• El poeta y profesor publicó su libro Las partes sueltas con la editorial de la Fundación La Poeteca. En entrevista para El Diario, contó que de sus experiencias personales, familiares y sociales surgió la necesidad de explorar la desintegración de los cuerpos como fragmentos que, aún siendo parte de una unidad, alojan una esencia propia

Siendo completamente objetivos, el cuerpo no es más que un cúmulo de cosas. Una masa de carne y fluidos que la ciencia clasifica en sistemas, órganos y tejidos, partes que en un principio parecen tener una esencia individual claramente identificable, pero que no dejan de ser piezas de algo más grande, lo cual les da sentido y propósito. A esos fragmentos que le dan unidad al concepto del cuerpo, incluso más allá de lo anatómico, dedica el escritor venezolano Luis Moreno Villamediana (Maracaibo, Zulia, 1966) su más reciente poemario, titulado Las partes sueltas.

El libro fue publicado en febrero por la editorial de la Fundación La Poeteca. Forma parte de la colección Contestaciones, que recientemente presentó también El mar atrás del mar, de Adalber Salas Hernández. Ambos se pueden conseguir en librerías de Caracas y en la plataforma de Amazon, y próximamente a través de la página web de La Poeteca. 

Para Las partes sueltas, Moreno Villamediana trabajó el concepto del cuerpo y su desintegración. Partiendo de su experiencia personal y los propios conflictos desarrollados con su autopercepción, hiló una serie de poemas donde la palabra se va desglosando en diferentes apartados, descomponiendo ideas y apéndices por igual.

Era como vindicar la complejidad del término cuerpo. Mostrar sus diferentes aristas, las implicaciones que tiene según el contexto, pasando de lo personal a los aparatos represivos del Estado, al cuerpo familiar y el cuerpo social. Entonces lo que termina siendo un libro corto, tiene como una especie de sustrato que muestra las otras posibilidades y deslizamientos de la compleja relación con mi propio organismo”, comentó en entrevista para El Diario.

Dismorfia

El autor relató que originalmente había concebido un poemario inspirado en temas como la naturaleza y la relación con el medio ambiente. Sin embargo, la muerte de sus padres, sumada a otras experiencias y recuerdos, hicieron crecer en él un sentimiento que fue expandiéndose en su interior hasta convertirse en versos. Así, terminó descartando sus textos originales para hablar sobre aquel proceso que representó ver cómo la facultades físicas de sus padres se iba deteriorando en la medida que avanzaba su edad.

Uno piensa de qué forma la subjetividad y la identidad están asociadas al manejo corporal, de forma más funcional, y al mismo tiempo cómo el hecho de que ambos hayan sufrido de senilidad suponía también una manera, entonces, de ir soltándose de aquello que había constituido la vida hasta ese momento”, contó.

Agregó que otro elemento importante dentro del libro fue la propia relación que Moreno tuvo con algunos defectos de su cuerpo. Mencionó problemas en la vista y una condición en la cadera que le hacía caminar de forma peculiar, y que le marcaron significativamente en un momento de su vida donde la identidad muchas veces se define desde lo exterior. Acotó que esas condiciones eran sutiles, casi imperceptibles al ver su cuerpo en un todo, pero a su vez estaban presentes allí, poniendo en entredicho su propia solidez y cohesión como una unidad indivisible. 

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Un interés que queda manifiesto en versos como “Y si el cuerpo torcido roto como sea—  no es/ el alma, ¿qué es/ el alma entonces?”. 

Cuerpo nacional

Los cuerpos dispersos de Luis Moreno Villamediana
Foto: Gustavo Díaz

Los cuerpos orgánicos no son los únicos que aborda Moreno en Las partes sueltas. De hecho, una gran parte se centra en reflexiones sobre el papel que, como individuos, ejercemos en ese gran organismo colectivo que es la sociedad. Y cómo dentro de él se desarrollan otras partes, entes burocráticos o represivos que adoptan justamente en el argot popular esa denominación de “organismos del Estado” o “cuerpos de seguridad”. 

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“En algunos de los poemas se halla una alusión a ese contexto político, al acto del crimen por parte del Estado, de manera que hay como una conexión que se terminó dando en este libro sobre esa idea del cuerpo disuelto, desintegrado, que lo es desde el origen y esa otra potencia ejercida sobre el cuerpo ciudadano”, explicó.

Acotó que de esta forma, a través de citas a la Constitución y del lenguaje legal, habla sobre la propia desintegración del país. Quizás como un cáncer que se va corroyendo desde adentro, fagocitándose a sí mismo. También hace referencia al dictador ruso Iósif Stalin y la visión soviética de la sociedad como un solo cuerpo homogéneo, sin lugar para individualidades y donde se castigaba severamente cualquier intento de pensamiento divergente. 

“Entonces se da como un trípode: la experiencia personal, la experiencia familiar y la experiencia social, como forma de ofrecer una mirada en el cuerpo en sus diferentes aspectos. Las ilustraciones que cierren el libro son rostros en negro, y provienen del uso de las fotografías en la época de Stalin, en la Unión Soviética, que era una forma de anulación ciudadana. Es una forma de tachar y hacer desaparecer todo rasgo de identidad”, expresó.

Cicatrices

Con el tiempo, Moreno cuenta que aprendió a reconciliarse con su propio cuerpo. Incluso con sus problemas de la vista y su vaivén al caminar, hoy son detalles con los que se ha acostumbrado a vivir. “No pienso demasiado en el futuro, en cómo terminaré descoyuntándome. No sé si heredaré las dificultades de mis padres, de manera que lo principal sería que este organismo mío pueda tener una cierta paz relativa en este convulso país”, apuntó.

Sin embargo, reconoce que como profesor universitario en un país cuyos sueldos apenas superan los 12 dólares, la paz es precisamente un término relativo. Agregó que si bien ya aprendió a asumir la vejez y la enfermedad como las grandes desintegradoras de la vida, en esa fragilidad hay también factores externos que influyen por la emergencia humanitaria compleja. Dificultades para ser atendido en un hospital, para costear medicamentos o contar un seguro médico son cicatrices incluso más profundas que aquellas dejadas por los ciclos biológicos. Son parte del mismo quiebre que retrata en su libro, y con el que todavía está aprendiendo a reconciliarse.

“Venezuela y su mapa no son un cuero de vaca seca, sino una especie de cosa algo monstruosa en muchos instantes debido al contexto político económico y social. Una especie de gran bestia con una boca enorme y dentadura muy afilada, que constantemente está haciendo mella en la epidermis. Entonces uno está siendo mordido constantemente, y a la vez percibe que hay enormes cicatrices en el colectivo, en la sociedad, provocadas por justamente esa enorme boscasa que va engullendo todo”, opinó. 

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Palabras descuartizadas

Los cuerpos dispersos de Luis Moreno Villamediana
Foto: cortesía Darío Sosa

La desintegración de los cuerpos es un elemento que se manifiesta en Las partes sueltas incluso en la forma en que está escrita. Su sintaxis y estructura se disocia a momentos en fragmentos que se van enlistando a lo largo del libro como algo independiente del poema. Frases o signos que pronto cobran una vida aparte y palpitan entre líneas, cortando al texto.

Esta es una característica que ha venido trabajando desde su libro Manual para los días críticos, que ganó en 1997 el Premio Internacional de Poesía Juan Antonio Pérez Bonalde. Indicó que a partir de ese momento se mudó a Estados Unidos, donde esta forma de experimentar con la palabra se acentuó. 

“A mi regreso a Venezuela en el año 2007 comenzó entonces a desvanecerse un poco la idea de una cierta poesía más tradicional o más pulida, y comencé a hacer una mucho más arriesgada, incluso arbitraria. Por ejemplo, cómo se ve en este libro, en el uso de los signos de puntuación, las comas, los guiones largos, el punto y coma, que ha sido uno de mis recursos favoritos”, añadió.

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Esa arbitrariedad en el uso del lenguaje, cargada de signos de puntuación poco convencionales y pausas fuera de lugar, son para Moreno Villamediana su forma de demostrar que su escritura está viva. Son palabras que expresan autonomía, y que al leer o analizar se descomponen como en una vivisección. “Me gusta verlo como un descuartizamiento de la palabra porque me hace pensar en una especie de autopsia paradójica. La autopsia se hace sobre el cuerpo muerto; en cambio, aquí es una forma de mostrar la vitalidad de la lengua”, aseveró.

Apagón

Aquellos poemas sobre la naturaleza que Moreno descartó para hacer Las partes sueltas no están del todo olvidados. Afirmó que actualmente se encuentra en proceso de edición de un nuevo poemario llamado Los territorios impuros, que contendrá esos inéditos. También en otro libro al que tituló 300 cabras, con un carácter quizás más lúdico y experimental, pues se trata de varios juegos de palabras o textos poéticos en los que va distribuyendo ese número de cabras a lo largo de sus textos.

En el campo de la prosa, el autor adelantó que trabaja en un ensayo sobre la obra del escritor cubano Octavio Armand, además de en una novela. “El gran problema, como decía Borges creo que citando a Alfonso Reyes, no es no publicar las obras, sino que se va la vida en rehacerlas después”, sentenció.

Mientras Moreno Villamediana habla, se va la electricidad en gran parte de Mérida. Suenan algunas cacerolas y gritos de fondo, pero no se inmuta. No es la primera vez que ocurre y sabe que se extenderá hasta bien entrada la noche. Es una de esas partes de ese gran cuerpo-país que lentamente se ha ido extinguiendo con los años, y con las que convive en su cotidianidad.

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