• Revender productos para intentar sobrevivir ya no es un método que se quedó en Venezuela. En el país austral los connacionales ofrecen comidas, mercancía y servicios en grupos de WhatsApp para seguir generando dinero durante el confinamiento

Son las 7:00 am y ya comienzan a sonar los celulares de quienes viven en los edificios, de más de 20 pisos cada uno, ubicados en la comuna (municipio) de Estación Central, al sur de Santiago de Chile. No es coincidencia y tampoco la alarma para despertar, son los grupos de WhatsApp de ventas que se han convertido en la principal herramienta de trabajo de muchos habitantes de esta zona que buscan generar ingresos ofreciendo alimentos y otros productos a sus vecinos en medio del confinamiento por el covid-19.

“Un mundo paralelo a Venezuela”, así describió la situación Enrique Quiroz, quien fue consultado por El Diario sobre esta práctica. Y no está lejos de la realidad pues la crisis económica que ha generado el coronavirus obliga a la población que habita en Chile, gran parte de ella conformada por migrantes venezolanos y otras nacionalidades, a incursionar en el comercio informal dentro de las residencias. Así como la crisis humanitaria, causada por la mala gestión del régimen de Nicolás Maduro obligó a los ciudadanos en Venezuela a rebuscarse vendiendo cualquier cosa para sobrevivir, la pandemia hace que se repita la historia.

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El Instituto Nacional De Estadísticas (INE) informó que en Chile la tasa de desempleo aumentó a 11,2% en el segundo trimestre de 2020, y es considerada la más alta en 16 años según los medios de comunicación chilenos. Esto quiere decir que más de 940.000 personas se encuentran desempleadas, entre ellos los migrantes que deben pagar alquiler.

Las ofertas en Chile

Desde bien temprano ya se leen en WhatsApp los mensajes: “vendo combos de licor”; “te traigo ricas empanadas venezolanas”; “ofrezco mis servicios para arreglar laptops y computadoras” y “tenemos ricas tortas de vainilla, chocolate y tres leche”. Mensajes que durante todo el día son reenviados más de 100 veces cada uno.

Grupos de Whatsapp en Chile

“Antes eran dos y ya van seis (grupos)”, dijo Paola Marín, de 24 años de edad, para El Diario. Ella al igual que otros venezoalanos se gana la vida trabajando en una panadería y generando dinero extra con sus emprendimientos: depilando y vendiendo ropa para dama en la red social Instagram.

Las ofertas más populares en estos grupos de la mensajería instantánea son los platos de comida venezolana: arepas, empanadas, tequeños, pastichos, arroz chino y hasta chicha. También ofrecen servicios de belleza, cuidado de niños y ventas de artículos de segunda mano.

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Sentarse en la recepción de estos edificios es ser observador, en primera fila, de un desfile de entregas diarias. Un proceso que no cesa, aunque los involucrados sí cumplen con las medidas sanitarias recomendadas por las autoridades.

Incomodidad evidente

En el edificio Barrio Central se constató la incomodidad que estos grupos de WhatsApp, han generado en algunos habitantes. El equipo de El Diario evidenció cómo los vecinos crearon otro chat para poder comunicar información relevante sobre el inmueble, debido a que el anterior estaba colapsado por personas que comenzaron a enviar mensajes de ventas.

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Foto: arriendos.assetplan.cl

“No se permiten ventas en este grupo”, “sáquenlo”, son algunos de los mensajes que envían algunos vecinos del edificio a quienes comparten publicaciones de ventas en el nuevo grupo.

Las discusiones ya se venían generando en el chat anterior, razón por la que tomaron la decisión de crear un nuevo grupo, en el que eliminan, sin previo aviso, a cualquier persona que ofrezca comidas u otra mercancía.

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Medidas que no se cumplen

“Llamen a los carabineros (cuerpo policial de Chile)”, es el mensaje fijo de los fines de semanas en el edificio Barrio Central, en donde se confirmaron 28 contagiados con el virus, por las reuniones y celebraciones que algunas personas realizan en el lugar, pese a las medidas de confinamiento por el incremento de casos por covid-19.

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Las administraciones de todas estas residencias han prohibido las visitas. Sin embargo, es una medida que al parecer no se cumple con cabalidad.  

En Chile se han detenido a más de 34.334 personas, desde el 19 de marzo, por infringir el toque de queda y 109.685 por violar la cuarentena.

En ocasiones se escuchan los gritos de vecinos para pedir, desde un edificio a otro y con groserías, que se baje el volumen de la música en algún departamento. Y la jerga coloquial venezolana no se queda atrás en estos acontecimientos.

“Me vas a cuidar tú la carajita, mama…”, fue el grito de una vecina a las 3:00 am el pasado domingo 28 de junio a un ciudadano chileno, quien bajo los efectos del alcohol cantaba en el balcón con la música a máximo volumen.

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Los gritos de un vecino contra el régimen de Maduro generan risas que luego de transforman en un sinfín insultos hacia el infractor.

Solidaridad

No todo lo que pasa en el edificio de Barrio Central de Chile es negativo, ni se trata de solo comercio informal. Los vecinos se unieron para colocar en recepción un carrito de supermercado con un letrero que decía “aporta lo que puedas o toma lo que necesitas”. Esta iniciativa fue hecha con el fin de apoyar a las familias que no cuenten con los recursos para comprar alimentos durante el confinamiento.

La comunidad también se organizó, luego de cesar las donaciones de alimentos, para recaudar abrigos y cualquier otra prenda de vestir que algún vecino pueda necesitar en la temporada de invierno (junio a septiembre).

Las buenas acciones, los retos para seguir adelante, cruces de culturas y el intento de  vivir con “alegría” son los factores que mayor peso han tenido durante los cuatro meses de cuarentena en Chile. Pero sin dejar a un lado la necesidad de volver a la “normalidad” y poder reencontrarse todos con un abrazo. 

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