• El anuncio del ex guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC) Iván Márquez de retomar las armas revive el temor de un violento conflicto que durante más de una década dejó miles de muertos en ese país

“Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia (cuna histórica de la rebelión armada) bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión”. Con esas palabras, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) reabrieron este jueves una de las luchas más violentas en la historia de la región.

La declaración estuvo a cargo de Iván Márquez, ex número dos de la disuelta guerrilla, y de quien se desconoce el paradero desde hace un año. El anuncio fue divulgado a través de internet en un video de 32 minutos en el que también aparecen 17 hombres armados con fusiles, entre ellos Seuxis Paucias Hernández, alias “Jesús Santrich”, y Hernán Darío Velásquez, alias “El Paisa”. Estos dos últimos se dieron a la fuga desde hace dos meses y dejaron de cumplir sus compromisos con la Justicia Especial para la paz (JEP).

Vestido de traje verde militar y con una pistola en la cintura, Márquez justificó que la decisión de retomar las armas es la “continuación de la lucha guerrillera en respuesta a la traición del Estado a los acuerdos de paz de La Habana” firmados en 2016. Para el guerrillero, el gobierno “no ha cumplido ni con la más importante de sus obligaciones que es garantizar la vida de sus ciudadanos y, particularmente, evitar asesinatos por razones políticas”.

El anuncio generó el rechazo de los principales actores políticos de Colombia y el continente, e incluso representantes del partido de las FARC. “Siento vergüenza por lo que hicieron los compañeros, pero es una decisión individual que no representa al resto”, expresó el ex jefe guerrillero Rodrigo Londoño, alias Timochenko, quien sostuvo que “más de 90% de ex guerrilleros seguimos comprometidos con el proceso de paz”.

La ONU, que sigue la verificación de los acuerdos, expresó su condena al movimiento y coincidió con Timochenko al resaltar que se trata de “un reducido grupo de ex combatientes” y que la “inmensa mayoría de hombres y mujeres” de la antigua guerrilla “sigue cumpliendo con la paz”.

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Por su parte, el presidente Iván Duque informó, a través de un mensaje a la nación, de la conformación de una unidad especial para la persecución de los integrantes que aparecen en el video y fijó una recompensa de tres mil millones de pesos a quienes suministren información que conduzcan a la captura de los mismos.

Las FARC y el chavismo

La grabación difundida por el grupo fue realizada desde algún punto del río Inírida, en la región amazónica del sureste del país, cerca de las fronteras con Venezuela y Brasil, según Márquez. Sin embargo, diversos observadores y la inteligencia militar colombiana sostienen que la proclama se efectuó desde terreno venezolano.

Una investigación de AFP determinó que el video se encuentra alojado en el portal farc-ep.info, un dominio web que, según la base de datos de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números, se creó el 12 de agosto de 2019 en el este del estado Anzoátegui.

En su mensaje al país, Duque aseguró el anuncio de los disidentes no se trata del surgimiento de una nueva guerrilla, sino de “las amenazas de una banda de narcoterroristas que cuentan con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”. El presidente colombiano solicitó el respaldo del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, a la justicia colombiana para la captura del grupo armado.

El también presidente de la Asamblea Nacional (AN) reiteró, por su parte, su respaldo al Duque en la lucha contra el “narcoterrorismo” e instruyó a Julio Borges, recientemente nombrado como Comisionado Presidencial para Relaciones Exteriores, a reunirse con el canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo para “evaluar acciones conjuntas de gobierno”.

El vínculo entre Nicolás Maduro y estas agrupaciones quedaron en evidencia el pasado 21 de julio, durante el cierre del Foro de Sao Paulo. “Iván Márquez y Jesús Santrich son bienvenidos a Venezuela cuando quieran venir, son los dos líderes de paz”, refirió Maduro entre los aplausos de las agrupaciones de izquierda, y añadió que “las FARC son bienvenidas cuando quieran”.

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Meses atrás, Hugo Carvajal, el ex jefe de Contrainteligencia Militar del fallecido ex presidente Hugo Chávez, aseguró que la reagrupación de los guerrilleros es auspiciada por Maduro en un plan de contingencia militar liderado por Cuba contra Colombia. No obstante, la relación entre el chavismo y la guerrilla colombiana data de años atrás, en las que incluso Carvajal estaría involucrado.

Un informe remitido por las autoridades de Estados Unidos a los tribunales de España sostiene que Carvajal fue el responsable de la coordinación del transporte de 5.600 kilogramos de cocaína de las FARC, desde Venezuela a México, el 10 de abril de 2006.

Las huellas del conflicto armado

A partir de la década de 1960 Colombia comenzó a experimentar un conflicto armado asimétrico entre el gobierno y grupos guerrilleros de extrema izquierda. A lo largo de ese período se han ido sumando a la contienda paramilitares de extrema derecha, cárteles de la droga y bandas criminales, dejando a su paso una interminable estela de muertos y heridos.

Entre 1989 y 1990 el territorio neogranadino vivió una de las etapas más oscuras del narcotráfico debido a los frecuentes atentados con carros bombas, en su mayoría ordenados por Pablo Escobar Gaviria, el fundador del ‘’Cartel de Medellín’’, organización criminal cuyos tentáculos se extendieron por todo el mundo.

La disolución de las FARC en 2016 y su posterior desarme total el 15 de agosto de 2017 significó para muchos un símbolo de paz en medio del conflicto colombiano; sin embargo, el anuncio del guerrillero Iván Márquez sobre retomar las armas bajo la excusa de que el gobierno rompió los acuerdos de paz, supone el temido regreso de una nueva ola de violencia.

El entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, a la izquierda, y el comandante guerrillero Rodrigo Londoño durante la ceremonia de firma del acuerdo de paz en Cartagena. Foto: Fernando Vergara | Associated Press

Los antecedentes del grupo guerrillero se remontan a la década de 1950 cuando el gobierno neogranadino instigaba constantemente a grupos de campesinos que se encontraban al sur de ese país y estaban influenciados por el Partido Comunista. En 1961, el senador Álvaro Gómez Hurtado expresó ante el Congreso que en varios puntos de Colombia existían ‘’repúblicas independientes’’ que suponían una amenaza para el Estado.

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Ese término fue tomando forma y en 1964 el presidente de ese entonces, Guillermo León Valencia, ordenó al Ejército recuperar esos territorios por la fuerza. Fue cuando el gobierno dio inicio a la ‘’Operación Marquetalia’’, también conocida como ‘’Operación Soberanía’’, que consistió en el desalojo de campesinos y ‘’bandoleros’’ que se encontraban en Marquetalia, municipio de Planadas; Riochiquito, Cauca; El Pato, Huila; y Guayabero, Guaviare.

Pese al asesinato y tortura de varios campesinos guerrilleros por parte de efectivos militares, varios lograron escapar y liderados por Pedro Antonio Marín Marín, mejor conocido como Manuel Marulanda Vélez o Tirofijo, y Jacobo Arenas, surgió la FARC-EP de corte marxista-leninista el 27 de mayo de 1964. En sus inicios se denominaron Bloque Guerrillero del Sur.

Entre las acciones más sanguinarias de este grupo terrorista destacan la llamada ‘’Masacre del Club el Nogal’’ la noche del 7 de febrero de 2003 en Bogotá. Un carro bomba con más de 200 kilos de C-4 explotó en el club donde se encontraban unas 600 personas. El hecho dejó 36 personas muertas y 196 heridas. 16 años después del trágico suceso, unas 40 familias aún piden que se esclarezca el caso.

Aunque el grupo guerrillero negó la autoría del hecho, la Fiscalía General de la Nación en 2014 acusó a más de 20 personas, entre ellos, a los miembros del entonces Secretariado de las FARC. Entre los implicados se encontraba Hernán Darío Velásquez, alias El Paisa, quien aparece entre los disidentes que este año decidieron retomar las armas.

El 20 de febrero 2002 los diálogos de paz entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana fracasaron. El panorama no cambió con la llegada al poder de Álvaro Uribe Vélez, quien prometió ganar la guerra, pero justo el día de su toma de posesión, el 7 de agosto de 2002, el grupo guerrillero atentó la Casa de Nariño, dejando como resultado 27 personas muertas.

Ese mismo año, pero en mayo, se registró un atentado terrorista en la iglesia San Pablo Apóstol en Bojayá, ubicada en el municipio de Bojayá departamento del Chocó. El acontecimiento ocurrió en el templo mientras las FARC se enfrentaban con las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu).

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Los guerrilleros arrojaron al techo de la iglesia un cilindro bomba que estalló causando la muerte de 79 personas, 100 heridos y el desplazamiento de casi 6.000 civiles. Entre las víctimas mortales se encontraban 45 niños.

Además de los ataques terroristas con víctimas mortales que empañan la historia de Colombia, las FARC también han utilizado el secuestro como modus operandi. Entre los casos emblemáticos se encuentra el de la política colombo-francesa Ingrid Betancourt, quien fue capturada por la guerrilla en febrero del año 2002 cuando iba en camino a la zona de distensión establecida por el gobierno colombiano para establecer conversaciones de paz con la guerrilla. Betancourt estaba acompañada por su asesora Clara Rojas, quien también fue retenida por el grupo irregular.

Betancourt saluda al presidente Álvaro Uribe luego de ser liberada | Foto: France Press

La política estuvo cautiva en la selva en condiciones inhóspitas durante seis años, cuatro meses y nueve días, cuando fue rescatada mediante la famosa “Operación Jaque”, liderada por el Ejército colombiano y la Cruz Roja Internacional.

Clara Rojas, jefa de debate de Ingrid Betancourt, fue liberada en enero del 2008. Durante su secuestro quedó embarazada y dio a luz un niño de nombre Emmanuel.

Fernando Araújo, un ingeniero civil y político, que formó parte del gobierno de Andrés Pastrana fue secuestrado por la FARC en diciembre de 2000 cuando era relevado de su cargo de ministro de Desarrollo. Logró huir de sus captores seis años después, en medio de un operativo del Ejército colombiano en la zona donde permanecía retenido.

En 2008 la FARC recibió un duro revés cuando Raúl Reyes, segundo al mando, fue asesinado durante un ataque del Ejército colombiano a un campamento guerrillero ubicado en Ecuador. Ese mismo año murió Tirofijo, el fundador de la organización criminal, y fue sustituido por Alfonso Cano, quien tres años más tarde cayó durante un operativo.

La incertidumbre de la violencia se cierne nuevamente sobre Colombia, una etapa que ya parecía cerrada hasta el anuncio de las FARC de retomar las armas este jueves. El accionar del gobierno de Iván Duque, así como el apoyo del régimen de Maduro a estos grupos, pueden determinar la continuidad de la paz en ese país.

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