• En entrevista para El Diario, la candidata independiente habló sobre los principios que rigen su pensamiento político y cómo influirían en su potencial gobierno

Las primarias opositoras del 22 de octubre serán la oportunidad para que quienes se identifiquen con la oposición elijan no solo a su candidato para las elecciones presidenciales de 2024, sino también el rumbo que quieren ver en esa dirigencia. Si bien los 13 aspirantes tienen como objetivo común derrotar a Nicolás Maduro en las urnas y promover una redemocratización de Venezuela, cada uno cuenta con sus propias propuestas, ideas y principios que serán determinantes durante la próxima campaña.

De allí la importancia de conocer cuáles son las posturas que definen a cada uno de los candidatos dentro del espectro ideológico, y cómo esto podría influir en su toma de decisiones en el futuro. Como parte del seriado Lo que propone tu candidato, El Diario busca presentar a cada de ellos en sus ideas políticas más básicas, para que el votante sepa quiénes se ajustan mejor a sus propios principios para lograr esa identificación política.

En entrevista para El Diario, la candidata independiente Tamara Adrián compartió sus posiciones acerca de diferentes temas de interés público. Durante el debate Hablan los candidatos, la parlamentaria y activista del colectivo LGTBIQ+, se definió a sí misma como “promotora de desarrollo económico liberal”, aunque también cercana al progresismo. 

Estas son las ideas que perfilan su candidatura a las primarias:   

¿Quién es Tamara Adrián?

Nació en Caracas el 20 de febrero de 1954. Es abogada egresada de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en 1976, con un doctorado en Derecho Comercial por la Universidad Panthéon-Assas de París, Francia, y un diplomado en Políticas Públicas de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. En 2015 se convirtió en la primera persona transexual en ser diputada a la Asamblea Nacional, para entonces algo inédito en toda Latinoamérica.

Ahora vuelve a hacer historia al ser la primera candidata presidencial transexual en la historia de Venezuela. La activista por los derechos del colectivo LGBTIQ+ ha manifestado en entrevistas que su postulación tiene como objetivo precisamente la visibilización de las personas sexodiversas en los espacios políticos.

Aunque es militante del partido Voluntad Popular, realizó su inscripción el 15 de junio como candidata independiente con el apoyo del movimiento Unidos por la Dignidad, tras reunir la cantidad de firmas solicitada por la CNP.

Tamaño del Estado

—De ser presidenta, ¿promovería usted una reducción del Estado?

—Una de las cosas que no sabemos es cuántos funcionarios públicos en total existen. Se ha colado por ahí que solo el gobierno central tendría 6 millones y tantos, pero a esto se agregaría institutos autónomos, empresas del Estado, las municipalidades, los estados y de 20 distintos entes de distinta naturaleza. De tal manera que estamos frente a un Estado megacefálico. 

Por eso es necesario reducir drásticamente el tamaño del Estado, pero no le puedes quitar de la boca al funcionario público esos cinco dólares mensuales que eventualmente recibe por sueldo y cualquier otra bonificación. Eso sería condenarlo eventualmente a él y a su familia al hambre. Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer? Crear entre 11 millones y 13 millones de puestos de trabajo privados rápidamente y promover la migración al mismo tiempo de la fusión. Tenemos que volver a una racionalidad administrativa, que implica la determinación de cuáles son las funciones públicas que debe cumplir el Estado y ajustar su tamaño a esa función. 

—¿Cuántos ministerios cree usted que debería tener el poder ejecutivo y cuáles de los actuales eliminaría?

—Alrededor de 13. Son los que tradicionalmente han existido siempre en todos los países, digamos, desarrollados. Serían los que tienen que ver con la seguridad, con la defensa, con el Ministerio del Interior, Obras Públicas, en nuestro caso volver a Energía y Minas, volver a Ministerio de Fomento, tener un Ministerio del Ambiente. Por supuesto los ministerios relacionados con la actividad propia del Estado, como el Ministerio de Finanzas

También crear un ministerio de Inclusión Social en el que efectivamente puedan ser incorporados algunos programas necesarios de inclusión social. Los temas mujer, los temas de personas afrodescendientes, indígenas, personas LGBT, personas con discapacidad, etcétera, que necesitan eventualmente ser tomados en consideración por el Estado para que puedan tener igualdad de oportunidades.

—¿Hasta qué punto cree que el Estado debería intervenir en la economía? ¿Cree que se podría volver a ese modelo de Estado empresario que existía en el siglo XX?

—El Estado empresario siempre ha funcionado mal, a menos que excepcionalmente se haya mantenido totalmente fuera de la política. Puede haber una empresa pública exitosa, pero es rarísimo. La regla es la catástrofe, y es la que hemos visto. Cuando entra la política en la economía es una catástrofe, por ende, debemos ir hacia un proceso acelerado de privatización de todas aquellas empresas que eventualmente fueron tomadas, incautadas, nacionalizadas, estatizadas y que están en el 97 % de los casos inactivas o con una actividad económica prácticamente mínima. 

Sin embargo, debemos tomar en consideración lo siguiente, y siempre insisto, el capitalismo puro y duro es o puede ser profundamente excluyente. Puede darse eventualmente a ciertas actividades que, si no están supervisadas convenientemente por el Estado, pueden poner en riesgo la seguridad personal o la seguridad pública. Hablo de la aviación, de la banca, seguros, alimentación, la empresa farmacéutica, donde el Estado, pero no en Venezuela, en todas partes del mundo, debe intervenir para garantizar la seguridad pública y la seguridad personal. 

¿Y cree que el Estado debería recaudar más impuestos o menos impuestos? 

—La función de recaudación de impuestos debe pasar ahora por una racionalización de los impuestos. Estamos frente a una esquizofrenia impositiva. Ningún inversionista extranjero ni nacional va a exponer su dinero si no sabe cuál es efectivamente la tasa impositiva que se le va a aplicar. Y desde ese punto de vista hay que ir hacia una racionalización de los impuestos, eliminar el impuesto a las grandes transacciones financieras. 

Hay que racionalizar la forma en que opera el IVA, y encontrar un equilibrio efectivo entre los impuestos locales y los impuestos nacionales. Y hay que, sobre todo, revisar muy cuidadosamente todas y cada una de esas leyes que establecen lo que se llama contribuciones parafiscales. Esas contribuciones parafiscales crean una carga que es parafiscal, pero que se asimila al tema fiscal y que pueden para algunas empresas representar un carácter disuasivo de una inversión. 

—¿Buscaría usted solicitar préstamos a instancias como el Fondo Monetario Internacional (FMI)?

—Yo me he reunido ya con el Banco Mundial y con el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros organismos. Fui asesora del Banco Mundial, así que sé muy bien cómo se maneja y efectivamente creo que es indispensable. Es necesario hacer la solicitud de los préstamos sobre todo para el sistema eléctrico, el sistema de agua potable y el sistema de aguas servidas. Son tres elementos que están en carraplana total en este momento y que necesitamos rápidamente restablecer esos tres servicios públicos.

Y el tema del tan vituperado Fondo Monetario, ¿qué es lo que se le reprocha al Fondo Monetario? Bueno, lo mismo que se le reprocharía a un banco cuando tú vas a pedir dinero. Que seas constante, que seas racional y que no malbarates tu dinero para que le puedas pagar al banco. Eso es lo único que le piden a los Estados. Solo que se ha satanizado la función del Fondo Monetario Internacional que ha sido la de préstamos para el desarrollo. Ahora, no podemos ir a ninguno de esos organismos porque el Estado venezolano no ha entregado cifras de su comportamiento económico desde hace más de 12 años. Entonces tenemos que ponernos al día. 

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—¿Está usted de acuerdo con la reelección indefinida? 

—Nunca. Desde que se habló de la reelección indefinida, yo siempre estuve en contra. Siempre he estado en contra de las reelecciones. Creo que el único caso en que pudiera pensarse en un sistema de reelección, es un sistema de cuatro años y cuatro años un poco al estilo norteamericano. Pero la reelección indefinida ha sido la causa de la degeneración de la democracia en cada uno de los países donde ha pretendido ser implantada. Inclusive en Venezuela, por supuesto, estamos pagando las consecuencias de esa idea de ser reelecto porque el pueblo me aclama. 

Privatización vs. Estatismo

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—Ya usted comentó que estaría a favor de un proceso de privatización masiva de aquellas empresas que han sido expropiadas o que no están produciendo lo suficiente. ¿Estaría también de acuerdo con una privatización de otras empresas quizás un poco más estratégicas como en el caso de Corpoelec, CANTV o las hidrológicas? 

—Corpoelec fue privada en un 40 % en su tiempo porque teníamos Electricidad de Caracas y teníamos otras empresas privadas prestando un excelente servicio. Lo que estamos pagando es la consecuencia de la centralización. La centralización nunca ha funcionado en ninguna parte. Es la descentralización y la autonomía la que puede permitir eventualmente que se presten servicios públicos adecuados. Y, sin embargo, habrá que ver estratégicamente. Yo estaría de acuerdo, por ejemplo, en volver a tener una Electricidad de Caracas privada. 

—¿Y estaría de acuerdo con una privatización de empresas incluso más esenciales como PDVSA y la CVG? 

—Son dos cosas muy distintas. La CVG está muerta, PDVSA está en terapia intensiva. Pero CVG tiene una cantidad de recursos que en manos de alguien que invierta podrá volver a reactivar el servicio. Debido a la falta de energía eléctrica, hoy en día para volver a recuperarlas necesitas eventualmente de un overhaul de esas plantas o de su reinstalación. ¿Tiene el Estado venezolano dinero para eso? No. ¿Tiene posibilidades reales de hacerlo? Tampoco. ¿Tenemos experiencias exitosas en el pasado en eso? Sí, lo tuvimos con Venalum y con Alcasa. Entonces tenemos la posibilidad de reactivar el eje industrial de Guayana en manos privadas o con asociaciones estratégicas. Habrá que ver cuál representa más intereses para Venezuela, inclusive formas de entrega en gerencia durante cierto tiempo como una forma alternativa. 

En cuanto a PDVSA, la cosa es más difícil, primero porque hay una reserva constitucional, de tal manera que cualquier idea mágica de privatización tendría que pasar por una reforma constitucional. Eso no es fácil, sobre todo en un periodo de transición, de tal manera que yo aconsejaría cautela. En cambio, sí es necesario entender que PDVSA está en una etapa de terapia intensiva en el aspecto de exploración, explotación y transporte; y en el aspecto refinación, que son dos cosas que pueden ser separadas. 

—¿Y cree que sería sano para la industria petrolera abrir ese mercado a empresas extranjeras y promover una competencia con PDVSA? 

—Esa sería una buena idea, pero también requeriría de una reforma constitucional. A lo más que podemos llegar sin una reforma constitucional es a situaciones parecidas a las que existían en la Ley Orgánica de Hidrocarburos anterior y en la Ley de Nacionalización Petrolera de 1975. Es decir, abrir las puertas a que por medio de asociaciones estratégicas, por medio de prestación de servicios o devolviendo a los privados las actividades que fueron reservadas al Estado en el año 2008. Efectivamente debemos volver a la apertura, debemos volver a las inversiones extranjeras, pero hay que ser claros con la gente. O la participación mayoritaria o completa de empresas extranjeras requeriría de una reforma constitucional y yo no veo el momento para una reforma constitucional en un periodo de transición.

—¿Cree que el Estado debería eliminar el subsidio a la gasolina y sincerarse con su precio? 

—Sí, decididamente. A nosotros nos decían hace muchos años que éramos un país rico. Hoy nos hemos dado cuenta de algo que siempre decían los economistas: el tener petróleo en el subsuelo no nos hace ricos. 

—¿Cree que podría ser peligroso girar tan bruscamente hacia el libre mercado con un aparato productivo deprimido?

—Tener un sistema de libre competencia aquí, y en cualquier país del mundo, inclusive en la China, implica que eventualmente el Estado intervenga a los fines de impedir o limitar los oligopolios, los monopolios, las situaciones en las cuales puede existir un abuso de posición de dominio o eventualmente aquellos casos en los cuales por alguna coalición indebida pueda producirse una fijación de precio.

Entonces entrar en el libre mercado es reconocer la existencia necesaria del sistema de supervisión de pro competencia y también la reactivación y la modificación también de la Ley contra Prácticas desleales del comercio internacional. Insisto con esto porque en los Estados Unidos existe, en Canadá existe, en Europa existe. Es la forma en la cual se evitan las distorsiones que el libre mercado puede incorporar en una situación en la cual la competencia pueda ser deficitaria o limitada. 

—¿Entonces estaría usted de acuerdo también con tomar medidas que protejan o prioricen a los productores nacionales?

—Sí y no. Por allá en los años ochenta se decía que Venezuela era un país de empresarios ricos y empresas quebradas. ¿Por qué? Porque antes de que se organizara la propuesta de Carlos Andrés Pérez II de ir hacia un sistema de libre competencia, era muy usual que el Estado venezolano utilizara préstamos blandos y mecanismos de subsidio con la finalidad de, entre comillas, proteger el mercado nacional. Y la consecuencia fue eventualmente que no había producción nacional y que había limitación a la importación extranjera.

Entonces la verdad es que hay que ser muy cautelosos en cuanto a qué se protege y cómo se protege. O sea, el Estado no puede convertirse en un benefactor de empresas ineficientes, tiene que ser un promotor de empresas eficientes. A quienes hay que proteger es eventualmente a aquellas personas que siendo eficientes o teniendo un valor agregado particular, especial, por ejemplo, empresas que se refieran a valores tradicionales, generación de artesanías, etc. Hay que entender que las cosas no son tan blancas y tan negras a veces, porque tienes que tomar en consideración aspectos económicos y aspectos culturales a veces.

Asistencia social

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—Ante el estado actual de hospitales y demás centros asistenciales, ¿cree que sería viable una privatización parcial o total del sistema de salud? 

—Ya está privatizado. Cuando tú tienes que llevar algodón, gasa, tienen que ir tus familiares a hacer una colecta para ir a la farmacia, eso está privatizado. Entonces, lo que hay es que racionalizar el asunto. Ver cuál es el costo y ver cómo lograr el cambio a los fines de que toda persona pueda acceder al servicio de salud y aquellas personas que no puedan pagarlo puedan ser atendidas en condiciones dignas. 

El Estado tiene que prestar los servicios básicos de salud a todos los niveles a su población, sin costo para aquellos que no puedan cubrirlo. Y eso se logra utilizando una porción del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los fines de financiar ese gasto recurrente, al igual que el gasto de educación. Esa es la solución que yo propongo para estos dos grandes problemas venezolanos. 

—¿Qué modelo aplicaría para mejorar el sistema de pensiones y recuperar el poder adquisitivo de los jubilados y pensionados?

—Ese es uno de los problemas más difíciles de resolver desde el punto de vista conceptual y desde el punto de vista práctico. Porque no tenemos la base poblacional, el fondo de jubilaciones, pensiones y el fondo en general del Seguro Social se lo rasparon y habría que reconstruirlo. ¿Lo puede reconstruir con fondos públicos? Pues no hay fondos públicos. ¿Lo puede reconstruir con los fondos de los trabajadores? Los sueldos de los trabajadores no dan para recuperar eso. Entonces yo creo que un Estado responsable debería encontrar en ese dilema una solución fuera de la caja. 

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¿Y cuál podría ser una solución fuera de la caja? Necesariamente hay que cambiar el sistema hasta que podamos volver a un sistema racional.

Elecciones primarias en Venezuela: las propuestas de Tamara Adrián

—¿Seguiría su gobierno con programas de asistencia social como Misión Milagro, Madres del Barrio o Amor Mayor? 

—Si tú observas, lo que nos crea reticencias es la palabra misiones. Porque no se trata en ninguno de los casos de programas racionales, bien estructurados, de asistencia social que existen en todas partes del mundo. Es necesario crear un sistema donde realmente aquellas personas que sean dejadas atrás se les pueda dar la mano para que salgan de la pobreza coyuntural. Eso se debe lograr mejorar con inversiones y con nuevos puestos de trabajo. 

Pero la pobreza coyuntural tiene capacidades de sacar con una situación económica adecuada. Es como una herida que sana rápidamente. En cambio, la pobreza estructural no. Estamos hablando de cómo sacar a personas que no pudieron educarse del analfabetismo o del analfabetismo funcional, cómo darle capacidades para desenvolverse en el mundo, por ejemplo, dándoles conocimientos de ebanistería, de mecánica, de cualquier oficio. Las mujeres que tengan un embarazo no deseado temprano cómo hacer para que puedan seguir estudiando y salir de la pobreza. Esos son programas estructurales.

Lo que pasa es que cuando los programas dejan de estar guiados por una racionalidad y se convierten en programas asistencialistas, además políticamente generados, pierden su función y se convierten en un mecanismo de dominación.

-—¿Cuál sería su posición respecto al sistema patria y los bonos que otorga el Estado?

—Ese es el típico sistema de dominación, por cierto, importado de China. Es una base de datos interrelacional donde aparecemos todos. Unos aparecen más que otros, pero la función es básicamente la de poder, a través de ese sistema y su interconexión con el sistema financiero, controlar a las personas políticamente. 

Yo soy de la opinión de que ese sistema patria tiene que desaparecer. Quizás parte de los bonos, parte de las ayudas puedan constituirse en las ayudas estructurales o las ayudas coyunturales que mencioné, pero el sistema patria tal y como está concebido es un sistema de dominación política. 

—¿Cree que debería ser responsabilidad del sistema de salud pública proveer servicios de salud mental, anticoncepción, salud sexual y dotación de medicamentos?

—Todos ellos y muchos más. Porque esas cuatro cosas están asociadas con la pobreza estructural. Entonces, si tú, por ejemplo, logras limitar el embarazo no deseado y el embarazo adolescente, logras generar un sistema de salud sexual y reproductiva, logras generar una salud mental adecuada, la capacidad de las personas de insertarse socialmente aumenta.

Por ende, esto no es un problema de Venezuela, es un problema de ser nación en el siglo XXI y los retos que representa. Por ejemplo, que alrededor del 20 % de la población en el mundo ha sufrido alguna forma de enfermedad mental, sobre todo depresión, pero también otras. Eso está asociado al suicidio, esto está asociado a la falta de producción, de capacidades de producción, porque merma las posibilidades que tiene una persona de efectivamente ser productivo en su trabajo y ser mentalmente alerta.

—¿Y consideraría como un derecho que se contemplaría también dentro de este sistema de salud público el acceso de las mujeres a productos de higiene menstrual? 

—La niña adolescente que no tiene acceso o la mujer que no tiene acceso a productos de salud menstrual, pues simplemente tiene que dejar de trabajar o de estudiar esos días. Estás hablando desde el punto de vista de la producción una merma de cinco días. También de una disminución de la capacidad, de la autoestima de la mujer, y eso genera pobreza.

Evidentemente que eso es parte indispensable de un Estado responsable, responsable de que la gente esté bien para estar en capacidad de cumplir sus funciones como seres en una sociedad. 

Seguridad 

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—¿Cree que planes de seguridad del régimen, como la Operación Liberación del Pueblo, han contribuido a reducir los índices de inseguridad en el país?

—Al contrario. No puedes interpretar la creación de fuerzas especiales y sus consecuencias sin ver o insertarlo dentro de la pérdida del Estado del control sobre el territorio. Y se produce por una abdicación, pues dejó de querer controlar el territorio para dárselo supuestamente a los particulares bajo la modalidad de zonas de paz, y las consecuencias y las consecuencias fueron el nacimiento de las megabandas, el Tren de Aragua. ¿Cuál es el deber del Estado? Volver a tomar el control sobre su territorio. Y el control sobre el territorio implica también el control sobre las poblaciones que puedan incurrir en delitos.

Pero se debe eliminar también a todas estas fuerzas que son utilizadas básicamente para controlar la disidencia política y exterminar. Porque son fuerzas de exterminio, como lo dice la ONU. Las fuerzas de exterminio no caben en una democracia.

—Ante la presencia de mega bandas como el Tren de Aragua, carteles de narcotráfico y grupos guerrilleros que controlan territorios enteros del país, ¿cree que será necesario el combate armado contra estos grupos?

—Quisiera que no, pero estamos viviendo con las particularidades venezolanas una situación incipiente de lo que ocurrió en Colombia con el conflicto armado. Probablemente así como los colombianos ya tuvieron que llegar a un proceso de paz e incorporar a estos grupos irregulares en el proceso de paz, yo quisiera que pudiéramos pasar por ese proceso de reconstrucción de la retoma del poder del Estado sobre el territorio sin tener que entrar en un conflicto armado. Porque todo conflicto armado tú sabes cuándo empieza, pero no cuándo termina. Yo quisiera que recuperemos el rol de la  Fuerza Armada y tome de nuevo el poder sobre el territorio, pero usando en la medida de lo posible los métodos pacíficos.

—¿Qué acciones tomaría usted para reformar el sistema judicial y penitenciario de Venezuela? 

—Ese es uno de los temas más complicados y más difíciles. Nuestro Estado de Derecho está desmantelado totalmente, entonces es un proceso de reforma judicial rápida, certera, con los mejores, para los mejores, para destruir las bandas que hoy en día dominan el sistema judicial, para eliminar la sumisión que tienen muchos jueces al sistema político, que no son sino instrumentos del sistema político y no imparten justicia, sino que se convierten en instrumentos de la revancha, de la venganza política o si no del castigo político. 

En ese proceso hay que buscar a las mejores personas, muy versadas en el tema de derecho, y acometer desde el punto de vista estructural una reforma del poder judicial, una reforma de los jueces, una reforma del sistema de lo que se llama la defensa pública, una reforma de la Fiscalía y una reforma de las leyes penales y de las leyes civiles y procesales. 

—¿Pero cree que el modelo que se debería aplicar a nivel penitenciario debería ser uno más punitivo, o uno más enfocado en la reeducación? 

—La venganza que se implementa por medio del excesivo sistema punitivo puro, en definitiva puede disminuir coyunturalmente la delincuencia, pero no ataca las causas. No se produce un cambio social. Hay que atacar las causas, no hay que victimizar al delincuente, pero es un producto de la sociedad.

También es un signo del fracaso del Estado en educar, en vigilar, en controlar y cumplir su función. Entonces un Estado en el cual se cumplan sus funciones debería reducir, que además tenga un sistema punitivo adecuado, no revanchista, no de venganza, sino adecuado. ¿Y cuál es el sistema adecuado? Aquel que pueda promover que las personas que por cualquier causa hayan delinquido puedan recuperarse.

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—¿Apoyaría usted la implementación de la cadena perpetua en el país? 

—La cadena perpetua nunca ha funcionado en Venezuela. Primero, eso de nuevo, exigiría de una reforma constitucional. Entonces no vamos a pensar en un proceso de este tipo. Hay lo que hay. 30 años es lo que dice la Constitución. Ahora, que podamos hablar en una reforma constitucional de subirlo a 40 o 50 años, puede ser. Hablemos. Aunque pienso que es inútil hablar en este momento porque exige una reforma constitucional y eso sería meternos en un camino que es inviable en este momento.

Medio ambiente y sostenibilidad 

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—¿Qué opinión tiene usted acerca del cambio climático?

—El cambio climático existe. Muchas teorías de conspiración lo niegan, pero el cambio climático está y nos va a afectar a todos. La emisión de gases de efecto invernadero en un país como Venezuela puede ser mínima; sin embargo, nuestras refinerías, petroleras y algunas plantas son contributivas y sobre todo el consumo de nuestros vehículos de combustión interna, contribuye de una manera limitada en el mundo, pero contribuye a generar gases de efecto invernadero. La forma en la que estamos depredando el arco minero y lo que yo llamo el extractivismo salvaje. Yo no estoy en contra de la extracción de medios de producción, de la extracción minera, de la extracción agrícola. No, lo que estoy en contra es del extractivismo salvaje, que es aquel que depreda el medio ambiente como una langosta. Si nosotros no tomamos seriamente en cuenta el tema ambiental, estamos condenando a nuestros hijos, a nuestros nietos a una muerte segura.

—Precisamente Venezuela, a pesar de que no emite tantos gases de efecto invernadero, sí tiene una responsabilidad como país productor de petróleo. ¿Cree que más allá de lo económico Venezuela debería buscar alternativas a la producción de petróleo precisamente para contribuir con la descarbonización? 

—Es que no es para contribuir con la descarbonización, es porque no tenemos otro remedio. En el siglo XIX los países que producían carbón eran países en líneas generales altamente prósperos. El descubrimiento de los combustibles fósiles llevó a la sustitución rápida del carbón como energía. Estamos en un punto en el cual para algunos de los analistas petroleros el punto de inflexión del consumo de petróleo está alrededor del 2040-2045 en su proyección actual.

De manera tal que ellos ven una declinación rápida del consumo y la sustitución por energías alternativas. A veces no es tanto, pero por ejemplo 2035 es un hito. ¿Por qué? Porque la Unión Europea prohibió a partir de 2035 la venta de vehículos nuevos de combustión interna y su sustitución por vehículos eléctricos. Si no usamos el tiempo que nos queda de petróleo y logramos que haya gente que venga y produzca para que nos entre dinero para nuevas inversiones en áreas tecnológicas, vamos a terminar como terminaron los países que fueron países carboníferos y no tenían ninguna otra forma alternativa de producción.

—¿Y qué acciones tomaría precisamente para que Venezuela pueda hacer esa transición hacia el uso de energías limpias y renovables? 

—Venezuela tiene capacidades eólicas muy importantes. No las hemos explotado. Hay zonas donde la brisa está prácticamente presente las tres cuartas partes del año. Estamos en la zona del trópico, por ende, la energía que se produce a través de los sistemas solares también debería ser muy rentable en Venezuela. Nuestra energía es básicamente un 95 % limpia en este momento, porque se produce por el Guri, además de las otras que no han sido terminadas. Es una energía limpia, es la energía derivada del agua. Así que tenemos potencialidad de crear energía limpia suficiente para nosotros y para exportar, como de hecho lo estuvimos haciendo hasta finales de los años noventa. 

—¿Qué medidas tomaría para frenar el ecocidio que se registra actualmente en el Arco Minero del Orinoco?

—Tenemos qué acabar con el extractivismo salvaje. ¿Cómo superarlo? Bueno, regularizando, es decir, abriendo. Todas las economías negras, grises o rojas se mueven en la oscuridad y en ilicitudes de distinto tipo. La consecuencia de eso es que, como no contribuyen a los impuestos, no contribuyen a la creación de puestos de trabajo efectivos, no reproducen con nuevas inversiones, no mejoran la calidad de vida general de las personas. Esa es la economía que hay que acabar. No estoy contra la extracción minera racional, sino contra aquella que responde a estos patrones de depredación del ambiente.

-—¿Contempla usted planes de reforestación en ciudades y campos?

—No hay otra manera de contribuir a evitar el cambio climático sino con la reforestación. Si no podemos tomar la responsabilidad de reforestar, es que no queremos a nuestros hijos, a nuestros nietos, ni queremos a nuestro país. 

—¿Y contemplaría también la creación de nuevos parques nacionales y reservas naturales?

—Creo que tenemos suficientes parques nacionales, el problema es que no los respetan. Fíjense lo que está pasando aquí, en Caracas, con el Parque Nacional El Ávila en la zona de La Pastora. O en Los Roques y Canaima. Pienso que el desarrollo económico es un equilibrio entre la conservación de cuencas y la conservación de centros de biodiversidad muy importantes y cómo puedes utilizar otras zonas para el desarrollo económico agrícola, pecuario, minero, industrial o para las ciudades. Y vivimos en un equilibrio precario, pero lo que sí sabemos es que si no existe un control sobre el uso de las zonas protegidas por parte del Estado, la tendencia es a ocuparlas y a destruirlas. 

—¿Y también cree necesario actualizar y discutir leyes para proteger las reservas de agua dulce del país? 

—Ya esas leyes están. Tenemos una muy buena ley de aguas. Ahora es un poquito menos buena, pero sigue siendo útil la Ley Orgánica del Ambiente, la Ley Penal del Ambiente. El Ministerio del Ambiente fue eficientísimo dictando reglamentaciones. Entonces tenemos las normas sobre el uso del espacio físico, sobre contaminación de las aguas y así tenemos cualquier cantidad de normas. Entonces no hay sino que aplicar lo que está vigente, que se nos olvidó que hasta existía. 

Reivindicaciones sociales

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—¿Está usted a favor del aborto?

—La respuesta es más complicada de lo que tú te puedas imaginar. Poco importa lo que un presidente piensa sobre el aborto cuando está en presencia de un problema. ¿Y cuál es el problema? El problema es que la primera causa o segunda causa de mortalidad de mujeres jóvenes entre 15 y 25 años son las consecuencias de un aborto séptico. Que la primera causa de mantenimiento del círculo de la pobreza es el embarazo no deseado adolescente, porque una niña de 15 o 13 años que da a luz, pues simplemente trunca su futuro para estudiar y para desarrollarse. Pero no solamente el de ella, sino también el del producto del embarazo. 

El Código Penal sigue penalizando, criminalizando el aborto. ¿Tiene eso alguna consecuencia? No, el aborto sigue y las mujeres mueren. Puedes estar en contra, pero la única consecuencia es que las mujeres mueren y que eventualmente si no mueren, a veces quedan en situación de problemas de salud. ¿Cómo cambiar eso? Con un programa de salud sexual y reproductiva. Acceso a salud, educación sexual y reproductiva muy temprana. Estamos hablando de un problema que existe, que no se soluciona negándolo ni diciendo no, yo no quiero que hagan nada, porque en política pública hay una opción, que es dejar la cosa como está, y entonces la consecuencia es que el problema tiende a agravarse, nunca mejorar. 

De manera tal de que yo podría promover una reforma del Código Penal ante la Asamblea Nacional, pero eso sería decisión de la Asamblea. Pero si puede un presidente establecer un plan de salud sexual y reproductiva temprano para evitar el embarazo no deseado, que es el embarazo no deseado el que provoca el aborto. También se puede aplicar el procedimiento que ya está en la ley que permitiría la adopción rápida de un niño. La solución de los problemas multicausales tiene que ser siempre una solución multicausal.

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—¿Y en ese caso entonces está usted también a favor de la eutanasia? 

—Mi mamá murió de un cáncer que le obligó a alimentarse parenteralmente, es decir, no pudo comer nada durante varios meses. En más de una ocasión ella solicitaba que se le ayudara a morir, porque ya eso no era vida y era una decisión de ella libre y consciente, pero no se podía hacer. ¿Dónde estaba el problema? Lo mismo, no es que Dios da la vida y Dios quita la vida. 

Si con el animal que se rompe una pata tú tienes piedad y lo duermes, la persona que está diciendo no quiero vivir porque estoy en un sufrimiento terrible, entonces a esa persona no, tú la obligas a vivir y a sufrir. Estoy de acuerdo con la libertad, y la libertad implica que una persona que tiene una enfermedad terminal, una enfermedad que no puede ser superada, que los cuidados paliativos no le dan ningún tipo de beneficio, tiene derecho a decir ya basta.

—¿Y cuál es su postura sobre el feminismo actual? 

—No hay feminismo, hay feminismos, como hay filosofías, porque los feminismos en el fondo responden a una necesidad política, que es la de visibilizar que las mujeres están sometidas a un sistema social y cultural, que les pone como ciudadanas de segundo orden. Y la única manera de romper ese círculo de subordinación es a través de la visibilidad, a través de la educación y a través del empoderamiento. 

Eso es básicamente lo que hacen los feminismos, pero dentro de los feminismos existen numerosos feminismos. Yo me ubicaría dentro del feminismo que mantiene la dicotomía género-sexo como sistema de dominación. El burka es género, el cortarle el clítoris a las niñas en África del Norte es género. Eso nada tiene que ver con la biología, estos son aspectos meramente culturales. Las dominaciones de la vestimenta son de género. Hay otras cosas que pueden ser sexo, pero eso es género. 

—Apoyaría que se incorporen temas como la diversidad sexual y de género en los programas de educación sexual de las escuelas, considerando que ya habíamos hablado de cómo se hace en la materia de prevención y de anticoncepción, pero si también se debería incorporar entonces también el tema de la diversidad. 

—Todo el mundo tiene derecho a existir y a educarse. La oscuridad mata. La exclusión de personas del sistema educativo porque son gay, mata. ¿Por qué? Porque el suicidio de estudiantes existe y en el caso de personas LGBT es hasta 10 veces mayor que en el resto de los niños. En un país libre todas las personas tienen derecho a existir, a hablar, pero no tienen derecho a negarle los derechos a los demás.

—¿Está usted a favor del matrimonio igualitario y el derecho a la adopción homoparental? 

—No le quita derechos a nadie y le da derechos a quienes no tienen. Pero además, más allá de los prejuicios, ¿qué es lo que sucede en la historia?, negros no se podían casar con blancos. Personas que no eran católicas no se podían casar con personas que eran católicas. Y aquí sucedía hasta 1872 cuando se estableció en el Código Civil el matrimonio civil. A lo largo del tiempo, los prejuicios raciales, religiosos, culturales, se plasman en la negación del derecho al matrimonio.

El matrimonio igualitario para incluir a las personas LGBT, en definitiva es simplemente superar otro nuevo prejuicio, como existía en el pasado. Y la adopción ya existe. Las personas gay pueden existir y han adoptado todo el tiempo en Venezuela. O sea que eso no es un problema, pero también las mujeres lesbianas tienen hijos y no necesitan pedirle permiso a nadie. La discusión ya resulta hasta obsoleta, porque hoy en día el matrimonio igualitario existe en el 90 % de Latinoamérica.

—¿Está usted a favor del reconocimiento de la identidad de las personas transgénero?¿A  partir de qué edad consideraría usted adecuado el cambio de género? 

—Es un derecho humano. Sin la identidad no tienes ninguno de los otros derechos básicamente, o están sometidos a obstáculos tan absurdos, que en definitiva lo único que que transmiten es una especie de punición. Una especie de venganza de quienes te dicen no quiero que te den ese derecho, para que te expongas al escarnio público todo el tiempo. De nuevo, existe el reconocimiento de la identidad sin necesidad de operaciones genitales, sin ningún tipo de requisitos patologizantes, en México, Cuba, Costa Rica, parcialmente en El Salvador, en Colombia, Ecuador, Brasil, en Uruguay, Argentina, Chile, y así, de nuevo, somos una isla de intolerancia.

Tú sabes a los cinco o seis años quién eres, entonces no es un problema de que te van a convertir en niña o te van a convertir en niño, es simplemente dejar explorar tu sexualidad (identidad). No hay ningún tipo de tratamiento para niños y niñas, no le van a hacer operación, no va a pasar nada. Simplemente que si se quiere vestir de tal manera, si quiere usar tal el uniforme, si quiere cortarse o dejarse crecer el pelo, que lo haga como cualquier otro niño o niña, si quiere jugar con tales juguetes.

Y ya, se acabó, no pasa nada. Llegada la adolescencia, entre los 15 y  18 años, ya habiendo tenido un proceso muchas veces que dura 10 años, eventualmente reciben un reconocimiento de su identidad. Hay niños y niñas que antes estaban sometidos a posibilidades de suicidio, eran sujetos de escarnio público, no podían continuar los estudios. Hoy pueden continuar los estudios, tienen sus dificultades como cualquier otro niño, tienen algunas dificultades adicionales debido a la intolerancia, pero pueden ser mucho más felices y no tan infelices como en el pasado éramos las personas trans.

—Si la Asamblea Nacional o un referéndum consultivo refrenda esto y el resultado fuera rechazado, ¿usted aceptaría ese resultado? 

—Es que no hay nada que hacer por una reforma, ahí no hay nada en la Constitución. Eso son mentiras, teorías de conspiración. Lean la Constitución, cuando dice que la ley protegerá el matrimonio entre un hombre y una mujer, eso quiere decir que está protegiendo una cosa, ¿quiere decir que no puede proteger otra? No, puede proteger todo lo demás.

Tanto Brasil como Colombia tenían ese mismo problema y sus cortes constitucionales, la Corte Constitucional Colombiana y la Suprema Corte Federal de Brasil, frente a esta interpretación constitucional, dijeron, un momentito, el derecho a la igualdad va por encima de este sesgo, o sea que no hay necesidad de ninguna reforma. 

—¿Cree usted que Venezuela puede considerarse como un Estado laico actualmente? Esto considerando el apoyo que se le da a las actividades religiosas católicas o el papel que juegan iglesias y grupos religiosos en la discusión de leyes

—Sin Estado laico no hay Estado. Los derechos de las personas no pueden depender de tu afiliación o no a una religión. Tú tienes la libertad de creer o no creer y de eventualmente en esa creencia de ser practicante o no practicante. Eso es tu derecho en tu esfera individual y en tu esfera privada. En la esfera pública todas las personas tienen derecho a los mismos derechos. 

Bajo el ordenamiento religioso esta persona, por ejemplo, no tiene derecho al divorcio en algunas iglesias. Pero en el ordenamiento civil, seas tú protestante, católico, ateo o judío, tienes los mismos derechos. Y a eso es a lo que se refiere la separación de Iglesia-Estado. Que ninguna iglesia, por importante que sea, pueda determinar los derechos de algunos de acuerdo con su visión.

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