• Los investigadores descubrieron que el riesgo de disfunción cognitiva canina, también conocida como “demencia canina”, es mucho mayor en los perros que no hacen suficiente ejercicio. Sus factores de riesgo pueden coincidir con algunos humanos con los que comparten hogar

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota Will Your Dog Get Dementia? A Large New Study Offers Clues, original de The New York Times. 

Cuando Dante cumplió 8 años de edad, comenzó a verse un poco desanimado. El boyero bernés, de 32 kilos, se paseaba por la casa de su familia en Interlaken, Nueva York, como un oso enjaulado. Después se quedaba completamente quieto y miraba -como en estado de trance- los pedales del órgano familiar o se iba a la esquina de una habitación. A mitad de la noche, se despertaba y comenzaba a ladrar incesantemente y sin motivo aparente.

Un escáner cerebral confirmó que Dante tenía disfunción cognitiva canina, comúnmente conocida como demencia canina. A menudo se describe como el equivalente del perro a la enfermedad de Alzheimer. Algunos estudios han descubierto que puede afectar del 14 al 35 % de los perros mayores, pero debido a que los síntomas se parecen a los de otras enfermedades, su verdadera prevalencia es difícil de confirmar.

Un nuevo estudio de gran magnitud que involucra a 15.019 perros inscritos en el Proyecto sobre el Envejecimiento de Perros (Dog Aging Project en inglés) -una investigación en curso sobre la enfermedad canina y el envejecimiento, publicado en la revista Scientific Reports– identifica los principales factores asociados con el riesgo de que un perro contraiga la enfermedad.

Un hallazgo clave: el ejercicio físico puede desempeñar un papel preventivo importante. Las probabilidades de un diagnóstico de disfunción cognitiva fueron 6,47 veces mayores en los perros reportados como inactivos en comparación con los reportados como muy activos, según descubrieron los investigadores de la Universidad de Washington. Pero también comentaron que la enfermedad en sí podría conducir a la falta de ejercicio, enfatizando que los resultados del estudio -que se basan en las observaciones de los dueños de los animales- sugieren una correlación, no una causalidad.

Las probabilidades de contraer la enfermedad también parecen aumentar en los perros que tienen trastornos neurológicos o problemas de audición o visión. Annette Fitzpatrick, coautora del estudio y profesora de investigación de la Universidad de Washington con experiencia en demencia tanto en personas como en caninos, comentó: “Cuando no recibes estimulación del mundo exterior, parece aumentar el riesgo de que ni siquiera podamos usar nuestros cerebros”.

El estudio, añadió, “muestra que puede haber otras cosas de las que podemos ser conscientes para tratar de reducir la aparición de la disfunción cognitiva”.

Y ciertamente la edad importa. La esperanza de vida de un perro a menudo depende de la raza, el tamaño y la masa corporal: por ejemplo, un mastín vive de 6 a 12 años y un chihuahua de 12 a 20 años. 

El estudio encontró que durante los últimos años de la vida útil proyectada de un perro, cada año contribuyó potencialmente a que apareciera la enfermedad.

De hecho, anotaron los investigadores, los factores de riesgo que se correlacionan con la disfunción cognitiva canina reflejan algunos de los factores de los humanos con demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer.

Los estudios previos sobre la disfunción cognitiva canina a menudo se basaron en evaluaciones veterinarias en poblaciones más pequeñas de perros mayores. Pero este nuevo estudio incluye una selección de perros que varían en edad desde cachorros hasta mediados de los 20 años. En los próximos años, a medida que estos perros crezcan, el proyecto -que ha inscrito a más de 40.000 perros y espera llegar a los 100.000- proporcionará hallazgos más complejos sobre la disfunción cognitiva y otras enfermedades.

En esta investigación, la prevalencia de disfunción cognitiva canina entre todos los perros, jóvenes y viejos, fue del 1,4 %, pero la edad promedio de los perros fue de solo 6,9 años, y solo el 19,5 % de los perros analizados estaban en el último cuarto de su vida.

“Este estudio compara perros con disfunción cognitiva con aquellos que no la tienen”, comentó la doctora Fitzpatrick. “Pero a medida que pasan los años, podemos ver al mismo perro que tal vez tuvo una gran función cognitiva y luego le disminuyó”.

¿Tu perro llegará a tener demencia? Un nuevo estudio ofrece datos importantes
Matt Kaeberlein, codirector de Dog Aging Project, con Dobby, su pastor alemán de 12 años, en Seattle. Foto: Grant Hindsley para The New York Times
¿Tu perro llegará a tener demencia? Un nuevo estudio ofrece datos importantes
Dobby y la perra del doctor Kaeberlein, Chloe (que ya murió), continúan inspirándolo a investigar las causas del envejecimiento canino. Foto: Grant Hindsley para The New York Times

Los resultados se derivaron de una sola base de referencias, por parte de los dueños, de la experiencia de salud y estilo de vida de sus perros entre 2019 y 2020, y un cuestionario de función cognitiva con un umbral particularmente alto.

Las preguntas fueron:

¿Con qué frecuencia su perro camina de un lado a otro, va en círculos y/o deambula sin dirección ni propósito?

¿Con qué frecuencia su perro se queda atascado detrás de objetos y no puede moverse?

¿Con qué frecuencia su perro camina hacia las paredes o puertas?

¿Con qué frecuencia su perro tiene dificultad para encontrar la comida que se le cae al suelo?

Si los hallazgos del estudio parecen familiares, incluso intuitivos, eso puede deberse a que el Proyecto sobre el Envejecimiento de Perros, que recibe fondos del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento -una rama de los Institutos Nacionales de Salud federales- puede arrojar luces sobre los factores que afectan la vida de los humanos y de los perros que comparten sus hogares.

A diferencia de los animales de laboratorio, como las moscas de la frutas y los ratones, los perros de compañía se ven afectados por los factores ambientales y sociales de sus dueños, como el humo del cigarro, los pesticidas para el césped y el acceso a la atención médica.

“Las estimaciones de la longevidad humana muestran que alrededor del 75 % se debe al medio ambiente y el 25 % es genético”, comentó Matt Kaeberlein, biogerontólogo de la Universidad de Washington y codirector del proyecto sobre el envejecimiento del perro. “Entonces, los perros de compañía nos brindan la oportunidad de comprender realmente el papel de esa variabilidad ambiental en el proceso de envejecimiento biológico”.

Además, debido a que los perros envejecen mucho más rápido que los humanos, los estudios en curso dentro del proyecto brindan oportunidades a lo largo de un cronograma acelerado para comprender el envejecimiento humano y canino.

La motivación de Kaeberlein se deriva no solo de su experiencia profesional, sino también de sus varios años como dueño de un perro. Compartió historias de Chloe, su vivaz, cariñosa y ahora fallecida keeshond, que comenzó a quedarse mirando fijamente y a tropezarse con los muebles, afectada por una disfunción cognitiva canina. O de Dobby (su actual motivación), el especial pastor alemán de pelo largo que, con 12 años, ya superó el cáncer, aunque ya no puede jugar alegremente en el patio trasero para perseguir pompas de jabón.

“Realmente me gustaría que mis perros pudieran vivir más tiempo”, dijo el doctor Kaeberlein. “Y realmente me gustaría poder ayudar a los perros de otras personas a vivir más tiempo”.

Los ensayos ahora en curso dentro del proyecto -que comenzó en 2014 y cuenta con investigadores de la Universidad de Washington y Texas A&M, así como de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Cornell y otras universidades- incluyen medicamentos que pueden expandir la vida y un biobanco de tejido donado por dueños de perros que ya murieron. También se publicó un estudio que está revolucionando el mundo de los perros, debido a que se descubrió que una mejor salud en los perros se correlaciona con una sola alimentación diaria.

(Mientras el doctor Kaeberlein discutía esa relación durante una entrevista telefónica, dos caninos pequeños, altamente motivados por la comida, que habían estado dormitando al lado de este reportero, se sentaron abruptamente, gimiendo y aullando en señal de protesta. Kaeberlein se apresuró a agregar que la observación del estudio es más probablemente un comentario sobre la obesidad y la morbilidad que una prescripción para la frecuencia en la alimentación, lo cual está de acuerdo con la correlación positiva del último estudio).

¿Tu perro llegará a tener demencia? Un nuevo estudio ofrece datos importantes
Dante con su dueña, Lisa Mitchell, quien trabajó con uno de sus otros perros, Rook, en temas de obediencia en Cass Park en Ithaca. Foto: Heather Ainsworth para The New York Times

La disfunción cognitiva canina es difícil de identificar. La aparente ignorancia de un perro ante una orden común (como “ven acá”) podría indicar sordera o terquedad por la vejez en lugar de un cerebro atrofiado. Los síntomas que parecen una disfunción cognitiva en realidad podrían deberse a un derrame cerebral, inflamación cerebral, diabetes o enfermedad de Cushing, explicó la doctora Nicole Ehrhart, veterinaria y directora del Centro de Sistemas de Salud de Columbine para el Envejecimiento Saludable de la Universidad Estatal de Colorado. Los veterinarios confían inicialmente en la observación del dueño, dijo, y luego realizan pruebas de diagnóstico.

“Mira a tu perro los ojos y observa cuánto tiempo sostiene su mirada, especialmente si tienes una golosina en la cara”, detalló. “Porque a medida que los perros desarrollan demencia, no pueden concentrarse en cosas en las que normalmente se concentrarían”.

Ehrhart, quien no participó en el estudio del Dog Aging Project, calificó la nueva investigación como “una maravillosa confirmación de algo que sabemos en todas las especies: que el ejercicio es bueno para un envejecimiento saludable y que los hábitos de ejercicio de por vida pueden prevenir la enfermedad de Alzheimer y otros problemas cognitivos”.

De hecho, la esperanza de vida promedio de los perros de montaña de Bernese es de seis a ocho años; Dante ahora tiene 11 años, pero había sido particularmente activo en su juventud: tenía la agudeza física y mental para participar alegremente en complejas competencias de carreras de obstáculos y pasar las escaleras superiores de un solo salto.

Pero ahora, Berner, que normalmente buscaba cariño, se aleja de la manada de su hogar: tres Golden Retrievers y dos humanos cariñosos y preocupados. En lugar de eso, prefiere tumbarse bajo su lila favorita, incluso durante la lluvia torrencial.

“Solía ​​​​buscar entrar (a la casa) para estar con nosotros”, dijo Lisa Mitchell, su dueña. “Después de un año pensé, ‘Mañana podría ser su último día y tal vez esté más cómodo allí’. Así que nos hemos dado por vencidos y hemos dejado que se quede afuera solo, si es ahí donde quiere estar.

Ehrhart comentó que aunque existen medicamentos y dietas que pueden mejorar la disfunción cognitiva de los perro durante un tiempo, los dueños deben ser sensibles a la creciente desorientación de su perro: No interrumpas sus rutinas. No te muevas alrededor de los muebles. Cerca tu jardín para que el perro no pueda alejarse y perderse. Si vas a organizar una cena ruidosa con humanos desconocidos, ubica al perro en un ambiente reconfortante lejos del bullicio.

Ten en cuenta que los perros, al igual que los humanos mayores, pueden tener el “síndrome del atardecer”: mayor ansiedad y desorientación a medida que el día llega a su fin.

“Resulta que probablemente el mejor modelo para el envejecimiento humano ha estado envejeciendo junto a nosotros durante cientos y cientos de años”, comentó Ehrhart. “Esta es una calle de doble vía: es probable que cualquier cosa que hagamos para mejorar la salud y la vida útil de nuestros perros mejore la nuestra, y es muy probable que cualquier cosa que hagamos por los humanos mejore la de nuestros perros. ¿Y quién no quiere eso?”.

Traducido por José Silva

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