceso de licitación de las compañías que asumieron las obras. Agrega que en algunos casos estas empresas brindaron solo su asesoramiento en temas de ingeniería, para dar la oportunidad a las personas de la comunidad de participar.
“Tomamos el tema de la educación como prioridad. Poder trabajar y brindarle apoyo al colegio 5 de Julio era muy necesario”, apunta. A pesar de tener una plantilla de aproximadamente 600 estudiantes, llegaba apenas hasta el ciclo básico por falta de salones para 4º y 5º año. Por eso, tras obtener la autorización de la directiva y de la Gobernación de Miranda, comenzaron en octubre de 2021 la construcción de esas aulas pendientes. Comenta con orgullo que ya para diciembre estaban listos, y este año egresó su primera promoción de bachillerato.
Otros trabajos que se realizaron en la escuela fueron la reparación de las filtraciones y daños de la estructura, así como el friso y pintura de las paredes. En la cancha, se repuso por completo la cerca y las rejas, además del techo. “Esto es de todos y por eso tenemos que cuidarlo”, le dice Alex Tienda a los niños mientras pasan por los pasillos amarillos.
El reencuentro
Toda la calle parecía una gran fiesta, con niños yendo de aquí para allá y padres grabando con sus teléfonos. Van cuesta abajo hasta que el camino se corta por un desnivel. Abajo está la segunda obra a presentar de esa tarde: un parque infantil y una cancha de bolas criollas. Para llegar allí se puede bajar de dos maneras. La primera es por las escaleras; la segunda, por un gran tobogán de más de 10 metros de largo que serpentea directo hasta el área de juegos. Obviamente Alex elige la segunda y se desliza para probar su calidad. Le siguen varios de los influencers, miembros del equipo de Unos Venezolanos y pronto hay toda una cola para usarlo.
Josmar Carvallo se ríe por la ocurrencia de colocar un tobogán en lo que antes era un barranco. Recuerda que antes ese terreno estaba bastante deteriorado, pero ahora cuenta con columpios, una rueda y demás equipos. También con jardineras y baldosas para poder caminar. La vecina acota que el parque servirá para el esparcimiento de los jóvenes no solo en la calle principal de Carpintero, sino también los de la calle El Tanque y otros sectores aledaños.
Un reencuentro significativo para el youtuber fue con Adrián. Aunque esta vez no lo visitó, su casa ahora es completamente diferente a la última vez. Manciagli indica que, con la aprobación de la familia, la antigua vivienda fue demolida y construyeron una de bloques, con todos sus sistemas eléctricos, tuberías y desagües. Recibieron electrodomésticos nuevos, al igual que en otras cuatro casas donde también se hicieron remodelaciones. Agrega que el tercer proyecto dentro de la campaña de Alex Tienda fue la instalación de 75 reflectores para iluminar las principales vías y callejones de la zona.
En la cancha
“Vamos rápido, que perdemos la luz”, advierte un camarógrafo. Ya eran más de las 6:00 pm y el sol comenzaba a ponerse, tiñendo de tonos naranjas y fucsia la acuarela del cielo. Sin embargo, una parada obligada para Alex es recrear cuando se lanzó en una carrucha por la bajada. Como en una partida de Mario Kart, cada uno de los acompañantes del influencer tomó posiciones, escoltados por los pequeños pilotos del barrio. Al dar la señal, apenas si rodaron unos metros antes de chocar entre sí o desviarse de la pista. Pero las risas no faltaron.
Ya era de noche cuando llegaron a las canchas. La luna, en cuarto creciente casi llena, se veía mucho más cerca de lo habitual. La procesión encabezada por Tienda apareció entre los aplausos de quienes ya esperaban allí desde antes.
—Ese es el que hace BMX, mano— comenta un joven a su amigo señalando a Dhers.
—¿Qué es eso de BMX?— le responde el otro chico sin reparar en el atleta.
—El que ganó los Juegos Olímpicos en bicicleta— explica el primero. Dhers ganó la medalla de plata en la categoría Estilo libre de su disciplina en la edición de Tokio 2021.
Alex Tienda ya no puede ocultar la emoción al ver el complejo deportivo. Aunque ya está cerca de su primer aniversario, es la primera vez que lo ve con sus propios ojos. Al tomar el micrófono, aprovecha para recordar que todo el dinero y tiempo invertido no fue en vano, y que ahora todos estos espacios están para el disfrute de la comunidad, que tendrá también el deber de preservarlos. Hay además un claro mensaje para sus haters.
Ciertamente, la relación de Alex Tienda con las redes sociales ha sido bastante tensa. Especialmente en el ecosistema de Twitter, donde recibe constantes insultos y críticas, muchos por parte de venezolanos. Algunos sectores recriminaron al mexicano que en su seriado solo mostró el lado atractivo del país, ignorando la emergencia humanitaria compleja, la represión política y la violencia que la azotan más allá de los lugares turísticos. Esto a pesar de que Tienda sí dedicó varios episodios a documentar fenómenos como el chavismo y su impacto en la sociedad, o la complejidad del cambio entre el dólar y el ya moribundo bolívar soberano. En casos como el de su video sobre Petare, eligió quedarse con lo positivo de su experiencia.
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Las chicas bailan una canción de Rosalía. El tema se interrumpe para reventar con un reguetón intenso, mientras se lanzan al suelo y hacen piruetas. Varias personas se suben al techo del Mercal abandonado para tener una mejor vista.
Una mujer relata que el antiguo mercado de la red estatal tiene años inoperativo, por lo que los vecinos propusieron usarlo como parte del complejo deportivo. Quizás como un centro cultural, o un lugar de esparcimiento para adultos mayores. Al final sus peticiones fueron rechazadas, por lo que el galpón continúa allí, vacío y con sus vigas oxidadas, aunque en una de sus paredes está pintada la cara de Alex Tienda.
Sobre la falta de un espacio para las actividades de la comunidad, encontraron la solución en el último y más grande anuncio de la noche. Alex camina hacia una casa de color negro que resalta entre las demás. A pesar del cansancio por todos los recorridos y el sudor que hace brillar su frente, mojando su cabello teñido de color platino, todavía puede seguir. Intenta mantenerse inmerso en su papel de animador, haciendo chistes y bromeando con su séquito, tomándose selfies con los vecinos o hablándole a las cámaras. El show debe continuar.
Para todos
La Casa Chamitos es quizás el proyecto más ambicioso entre los desarrollados con Unos Venezolanos. Surgió luego de comprar una vivienda con la intención de establecer un centro de capacitación para que los niños puedan hacer sus tareas y recibir atención integral. Los adultos también pueden usarla para trabajar o participar en los cursos y servicios que organiza la ONG.
“Quiero anunciarles que por fin me compré una casa en Venezuela”, bromea Tienda. Al entrar, a mano izquierda, pasa al salón principal donde hay cuatro computadoras Mac, así como un estante con tablets, juegos de mesa y libros. También hay varios pupitres y un televisor inteligente con la idea de que se pueda usar para las clases en línea, o simplemente para las noches de películas. Del lado derecho hay dos consultorios: uno para odontología y medicina general, y otro para psicología.
Manciagli señala que por el momento ambos servicios serán brindados por voluntarios, aunque están reuniendo recursos para tener un personal fijo. Destaca que el centro podrá servir como un punto logístico para entregar sus donaciones de manera más segura y eficiente. También para elaborar una base de datos de los vecinos con mayores necesidades y darles atención personalizada.
“Tenemos muchas ideas, el proyecto está apenas iniciando. Estamos trabajando bajo ensayo y error en algunas cosas, pero en otras ya estamos muy claros de cómo se va a llevar a cabo”, apunta el activista.
Agrega que la casa está abierta para cualquier profesional o docente que desee colaborar dictando charlas o talleres, o para prestar sus servicios en los consultorios. Igualmente, acota que la organización está recaudando fondos para costear los gastos mensuales de la Casa Chamitos, así como el mantenimiento de todos los proyectos que desarrollan en Petare.
Un trago refrescante
Luego de recibir el agradecimiento de los habitantes de Las Casitas, la jornada cerró con un compartir. Un hombre levanta un pote lleno de papelón con limón. Alex Tienda lo mira extrañado, pero luego de probarlo, siente que su cuerpo recarga energías tras horas de correr, deslizarse por toboganes y carruchas y, sobre todo, hablar. “Es la primera vez que lo pruebo, es muy refrescante. Siempre escucho papelón con limón, y me gusta mucho como suena”, comenta divertido.
El mexicano todavía tiene lugar para el asombro de las primeras veces en su estadía en Venezuela. Un país que afirma amar profundamente a pesar de ser la segunda vez que lo pisa. De hecho, declara a El Diario que al momento de aterrizar en el aeropuerto de Maiquetía, una extraña sensación de familiaridad lo invadió. Como si en lugar de un destino exótico, estuviera regresando a su casa en Jalisco, Guadalajara.
“No me imaginaba todo lo que iba a venir después del documental y me empezaron a llegar muchos recuerdos. Fue algo muy bonito y no podía dejar de pensar en la gente que ha tenido que regresar y tiene esa nostalgia. Sin dudas este es el país con el que más he conectado”, dice.
Con la satisfacción de haber cumplido su misión secreta con éxito, Alex Tienda volvería a México al día siguiente. Aunque fugaz, la aventura de volver a Venezuela cierra un capítulo de aquella promesa que nació de un video para su canal, pero también abre nuevas páginas para los futuros proyectos y viajes que, sin anunciarlos formalmente, sabe que hará en el futuro. Y en Petare, con una vista privilegiada del Ávila y la ciudad, los niños gritan mientras uno patea el balón con fuerzas. Sin dudas es un gol.
1 comentario
Exelente iniciativa, saludos desde Sta Cruz.