• La FIFA anunció que abrirá un expediente al equipo serbio por una bandera en la que reivindican la soberanía de su país sobre la región de Kosovo. El gesto, ocurre en un resurgimiento de las tensiones dejadas tras la disolución de la antigua Yugoslavia

La Copa Mundial de Catar 2022 sigue siendo foco de controversias poco relacionadas al fútbol. Una de las más recientes involucra a la selección de Serbia, la cual hace unos días publicó una foto de sus vestidores. En la imagen, tomada antes de su partido con Brasil, se ve una foto de la bandera blanca en la que se observa un mapa de la República de Kosovo. Superpuesto, está el escudo de Serbia y la frase “no habrá rendición”.

La foto se tomó como acto de nacionalismo por parte de sus jugadores, quienes reclaman ese territorio como parte de su país, a pesar de que declaró su independencia en el año 2008. Desde entonces, la soberanía de Kosovo ha sido aceptada por instancias como las Naciones Unidas o la propia Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), aunque no por varios países como Rusia, China o España, por lo que aún se le considera como un país con reconocimiento limitado.

Este gesto parece demostrar al mundo que todavía sigue vigente la tensión en la región de los Balcanes, la cual durante la década de los años noventa sufrió de un periodo de fuerte inestabilidad y guerras tras el colapso de la Unión Soviética en 1991. Y en un momento donde Europa del este permanece en crisis por la invasión rusa a Ucrania, Serbia parece interesada en reavivar viejas disputas territoriales con sus vecinos. Un mensaje político que parece ir mucho más allá de cualquier rivalidad en las canchas.

Un solo país

Para entender la dimensión del mensaje enviado por Serbia, hay que remontarse a principios del siglo XX, cuando los pueblos eslavos del sur estaban divididos bajo vasallaje del Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano. Luego de que ambas potencias se disolvieron tras la Primera Guerra Mundial, toda la región balcánica se unificó con el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que en 1929 se renombró oficialmente como Reino de Yugoslavia.

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Esta nación estaba conformada por lo que actualmente es Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia. Durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupada por las fuerzas del Eje y liberada por partisanos liderados por el mariscal Josip Broz Tito con el apoyo de la Unión Soviética, por lo que al terminar el conflicto, se refundó como la República Federal Popular de Yugoslavia (más adelante, República Federal Socialista).

Sin embargo, Yugoslavia nunca fue un país homogéneo. Si bien la mayoría hablaba la lengua serbocroata, la influencia otomana en el sur había dejado rastros de etnias como macedonios, albaneses y bosnios, con su propio idioma y de religión musulmana. En el norte, también había un fuerte contraste entre los croatas y eslovenos, que eran cristianos católicos, y los serbios, que eran ortodoxos, además de importantes poblaciones de húngaros. Así, bajo un mismo Estado coexistieron seis repúblicas constituyentes, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas y religiones, y dos alfabetos. Todo esto gracias al sistema socialista laico y la mano dura de Tito.

Desmembramiento

Mundial Catar 2022: ¿Qué hay detrás de la bandera que la selección de Serbia colgó en sus vestidores?
Destrucción de un pueblo en Croacia durante la Guerra de los Balcanes (1992-1995). Foto: Reuters

Tras la muerte de Tito en 1980, Yugoslavia atravesó una crisis política y económica que encendió el nacionalismo en sus diferentes pueblos. Esto sobre todo en rechazo al control ejercido por Serbia, que intentó imponer su cultura sobre el resto. El punto de quiebre llegó con la caída de la URSS en 1991. Estas repúblicas constituyentes comenzaron a declarar su independencia de la misma forma en que los habían hecho polacos, ucranianos y bálticos con Rusia.  

Esto desencadenó una guerra civil en la que Serbia enfrentó diferentes frentes. El primer choque fue contra Eslovenia, en un rápido enfrentamiento que acabó con el reconocimiento de su independencia en 1992. Con Croacia el conflicto se extendió hasta 1994, principalmente debido a las reivindicaciones territoriales serbias sobre la región de Krajina. En la región de Bosnia-Herzegovina se vivió entre 1992 y 1995 la parte más sangrienta de la guerra. Hubo intentos de limpieza étnica, violaciones masivas y que llevaron a la ONU a intervenir.

Aunque Macedonia también proclamó su independencia en 1991, no hubo casi conflicto en ese territorio, y Belgrado reconoció su soberanía pacíficamente en 2001. Finalmente, en 2002, Yugoslavia cambió su nombre por el de las dos únicas repúblicas que quedaban: Serbia y Montenegro. Ambos países mantenían una unidad lingüística, étnica y política que los hacía fuertes aliados. Aunque en 2005 Montenegro aprobó un referendo de independencia que terminó por concretar su separación de Serbia un año después.

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El problema kosovar

Mundial Catar 2022: ¿Qué hay detrás de la bandera que la selección de Serbia colgó en sus vestidores?
Foto: Reuters

A pesar de haber pertenecido al Reino de Serbia, nunca se asimilaron culturalmente a este país por sus raíces otomanas. De hecho, en su momento, la mayor parte de su territorio estuvo ocupado por la Gran Albania. Actualmente más del 90 % de la población de Kosovo es de religión musulmana y el 88 % es étnicamente albanesa.

Por ese motivo, durante la Yugoslavia socialista Kosovo fue una provincia autónoma de Serbia, donde se respetó a su población albanokosovar. Sin embargo, en 1990 el gobierno de Belgrado suprimió su carácter descentralizado, siendo este uno de los detonantes de las guerras yugoslavas. Kosovo, al igual que sus vecinos, declaró su independencia en 1991, aunque pasó desapercibido entre las guerras mayores de Croacia y Bosnia. No fue hasta 1997 que estallaron los enfrentamientos a gran escala, cuando el ejército yugoslavo llevó a cabo asesinatos masivos de albaneses.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la ONU intervinieron militarmente en el conflicto, llevando a la rendición de Serbia tras bombardear Belgrado. Fue entonces cuando se firmó un Acuerdo de Paz, en el que Kosovo seguía siendo parte de Serbia, aunque con mayor autonomía y su propio gobierno. Así, se creó la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (Minuk). Este ente, subordinado a la OTAN y al Consejo de Seguridad de la ONU que se encargaría de gobernar la región sin injerencia de las autoridades serbias. Esta solución era temporal, por lo que en 2005 la ONU inició las conversaciones para un nuevo acuerdo, el cual no llevó a nada. Para los kosovares, el único camino era la libertad, y declararon nuevamente su independencia el 17 de febrero de 2008.

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Solo en algunas regiones del norte de Kosovo donde existe mayoría étnica serbia (que el 6 % de la población total) se rechazó la independencia y se creó la la Asamblea Comunitaria de Kosovo y Metojia, que desconoce al gobierno kosovar. En el plano internacional, 97 de los 193 Estados miembros de la ONU reconocen a Kosovo, entre ellos Estados Unidos y Montenegro, lo que afectó su histórica alianza con Serbia. Por su parte, el gobierno de Belgrado, si bien llegó a un acuerdo con Kosovo en 2013, todavía lo considera parte de su territorio, amparado en su Constitución en la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Juego complicado

Mundial Catar 2022: ¿Qué hay detrás de la bandera que la selección de Serbia colgó en sus vestidores?
Hinchas serbios enseñan el mismo pendón contra la soberanía de Kosobo que más tarde colgó en los vestidores del equipo. Foto: Cortesía

Muchos expertos consideraban que el partido entre Estados Unidos e Irán iba a ser uno de los más tensos del Mundial de Catar, debido a los conflictos diplomáticos entre ambos países fuera de lo deportivo. Sin embargo, esto no fue así y ambos equipos mostraron no solo amistad, sino solidaridad mutua al terminar el juego. En cambio, donde probablemente se respire una fuerte enemistad será el 2 de diciembre, cuando se juegue el partido entre Suiza y Serbia.

Ambos equipos ya habían compartido el mismo grupo en el Mundial de Rusia 2018, aquel encuentro terminó 2-1 a favor de los suizos, con goles de GranitGranit Xhaka y Xherdan Shaqiri. Estos futbolistas celebraron haciendo con las manos el águila bicéfala, símbolo nacional de Kosovo, lo que encendió el ambiente ante los enfurecidos jugadores serbios. ¿La razón? Tanto Shaqiri como Xhaka son descendientes de familias albanokosovares que huyeron del país durante las guerras yugoslavas.

De acuerdo con el portal Relevo, este no es el primer encontronazo protagonizado por Serbia. En 2014, un partido de clasificación para la Eurocopa entre esta selección y Albania debió suspenderse luego de que un dron sobrevoló el campo con la bandera de Kosovo. El delantero serbio Aleksandar Mitrović arrancó la bandera de manera despectiva, lo que inició una trifulca con los jugadores albaneses.

A pesar de ser mundialmente conocida por su neutralidad, Suiza jugó un papel importante durante la guerra de Kosovo al acoger a miles de refugiados albanokosovares. Actualmente, se calcula que 300.000 inmigrantes de esta nacionalidad viven en el país. Por eso muchos han tomado la foto de la bandera como un mensaje de los serbios directo hacia Suiza, como respuesta anticipada a los gestos de Xhaka y Shaqiri.

¿Qué hizo la FIFA?

Sergej Milinkovic-Savic, de Serbia, en su partido contra Camerún. Foto: EFE/EPA/Neil Hall

Poco después de que se viralizó la foto de los vestidores serbios, la FIFA informó que abrió un expediente disciplinario contra la federación. Hasta ahora no se ha confirmado qué tipo de sanción podrían enfrentar, que puede ir desde un partido a puerta cerrada hasta la suma de una derrota a su contador. No obstante, a pocas horas del cierre de la jornada del Grupo G, es poco probable que la penalización se aplique en el contexto del Mundial.

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De acuerdo con DW, la FIFA tampoco especificó exactamente qué norma del Código de Ética infringió el equipo serbio. Solo se indicó que se hizo para cumplir con la obligación de fair play y no violencia que todas las selecciones suscriben al comenzar el torneo. 

El reglamento de la FIFA establece que no pueden haber mensajes que hagan apología a discursos de odio ni manifestaciones políticas dentro de los estadios, ya que se alejan del espíritu deportivo de los partidos. Sin embargo, Serbia es el primer caso que se registra dentro de esta edición del Mundial, a pesar de que se ha visto a lo largo de la jornada varias protestas simbólicas por parte de equipos como Irán, Dinamarca y Alemania.

En el caso de los alemanes, durante su primer partido contra Japón, decidieron taparse la boca en su foto oficial en rechazo a la censura aplicada por la FIFA contra el brazalete One Love y la represión contra la comunidad LGBT. Decidieron continuar su desacato faltando a la rueda de prensa posterior a su derrota 1-2 contra los nipones, asistiendo solo el técnico Hansi Flick. En represalia, la FIFA impuso a la federación alemana una multa de alrededor de 10.500 dólares. No por su acto simbólico, sino por violar el el artículo 2.7.2 del Reglamento de Medios y Marketing, que obliga al equipo a estar en las ruedas de prensa.

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