• La OTAN se mantiene en alerta luego de que Rusia movilizó a la nave, que fue diseñada para disparar el poderoso torpedo Poseidón. Esta ojiva puede producir tsunamis radioactivos capaces de cubrir la mitad de Europa

Rusia mantiene su amenaza de escalar la guerra en Ucrania a un nuevo nivel, mientras crecen las hostilidades con Occidente. Dos semanas después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, declarara que estaba dispuesto a utilizar su arsenal nuclear en el campo de batalla, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) alertó a sus países aliados que el K-329 Belgorod. Este submarino ruso es uno de los únicos que puede transportar (y disparar) los torpedos nucleares Poseidón, conocidos como “el arma del Apocalipsis”.

El despliegue del Belgorod fue confirmado durante los primeros días de septiembre en el océano Ártico. De acuerdo con la agencia Europa Press, Estados Unidos activó una red de satélites para vigilar sus movimientos en todo momento. De hecho, algunos gobiernos sospechan que el submarino podría estar detrás del sabotaje a los gasoductos Nord Stream I y II, los cuales surtían de gas ruso a Alemania. Aunque desde Moscú se acusa a la Armada estadounidense destacada en el mar Báltico de provocar la explosión.

En cualquier caso, Occidente mostró su preocupación sobre el motivo por el que el Belgorod fue movilizado. El periódico italiano La Repubblica, reportó que los expertos de la OTAN temen que Rusia podría estar probando su operatividad. Incluso contemplan la posibilidad de ensayos con el misil Poseidón. Este fácilmente podría ser disparado sin su cabeza atómica en un área despoblada del mar de Kara, de soberanía rusa. Con esto, los rusos no solo estarían midiendo su capacidad para ser rastreado por los sensores térmicos bajo el hielo, sino que también estarían enviando un mensaje contundente sobre su capacidad de destrucción.

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El submarino colosal

K-329 Belgorod, el submarino nuclear ruso que contiene el “arma del Apocalipsis”
Presentación del Belgorod, en 2019. Foto: Cortesía

El Belgorod comenzó su construcción en 1992, como parte de la serie de submarinos nucleares de clase Oscar II (designación dada por la OTAN). Con la disolución de la Unión Soviética, el proyecto se paralizó y retomó en varias oportunidades. Debe su nombre a la ciudad de Belgorod, ubicada al suroeste de Rusia, precisamente en su frontera con Ucrania. En 2009 el Ministerio de Defensa encargó rediseñar por completo la nave, para adaptarla a los proyectos especiales que desarrollaba su industria militar. Aunque en 2012 se anunció que ya estaba completado, no fue sino hasta abril de 2019 que fue botado al mar.

Se incorporó al servicio activo en la Armada rusa el 8 de julio de 2022, en pleno contexto de la invasión a Ucrania. Con 184 metros de eslora (longitud), se le considera como el submarino más grande del mundo. Solo como ejemplo, los más grandes de la flota estadounidense, que son los clase Ohio, tienen un tamaño de 170,64 metros de largo. Tiene una capacidad para 120 tripulantes, además de una autonomía de hasta 120 días sin salir a la superficie.

K-329 Belgorod, el submarino nuclear ruso que contiene el “arma del Apocalipsis”
Gráfico realizado por el equipo de 20minutos.es para la nota Así es el K-329 Belgorod, el submarino fletado por Putin: transporta el ‘Arma del Juicio Final’ … y pudo provocar el sabotaje al NordStream

Una de sus funciones es operar como “nave madre” para transportar a mayor profundidad otros mini submarinos de propulsión nuclear. También cumple labores de inteligencia en el océano Ártico, debido a su sistema de radares de última generación. Sin embargo, su uso más importante es ser uno de los dos submarinos en el mundo capaces de contener a los misiles Poseidón. Aunque a diferencia de la Khabarovsk, que solo puede llevar una ojiva consigo, el Belgorod puede albergar hasta seis.

El arma del Apocalipsis

K-329 Belgorod, el submarino nuclear ruso que contiene el “arma del Apocalipsis”
Misil State-6 Poseidon, uno de los más destructivos de la Armada rusa. Foto: Cortesía

Si bien el Belgorod es un submarino notable por sí solo, lo que lo convierte en una amenaza para Occidente son los Poseidón. Conocido como Sistema Oceánico Multipropósito Status-6, es un vehículo híbrido entre un torpedo y un dron no tripulado. Si bien los servicios de inteligencia estadounidenses descubrieron su desarrollo en 2015, no fue sino hasta 2018 que se anunció oficialmente. Esto como parte del nuevo armamento estratégico del gobierno de Putin para recuperar el poderío militar ruso.

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El Poseidón tiene una velocidad aproximada de 180 kilómetros por hora y puede desplazarse hasta 10.000 Km bajo el agua. Las autoridades rusas aseguran que cuenta con fenómeno hidrodinámico llamado supercavitación, que le permite alcanzar altas velocidades. De hecho, se cree que este torpedo es capaz de viajar durante semanas en el mar y alcanzar su velocidad máxima solo en los últimos 3 kilómetros de tramo. Esto se complementa con otra de sus características: el sigilo. La Armada estadounidense ha reconocido que el Status-6 es difícil de detectar, ya que está diseñado justamente para eludir los sistemas antibalísticos de ese país. 

Sin embargo, lo más impactante de este arma es su capacidad de destrucción. Está hecha para atacar ciudades costeras, provocando con su explosión tsunamis con un alcance que podría sumergir por completo el litoral de varios países. En su momento, la propaganda rusa aseguró que el choque del Poseidón podría hacer desaparecer en el mar a grandes islas como Gran Bretaña e Irlanda. Es decir, su uso durante la guerra podría inundar ciudades completas como Los Ángeles o gran parte de la costa europea.

Esto sin mencionar que se trataría de una gran ola radioactiva. Si bien estos misiles pueden dispararse sin su carga nuclear, sus ojivas normalmente vienen equipadas con una bomba de cobalto-60, un isótopo radiactivo sintético que se suele emplear en equipos de laboratorio y radioterapia, pero llevado a un uso militar. Se cree que el rango de contaminación puede abarcar hasta los 1700 x 300 kilómetros. Esto haría que la peor parte no sea la destrucción por el tsunami, sino la exposición a la radiación en los supervivientes y su propagación por el ambiente.

Situación delicada

#TeExplicamosElDía | Sábado 1° de octubre 
Un tanque ruso es abandonado en una ofrensiva ucraniana en la región de Jarkiv. EFE/EPA/OLEG PETRASYUK

La movilización del Belgorod ocurre en un momento de extrema tensión. Por un lado, Putin celebró recientemente la anexión a Rusia de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, así como las provincias conquistadas como Jesón y Zaporiyia. Esto mediante una consulta popular cuestionada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) por desarrollarse en un contexto de guerra y represión, por lo que muchos países desconocen la legitimidad del proceso.

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Por otro lado, Ucrania emprendió en las últimas semanas una contraofensiva para recuperar las zonas ocupadas por las tropas rusas. Estas se han centrado principalmente en el sur, logrando esta semana retomar el control de las ciudades de Limán y Torske, en Donetsk. Aunque el avance ha sido lento, sobre todo el Jersón, el Ejército ucraniano mantiene una marcha sostenida. De a poco, ha liberado población por población hasta expulsar a los rusos de un considerable territorio en las orillas del río Dniéper. 

La forma en que los ucranianos han logrado romper las defensas rusas ha sido uno de los principales problemas del Kremlin. La derrota en el frente de batalla llevó a Putin a ordenar la movilización de 300.000 reservistas, lo que a su vez produjo una crisis interna, entre protestas y la salida del país de miles de hombres jóvenes por temor a ser reclutados. Esto sumado a las consecuencias de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea a sectores estratégicos de la economía rusa, y al apoyo logístico que estos países brindan a Ucrania, con envíos de armas y recursos para mantenerse en el combate.

Invierno nuclear

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Foto: Cortesía

Aunque Putin ya había amenazado desde el inicio del conflicto con utilizar su arsenal nuclear si la OTAN intervenía directamente, no es hasta ahora que parece una posibilidad realmente tangible. A finales de septiembre, el mandatario señaló que usaría todo su sistema de armamento para defender la integridad territorial de Rusia. Eso, por supuesto, incluyendo ahora a las provincias recientemente anexionadas.

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Por eso muchos expertos consideran que el Kremlin podría tomar el avance de Ucrania en la región del Donbás ya no como un conflicto militar, sino directamente como un ataque contra su soberanía. Esto como justificación para el uso de armas atómicas, las cuales por convenio solo pueden se pueden utilizar con fines defensivos. 

Rusia es el país con el arsenal nuclear más grande del mundo, con 4.477 ojivas estratégicas y 1.900 tácticas. De acuerdo con la cadena CNN, este último tipo agrupa bombas de menor potencia, que sirven para destruir objetivos puntuales como portaaviones, bases enemigas o filas de tropas. 

No obstante, no por eso dejan de ser armas de destrucción masiva. Se calcula que una ojiva táctica tiene una potencia de entre 10 y 100 kilotones de dinamita (en contraste con los hasta 800 kilotones de los misiles más grandes). Esto los hace equivalentes a las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en 1945 contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, las cuales tuvieron un poder de 15 y 21 kilotones respectivamente.

Muchos políticos rusos han declarado en los últimos días que están a favor de usar armas nucleares tácticas contra Ucrania si continúa su reconquista en el Donbás. Esto podría tener consecuencias no solo para Kiev, sino para toda Europa, que recibiría el daño indirecto de las nubes radioactivas y la contaminación que dejaría su detonación. Y aunque actualmente el Belgorod está en el Polo Norte, lejos de la zona de guerra, su sola existencia supone la posibilidad de una aniquilación sin precedentes para el continente.

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