• Los viajeros denuncian que son confinados — sin explicación — por horas en una sala sin acceso a sus pertenencias, sin agua, ni comida

Carlos Sánchez mostró su pasaporte al llegar al aeropuerto Internacional de Cancún, México. En ese instante le notificaron que no podía ingresar al país, que debía realizar una segunda entrevista. Lo condujeron a otra habitación donde se encontró con un grupo de 70 venezolanos a quienes no les permitían salir de esa habitación. Este relato se hizo viral luego de que el venezolano denunciara su caso en un video de Instagram.

La detención, que ocurrió el 29 de septiembre, ha activado las alarmas en la región. El hecho ha sido calificado como un acto de xenofobia de las autoridades migratorias de ese país.

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Las denuncias de los migrantes venezolanos que han sido sometidos a esta detención en Cancún apuntan a lo que parece una práctica común en ese aeropuerto.

Sánchez detalló que no les daban explicación de lo que ocurría ni el por qué de su detención. A todos les quitaron sus pertenencias y teléfonos celulares. No sabían la hora ni en qué día estaban. En ese momento se empezó a preocupar.

Entre risas, las autoridades migratorias humillaban a los venezolanos, se burlaban de la crisis en Venezuela y hacían chistes sobre la situación del país. “¿Quieren seguir pasando trabajo? En Venezuela no hay crisis, hay comida”, dijo Sánchez, entre lágrimas, sobre el sarcasmo de los funcionarios.

El 9 de septiembre de este año, 28 venezolanos fueron víctimas de esta práctica de control migratorio. Un joven narró para El Diario que padeció la misma experiencia que Sánchez cuando viajó hacia el mismo destino. Estuvo detenido en el aeropuerto de Cancún, sin agua ni comida.

“Cuando veían los pasaportes venezolanos, sin decir nada, ni explicar nada, nos metieron a una sala cerrada. Después de 18 horas ahí nos dijeron que no íbamos a ingresar al país porque somos venezolanos”, aseguró el joven artista que viajó para participar en una serie de eventos y quien prefirió mantener el anonimato.

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Denunció que en el lugar había niños y adultos mayores, pero a los oficiales no les importó que tuvieran sed o hambre, más bien, se reían de ellos. Despojados de los teléfonos, los migrantes no podían tener ningún tipo de comunicación con familiares o amigos en Cancún. Sin embargo, en la madrugada, uno de los detenidos rompió el vidrio que dividía a los viajeros de sus pertenencias, recuperó el móvil y grabó parte de lo ocurrido en ese lugar.

En el video se observa a mujeres y niños acostados sobre colchonetas sucias, y a los hombres intentando dormir en las sillas de la sala, convertida en una especie de prisión.

“Yo creo que es un acto de xenofobia. Reírse de nosotros, sobre todo de niños que lloraban por tener sed y hambre, es de una persona sin corazón”, expresó.

Comentó que las autoridades migratorias le exigieron a los venezolanos detenidos que no comentaran nada de lo ocurrido en Cancún luego de ser deportados. “Nos dijeron que nos regresaban por no cumplir los requisitos, cosa que es totalmente falsa puesto que yo ya había entrado a México antes. Tenía reservas de hoteles, dólares en efectivo, documentos al día y no les importó”, dijo.

Un patrón recurrente

El 30 de julio de este año la misma situación se presentó con un grupo de venezolanos que provenían de distintos lugares de la región. Denis Colmenares, venezolano, llegó al aeropuerto en un vuelo que partió desde Medellín. Al llegar le hicieron las preguntas correspondientes en migración. Él aseguró que iba como turista a Cancún. Al ver su documentación, la funcionaria le indicó que debía acompañarla a una oficina, una habitación pequeña y de vidrios transparentes. Aseguró, para El Diario, que de las 16 personas que se encontraban en aquel lugar, 15 eran venezolanas.

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Foto cortesía

“Estuvimos ahí como dos horas. Después de que nos revisaron a todos, nos dijeron que éramos ‘inadmitidos’. Luego nos pasaron a una sala a la que le dicen ‘La Burbuja’”, narró Colmenares.

Antes de entrar a aquella sala, el lugar donde retienen a los venezolanos, les quitaron los teléfonos y sus pertenencias. Colmenares contó que cuando él emigró de Venezuela a Colombia, sufrió una herida en el pie que para el momento de la detención no se le había curado. El dolor en el pie era insoportable y sangraba constantemente. Sus analgésicos estaban en su bolso afuera de la sala. A pesar del intenso dolor, los oficiales de migración no le permitieron tomar su medicina. Denunció que en ese grupo de venezolanos había niños y una mujer embarazada, a quién también le negaron asistencia médica.

“Desde las 3:00 pm hasta las 12:00 pm del dia siguiente nos tuvieron ahí retenidos. Esas personas nos secuestraron. Se burlaban y se reían de nosotros cuando les hablábamos”. Comentó que el grupo de venezolanos estuvo todo ese tiempo sin agua ni comida.

Colmenares cuenta que la situación se tornó agresiva cuando solicitó hablar con un representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). Detalló que uno de los funcionarios de migración se puso a la defensiva y le dijo que no le permitiría hablar con nadie.

“Nos amenazaron con meternos presos si nos negábamos a montarnos en el avión de regreso. Nos trataban como delincuentes”, comenta Colmenares..

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No les bastó con retenerlo durante 21 horas, sino que también le quitaron su pasaporte y se lo devolvieron al llegar a su destino: Colombia. “Una vez que me deportaron junto a los demás venezolanos, hicimos escala en Panamá. Ahí los oficiales de migración me preguntaron por mi documento de identidad. Les dije que me lo quitaron en México. Me preguntaron que si era venezolano y al responder que sí me dijeron: ‘Ah tranquilo, eso es normal allá con ustedes’“.

Consecuencias de la xenofobia

Este tipo de situaciones se presentan desde hace dos años aproximadamente, de acuerdo con lo que denuncia otro venezolano, quien por causa de la detención en el Aeropuerto de Cancún y varios eventos trágicos ocurridos en Venezuela, sufre actualmente de ataques de pánico.

En 2017 José González viajó a Cancún. Al llegar al aeropuerto lo llevaron a “La Burbuja” donde estuvo tres días detenido sin agua ni comida junto con cinco venezolanos más.

“Me quitaron el cinturón, mi cadena, las maletas y mi celular. Mi esposa llamó al aeropuerto porque no sabía nada de mí y le dijeron que yo entré al país sin inconvenientes cuando en realidad me tenían ahí detenido”, contó González.

El joven denunció el fuerte maltrato psicológico del que fue víctima en el aeropuerto mexicano. Durante los tres días no comió ni bebió nada excepto lo poco que pudo repartir un ciudadano estadounidense, a quien detuvieron, pero liberaron rápidamente e incluso le dieron comida.

“Estuve tres días retenido. Supe que fueron tres cuando logré salir porque dentro de esa sala no sabes el día ni la hora. Nos prendían y apagaban la luz varias veces al día para despistarnos”, comentó.

Después de abandonar la sala, lo mandaron a Panamá, donde observó a los oficiales que lo esperaban y también donde sufrió su primera crisis. Una mujer se quedó con él hasta que se calmó.”¿Qué te hicieron en México?”, le preguntó ella, y en ese momento entendió que lo ocurrido en Cancún era una práctica normal con los venezolanos.

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Señaló que lo que vivió en Venezuela fue muy traumático y lo ocurrido en Cancún desencadenó una crisis constante de ansiedad y pánico.

“Mi mamá se me murió en los brazos en la unidad de diálisis porque cuando era su turno quitaron la electricidad en ese sector. Mi hermano murió de cáncer, mi hermana de tuberculosis y mi abuela por desnutrición. Todo fue muy rápido, los militares en Venezuela varias veces me humillaron y me golpearon. Más que todo porque siempre que necesitaba la medicina para mi mamá o mis hermanos ellos (los militares) me las vendían, pero solo por una pastilla me cobraban el salario entero. Luego de eso desarrollé ataques de ansiedad y pánico, aunque no eran tan fuertes. Pero lo ocurrido en México fue la gota que derramó el vaso”, detalló.

Explicó que desde esa fecha se le hace muy difícil entrar a un aeropuerto o hablar con uniformados.

A pesar de tener los requisitos para ingresar a México, los venezolanos han sido víctimas de las autoridades migratorias de ese país, quienes sin importar las edades, ni el estado de salud de los viajeros, los confinan en espacios donde se les vulneran sus derechos. La crisis migratoria no solo se ve retratada en países que imponen trabas a los venezolanos para ingresar en sus territorios, sino en naciones que afirman tener abiertas sus fronteras para luego declarar “inadmitidas” a las personas que viajan en cumplimiento de sus reglas.

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