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- Desde de los 7 años de edad hasta su fallecimiento, Isabel II tuvo al menos 30 perros
La reina Isabel II era conocida por el amor y dedicación que le tenía a sus mascotas. Un amor que se remonta a sus 7 años de edad, cuando convenció a su padre de que le comprase uno. Entonces, Jorge, duque de York, aún no era heredero de la Corona.
El 8 de septiembre, tras el fallecimiento de la soberana a los 96 años de edad, surgió la duda sobre qué pasaría con las mascotas. Un portavoz del príncipe Andrés, hijo de Isabel II, y su exesposa Sarah Ferguson son los encargados de cuidar a los corgis.
Pese a que el príncipe y Ferguson hicieron oficial su separación en 1996, siguen viviendo juntos y mantienen una buena amistad desde entonces. Es por ello que los corgis Muick y Sandy vivirán en el Royal Lodge de Windsor, la finca que Andrés y Sarah comparten. Sin embargo, no está claro qué ocurrirá con los otros perros de la reina: Candy, un dorgi, y Lissy, un cocker spaniel.
Durante el confinamiento por la pandemia de covid-19, el príncipe Andrés le regaló a la reina un corgi (Muick), y un dorgi (que es el híbrido entre corgi y perro salchicha) llamado Fergus. No obstante, Fergus murió en mayo de 2021, poco después del deceso del esposo de la reina, Felipe de Edimburgo.
Las hijas de los duques de York, Beatriz y Eugenia, le regalaron a Isabel II otro corgi, Sandy, por su cumpleaños número 95 con la finalidad de llenar el vacío que dejó Fergus, reseñó la prensa británica.
Las comodidades que disfrutaban los perros corgis con la reina
“Mis corgis son mi familia”, dijo la reina en una ocasión de acuerdo con lo reseñado por el diario español El País. Según los trabajadores de la realeza, la propia reina los cuidaba, pues darles de comer y pasearlos era una forma de relajarse y olvidar los problemas familiares y laborales.
La mayoría de los más de 30 perros que la reina tuvo a lo largo de su vida eran de la raza autóctona corgi galés de Pembroke.
La autora Penny Junor en su libro, All The Queen’s Corgis, narró que las mascotas dormían en cestas de mimbre acolchadas y que en Navidad cada uno tenía su propio calcetín dónde recibían regalos.
En el libro también se destaca que cuando los canes fallecían, la reina los enterraba en un pequeño cementerio en Sandringham, donde la soberana solía pasar las fiestas decembrinas y además era la propia Isabel II quien diseñaba las lápidas de sus canes.
Los perros incluso tenían atención psicológica especializada cuando surgían riñas entre ellos y los chef de la realeza preparaban con esmero, cada día, el menú de las mascotas de la reina.
La Liga de Corgis de Gales
En el Reino Unido existe una amplia comunidad de dueños de corgis y ha expresado recientemente a la prensa británica que se han quedado sin la “gran madrina” de sus animales.
Kay Hogg, secretaria en Escocia de la Liga de Corgis de Gales, tras el deceso de la reina indicó: “Se ha perdido una parte de nuestro mundo”. Agregó que “allá donde iba la reina, había siempre corgis”.
