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- Luego de 15 años como rectora de la UCV, Arocha entregará el cargo el 20 de julio a Víctor Rago. En entrevista para El Diario, dio un balance sobre su gestión y habló sobre los retos que le tocó asumir, entre la violencia y la asfixia universitaria
La historia de la Universidad Central de Venezuela (UCV) parece caber dentro del despacho del Rectorado. En aquella sala de madera, lo primero que aparece al entrar es el escritorio de José María Vargas, fundador y primer rector de esa casa de estudios. Y sobre las paredes, los retratos de cada uno de los rectores que ha tenido a lo largo de sus 197 años de existencia republicana.
Supervisada por las miradas inertes de sus antecesores, Cecilia García Arocha pasó en ese despacho los últimos 15 años de su vida. Aunque el cargo de rector solo debería durar cuatro años, una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en 2011 ordenó suspender las elecciones de autoridades en las universidades autónomas. Así, quedó atrapada en medio una lucha que no había pedido librar: la de proteger la autonomía de la UCV ante una larga campaña de desgaste.
Sin embargo, aunque la lucha aún no ha terminado, su momento de estar al frente de la batalla sí. El 20 de julio saldrá de ese despacho por última vez como rectora, para asistir a la juramentación de su sucesor, Víctor Rago Albujas. Después de ese momento, ella misma colgará en la pared su propio cuadro, como la única mujer entre los 115 rectores que ha tenido la UCV.
“Yo amé esta universidad, y la amo. Creo que lo demostré con errores, con aciertos y desaciertos, pero lo demostré. Siempre seré una ucevista, siempre. En donde quiera que yo esté”, declaró en entrevista para El Diario.
Sobre la marcha
García Arocha reconoce que su experiencia como rectora no fue del todo amarga, pero tampoco sencilla. Y más cuando en su plan original nunca estuvo permanecer una década más de lo esperado al frente de una de las universidades más reconocidas del país.
“Yo me juramenté por cuatro años, no me imaginé nunca estar tantos años aquí. No fueron ingratos, pero tampoco fueron gratos. Primero luché contra la violencia, entonces la violencia pasó a un plano X. Después con el presupuesto y ahora, bueno, no tenemos ningún presupuesto para absolutamente nada”, evoca.
En 1993, García Arocha se convirtió en la primera mujer decana de la Facultad de Odontología de la UCV. Fue ratificada en tres oportunidades hasta 2004, cuando resultó electa como secretaria durante la gestión del rector Antonio París. Curiosamente, afirma que no aspiraba realmente al cargo.
“No imaginaba que fuera tanta responsabilidad ser rector. Nunca trabajé para ser rectora, nunca”, asegura.
Aun así, recordó una experiencia que la marcó como un presagio. Era 2007 y asistió a una de las protestas contra el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV). Ricardo Sánchez, quien para ese entonces era opositor y presidente de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, reclamó que no veía a ninguna de las autoridades universitarias presentes en un evento tan significativo para la política nacional.
“Le dije: sí, estoy yo. Después empezaron a llegar Eleazar Narváez, quien era el vicerrector académico, Elizabeth Marvat, la vicerrectora administrativa, y el rector, Antonio París, al sitio donde estaba yo. Eso es historia, y sentí que tal vez me convertiría en la primera mujer rectora de la Universidad Central de Venezuela”, evoca.
Sin embargo, reconoce que la decisión final de postularse para el puesto en 2008 fue por iniciativa de su madre, Acela Márquez. “Mi mamá sí me dijo: ‘es rectora o no es nada. Punto. Ya está bueno ya’. Mi hermano era más conservador y me dijo que podía postularme para ser vicerrectora académica. Yo creo que mi mamá tenía razón, porque de la Cecilia que se sienta aquí, a la Cecilia que se sentó allá (en la oficina de Secretaría), hay un trecho bastante largo”, asevera.
Su hermano, Raúl García Arocha, falleció en 2009, en su primer año como rectora, mientras ejercía como decano de Odontología.
—Viendo que en un momento su cargo quedó extendido de forma indefinida, ¿Consideró renunciar?
—No, para nada. Absolutamente para nada. Nunca, jamás. Yo estoy serena, tranquila. Estoy satisfecha con la gestión, con los amigos que hice y con haber conocido a los amigos que no hice. Estoy satisfecha con absolutamente todo y me voy tranquila. Pero no, jamás pensé en renunciar.
Tolerancia y prudencia
García Arocha suele repetir las palabras cuando habla, como una forma de enfatizar la convicción con la que las dice. De la fórmula con la que llegó al Rectorado en 2008, solo queda un miembro para entregar su cargo con ella. Se trata de Amalio Belmonte, secretario y vicerrector administrativo encargado. Originalmente el cargo lo ocupó Bernardo Méndez, quien renunció en 2020. Por su parte, Nicolás Bianco, vicerrector académico, falleció el 27 de julio de 2022. Actualmente su cargo es ejercido interinamente por Inirida Rodríguez, a quien la rectora llama “la mujer detrás del trono”.
“Lamento la muerte de Nicolás Blanco. Del otro (Méndez), no sé. No sé por qué renunció, porque decir que no podía hablar conmigo en 10 años, y en 11 años que estuvo de vicerrector administrativo es lamentable. Pero afortunadamente yo tuve a Nicolás Bianco a mi lado, y con él me bandeé el tiempo que fue necesario”, agrega la rectora saliente.
Durante la gestión del rector París, García Arocha se caracterizó por promover la reestructuración de la Organización de Bienestar Estudiantil (OBE), así como mejoras en el comedor universitario (aunque luego volvió a tener problemas para su abastecimiento). De esa experiencia, resume su aprendizaje en tres palabras, las cuales repite a lo largo de la entrevista: tolerancia, respeto y prudencia. Ese mantra, confirma, fue clave para su supervivencia como rectora.
“Yo fui tolerante y prudente con mi personal. ¿Prudente en qué sentido? Por ejemplo, yo jamás hubiese tocado a nadie a quien le faltaban meses para jubilarse. No, hubiera esperado que se hubiera jubilado”, afirma.
Responsabilidad compartida
Al asumir como rectora, García Arocha cuenta que tuvo 180 días para revisar las cuentas de la universidad y ver en qué estado la recibía. En ese momento, dice, aprendió que gran parte de las responsabilidades del campus no dependían solamente de ella.
“Ojalá el próximo rector sea condescendiente y entienda que las cuentas no dependen solamente del Rectorado. Dependen de las personas que están por detrás, por ejemplo, la coordinadora administrativa y del rectorado, la administradora y la tesorera. Todas esas personas son profesionales y ellas son las responsables de cómo se encuentra la universidad”, precisa.
En ese contexto, acota que si bien debió tomar decisiones como despedir o reenganchar a dirigentes sindicales, intervenir en disputas dentro del Consejo Universitario o los consejos de facultad, nunca le gustó que el peso final recayera sobre su firma en cada documento. Sobre todo porque, dada la forma en que funciona su universidad, esas decisiones suelen ser una responsabilidad compartida entre varios actores. Aunque muchas veces admite que le tocó ser la cara que recibiera las críticas.
“El rector dirige, estimula los cambios que se pueden dar, pero no puede, bajo ninguna circunstancia, mandar. Porque al mandar queda muy mal el rector, o la rectora. Claro, yo tengo absoluto carácter. Afortunadamente tengo ese carácter, pero también tolerancia y respeto. Y eso me permitió ser lo que soy hoy en día”, añade.
Años rojos
En marzo de 2001, un grupo de estudiantes simpatizantes del chavismo tomaron el edificio del Rectorado para exigir una reforma total de la universidad. Fueron 36 días de violencia y suspensión de clases que García Arocha recuerda perfectamente. Para ese momento era decana.
Desde ese día las relaciones entre el oficialismo y la academia estuvieron marcadas por las capuchas y lacrimógenas. El M-28, grupo estudiantil que protagonizó la toma, siguió en los años siguientes realizando acciones similares en los espacios de la universidad. Como parte del Consejo Universitario, García Arocha vio de cerca esa violencia, la cual heredó al asumir el cargo de rectora. “La violencia venía desde afuera, claro, pero aquí adentro se potenciaba”, expresa.
Es quizás la parte que recuerda con más amargura de su gestión. Sus primeros años estuvieron marcados por la violencia de estos grupos. La noche del 17 de febrero de 2010, sujetos armados dispararon contra las ventanas del Rectorado y arrojaron una bomba molotov con la intención de incendiar su despacho.
Puerta cerrada
En junio de 2014, la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional, de mayoría oficialista, citó a García Arocha a comparecer por la violencia que azotaba la universidad en ese momento. Sin embargo, su interpelación no fue por las bombas detonadas en escuelas como Derecho, o los vehículos quemados por encapuchados del M-28. Fue por haber permitido una marcha estudiantil dentro del campus, la cual fue reprimida por los cuerpos de seguridad del Estado y colectivos afines al oficialismo.
Aunque con los años la violencia lentamente se fue desvaneciendo dentro de la UCV, las tensiones con el régimen de Nicolás Maduro no disminuyeron. A pesar de las posiciones políticas encontradas, García Arocha asegura que no se opone al diálogo. De hecho, aplaude las declaraciones de su sucesor, Rago, en las que plantea retomar las vías de comunicación con el Poder Ejecutivo. La rectora saliente espera que logre concretarse, pues durante su gestión, jamás logró ser atendida en el Ministerio de Educación Universitaria.
“Yo le escribí a la fallecida ministra Tibisay Lucena miles de veces y nunca me aceptó una entrevista, pero es que Sandra Oblitas (actual ministra) tampoco. Y no es a mí, sino a cualquiera que tenga vinculación con la rectora. Entonces, ¿quién fastidia a quién? No sé”, argumenta.
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—¿En algún momento sintió que no era tan prudente involucrarse tanto en la política nacional, sabiendo las repercusiones que podía tener contra la universidad?
—Fíjate que no. Yo aquí he atendido a todo el mundo. Yo fui la rectora de todo el mundo, porque así debe ser. El rector tiene que tener mano zurda y mano derecha, como dicen. Entonces no me preocupa eso. ¿Por qué no me preocupa? Por la sencilla razón de que yo atendí a todo el que quiso venir. Todo el que quiso podía entrar y plantear su problema, y yo lo escuchaba. Eso también lo aprendí en esta universidad, a escuchar. A veces uno salía, no cargado, pero sí era demasiado. Pero siempre escuchar es bueno.
—¿En qué momento siente que se cerró definitivamente esa vía de diálogo que había con el régimen?
—No, fíjate que no la cerré. Yo creo que la cerró el gobierno, supongo que porque le pareció correcto hacerlo. Yo soy la persona más abierta, pero con carácter, con firmeza, y no me arrepiento de eso.
Presupuesto
Después de la violencia, la estrategia del régimen de Maduro contra la UCV fue recortar su presupuesto hasta volverla inviable operativamente. En una entrevista previa para El Diario, el excandidato a rector, Humberto Rojas, aseguró que el presupuesto actual de la universidad es de 72.000 bolívares mensuales (alrededor de 2.608 dólares a la tasa de cambio oficial).
Esa falta de recursos se puede sentir en el propio despacho de la rectora, en el que un ventilador intenta amortiguar el calor. Desde hace meses el sistema de aire acondicionado del edificio del Rectorado está dañado.
“Vamos a ver si, por ejemplo, en una universidad de gestión privada pasa esto. No, no pasa. El aire acondicionado costaba hace un año 26.000 dólares para ser reparado. Yo le escribí a todo el mundo, pero me contestaban que no estaban en condiciones de ayudarme. Bueno, aquí entonces ven el ventilador y las ganas de trabajar que tengo yo, las ganas de trabajar del personal también”, acota.
Reconoce que la situación ha sido especialmente grave para el personal de la UCV. Aunque la mayor parte del presupuesto se destina al pago de nóminas, gran parte del personal de seguridad y otras dependencias han renunciado, ya que sus sueldos son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. Una situación similar ocurre con los profesores.
”Creo que los profesores, empleados administrativos y los estudiantes han querido mucho su universidad y realmente la han defendido de ver cómo el gobierno la asfixia, pero no han podido (doblegarla). Y ojalá que no puedan. Eso es lo que yo más deseo, que no puedan, porque si no, estos 15 años quedarán en el olvido”, resalta.
Ingresos propios
Una de las propuestas de Rago como nuevo rector de la UCV es buscar fuentes de ingresos propios que eviten depender tanto del presupuesto universitario. Actualmente existen dos dependencias que precisamente están destinadas a esas labores: la Fundación Fondo Andrés Bello, encargada de la comercialización del conocimiento producto de la investigación académica; y la Fundación UCV, que administra diferentes empresas y convenios de la universidad.
No obstante, García Arocha aclara que ambas fuentes de financiamiento no son precisamente una mina de oro. “La gente cree que la Fundación UCV es multimillonaria. Ojalá fuéramos multimillonarios, pero no. La Fundación mantiene los estadios y no puede hacer nada más. Hay que ver lo que es mantener el estadio, que es además patrimonio de la Humanidad”, señala.
En el caso del Fondo Andrés Bello la situación es más complicada. Indica que, por reglamento, sus ingresos se deben reinvertir obligatoriamente para los proyectos de investigación universitaria, a través del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico.
“Yo no puedo utilizar los recursos como mejor me parezca. Una vez se planteó en el Consejo Universitario usar algunos recursos para poder realizar las elecciones de autoridades, y se le pidió a la Fundación Fondo Andrés Bello. Nos reunimos con el abogado que tienen ellos y dijo está bien, que daban tanto para las elecciones, pero lo paró la asesora jurídica. Eso no se pudo hacer”, explica.
Cuadro de honor
Una semana antes de entregar el cargo, el escritorio de García Arocha ya está vacío. Solo queda el membrete oxidado con su nombre y tres estatuillas de diferentes vírgenes. Otras dos estatuas más grandes, una de ellas de la Virgen Peregrina, están al otro lado de la sala. La rectora saliente afirma con una sonrisa que es una persona bastante mariana.
García Arocha sonríe bastante, quizás más de lo que solía mostrar en actos académicos y reuniones previas. Ante la idea de cerrar su ciclo como rectora, comenta sentirse muy satisfecha y tranquila. Incluso, por su tono de voz, podría asumirse que está un poco aliviada. “Me siento muy bien, porque se hizo lo que se pudo, y lo que se pudo se hizo”, comenta sentada tras el escritorio, escoltada por un par de cuadros de Vargas y Simón Bolívar.
A su lado izquierdo, en una de las paredes de madera, cuelgan cuatro cuadros de rectores ilustres. Todos tienen algo en común: fueron defensores de la autonomía universitaria. Allí están los cuadros de Rafael Pizani, Julio de Armas, Francisco de Venanzi y Jesús María Bianco. Y en esa pared ya colocó el clavo donde colgará su cuadro el 20 de julio. Una decisión tomada por el Consejo de Preservación y Desarrollo (Copred), en reconocimiento de su propia lucha para proteger la autonomía de la UCV durante los últimos 15 años.
“Cuando Copred ordenó los cuadros, definió este espacio y se acordó incluirme, y me siento muy honrada por eso. Yo me dediqué a defender la autonomía universitaria, aparte de otras cosas”, agrega.
Entre las sombras
A pesar de la resistencia, sin presupuesto la universidad estaba condenada a una muerte lenta. Era algo que, tras dos décadas y media, ya se evidenciaba en el estado de sus laboratorios, pasillos e incluso jardineras. Fallas en el aire acondicionado y un hongo desarrollado por la humedad obligaron a cerrar por tres años el Aula Magna. Y parte de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos sigue cerrada tras un incendio ocurrido en julio de 2021.
El 17 de junio de 2020 colapsó un segmento de uno de los pasillos techados de la UCV, frente a Tierra de Nadie. Entre aquellos escombros se veía ya el desgaste definitivo de la Ciudad Universitaria de Caracas, y su amenaza como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Fue entonces cuando el régimen de Maduro decidió intervenir creando la Comisión Presidencial, la cual desde entonces se ha encargado de hacer trabajos de reparación y mantenimiento en todo el campus. Trabajos, que, de acuerdo con las autoridades universitarias, pudieron haberse hecho de haber recibido los recursos que les corresponden.
Aunque García Arocha no se opone a la recuperación de la UCV, reconoce que se trató de una invasión silenciosa. La rectora asegura que, en la medida de lo posible, ha impedido que la comisión viole la autonomía universitaria; sin embargo, admite que actualmente no tiene comunicación con sus miembros ni le rinden cuentas de los trabajos que se realizan dentro del campus.
“Francisco Garcés era el responsable de reparar el techo. Y él se apareció, lo tuve aquí en el Rectorado más de una vez. Y él no vino después, por las razones que sean. El cerrarse así es malo”, dice.
También desconoce de cuánto ha sido la inversión que ha hecho el régimen de Maduro a través de su comisión. Agregó que le ha preguntado varias veces a los decanos si conocen las partidas presupuestarias de las obras hechas en cada facultad, o de las empresas contratadas para ejecutarlas, pero tampoco saben nada.
“No sé cuánto es la inversión, deduzco que debe ser multimillonaria. Aquí uno tiene que ser referente en el Consejo Universitario de las aprobaciones o no de la parte administrativa, y hay que regirse por lo que ellos han establecido. Ellos (la Comisión Presidencial) no, entonces claro que me chocaba. El escoger una empresa a dedo. Me parece que hay que exigirle a todos, por igual, la situación administrativa. El gobierno tiene que dar el ejemplo”, razona.
Futuro
García Arocha confiesa que ha tenido aspiraciones de incursionar en la política desde 2012, cuando se suponía debía entregar su cargo originalmente. No cree que la sentencia del TSJ truncara en su momento ese objetivo, pero sí le permitió hacerlo más despacio.
“Yo creo que yo estoy más preparada ahorita que hace unos años, y eso me lo dio la Universidad Central de Venezuela. La preparación, el conocimiento, la tolerancia y el respeto los fui afianzando”, comenta.
Y poco a poco comienza a poner las primeras piedras de su nuevo camino. Recientemente anunció que se incorporará al comando de campaña de María Corina Machado. Algo que aprovecha para desmentir también los rumores sobre su presunta aspiración a competir en las primarias opositoras.
Aunque a sus 69 años de edad ya está jubilada como profesora, apunta a que siempre se mantendrá unida estrechamente a la universidad a la que le dedicó toda su carrera. “Mi vinculación con la UCV siempre existirá, porque yo soy ucevista y siempre lo seré. Y estaré muy atenta a todo lo que ocurra en la universidad”, destaca
El 20 de julio, cuando finalmente se convierta en el único cuadro femenino en el despacho, Cecilia García Arocha espera que su legado no sea el de ser la rectora con el periodo más largo en la historia de la UCV. Mucho menos la imagen vista el 26 de mayo, tras anunciarse la reprogramación de las elecciones de autoridades, cuando una turba de estudiantes irrumpió en pleno Consejo Universitario para gritarle y exigir su renuncia. Con una mirada de resignación y hartazgo, quizás un recuerdo de los días de los tomistas del Rectorado pasó por su cabeza en ese momento.
García Arocha desea ser recordada como una defensora de la autonomía universitaria, como sus demás compañeros de pared. También por su mantra, que espera sirva de herencia para su sucesor.
—¿Qué consejo le daría al entrante rector Rago?
—Ya se lo dije. Ojalá que tenga un temperamento firme y tolerante. Con los gremios y con su paso por la universidad. Ojalá sea prudente y tolerante. Eso es lo que yo más le deseo.
