• Dolor crónico, fatiga, erupciones cutáneas: a medida que los territorios de las garrapatas se expanden, también lo hacen el número de enfermedades que causan | Foto: Rachel Papo para The New York Times

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota What It’s Like to Live With a Tick-Borne Disease, original de The New York Times.

Cuando Reema Shah tenía 13 años de edad, comenzó a padecer una misteriosa serie de síntomas: erupciones cutáneas, confusión mental, fatiga. Su agotamiento era tan extremo que subir escaleras la dejaba sin aliento, y tuvo que dejar el equipo de tenis de su escuela secundaria. Apenas podía mantenerse al día con sus estudios.

En su ciudad natal Hillsborough, Nueva Jersey, los médicos le diagnosticaron alergias y eccema, y le recetaron esteroides y antihistamínicos, pero ninguno de los tratamientos ayudó.

En los años siguientes, los síntomas de Shah iban y venían. Las erupciones dieron paso a un fuerte dolor e inflamación en las articulaciones y los músculos, primero en sus piernas y caderas; luego en su cuello y mandíbula. La fisioterapia ayudó con el dolor y la movilidad, pero aun así, ella “no tenía el diagnóstico correcto, la comprensión correcta y el tratamiento adecuado para saber qué le estaba pasando”, expresó Shah, quien ahora tiene 28 años de edad y vive en la ciudad de Nueva York.

No fue hasta que su visión comenzó a deteriorarse a los 27 años de edad que las piezas finalmente encajaron. Un oftalmólogo le diagnosticó uveítis, una inflamación dentro del ojo, que puede resultar de una infección o enfermedad autoinmunitaria. Así que consultó a un reumatólogo que le ordenó varios análisis de sangre; el de la enfermedad de Lyme dio positivo.

Dado que creció en un área con muchas garrapatas, tal vez su diagnóstico debería haber sido obvio según sus síntomas iniciales, pero en aquel entonces, “muchos todavía no estábamos tan informados sobre las enfermedades transmitidas por garrapatas”, dijo Shan. Y debido a que sus síntomas posteriores seguían afectando diferentes sistemas de órganos, ninguno de los especialistas a los que consultó conectó los puntos.

Cómo es vivir con una enfermedad transmitida por garrapatas

Elizabeth Bonitz trata de preservar todas las garrapatas que retira de su cuerpo, colocándolas en una tarjeta, para poder mostrárselas a los profesionales médicos según sea necesario | Foto: Kate Medley para The New York Times

El reumatólogo le recetó el antibiótico doxiciclina, que se utiliza para tratar varias enfermedades transmitidas por garrapatas. Pero ahora, casi dos años después, muchos de sus síntomas, especialmente el dolor crónico, persisten.

“Ha mejorado un poco, pero todavía no estoy ni cerca de donde quiero estar en términos de mejorar significativamente mi calidad de vida”, comentó Shah.

Enfermedad de Lyme

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), las enfermedades transmitidas por garrapatas se están volviendo cada vez más comunes. Entre 2011 y 2019, los casos aumentaron en un 25 %. Esto se debe en gran parte a la expansión de los territorios de garrapatas gracias a las poblaciones de venados y ratones migratorios.

“Ahora estamos viendo más casos de todo”, señaló Bobbi Pritt, patóloga y microbióloga clínica especializada en parásitos en la Clínica Mayo. Esto incluye no solo la enfermedad de Lyme, sino otras infecciones transmitidas por garrapatas que solían ser raras, como la babesiosis.

“Básicamente, tenemos enfermedades transmitidas por garrapatas casi en todas partes” en Estados Unidos, acotó Pritt. Sin embargo, las especies de garrapatas individuales y las enfermedades que transmiten varían según la región.

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Lynley Smith, de 43 años de edad, sabía sobre el mayor riesgo de la enfermedad de Lyme en Maine cuando pasó sus vacaciones allí con su familia el verano pasado. En el último día de su viaje, comenzó a sentirse fatigada y con dolores, especialmente en el cuello. Cuando regresó a su casa cerca de Baltimore, solicitó una prueba para Lyme en una clínica de salud local, pero el resultado dio negativo.

En los siguientes días, Smith se sintió cada vez peor. Su médico de atención primaria dijo que probablemente era solo un virus. Pero dos días después, el dolor en su cuello se volvió tan intenso que tuvo que acudir a la sala de emergencias. Un médico le preguntó si tenía una erupción cutánea, que a menudo se utiliza para identificar la enfermedad de Lyme, pero Smith no había visto ninguna. Así que también le dijo que probablemente era una infección viral y la envió a casa.

En el séptimo día de sus síntomas, Smith notó una erupción grande y redonda en el lado derecho de su torso. Para ese momento, ella dijo: “Me sentía tan incómoda con mi cuerpo que ni siquiera podía estar quieta”. Regresó a la clínica de salud, su cuarta visita médica en una semana, y finalmente le diagnosticaron Lyme basándose en sus síntomas. Le recetaron doxiciclina durante dos semanas; tardó un mes en sentirse bien nuevamente.

“Tuve suerte de que, aunque fue difícil de diagnosticar, que yo sepa, mi cuerpo se haya librado de ello”, dijo.

Cómo es vivir con una enfermedad transmitida por garrapatas

Tom Termer, de 64 años de edad, desarrolló una alergia a la carne roja después de ser mordido por una garrapata. Los síntomas pueden incluir llagas, malestar gastrointestinal y, en casos más graves, presión arterial baja y shock anafiláctico | Foto: Lawren Simmons para The New York Times

La enfermedad de Lyme es, por mucho, la enfermedad transmitida por garrapatas más común, ya que afecta a unas 300 mil personas cada año, según los CDC. Se transmite por la garrapata de patas negras, o venado, que es más común en el noreste y medio oeste superior de EE UU, pero se está extendiendo hacia el sur. Las garrapatas son más activas entre la primavera y el otoño, y los casos de Lyme tienden a alcanzar su punto máximo en junio y julio, aunque es posible recibir una picadura en cualquier época del año.

Los síntomas iniciales de Lyme típicamente incluyen fiebre, escalofríos, fatiga, dolores de cabeza y molestias. Una erupción redonda y rojiza aparece en aproximadamente el 70 % de los casos, pero a menudo no tiene el aspecto del ojo de buey que la gente suele pensar, según el doctor John Aucott, director del Centro de Investigación Clínica de la Enfermedad de Lyme en la Universidad Johns Hopkins.

Sin una erupción cutánea, la enfermedad de Lyme puede ser difícil de identificar porque sus síntomas tempranos son similares a los de muchas otras infecciones. Un análisis de sangre puede detectar anticuerpos que el sistema inmunológico produce en respuesta a la bacteria que la causa, pero estos análisis a menudo no arrojan resultados positivos sino varias semanas después.

Si no se trata, la infección puede propagarse por el torrente sanguíneo e infectar otros tejidos en las semanas y meses posteriores a la picadura de la garrapata. En casos raros, las personas pueden desarrollar meningitis (una inflamación de las membranas protectoras alrededor del cerebro y la médula espinal) y carditis de Lyme (que ocurre cuando la bacteria infecta el tejido del corazón y puede causar un ritmo cardiaco irregular). En aproximadamente el 60 % de los casos de Lyme no tratados, la enfermedad se propaga a las grandes articulaciones, especialmente las rodillas, y provoca una dolorosa inflamación e hinchazón llamada artritis de Lyme.

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Cuando los médicos ven pacientes en verano con síntomas parecidos a los de la gripe pero sin dolor de garganta ni secreción nasal, especialmente en áreas donde las garrapatas son comunes, deben suponer que el paciente tiene una enfermedad transmitida por garrapatas y recetar doxiciclina, explicó Aucott.

Afortunadamente, la mayoría de las personas tratadas por la enfermedad de Lyme se recuperan sin efectos a largo plazo, como en el caso de la señora Smith: el antibiótico ayuda a controlar la infección, aunque puede llevar varias semanas recuperarse por completo.

Sin embargo, entre aproximadamente el 10 y el 20 % de los casos, como el de Shah, puede ocurrir una condición conocida como Lyme crónico (o síndrome de la enfermedad de Lyme post-tratamiento). Los síntomas de la enfermedad de Lyme crónico a menudo incluyen dolor crónico, fatiga y confusión mental.

Los médicos no saben qué causa el Lyme crónico, y no hay un análisis de diagnóstico o tratamiento aprobado para eso. Como resultado, ha sido objeto de controversia durante mucho tiempo, pero la condición está ganando aceptación a medida que crece la investigación sobre ella y otras enfermedades crónicas post-infección, como el covid-19 prolongado.

“Espero que la gente esté dejando atrás la idea de que solo es psicosomático”, comentó el doctor Aucott.

Fiebre de las Montañas Rocosas

A pesar del desplazamiento gradual de la garrapata de patas negras hacia el sur, la enfermedad de Lyme sigue siendo relativamente poco común en la mitad sur de Estados Unidos. Sin embargo, otras especies de garrapatas pueden causar sus propios problemas.

Cómo es vivir con una enfermedad transmitida por garrapatas

En la primavera de 2020, Elizabeth Bonitz, de 52 años de edad, fue picada por al menos seis garrapatas en 10 semanas. Se enfermó tanto que le dijo a su esposo que sentía que se estaba muriendo. Finalmente le diagnosticaron fiebre manchada de las Montañas Rocosas, la enfermedad más mortal transmitida por garrapatas | Foto: Kate Medley para The New York Times 

En la primavera de 2020, Elizabeth Bonitz, quien vive en Pittsboro, Carolina del Norte, decidió comenzar a hacer jardinería con sus dos hijos para mantenerlos ocupados durante los primeros días de la pandemia. Durante un periodo de 10 semanas, fue picada por al menos seis garrapatas.

Poco antes del Día de los Caídos, Bonitz, quien ahora tiene 52 años, comenzó a sentirse enferma, pero dijo: “Realmente no había nada concreto a lo que pudiera señalar y decir, como ‘me duele el estómago’ o ‘me duele la cabeza’ o ‘tengo fiebre'”, agregando que era más bien una sensación general de malestar.

Llevó las seis garrapatas, que había pegado en una tarjeta, a su médico y pidió doxiciclina. Pero su médico se mostró escéptico, y en el informe de la visita escribió que la ansiedad era probablemente su “principal problema subyacente”.

El médico ordenó una prueba de Lyme “para brindar tranquilidad” según su solicitud, y dio negativo.

Mientras tanto, Bonitz seguía sintiéndose peor, así que regresó a su médico, esta vez pidiendo un panel completo de enfermedades infecciosas. El médico accedió, pero dijo que no recetaría ningún medicamento hasta recibir los resultados.

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En ese momento, Bonitz estaba sufriendo mucho. Se sentía tan mareada y débil que le costaba trabajo caminar incluso por una habitación, y había perdido 4,5 kilos en cuestión de semanas debido a la falta de apetito. “Le dije a mi esposo: ‘Me estoy muriendo'”.

Su esposo quería llevarla a la sala de emergencias, pero como último recurso, llamó a una partera certificada que había estado actuando como su ginecóloga y le pidió ayuda. Al enterarse de las picaduras de garrapatas, la partera le recetó doxiciclina de inmediato.

Cuatro días después, la prueba de sangre Bonitz arrojó resultados positivos para anticuerpos de la fiebre manchada de las Montañas Rocosas. Incluso después de recibir tratamiento, experimentó fatiga, mareos y problemas con su presión arterial y ritmo cardiaco durante un año.

La fiebre manchada de las Montañas Rocosas es la enfermedad transmitida por garrapatas más mortal. Si no se trata, aproximadamente el 20 % de quienes la contraen morirán, según el doctor David Walker, profesor de patología en la Universidad de Texas Medical Branch. Incluso cuando se trata con doxiciclina, es fatal en aproximadamente el 4 % de los casos, advirtió.

Los síntomas iniciales a menudo incluyen dolor de cabeza, dolores musculares, malestar, fiebre y una erupción cutánea consistente en pequeñas manchas rosadas en los brazos y las piernas que eventualmente se extienden al tronco, aunque en aproximadamente el 10 % de los casos no aparece una erupción. A medida que la enfermedad avanza, las bacterias pueden infectar los revestimientos de los vasos sanguíneos del cerebro, los pulmones y otros órganos internos, lo que lleva a la muerte en tan solo ocho días después de que comiencen los síntomas.

Según los CDC, la enfermedad se propaga más comúnmente por tres especies de garrapatas: la garrapata americana del perro, la garrapata del perro marrón y la garrapata de las Montañas Rocosas. A pesar del nombre, la mayoría de los casos de fiebre manchada de las Montañas Rocosas se detectan en el medio oeste y el medio Atlántico.

Al igual que con la enfermedad de Lyme, la fiebre manchada de las Montañas Rocosas se diagnostica con una prueba de anticuerpos, pero los anticuerpos generalmente no aparecen hasta siete días después de que comiencen los síntomas. Debido a la gravedad y rápida progresión de la enfermedad, los CDC recomiendan que los médicos que sospechen la afección la traten con doxiciclina de inmediato, incluso sin un diagnóstico firme.

“Debes tratarlos antes del quinto día si no quieres que comience a ocurrir la muerte”, advirtió Walker.

“No es un diagnóstico fácil de hacer”, agregó.

Síndrome alfa-gal

Otra especie de garrapata, llamada garrapata solitaria, es común en gran parte del sureste y medio oeste de Estados Unidos, aunque en los últimos años ha viajado más hacia el norte. Es responsable de una de las condiciones transmitidas por garrapatas más inusuales: una alergia a la carne roja.

Cómo es vivir con una enfermedad transmitida por garrapatas

Cuando Tom Termer asistió a una reunión anual de la Asociación Forestal de Florida en 2022, salió a cenar un bistec. Se sentía bien cuando se fue a dormir, pero alrededor de las 2:00 am, se despertó y tenía todo el cuerpo cubierto de llagas. Foto: Lawren Simmons para The New York Times

Tom Termer, de 64 años de edad, ha trabajado en la industria forestal durante 41 años. Durante todo ese tiempo, estima que ha sido picado por garrapatas “más o menos mil veces”. 

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“Es solo parte del trabajo”, dijo. “Te muerde una garrapata, la quitas y sigues adelante”.

No recuerda exactamente cuándo comenzaron sus síntomas, pero durante varios años, Termer, quien vive fuera de Jacksonville, Florida, tenía erupciones cutáneas por las tardes. No podía relacionar la erupción con algo específico, así que lo atribuyó al estrés laboral y no se preocupó demasiado por ello.

Eso cambió en agosto de 2022, cuando asistió a una reunión anual de la Asociación Forestal de Florida y salió a cenar un bistec. Dijo que se sentía bien cuando se fue a dormir, pero alrededor de las 2:00 am, se despertó y tenía todo el cuerpo cubierto de ronchas. “Tenía un dolor tremendo; había hinchazón”, dijo. “Me preguntaba, ¿qué está pasando aquí?”.

En una reunión de desayuno al día siguiente, Termer se sentó con una colega que comenzó a contarle sobre una alergia que había desarrollado a la carne roja, llamada síndrome alfa-gal, que fue causada por una picadura de garrapata.

“Pensé, oh Dios mío”, dijo Termer. “Ella me está diciendo lo que tengo”.

Cuando Termer llegó a su casa, un análisis de sangre confirmó que producía anticuerpos contra el alfa-gal.

El alfa-gal es una molécula de azúcar producida por todos los mamíferos excepto los humanos y otros grandes simios. Los científicos creen que algunas especies de garrapatas, especialmente la garrapata solitaria, secretan una molécula de azúcar similar en su saliva.

Después de una picadura de garrapata, nuestros cuerpos “consideran al alfa-gal como algo extraño y creamos una respuesta inmunológica”, explicó el doctor Scott Commins, profesor asociado de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, quien ayudó a descubrir la alergia en 2008.

Esta respuesta inmunológica lleva al cuerpo a producir anticuerpos contra el alfa-gal. Cuando la persona recién alérgica consume carne roja, como bistec o cerdo, el alfa-gal naturalmente presente en la carne desencadena una reacción. Los síntomas comunes incluyen ronchas y malestar gastrointestinal (náuseas, vómitos, diarrea); en casos más graves, puede ocurrir presión arterial baja y shock anafiláctico.

A diferencia de la mayoría de las alergias alimentarias, una reacción al alfa-gal no aparece hasta horas después de haber comido, “lo que dificulta mucho el diagnóstico”, dijo Commins. “Puedes comer una hamburguesa a las 8:00 pm y tal vez no tener llagas hasta la medianoche”.

No existen tratamientos para el síndrome alfa-gal, solo estrategias para controlar sus síntomas, principalmente evitando productos de mamíferos. Esto incluye ciertos alimentos, así como medicamentos y productos de cuidado personal, como lociones y cosméticos, que contienen gelatina, lanolina o lactosa (algunas personas con alfa-gal también son sensibles a los lácteos).

Cuando a Termer le dieron su diagnóstico, dejó de comer toda carne roja, un cambio drástico para este cazador, quien se autodenomina un “fanático de la carne roja”.

“Ahora solo consumo pescado y aves”, confesó Termer.

Lo que no ha cambiado para Termer es la cantidad de tiempo que pasa al aire libre. “Soy un apasionado amante de la naturaleza y no voy a dejar de hacerlo”, dijo. Pero “seré más consciente de las garrapatas y las picaduras de garrapatas e intentaré evitarlas tanto como pueda”.

Traducido por José Silva

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