• El escritor Jacobo Villalobos, con el apoyo de Sello Cultural y Autores Venezolanos, recopiló nueve cuentos de escritoras emergentes donde se explora lo femenino desde un punto de vista pasional y violento

La escritura puede ser un ejercicio salvaje. No es un secreto que por las noches los autores pueden convertirse en bestias que devoran un poco de sus propias almas para, a la mañana siguiente, verlas transformadas en páginas llenas de signos ajenos. Algunos pueden ser criaturas voraces, condenadas a repetir eternamente su ritual mientras sus espíritus se desangran sobre el teclado. 

Quizás por eso encontrar, en medio de la soledad del oficio, un coro de voces que le aullan a la misma luna puede resultar un fenómeno fascinante. Y más cuando ese grito, materializado en la forma de una antología de cuentos, agrupa a varias de las figuras emergentes más destacadas de la narrativa joven venezolana. De allí nace Feroces, primer libro publicado por el webzine Sello Cultural con la plataforma Autores Venezolanos.

Recoge textos de nueve autoras: Andrea Leal, Verónica Florez, Sofía G. Pereda, Gabriela Vignati, Verónica Albornoz, Clara de Lima, Yoselin Goncalves, Natasha Rangel y Ana Cristina Frías. El encargado de compilar cada una de estas historias fue Jacobo Villalobos, mientras un equipo conformado por Tibisay Guerra, Luza Medina González y María Esther Almao se ocupó de la edición. El diseño editorial fue de Juan Merceron.

Muchas de estas escritoras ya han tenido un recorrido bastante importante en sus carreras, y esta es una excelente vitrina para mostrar lo que pueden hacer. Es, pues, impulsar ese camino y esas ganas para que sigan escribiendo”, afirma en entrevista para El Diario la gestora cultural Tibisay Guerra, directora de Autores Venezolanos.

Viscerales

Feroces: un rugido que retumba en la narrativa joven venezolana
Jacobo Villalobos. Foto: cortesía

Jacobo Villalobos explica que la idea de Feroces surgió en tiempos de pandemia, alrededor del año 2021. En ese entonces dictaba un taller de escritura creativa con la agencia Libre Albedrío, en el que inicialmente participaron Rangel y Leal, y luego se incorporaron Florez y Vignati. Entre cada sesión en la que colectivamente fueron trabajando y puliendo sus historias, se dio cuenta de que todas tenían, dentro de su diversidad de voces y estilos, ciertas temáticas comunes que se repetían como un patrón. 

“Estos temas orbitaban en torno, según lo que pude ver, a la feminidad, a la visceralidad, al descubrimiento del cuerpo. A los primeros brotes de pasión en un sentido muy agresivo, violento. Entonces, a partir de ahí empezó a crecer en mí la idea de agrupar a estas autoras bajo un mismo rótulo, bajo una misma égida”, comenta a El Diario.

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Desde este grupo inicial comenzaron un proceso de búsqueda y selección de autoras con perfiles emergentes dentro de la escena narrativa venezolana. Entre recomendaciones y lecturas de revistas y concursos, fueron sumando al resto de las integrantes de la antología. “Hubo sí una curaduría, pero al mismo tiempo fue un proceso muy orgánico en el cual las autoras, con su propia literatura, prácticamente se manifestaron a sí mismas”, comenta.

En un principio el proyecto atrajo la atención de algunas editoriales, pero la contingencia sanitaria por el covid-19 evitó concretar algo. Un año y medio después, María Esther Almao puso en contacto a Villalobos con Luza Medina de Sello Cultural y Tibisay Guerra, de Autores Venezolanos, para emprender aquella iniciativa. Villalobos señaló que todo se realizó de forma muy artesanal, corriendo casi por cuenta de los involucrados en cada parte del proceso. 

Salvajes

Feroces: un rugido que retumba en la narrativa joven venezolana
Tibisay Guerra. Foto: cortesía

Para Guerra, el valor de Feroces está en el testimonio. En entrevista para El Diario, considera necesaria esta antología, pues le permite dar voz a autoras que, a pesar de sus trayectorias ascendentes, no habían podido ser publicadas en un formato físico debido a la situación económica de Venezuela y la crisis del sector editorial. 

“Todos los temas que tocan estas jóvenes tienen mucha fuerza, mucha pasión. Todos los textos tienen alguna conexión aparte de lo femenino, en lo salvaje, de pronto en lo en lo mitológico, entonces creo que es muy curiosa y muy original esta antología”, comentó.

Esa fuerza con la que se narra responde precisamente a la definición misma de feroz. Sus relatos cargan una furia interior, incluso con un poco de crueldad, pero que no dejan de apelar a eso que la periodista Arianna de Sousa-García llama en la presentación del libro como lo “mágico criollo”. Esa necesidad de comprimir al país dentro de la palabra, con sus paisajes y su violencia, y que se ha vuelto una suerte de rasgo de la literatura venezolana. 

“¿Cuántas veces puede morir una casa? La casa morirá, únicamente, cuando no quede nadie para contar su historia”, escribe De Sousa en su texto. Y por eso cada vez emergen nuevas generaciones manteniendo viva la casa, a pesar de sus grietas. 

Obsesivas

Feroces: un rugido que retumba en la narrativa joven venezolana
Natasha Rangel. Foto: cortesía Feroces

Natasha Rangel estuvo presente en la génesis del libro en los talleres de Libre Albedrío. En entrevista para El Diario, recuerda que la base más bonita de su creación fueron aquellas sesiones en un grupo de WhatsApp de lecturas conjuntas, intercambiar recomendaciones con las otras autoras. Resalta que ese vínculo desarrollado mientras pulían juntas sus textos es una de las cosas que hizo especial a Feroces, pues es algo que rara vez se ve en otras antologías.

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“Algunas autoras pudimos ver muy de cerca el proceso de los cuentos de nuestras compañeras. Entonces no solo nos conocimos de ‘trato’ virtual, sino que también hubo una conexión a nivel artístico por medio de ese acompañamiento creativo”, comentó.

No es la primera vez que Rangel participa en una antología. Sus relatos ya habían sido publicados en compilaciones como Diarios del encierro (Índigo Editoras, 2020), Brevelectric: narrativa sin sello (2022) y Eight Travel Stories (2021). Ha ido consolidando su carrera con reconocimientos como una mención honorífica en el Premio Domingo Santo Pórtico de España en 2021, y más recientemente el Premio Lo Mejos de Nos 2023, por su historia  Saborear la casa es una sopa de arroz. Actualmente se encuentra en Estados Unidos, donde cursa una maestría en Escritura Creativa por la Universidad de Texas.

Para Feroces, la escritora retomó un texto que había hecho en 2017, pero cuyos personajes, afirma, jamás la abandonaron. “Jaula para zorros es una combinación de obsesiones literarias: los gemelos, los vínculos de los que a veces no se puede escapar, el amor que deviene trauma y el cuerpo como catalizador del eros y la identidad”, explica. Agrega que su historia sobre la turbia relación entre dos hermanos en un principio tenía como foco el arquetipo y la matrofobia, pero había algo que no terminaba de calzar. Aún no descifraba las motivaciones de Julien, uno de los gemelos. 

Fue un proceso que trabajó primero en su maestría, y luego en el taller bajo la dirección de Villalobos. Fue entonces que pudo, poco a poco, escuchar a sus personajes y dejar que ellos fueran los que hablaran su historia. “Pensar en cómo sería estar en su lugar me costó bastante y procuré guardar las distancias. Ahí es donde entra Julie. Conforme escribía focalizando su punto de vista, más sencillo era entender las pulsiones de Julien y el grado de obsesión y crueldad que Julie manifestaba por su hermano”, indica.

Incomprendidas

Feroces: un rugido que retumba en la narrativa joven venezolana
Clara de Lima. Foto: cortesía Feroces

A finales de 2022, Clara de Lima recibió un mensaje que más tarde consideraría un regalo. En él, Villalobos la invitaba a unirse al proyecto Feroces. Aunque no tenía un cuento listo con la premisa que buscaba el editor de mezclar lo visceral con lo femenino, el concepto le encantó, por lo que se dispuso a escribir No es un caracol gigante africano

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En entrevista para El Diario, lo describe como uno de los procesos de escritura creativa más largos que ha tenido hasta la fecha, con nueve versiones esbozadas, una de ellas incluso después de su publicación. Cuenta que su texto fue una afortunada confluencia de eventos: la idea de escribir sobre la pubertad femenina y los cuerpos no normativos; leer la historia de Alba Parejo, una joven catalana con nevus melanocítico congénito gigante (NMCG), enfermedad benigna caracterizada por enormes parches negros en la piel; y el oír una nota de voz de un niño llorando porque sacrificarían a su mascota, un caracol africano (catalogado como una plaga invasora en Venezuela).

Creo que mi identificación con el personaje es la misma que puede sentir cualquier otro lector, pues hablo de etapas cruciales cuyas sensaciones jamás se olvidan. Esa inadecuación entre la autopercepción y la forma en la que crees que otros te ven, el ajuste de la identidad, la soledad, la incomprensión, la compañía que te brinda un animal por encima de tus compañeros de clase, la pérdida de un ser querido y el dolor del primer amor”, señala.

De Lima actualmente reside en España, donde cursa una maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Sevilla. Ha destacado como finalista del VII Premio de Cuento Santiago Anzola Omaña (2022), el VII Premio de Poesía Joven Rafael Cadenas (2022) y del certamen narrativo “Viaje alrededor de la casa” de El Diario (2020). 

Tercas

Feroces: un rugido que retumba en la narrativa joven venezolana
Bautizo de Feroces. De izquierda a derecha: Ricardo Ramírez Requena, Tibisay Guerra, María Esther Almao, Gabriela Vignati, Verónica Florez y Andrea Leal. Foto: Instagran @gbvignati

Feroces entra en la escena literaria venezolana en un momento de escasez de espacios para la narrativa breve. Rangel asegura que siempre que pude intenta leer y apoyar cualquier iniciativa o historia de escritores venezolanos. No solo como una forma de nutrir su espíritu, sino también para conocer nuevas caras y crear comunidad. Precisamente espera que este libro funcione como un canal de diálogo, para que otros jóvenes expresen sus inquietudes y se animen a desarrollar sus propios proyectos.  

Reconoce que cada vez existen menos espacios para la literatura joven en Venezuela, tanto físicos como digitales, y los que emergen suelen tener una vida corta antes de desinflarse y desaparecer. Pero lejos de verlo con negatividad, afirma que por cada idea que muere, nacen otras que persisten, muchas veces por autogestión. “Escribir es un acto de terquedad y esa terquedad nos vuelve agentes de la proactividad: si no tenemos los espacios, nos toca inventarlos”, dice.

Por su parte, Villalobos refiere que actualmente existe una gran generación de narradores que intenta abrirse paso en un momento donde la crisis editorial e inconstancia de proyectos hace que muchos grandes prospectos se desvanezcan en el anonimato. “Escribir es un oficio que a veces se puede tornar muy solitario e incierto, a veces muy desalentador, y todos estos narradores están escribiendo con una carga extra, que es la ausencia de editoriales en Venezuela y de espacios de divulgación. Incluso me atrevería a decir que la ausencia de una comunidad que los arrope producto probablemente de la migración y de las otras crisis que sufre el país”, opina.

Curiosamente, De Lima no cree que la escritura tenga que ser necesariamente algo solitaria. Aunque reconoce que se requiere de cierto recogimiento, también ve importante la existencia de espacios en los que se pueda intercambiar puntos de vista y compartir intereses. Asevera que es necesario crear más espacios en los que los autores, y especialmente las mujeres, puedan ayudarse mutuamente para crear. 

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Feroces permitió un reconocimiento entre las autoras que formamos parte de la antología, un no sabernos solas en este camino aun cuando vivimos en diferentes países. Para mí fue una sorpresa que viví con emoción y con preocupación, el encontrarme con tantas narradoras contemporáneas que están escribiendo conmigo y a las que no conocía, y hace que me pregunte por todas aquellas a las que aún no he tenido la oportunidad de leer”, apunta.

Soñadoras

Feroces: un rugido que retumba en la narrativa joven venezolana
Foto: cortesía

Actualmente Range está centrada en concluir su maestría en Estados Unidos, aunque comenta que tiene varios proyectos literarios por revelar este año. Uno de ellos es la noveleta Estorninos negros, que ganó en 2023 el concurso Breves Sismos de la editorial uruguaya Dospájaros. Agrega que, producto de su postgrado, espera publicar también un libro de relatos centrado en temas como lo femenino oscuro y el arquetipo de la “final girl” común en las historias de terror. 

De Lima también trabaja en un libro de relatos como parte de su maestría, y que espera vea la luz este año. “Tiene como líneas vinculantes la relación humano-animal, la experiencia de la muerte como algo cotidiano y lo extraordinario de lo ordinario”, adelanta.

Desde 2016, Guerra ha trabajado con Autores Venezolanos en iniciativas como el Premio de Poesía Joven Rafael Cadenas. La gestora cultural espera seguir trabajando en nuevos proyectos que ayuden a consolidar espacios para la narrativa y no descarta seguir colaborando con Villalobos y Sello Cultural en más antologías si Feroces logra una buena acogida en librerías. 

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