• Los antropólogos están descubriendo que las mujeres en las sociedades modernas de recolección han desempeñado un papel importante en la caza de animales | Foto: Randall Haas

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota Move Over, Men: Women Were Hunters, Too, original de The New York Times. 

A menudo se considera esto como una verdad absoluta: los hombres cazaban y las mujeres recolectaban. Después de todo, según la lógica antropológica, los hombres eran naturalmente más agresivos, mientras que el ritmo más pausado de la recolección era ideal para las mujeres, quienes se centraban principalmente en el cuidado de los niños y el hogar.

“No es algo que yo cuestionara”, expresó Sophia Chilczuk, una recién graduada de la Universidad de Seattle Pacific, donde estudió biología humana aplicada. “Y creo que la mayoría del público tiene esa percepción”.

En ocasiones, esta noción ha demostrado ser más fuerte que la evidencia disponible. En 1963, arqueólogos en Colorado desenterraron los restos de una mujer de casi 10.000 años de antigüedad, que había sido enterrada con una punta de proyectil. Concluyeron que la herramienta no se había utilizado para matar animales, sino de manera no convencional, como un cuchillo de raspado.

Pero la narrativa centrada en los hombres ha ido cambiando lentamente. En el primer día de un curso universitario de antropología, Chilczuk y sus compañeros escucharon un podcast sobre el histórico descubrimiento de una mujer cazadora durante una excavación en Perú en 2018. Entre fragmentos de cráneo, dientes y huesos de piernas, los arqueólogos encontraron un equipo de caza con más herramientas, como puntas de proyectil, lascas, raspadores, cuchillos y piedras pulidoras, de lo que nunca habían visto. Este descubrimiento llevó al equipo a revisar los hallazgos de otros entierros en la América temprana; en 2020, concluyeron que la caza de grandes animales, entre 14.000 y 8.000 años atrás, era neutral en cuanto al género.

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Abigail Anderson, estudiante de fisiología que también estaba en la clase, se sorprendió. “Espera, ¿esto es cierto?”, recordó haber pensado. Al leer el estudio, Anderson se sorprendió por las referencias del autor a la reticencia académica para asociar a las mujeres con materiales de caza. “Inmediatamente pensé, ¿esto es un sesgo o es algo exacto?”, se preguntó.

Chilczuk y Anderson se unieron a Cara Wall-Scheffler, una antropóloga biológica que impartió su curso, y a otras dos investigadoras, también mujeres, para averiguarlo. Ahora, el equipo ha publicado una revisión de la literatura en PLoS One que concluye que en la mayoría de las sociedades modernas de recolección, las mujeres han desempeñado un papel dominante en la caza de animales. Wall-Scheffler detalló que han existido los cuentos de mujeres cazadoras, “pero recopilar y demostrar que no es una anécdota, sino un patrón, era lo que intentábamos hacer con este artículo”.

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Para investigar, el equipo examinó la Database of Places, Language, Culture and Environment, un catálogo de etnografías sobre sociedades humanas en los siglos XIX y XX, y encontró 63 sociedades de recolección con informes de primera mano sobre cuándo, cómo y qué tipo de caza se llevaba a cabo. Luego, el equipo buscó patrones: si las mujeres eran cazadoras, si la actividad era intencional u oportunista, y el tamaño del animal perseguido.

No solo los hombres: las mujeres también eran cazadoras
En la foto de arriba un diagrama del sitio en Perú donde, en 2018, los arqueólogos encontraron los restos de una mujer cazadora y un equipo de caza. En la foto de abajo, las herramientas, que incluyen puntas de proyectil (1 a 7), lascas no modificadas (8 a 10), lascas retocadas (11 a 13), un posible cuchillo respaldado (14), raspadores de uñas (15 y 16), raspadores/cuchillos (17 a 19), piedras pulidoras (17, 20 y 21) y nódulos de ocre rojo. Foto: Haas, entre otros / Science Advances 2020

La doctora Wall-Scheffler y sus estudiantes encontraron evidencia de que las mujeres cazaban en 50 de las 63 sociedades que estudiaron; además, el 87 % de ese comportamiento fue deliberado. En culturas donde la caza era el principal medio de obtención de alimentos, las mujeres participaban activamente el 100 % del tiempo.

Los investigadores también descubrieron que las mujeres eran más flexibles en sus enfoques de caza a medida que envejecían. Las armas que elegían, el tipo de presas que perseguían y quiénes las acompañaban durante las cacerías cambiaban con la edad y la cantidad de hijos o nietos que tenían las cazadoras. “Tenían diferentes estrategias, pero siempre estaban saliendo (a cazar)”, acotó Wall-Scheffler. A menudo, las mujeres mayores participaban más activamente. (En una cultura que usaba arcos y flechas, por ejemplo, una abuela era valorada por tener la mejor puntería).

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Chilczuk reconoció que no fue fácil descubrir los detalles sobre los patrones de caza de las mujeres; los informes a menudo priorizaban las discusiones sobre los cazadores hombres. Pero cuando surgieron los hallazgos, tuvieron cierto sentido, agregó: si la caza era el principal medio de supervivencia, ¿por qué solo los hombres participarían? Los investigadores se preguntaron qué otras historias han sido pasadas por alto por los etnógrafos. “Podría haber muchas cosas que estamos pasando por alto”, dijo Chilczuk. “Es natural hacer suposiciones, pero es nuestra responsabilidad cuestionar esas suposiciones para comprender mejor nuestro mundo”.

Tammy Buonasera, una arqueóloga biomolecular de la Universidad de Alaska Fairbanks que identificó el sexo de la cazadora mujer encontrada en 2018, recibió con agrado la conclusión del artículo de PLoS. “Siempre asumí que las mujeres cazaban probablemente con más frecuencia de lo que se reconocía”, dijo. En general, agregó, las mujeres son vistas “simplemente como actores pasivos en la historia”. Señaló que el estudio de la recolección de plantas y las formas innovadoras en que las personas procesan las plantas, una fuente vital de alimentos, ha sido descuidado porque estas actividades están tradicionalmente vinculadas a las mujeres.

Randy Haas, un arqueólogo de la Universidad Estatal de Wayne que dirigió la excavación en Perú, también elogió el nuevo artículo. “A la luz de lo que muestra mi estudio, sus hallazgos se alinean con la misma narrativa: hemos tenido interpretaciones sesgadas”, dijo. “Y la idea de que la división sexual del trabajo es una parte inherente de la biología humana es un tópico que se ha manifestado en desigualdades estructurales hoy”.

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El creciente reconocimiento de las mujeres como cazadoras llega en un momento en que la antropología, al igual que muchos campos científicos, ha comenzado a diversificar sus filas, lo que lleva a los académicos a reexaminar cómo se interpreta la evidencia. “Quién eres determina las preguntas que haces”, expresó Wall-Scheffler. “Determina las expectativas de lo que ves”.

Agregó que, al igual que cualquier persona, los antropólogos pueden verse tentados por una narrativa simple. “La complejidad se relega a anécdota”, dijo. “Solo tenemos que estar dispuestos a profundizar un poco más”.

Para  Anderson, fue como quitarse los lentes. “No sé cuándo esto se arraigó en mí cuando era niña”, expresó sobre el mito de que solo el hombre era cazador. “Y luego se convirtió en una espiral, como un efecto de bola de nieve: ¿Qué otra cosa pienso que es verdad y no lo es?”.

Traducido por José Silva

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