• Nuevas investigaciones realizadas en casi 1.000 atletas de resistencia a largo plazo encontraron que el entrenamiento intenso puede contribuir a un mayor riesgo de desarrollar fibrilación auricular. Ilustración: iStock / The Washington Post

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota When too much exercise is bad for your heart, original de The Washington Post.

El ejercicio es, sin lugar a dudas, bueno para nuestro corazón. ¿Pero es posible que podamos excedernos demasiado de algo bueno?

Un creciente cuerpo de evidencia científica, incluido un nuevo informe sobre la salud de casi 1.000 corredores, ciclistas, nadadores y triatletas de larga duración, reveló que años de entrenamiento intenso y competencia pueden contribuir a un mayor riesgo de desarrollar fibrilación auricular, especialmente en hombres.

La fibrilación auricular, o AFib como comúnmente se le llama en inglés, es un ritmo cardíaco irregular que puede llevar a la formación de coágulos sanguíneos y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular.

Esta nueva evidencia científica no significa que debamos entrar en pánico y reducir nuestro entrenamiento, especialmente si nuestras rutinas de ejercicio son moderadas. Pero sí sugiere que nadie está exento de preocupaciones cardíacas, sin importar cuán en forma nos sintamos.

El ejercicio modifica los corazones, generalmente para mejor

Una gran cantidad de investigaciones demuestran que las personas físicamente activas tienen menos probabilidades de desarrollar problemas cardíacos o morir a causa de ellos en comparación con aquellas que rara vez hacen ejercicio.

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El ejercicio le exige mucho a nuestros corazones. Tan pronto como comenzamos a correr u hacer cualquier otro esfuerzo físico, nuestros corazones duplican o triplican la velocidad a la que bombean sangre a nuestros músculos en acción.

Con el tiempo, este esfuerzo fortalece nuestros corazones, al igual que lo hace con otros músculos, remodelando el órgano, incluidas sus aurículas, que son las cámaras superiores del corazón. Las aurículas transportan la sangre a las cámaras inferiores, los ventrículos, que la bombean hacia adelante. En general, estos cambios son deseables y bienvenidos.

Pero por razones que siguen siendo misteriosas, años de entrenamientos y carreras repetidas y extenuantes pueden pasarle factura al corazón, según algunas investigaciones recientes.

En un estudio muy debatido de 2019, por ejemplo, científicos en Suecia recopilaron registros médicos de 208.654 finalistas suecos de la Vasaloppet, una serie agotadora de carreras de esquí de fondo, con distancias de hasta 90 kilómetros, y los compararon con los de 527.448 hombres y mujeres suecos que no participaron en la carrera.

Los suecos tienden a ser físicamente activos, pero los corazones de algunos de los que completaron la Vasaloppet mostraron tensión, según descubrieron los investigadores. En general, los esquiadores no mostraron un mayor riesgo de fibrilación auricular que los demás suecos. Pero aquellos esquiadores hombres que habían participado en la mayoría de las carreras o habían terminado con los tiempos más rápidos —lo que sugiere que habían entrenado más intensamente— tenían más probabilidades que cualquier otra persona, esquiadores o no, de desarrollar fibrilación auricular en los años siguientes. (Las esquiadoras tenían las tasas más bajas de fibrilación auricular de cualquier grupo en el estudio).

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El mayor riesgo viene con el mayor ejercicio

En esencia, el estudio encontró que “los atletas altamente entrenados tienen un mayor riesgo de fibrilación auricular” que las personas que se esfuerzan menos, aunque el riesgo general sigue siendo bajo, dijo Kasper Andersen, médico y epidemiólogo de la Universidad de Uppsala en Suecia, quien supervisó el estudio de los esquiadores.

Esa idea se reforzó en el último estudio sobre atletas y fibrilación auricular, publicado en abril en el Clinical Journal of Sports Medicine, que en 2021 solicitó datos médicos y de entrenamiento de 942 atletas de resistencia masculinos y femeninos de larga duración. Todos habían competido en algún momento a nivel local o nacional y la mayoría todavía competía.

Alrededor del 20 % de estos atletas, casi todos hombres de mediana edad, dijeron haber sido diagnosticados con fibrilación auricular (AFib). El 3 % de ellos había sufrido un accidente cerebrovascular.

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Al igual que con los esquiadores, aquellos atletas que habían entrenado más, en términos de años de competencia y horas de entrenamiento por semana, tenían el mayor riesgo de desarrollar AFib, especialmente si eran hombres y, sorprendentemente, nadadores (incluidos los triatletas).

“Hubo una tasa más alta de AFib en los atletas más dedicados en comparación con la población en general”, dijo Susil Pallikadavath, un investigador clínico en cardiología de la Universidad de Leicester en Inglaterra, quien dirigió el estudio. Pero no fue una muestra aleatoria y es probable que la incidencia estuviera sesgada al alza, agregó, ya que es probable que los atletas con fibrilación auricular hayan respondido en números desproporcionados. También desconoce por qué la natación aumentó los riesgos en su estudio, aunque la posición propensa del deporte puede contribuir. (No hay evidencia de que las infecciones por covid-19 hayan afectado los resultados; la mayoría de los atletas con AFib fueron diagnosticados mucho antes de que comenzara la pandemia).

Préstale atención a tu corazón

¿Qué significa esta investigación para quienes hacemos ejercicio con frecuencia o competimos?

En primer lugar, no te alarmes excesivamente, recomendó Meagan Wasfy, una cardióloga deportiva del hospital Mass General Brigham en Boston, quien ha estudiado y tratado la AFib en atletas. El ejercicio moderado, como caminar o correr durante unas pocas horas a la semana, nos protege contra enfermedades cardíacas de todo tipo, incluida la fibrilación auricular, pero también la enfermedad de las arterias coronarias, es decir, placas en las arterias, la enfermedad cardiovascular más mortal.

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“De todas formas, sigue haciendo ejercicio”, dijo.

Pero por otro lado, no subestimes los nuevos síntomas y no los ignores solo porque haces ejercicio. El riesgo de desarrollar fibrilación auricular puede aumentar “de tres a cinco veces a lo largo de la vida” si pasas muchas horas cada semana entrenando, dijo.

Por lo tanto, presta atención a las palpitaciones repentinas del corazón o la falta de aliento, especialmente durante el ejercicio. Lo mismo ocurre con las disminuciones inexplicables en tu rendimiento. Si usas un reloj inteligente con monitor de frecuencia cardíaca, presta atención a cualquier aumento repentino en tu frecuencia cardíaca.

Estas precauciones se aplican tanto a las mujeres como a los hombres, explicó Pallikadavath. Hasta la fecha, las atletas femeninas de larga trayectoria han mostrado poco riesgo adicional de fibrilación auricular, pero ha habido pocas de ellas para estudiar. “Realmente necesitamos explorar el riesgo en las atletas femeninas”, dijo.

Aun así, quiere tranquilizar a los atletas. “Los beneficios del ejercicio superan con creces los riesgos”, aseguró. “No podemos cansar de repetir este mensaje”.

Traducido por José Silva

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