• En entrevista para El Diario, Páez considera que los últimos resultados en eliminatorias mundialistas de la Vinotinto reflejan de nuevo la etiqueta de la Cenicienta

En la historia del fútbol venezolano y de la selección nacional hubo un antes y un después de la era de Richard Páez, quien fue seleccionador nacional desde el 2001 hasta el año 2007. Fue contratado como técnico interino para culminar los últimos ocho partidos de las eliminatorias mundialistas hacia la Copa del Mundo de Corea-Japón 2002. Sin embargo, su proceso se mantuvo por seis años gracias al cambio que introdujo en el balompié criollo. 

A Páez se le atribuye la transformación de la Vinotinto. De ser llamada la Cenicienta de Suramérica, pasó a ser un equipo competitivo. El inicio de este proceso fue en el año 2001, cuando por primera y única vez en la historia de las eliminatorias mundialistas, el equipo logró ganar cuatro partidos consecutivos. La Vinotinto había dejado el último lugar de la tabla por primera vez. Bajo la dirección del merideño, Venezuela cambió su forma de jugar. 

En palabras de Páez durante una entrevista para El Diario, “La Vinotinto dejó de defenderse para tener un fútbol más ofensivo y propositivo”. Aunque, no se logró el sueño mundialista, con su tutela, la Vinotinto logró victorias importantes como ganarle a Colombia en Barranquilla, a Chile en Santiago, a Ecuador en Quito y derrotar por goleada a Uruguay en su casa, en lo que se llamó el Centenariazo. 

Richard Páez: La Vinotinto no puede estar bajo la tutela de ningún interés político
Richard Páez. Foto: Cortesía / Archivo

El proceso de Richard Páez terminó hace más de 10 años. Fue en 2007, cuando en un partido de las eliminatorias mundialistas hacia Suráfrica 2010, el público del estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal, hizo cantos contra él y su hijo, Ricardo David, quien para entonces era jugador activo de la selección.

Esos hechos, tanto las victorias como las derrotas, ya se perciben lejanas y contrasta con lo que ocurre actualmente en el fútbol venezolano y con la Vinotinto. Con unas nuevas eliminatorias mundialistas que iniciarán el 7 de septiembre contra Colombia, la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) ha querido avivar el sentimiento Vinotinto con la presentación del proyecto Corazón Vinotinto y con un relanzamiento de la imagen de la selección, que incluye camiseta con un nuevo, pero viejo conocido patrocinador. 

El oriundo de Mérida en 1953, vive en Florida, Estados Unidos, pero se encuentra de visita en la ciudad de Cincinnati, Ohio, acompañando a su hijo, Ricardo David. Páez jugó fútbol profesionalmente en la década de los setenta, con tan solo 18 años de edad. Formó parte de Estudiantes de Mérida, mientras cursaba sus estudios de medicina en la Universidad de Los Andes. Como entrenador, sus inicios tuvieron una gran influencia de entrenadores colombianos como Francisco Maturana y Hernán Gómez, ya que se encontraba en Colombia. Luego, viajó a Italia para hacer su posgrado en traumatología y estuvo en el centro de entrenamiento del AC Milán, hasta que regresó a Mérida para fundar su propia academia de fútbol. 

En 1995 dirigió a la Universidad de Los Andes, los sacó de la Segunda División. Luego, llegó a los cuartos de final de la Copa Libertadores en 1999, con Estudiantes de Mérida. Llegó a dirigir las selecciones sub-20 y sub-23 de Venezuela, hasta que llegó a la selección mayor en 2001. 

Ahora, Páez recuerda esos momentos con la tranquilidad de la distancia del tiempo, pero con la misma pasión.

Nos dimos el privilegio de jugar con tres volantes ’10’, eso solo lo hacen los suicidas o los convencidos. Nosotros éramos unos convencidos”, comentó.

¿A más de 20 años de aquellas primeras victorias que originaron el denominado “boom vinotinto”, a qué conclusiones llega de lo vivido en aquellos años?

A la distancia y después de tanto tiempo, indudablemente, las respuestas son de memorias. Evidentemente, esos hechos marcaron un antes y un después, de lo que significa hoy el fútbol venezolano. No podemos negar que antes de esa aparición del “boom vinotinto” o como yo lo llamo la metamorfosis de “la Cenicienta” a “la Vinotinto”, el cambio fue totalmente radical. Y fue hecho de una manera casi mágica y sorprendente, porque no teníamos procesos, trabajos previos, en donde uno presumiera que se pudiera dar una generación de tanto éxito como la que se logró. 

Tenemos que poner en contexto a la gente joven, fundamentalmente, que en el año 2001, cuando asumimos el reto de ser el técnico de la selección nacional, Venezuela solo había ganado tres partidos antes en 35 años de eliminatorias. Tres partidos en 35 años. Por eso, Venezuela era catalogada como “la Cenicienta” del fútbol sudamericano. Siempre éramos los últimos, no teníamos condiciones en nuestra liga profesional, solo participábamos en las Copas Libertadores, y así fue como recibimos a la selección nacional. 

Tengo en mi memoria como el presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, Rafael Esquivel, me llamó desde Ecuador, después de que Venezuela perdiera un partido de eliminatoria, bajo la dirección de José Omar Pastoriza, y me dice: “mira, carajito, tú que has hablado tanto, que has reclamado tanto y que has sido de los pocos que dice que la selección no nos representa, ¿eres capaz de asumir ser el técnico de la selección nacional por los últimos ocho partidos de eliminatoria?”. Si dudar, le dije que no sabía con quién estaba hablando. Yo me estaba preparando para ese momento. Pero ahora se volvió a la etapa de observar y respetar más a los rivales que respetarnos a nosotros mismos.

Richard Páez: La Vinotinto no puede estar bajo la tutela de ningún interés político
Richard Páez. Foto: Cortesía / Archivo

Usted habla qué fue muy atrevido y osado como entrenador, lo que se notó en la cancha. ¿Cómo Richard Páez logró que su mensaje calara ante unos jugadores que se sentían inferiores?

Eso no fue hipnosis. Tampoco fue un trabajo 100 % psicológico. Fue un trabajo de coherencia, fuimos coherentes con el mensaje. Todos los técnicos queremos ganar y planteamos los partidos para ganar o conseguir resultados positivos. Pero este técnico, Richard Páez, lo que llevó a los jugadores fue un reto futbolístico, fue plasmar en la cancha lo que yo hablaba en teoría. Les decía que íbamos a jugar de una forma propositiva, ofensiva y buscando al rival y tenía que desarrollar ese planteamiento.

Cuando comenzaron a ver que colocamos dos laterales de salida y dos volantes “8”, que no le permitía a nuestro portero ni a los defensores centrales tirar pelotazos largos, cuando sumamos esas cosas y se es coherente, pasan estas cosas.  Otro gran cambio que le dimos a la selección fue colocar tres volantes “10” en esa zona ofensiva. Eso era muy raro hasta en Brasil y Venezuela tuvo ese privilegio. Eso solo lo hace un convencido o un suicida. Nosotros demostramos que éramos unos convencidos totales.

Si había algo inamovible en el cuadro táctico de Richard Páez, era el tridente de zurdos en el medio campo: Gabriel Urdaneta, Ricardo David Páez y Juan Arango. Ese circuito fue el que más sensaciones buenas dejó en su proceso. ¿Cómo logró que esas tres piezas se entendieran dentro del campo y no se estorbaran?

Uno como técnico busca unas características y un mensaje táctico y estratégico, de acuerdo a las características que tienen sus jugadores. Yo buscaba jugadores que tuvieran habilidades individuales para inspirarlos y retarlos para que siguieran desarrollando ese juego. Eso se vio en la cancha reflejado con jugadores como Héctor González, Jorge Rojas, Vallenilla Pacheco, Eder Pérez, entre otros. Tener a Ricardo David, Gaby Urdaneta y Juan Arango, era tener características diferentes. Arango era goleador, llegaba siempre al área y tenía una buena pegada y buen pase. Gabriel Urdaneta, era el todo terreno, iba de área a área. Y Ricardo David era desequilibrante, el habilidoso que rompía el uno contra uno. Arriba, yo no quería un “9” fijo, quería un falso “9”, que se sumara al juego colectivo de los mediocampistas para generar superioridad numérica.

El comienzo de eliminatoria hacia Alemania 2006 es completamente distinto al final de las eliminatorias al Mundial de 2002. Fue un proceso que se encaró con más ilusión pero con más presión ¿Cómo afrontaron esas eliminatorias?

Ya habíamos generado una expectativa clasificatoria. En 2002, transformamos la realidad de la que siempre éramos los últimos y a ser siempre perdedores. Esa fue la metamorfosis, pero ya desde el 2006, comenzamos a generar una atmósfera clasificatoria sin haber logrado dentro del país un proceso de cambio y de evolución, con un proyecto integral que es lo que siempre le ha hecho falta a Venezuela para que pueda cambiar. Ganándole a Uruguay, dimos el salto más importante para que la gente creyera que Venezuela sí podía clasificar al Mundial. Estábamos peleando en puestos clasificatorios en esos partidos.

En esa eliminatoria de 2006 hubo un partido que marcó un hito y fue el llamado “Centenariazo”, el 3-0 contra Uruguay. Previo al partido, la FVF había comprado un avión y desde Uruguay, el técnico Juan Ramón Carrasco afirmaba que nos íbamos a regresar con el avión lleno de goles. ¿Hubo alguna disculpa del técnico hacia usted?

No, no hubo ninguna. Fue una victoria de categoría. Levantamos el nivel y los sorprendimos. En ese momento, éramos cuartos en las eliminatorias y si le hubiésemos ganado a Chile, habríamos sido primeros de la eliminatoria transitoriamente, porque después jugaban Brasil y Argentina.

En el cierre de la primera ronda de esas eliminatorias, Venezuela recibió a Brasil en la ciudad de Maracaibo. Era la Brasil de Kaká, Ronaldinho, Ronaldo, Roberto Carlos, Cafú, Adriano, entre otros ¿Sintió en algún momento que el público de Maracaibo dejó de apoyar a la Vinotinto por estas estrellas?

Tenemos que entender que Venezuela todavía no tiene una cultura arraigada. Lo que se llama una identidad con su selección. En ese momento no existía una convicción para sentirlo así. No podíamos competir con la realidad que tenía Brasil. Por eso, siempre trataba de mantener a la selección jugando entre San Cristóbal y Maracaibo. La capital zuliana por las condiciones climáticas y porque contaba con una mejor cancha. El engramado era mucho mejor que en cualquier otra zona del país. No es lo mismo que hoy. Aquel partido contra Chile en San Cristóbal, que una lluvia nos impidió jugar bien y perdimos, quedé marcado y decidí que solo íbamos a volver cuando la cancha estuviera en mejores condiciones. Lo que sí se vio, es que Venezuela toda cambió se sedujo con la selección nacional. La Vinotinto se convirtió en un símbolo nacional.

La segunda fase de esas eliminatorias al Mundial de 2006, hubo una etapa muy dura y fue la lesión de Juan Arango y no pudo estar contra Colombia y Bolivia. ¿Qué tanto afectó la ausencia de Arango en la preparación de esos partidos?

Hay que entender que conseguir un team work en la selección de Venezuela con el número escaso de nivel competitivo, es difícil. Ese equipo había que cuidarlo. Sufrimos las consecuencias de no contar con gran variedad de jugadores y hubo una seguidilla de lesiones y expulsiones. Sufrimos mucho en formar equipos competitivos. El golpe más doloroso fue lo de Juan (la fuerte lesión el 20 de marzo de 2005, en un partido de Liga Española jugando con el Mallorca, cuando el defensor central del Sevilla, Javi Navarro, lo embistió con un codazo que hizo convulsionar al venezolano). También se lesionaron Jorge Rojas, Ricardo David y Gaby Urdaneta. Se nos fue diluyendo el team work. No tuvimos una consistencia de jugadores para afrontar la competición.

Hay partidos que marcan la vida y hubo un partido que tuvo que haber marcado un antes y un después en Richard Páez, y fue el encuentro contra Bolivia en Pueblo Nuevo, donde se gana 5-3, pero para usted significa despedirse de la selección ¿Qué nos puede decir de ese partido y cómo lo recuerda?

En esas eliminatorias hacia Suráfrica 2010, realmente fueron unas eliminatorias muy especiales. Y digo esto, porque comencé a sentir que se abrió una distancia entre el trabajo que estábamos desarrollando y el apoyo que recibía la selección. Lo digo con una demostración contundente. Comenzamos esas eliminatorias nuevamente en Ecuador y Venezuela ganó ese partido, sorprendentemente, 1-0.

Venezuela comenzó en el  primer puesto en las eliminatorias hacia Sudáfrica 2010, que eran las eliminatorias que comenzaban a incorporarse los nuevos jugadores a nuestra selección y que le iban a dar un aumento futbolístico a Venezuela. Ganándole a Ecuador, que no había perdido en las eliminatorias pasadas en su territorio, esperábamos un mayor apoyo.

Posteriormente, íbamos a jugar contra la Argentina de Messi en Maracaibo y vimos que el estadio se llenó hasta la mitad. Ahí dije: “algo pasa, mano”.  Ahí sentí, algo está pasando. Como no había forma de atacar al proyecto Richard Páez, buscaron el eslabón débil. A mí lo que me dolió fue que tocaran al hijo y no al jugador. Cuando gritaban “saque a su hijo”, no era que sacara a un jugador, sino estaban yendo directamente a una posición muy indigna. Cuando sucedió ese hecho lamentable contra Bolivia, que jugando mal, ganamos 5-.3. Ganar jugando mal, solo lo hacen los equipos trabajados. Si yo seguía, iba a estar en una lucha tremenda e iba a ser un obstáculo directo para continuar en esa propuesta de llegar al Mundial.

Después de la salida de Richard Páez, como en todo el país, se polarizó el ambiente. Incluso, dentro del mundo periodístico y del aficionado, comenzaron a definirse grupos entre el “team Páez” y el “team Farías”. Obviamente, se contrastan los estilos en la cancha y ambos son válidos. ¿Cree Richard Páez que se ha retrocedido en el fútbol venezolano?

Las opiniones siempre tienen un condimento subjetivo. De acuerdo a los gustos,  a las ideas y a las visiones que se tengan para jugar fútbol. Indudablemente, César lo demostró con altísimo nivel y capacidad, con otro estilo y otra manera de ver al fútbol, pero con un respeto al uniforme, al gentilicio y a la selección, que hay que hacerlo notar. Yo creo que César tuvo la valentía de jugar de otra forma, pero siguió haciéndose respetar en el nivel del continente sudamericano. Hasta 2014, Venezuela mantuvo esa dignidad competitiva, después hay un declive progresivo en la selección. Los rivales volvieron a ver a Venezuela como un equipo accesible. Eso nos ha dolido.

¿Regresa la Cenicienta?

Si es por resultado, la Cenicienta está de regreso. Si es por resultados, volvimos a ser los últimos. Indudablemente, Venezuela tiene talento para decir que no. Venezuela se puede resistir a ser la Cenicienta de Suramérica. El gran salto lo dimos con Rafael Dudamel, que nos llevó a ser campeones del mundo en categorías sub-20. Generó que había proyección y talento natural en el joven venezolano. Nos estancamos y tenemos un declive en la selección nacional de mayores.

¿Es posible llegar a un Mundial de fútbol con los altos y bajos en la dirigencia del fútbol venezolano?

Conseguir esa marca utópica para Venezuela, que es llegar a un Mundial, es difícil, hay mucha competencia y los rivales son de alto nivel. Ahora hay una posibilidad mayor, porque hay un cupo más, pero se necesita un trabajo en conjunto. Se requiere un trabajo planificado y coordinado de mucha gente. Eso es lo que nos ha faltado, un trabajo profesional y efectivo a nivel dirigencial y que se refleje en la liga del fútbol venezolano. No es suficiente con tener buenos jugadores, hay que tener un trabajo bien desarrollado.

Salomón Rondón y sus más de 200 goles como futbolista profesional
Foto: Cortesía / Archivo

Se ha hecho un relanzamiento dentro de la FVF con “Latidos Vinotinto”, una presentación muy bien hecha, se lanza otro programa para fomentar el fútbol menor ¿Cómo ve esto Richard Páez?

Me parece excelente la propuesta de la FVF de iniciar un proyecto nacional, aunque sea básico, pero que tenga una capacidad de realización. Que se note la realización y no la planificación. Quiero gente que ejecute lo que se planifique. Ojalá se pueda desarrollar un cambio metodológico en las categorías inferiores, que se pueda desarrollar un nivel competitivo en toda la etapa formativa y que no se pierda.  Tienen que ser coherentes, efectivos y deben llamar gente. Solo llaman entrenadores de afuera, pero los entrenadores de adentro del país, es que lo deben desarrollar.

Había cierta presión en la opinión pública por tener un técnico extranjero, como si se desconociera que los mejores resultados de la Vinotinto se dieron con técnicos nacionales. ¿Si en una tarde en Ohio, usted recibe una llamada y es Jorge Giménez, y le propone hacerse cargo de la selección por determinadas circunstancias, está dispuesto a asumir el cargo?

Hoy la responsabilidad que tiene el profesor Batista es muy grande. No puedo responder la pregunta por el respeto que le tengo a ese cargo y que yo viví con tanto privilegio y dignidad, pero indudablemente mi corazón es Vinotinto. Ese corazón está ahí hasta el resto de nuestros días. Lo que quiero, es que se entienda que el fútbol venezolano debe creer en el talento de nuestros jugadores. Queremos ver jugar a Venezuela con respeto a nosotros mismos. Cuando vemos jugar a la Vinotinto con línea de cinco y tres volantes de marca defensivos, a uno se le retuerce el corazón, porque volvemos a ver ese fútbol miedoso en Venezuela.

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