• De acuerdo con los especialistas, la normalización de las situaciones de violencia devienen en problemas de autoestima y afectan las habilidades sociales de las personas

El burlarse de los problemas, las personas o las situaciones de la vida diaria se ha convertido en parte de la idiosincrasia venezolana. Esa acción es descrita por el diccionario de venezolanismos como “chalequeo”. Según su definición, se refiere al hecho de hacerle bromas, de forma insistente, a una persona o grupo. Sin embargo, hay situaciones que pueden escalar al punto de resultar ofensivas o de mal gusto.

Allí entra el llamado “chalequeo discriminatorio”, que atenta contra los derechos humanos porque ataca condiciones o características personales como el color de piel, el origen, su capacidad económica, discapacidades, entre otros aspectos. 

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que todo ser humano tiene el derecho a recibir un trato igualitario y a la no discriminación en todas las esferas de acción ciudadana.

El chalequeo no es exclusivo de la niñez o la juventud, ya que, los adultos también lo practican y en ocasiones se valen de la ironía o la descalificación de otras personas en sus dinámicas interpersonales. Asimismo, se emplean apodos o atributos discriminatorios que terminan por convertir una broma aparentemente inofensiva en un acto de violencia que siempre causa daño, dolor y malestar. 

Cómo el “chalequeo discriminatorio” atenta contra los derechos humanos 
Cortesía

Para el sociólogo y profesor universitario Tulio Ramírez, los venezolanos sociológica y antropomórficamente tienden a ser “desvergonzados o confianzudos” por tener una naturaleza más proclive a mantener un trato horizontal con sus semejantes. Sin embargo, el problema está cuando sobrepasan los límites de la chanza y se llega a la ofensa, al bullying o a la humillación.

Es ahí cuando se transgrede una línea amarilla de respeto mutuo y tolerancia para convertirse en un mecanismo de violencia. Esto no es un rasgo a aplaudir, más bien el hecho que se haya extendido esa conducta revela una enfermedad en las relaciones entre los venezolanos, ya que, las consecuencias es que el tejido social se resiente”, explicó en exclusiva para El Diario.

En un análisis retrospectivo de la sociedad venezolana, Ramírez destacó que por el hecho de ser del trópico siempre ha destacado como rasgo particular ese carácter alegre y dicharachero. 

Leer más  Maltrato infantil: ¿cómo identificar un caso y dónde se puede denunciar?

“El hecho de haber sido colonizados por españoles, buena parte de ellos isleños, ha conformado una cultura poco conservadora y más proclive a la amistad y el compañerismo. Incluso, en la época de la colonia se decía que los venezolanos eran muy ‘parejeros’ al punto de no hacer caso omiso a las diferencias de clases, clanes, y mantener un trato muy horizontal con sus semejantes”.

Destacó que ese rasgo cultural los hace proclives a la gracia, que generalmente no encierra mala intención y que difícilmente podrá ser eliminado en el tiempo.

El respeto debe prevalecer

Para Ramírez, los mecanismos de contención para estas manifestaciones de violencia son la escuela y la familia. 

“Ahí se debe enseñar sobre todo respeto y tolerancia como la raíz fundamental del desarrollo como sociedad. El respeto hacia el otro debe prevalecer para no sobrepasar esa raya amarilla de la tolerancia hacia la chanza de los otros, siempre que no involucren bullying, ofensas y humillación”.

Sostuvo que mientras esa delgada línea amarilla sea respetada por los que hacen o reciben el chalequeo, la situación no pasará más allá de un momento jocoso.

“Luego, en la escuela se deben moderar estos valores a fin de que se preserven por encima de la violencia o la humillación. Es ahí donde se deben inculcar los valores de ciudadanía y eso forma parte de los ejercicios para compactar el tejido social y evitar la violencia innecesaria”.

Leer más  Crearon un atlas del músculo esquelético: ¿cómo ayudaría a retrasar el envejecimiento? 

En resumen, el especialista considera que lo que verdaderamente forma parte de la idiosincrasia es la alegría. “En nuestro ADN cultural incluso está aceptado burlarnos de nosotros mismos, pero al abrir paso a la violencia se quebrantan las relaciones sociales que son las que mantienen la paz”.

De la burla a la violencia

Para el educador y director de la ONG Cecodap, Fernando Pereira, el chalequeo per se forma parte del acervo del venezolano, donde a través de la chanza y la cercanía el venezolano se manifiesta y se hace sentir, pero existe esa frontera cuando la acción busca sacar provecho para herir o convertirse en una forma natural de violencia.

La situación se vuelve un problema cuando la burla transgrede hacia la violencia, al punto que erosiona a la persona en su autoestima y le genera un gran impacto emocional y social”, explicó a El Diario.

Destacó que en el trabajo que durante años han llevado en Cecodap, los alumnos hacen mención a que el chalequeo nunca debe ser algo negativo. Para los estudiantes, no debe pasar de una forma de “echar broma y pasarla bien”, para hacer más llevadera la rutina y las obligaciones de lo académico.

Cómo el “chalequeo discriminatorio” atenta contra los derechos humanos 
Cortesía

Pereira resalta que la reflexión a la que ha llegado en su experiencia, es que cuando el chalequeo se hace de forma sistemática —donde la forma de referirse a esa persona es bajo un mote o apodo peyorativo— se está en presencia de una forma de agresión y violencia.

Es por ello que el consentimiento en estos comportamientos es vital. Cuando lo estás pasando bien y te sientes incluído con determinada práctica social es algo positivo. En la medida que incomoda, te sientes mal, y el afectado manifiesta que desea parar, pero el individuo o grupo que lo genera lo ha naturalizado dentro de la relación, evidentemente se convierte en algo violento”, añadió.

Problemas a largo plazo

Pereira sostuvo que ese chalequeo violento y discriminatorio puede llegar a tener efectos que perduran, al punto que en ocasiones el afectado no logra identificar ciertas limitaciones como inseguridades o la búsqueda de aprobación por parte de terceros.

Leer más  5 palabras aceptadas por la RAE con significados controversiales

“Esto puede devenir en dificultades para establecer contacto con grupos, ser hipersensibles ante cualquier gesto o comentario que se pueda hacer y que puede tener su origen en un hecho de chalequeo en el pasado haya sido normalizado”, destacó.

Pereira indicó que este tipo de cicatrices emocionales pueden llegar a ser plenamente identificadas una vez que el agredido pasa por un tratamiento terapéutico profesional.

En ocasiones, las personas usan mecanismos de defensa que construyen para no conectar con el dolor que dejó en un momento determinado el rechazo, o no haber sido aceptados tal como son o que se haya resaltado negativamente alguna característica especial que se tiene”, dijo.

Agregó que las relaciones humanas son muy complejas y el desarrollo de la personalidad de cada quien no se puede generalizar.

“Particularmente, en la mente de niños y adolescentes tienen mucho peso las palabras y reacciones, al punto de hacer cualquier cosa para ser aceptados, de buscar identidad, y sentirse parte importante de ese espíritu gregario así exista un componente violento dentro de esa aceptación”, señaló el educador.

¿Cuándo las bromas pasan a ser violencia?

De acuerdo con el informe Chalequeo: diversión o discriminación de Cecodap se definieron estas señales para identificar comportamientos violentos

-Cuando las bromas o burlas no son respetuosas y se hacen sin la confianza y el acuerdo del otro

-Cuando la acción se hace desde una posición de fuerza, que son para hacer sentir mal,
ridiculizar o agredir al otro

-Cuando son continuas y no se interrumpen si el otro muestra molestia o se siente mal

-Al realizarse públicamente sobre aspectos que no se pueden modificar, conflictivos,
polémicos o sensibles

– Al aplicarse para obtener un beneficio frente al grupo donde ocurre el chalequeo

Habilidades sociales

El director de Cecodap insistió que un elemento clave para no ser víctimas de esas situaciones es desde niños ir desarrollando habilidades sociales, que de acuerdo a su postura, se les dedica muy poco tiempo en la educación formal y familiar.

Leer más  Gobierno de España: Venezuela está lejos de lo pactado para unas elecciones libres

“Elementos como la comunicación asertiva, expresar cómo te hace sentir la forma o el término con el que te denominan, sin que el levantar la voz le haga sentir al involucrado culpable. A su vez, establecer límites sin llegar al uso de la fuerza para validar, sino comunicando de una forma vehemente y firme”, dijo.

Explicó que este tipo de destrezas son las que se convierten en los elementos para desarrollar esa “gimnasia-socioemocional” que se debe aprender desde los primeros años de vida.

“Si bien todos somos diferentes, esas diferencias no pueden ser la excusa para ser víctimas de agresiones e irrespeto”, concluyó.

Noticias relacionadas