• Muchos emigrantes y descendientes de rusos en Estados Unidos manifiestan que en los últimos días se ha incrementado el acoso contra ellos. Otros rusoparlantes como armenios, azerbaiyano e incluso ucranianos han sufrido episodios de xenofobia en su trabajos, escuelas y en la calle. Muchos los culpan de las acciones del gobierno de Vladímir Putin, aunque ellos también estén en contra de la invasión

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota As Ukraine war intensifies, some Russian speakers far from Moscow are feeling hostility, original de The Washington Post.

En los días posteriores a que los soldados rusos invadieran Ucrania —lo que provocó protestas en todo el mundo—, Ike Gazaryan comenzó a recibir llamadas telefónicas amenazantes, críticas negativas y cancelaciones en su restaurante de California, Estados Unidos.

Gazaryan, de 38 años, es dueño del restaurante ruso Pushkin, en San Diego, donde los cocineros sirven clásicos como el stroganoff de res. Aunque es armenio y ciudadano estadounidense, Gazaryan habla ruso, disfruta de la cocina de esa nación y le puso ese nombre a su local hace siete años en honor al autor ruso Alexander Pushkin.

Pero los lazos con Rusia terminan ahí. Muchos de sus familiares, amigos y empleados son de Ucrania y él apoya su lucha contra la invasión de Rusia. Sin embargo, eso no ha impedido que extraños lo llamen, griten y le digan que él tiene la culpa del vicioso derramamiento de sangre que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha desatado en Ucrania. Una persona que llamó incluso preguntó por qué no ha hablado con Putin sobre poner fin a la guerra.

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“Todo el mundo nos pone en el mismo cubo pensando que solo porque hablamos ruso, somos rusos; y que como todos somos rusos, automáticamente estamos a favor de Putin y esta guerra, y no lo somos. Absolutamente no”, dijo Gazaryan.

A medida que se intensifica la invasión de Ucrania por parte de Putin, algunas empresas rusas y los ruso-estadounidenses en Estados Unidos de repente reciben una recepción helada y, en algunos casos, experimentan una total hostilidad. Un restaurante ruso en Washington llamado Russia House, fue objeto de vandalismo y el propietario indicó que pensaba que el sentimiento anti-ruso podría ser el culpable. Algunos estadounidenses de origen ruso dicen que sus hijos están siendo intimidados en la escuela.

Incidentes recientes como estos hablan de la frustración que muchos estadounidenses sienten por la guerra en Ucrania. También revelan una falta de comprensión sobre el conflicto, de acuerdo con Michelle Kelso, profesora asistente de sociología y asuntos internacionales en la Universidad George Washington. Advirtió sobre los peligros de que las personas no distingan entre Putin y la población rusa en general, aclarando que muchos rusos se oponen a sus políticas y condenan la invasión.

“La gente piensa que puede señalar a las empresas rusas y usar eso como una salida para su enojo, pero el problema es que no hay una perspectiva matizada”, señaló. “La gente se altera y eso puede conducir a la violencia”.

David Foglesong, profesor de historia que se especializa en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia en la Universidad de Rutgers, explicó que el sentimiento generalizado contra Rusia en Estados Unidos se remonta a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando el empeoramiento de la represión política zarista y los pogromos antijudíos en Rusia se combinaron para desencadenar lo que llamó la primera cruzada estadounidense por la libertad rusa.

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“Se animó a los estadounidenses a simpatizar con el pueblo de Rusia en lugar del gobierno. Y me parece que eso es lo que es realmente diferente de lo que estamos viendo ahora, donde ves gente en protestas con carteles que dicen que todos los rusos tienen la culpa de la agresión de Putin”, indicó.

En una encuesta reciente de Washington Post y ABC News realizada antes y después del comienzo de la invasión, el 80 % de los estadounidenses dijeron que ven a Rusia como “no amigable” o un “enemigo”, siendo el porcentaje más alto desde la Guerra Fría. Pero Foglesong destacó que incluso entonces, cuando las tensiones estaban en su punto álgido y muchos temían una guerra nuclear a principios de la década de 1980, los estadounidenses y los soviéticos estaban trabajando para superar esas tensiones.

“Eso es lo que señalaría como una inspiración de cómo deberíamos pensar: tratar de construir conexiones fuera del gobierno ruso, con el pueblo ruso. Y en lugar de terminar con los intercambios culturales y los contactos de persona a persona, deberíamos buscar mantenerlos”, agregó.

Desde que comenzó la invasión, Rusia se ha aislado del mundo occidental a medida que las principales marcas estadounidenses suspenden las ventas en Rusia. Las federaciones y ligas deportivas también se mueven agresivamente para dejar de lado a los equipos de Rusia e incluso los gatos de exhibición del país tienen prohibido competir internacionalmente.

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A medida que se intensifica la guerra en Ucrania, varios rusoparlantes lejos de Moscú viven episodios de xenofobia
Los manifestantes protestan por la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero cerca de las Naciones Unidas en Nueva York. Foto: Amir Hamja/Bloomberg

Pero lejos de Moscú, los estadounidenses de origen ruso y otros provenientes de otros lugares de la ex Unión Soviética dicen que sienten una hostilidad fuera de lugar.

Tatyana Thulien es expresidenta de la Russian American Business & Cultural Association en Charlotte (Carolina del Norte), y trabaja para promover la cultura rusa y eslava en los Estados Unidos. Ella dice que ha habido una “ola de acoso” contra los inmigrantes rusos y los estadounidenses de origen ruso en los últimos días. Amigos que emigraron de Rusia o de otras partes de la antigua Unión Soviética (URSS) le cuentan que sus hijos de habla rusa están siendo acosados ​​en la escuela.

“Los estudiantes no tienen nada que ver con lo que está pasando hoy; la mayoría de ellos son refugiados que vinieron aquí desde Ucrania, Rusia o Bielorrusia, o de cualquier otro lugar de la Unión Soviética, para tener una vida normal, y es inaceptable que los acosen. ”, dijo el jueves.

Señaló otro incidente esta semana en el que el automóvil de los padres de un amigo cercano, una pareja de 80 años, fue rayado y destrozado. “Estoy aterrorizada por lo que está pasando, pero acosar a personas que no tienen nada que ver con eso está mal”, comentó Thulien, quien nació y se crió en Kiev, y se mudó a Estados Unidos en 1998.

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Gazaryan, quien dijo que nació en Azerbaiyán, huyó con su familia de la guerra en ese país a fines de la década de 1980 y buscó refugio en Uzbekistán. Luego, cuando colapsó la Unión Soviética, recordó que Uzbekistán, que es mayoritariamente musulmán, no se consideraba seguro para su familia cristiana, por lo que huyeron de nuevo, esta vez a Rusia.

Relató que vivió en Rusia solo unos años antes de que su familia emigrara a los Estados Unidos, donde ha vivido durante los últimos 24 años, formando su propio hogar y construyendo un negocio exitoso.

Acotó que él y su esposa abrieron el restaurante Pushkin hace siete años porque quería compartir los platos que disfrutaba cuando era niño. Aseguró que el restaurante sirve platos rusos, armenios, ucranianos, e incluso estadounidenses.

Cree que las recetas no tienen nada que ver con la política. “Solo hacemos comida”, sentenció.

Aun así, personas, incluido su padre, le han sugerido recientemente que cambie el nombre ruso de su restaurante, pero no lo hará. Dijo que es Putin quien está conduciendo esta guerra, no la gente. Al cambiar el nombre de su restaurante para distanciarse del pueblo ruso, en cierto modo, les estaría dando la espalda.

“No tienes idea de cuántos de los rusos aquí están en contra de lo que está pasando. Imagínese estar en contra de algo y ser culpado por lo mismo”, apuntó. “Esto es por lo que van a pasar los rusos aquí en los Estados Unidos”.

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