Andrew Cuomo: cómo el exgobernador de Nueva York dinamitó su capital político

Raúl Castillo
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  • Para muchos era uno de los potenciales candidatos demócratas para las elecciones presidenciales de 2024. Era un hombre de credibilidad y seguridad. Todo eso se derrumbó progresivamente: el fin de Andrew Cuomo, antes impensado, ahora es una realidad después de su renuncia en medio de acusaciones de acoso sexual

A mediados de 2020 el demócrata Andrew Cuomo era una de las estrellas de la política en Estados Unidos. Las ruedas de prensa diarias del gobernador de Nueva York fueron, para muchos, un faro de seguridad en medio de la pandemia del covid-19: ante las declaraciones despreocupadas y negacionistas que muchas veces lanzaba el presidente Donald Trump en sus conferencias, él optaba las evidencias científicas, mensajes claros y resoluciones férreas. Su reelección como gobernador por cuarta vez se daba por hecha. Muchos se apresuraron a escribir su nombre en la lista de candidatos presidenciales para 2024, e incluso fantasearon con una entrada tardía en la carrera presidencial de 2020. Con el cambio de Administración, se convirtió en uno de los hombres cercanos al presidente Joe Biden.

Pero entonces su castillo de naipes se derrumbó. La leyenda del hombre infalible no era lo que parecía.

Andrew Cuomo: cómo el exgobernador de Nueva York dinamitó su capital político
EFE

Su control de la pandemia no era tan sólido. Se confirmó que no se contabilizó en el censo de ancianos fallecidos a aquellos que fueron trasladados desde las residencias a los hospitales. La Administración del estado de Nueva York contabilizó 8.500 muertos en residencias, pero la cifra real asciende a 15.000. No conforme con eso, sacó el pecho de la gestión lucrando con la venta de un libro con el orgulloso título Crisis estadounidense: lecciones de liderazgo en la pandemia de covid-19.

Millie Herrera, una analista demócrata que reside en Florida, considera que detrás de la denuncia de las residencias pudieron haber estado motivaciones políticas del Partido Republicano en principio. Sin embargo, critica la actuación de Cuomo.

Entonces, aunque la confianza en Andrew Cuomo se fue deshilachando, resistía a los golpes de sus críticos. El nocaut estaba por llegar.

Llegaron las acusaciones

La primera acusación salió en diciembre de 2020. Entre febrero y marzo surgieron otras. Al final fueron 11. Todas eran mujeres: aseguran que Cuomo las acosó sexualmente.

La Fiscalía de Nueva York encargó una investigación independiente a dos abogados en marzo. Durante casi cinco meses, examinaron unos 74.000 materiales, entre documentos, correos electrónicos, mensajes, fotografías, y entrevistas a 179 personas. La conclusión, en un informe de 165 páginas, fue que el gobernador Cuomo había asediado a 11 mujeres —9 de ellas empleadas o exempleadas— con tocamientos inapropiados o comentarios y había tomado represalias contra una de las que se habían quejado públicamente.

Cuomo negó las acusaciones. Incluso hasta en su renuncia, este 10 de agosto, tuvo una actitud que sus críticos consideraron arrogante. “En mi mente, nunca crucé la línea con nadie”, dijo Cuomo. “Pero no me di cuenta de hasta qué punto esa línea se ha vuelto a trazar”, añadió.

Herrera opina que actitudes como las de Cuomo siempre han existido y que se callaron durante décadas. “Ese comportamiento era aceptado, desafortunadamente, por hombres que estaban en el poder. Pensaban que era un derecho que tenían. Esa es una forma de pensar tóxica tradicional de los hombres de nuestra sociedad, que poco a poco se está revelando que no tienen derecho a nada de eso. Son paradigmas sociales que van a ir cambiando”, dice la demócrata.

El propio Cuomo había impulsado nuevas leyes contra el abuso en plena ola feminista Me Too. Herrera también resalta que “empoderó” a muchas mujeres. Sin embargo, opina que todo eso ha llegado a su fin. “Es triste que una persona que tenga ese potencial lo eche a perder todo por un comportamiento tan desagradable”.

Andrew Cuomo y Kathy Hochul. Foto: Andrew Burton/Getty Images

Curiosamente, su sucesora será una mujer: Kathy Hochul.

¿Jugada política?

En su renuncia, Cuomo insistió en que el proceso “tiene una motivación política” y cuestionó la credibilidad de las pesquisas encargadas por la Fiscalía de Nueva York.

Enemigos políticos no le faltaban. Dentro del ala más izquierdista del Partido Demócrata era visto como un hombre sin escrúpulos que pactaba habitualmente con el Partido Republicano; y para los republicanos significaba, sobre todo, una amenaza como posible candidato presidencial. Herrera sí cree que hubo motivaciones políticas detrás de algunas denuncias, aunque eso no invalida que sean reales.

“Obviamente hay política detrás. Hay política porque a los demócratas se nos exige un estándar mucho más alto que a los republicanos. Es decir, para acusar a alguien y para que esas acusaciones lleguen al nivel que han llegado, debe haber algo de verdadero. Muchas veces a las mujeres no se nos toma en cuenta. Hay que seguir investigando. Por supuesto que es casi seguro que sí hay motivación detrás de eso, pero eso no quita que él haya hecho lo que esas mujeres dicen”, opina.

La sombra de su padre

Si había algo con lo que probablemente fantaseaba Cuomo era con ser reelecto para un cuarto mandato. No solo porque lo hubiera puesto en la élite del estado de Nueva York (el último que logró cuatro mandatos fue Nelson Rockefeller: 1959, 1962, 1966 y 1970), sino para vencer, en definitiva, la sombra de su padre Mario.

Mario Cuomo fue reelegido tres veces. Cuando intentó la cuarta, se topó contra un muro republicano. Era considerado favorito al comienzo de la campaña de 1994, pero fue derrotado por una ola republicana que estaba barriendo el país, perdiendo ante un senador estatal poco conocido llamado George Pataki.

Andrew Cuomo, en teoría, podría lograrlo. De momento nada le prohíbe volver a ser candidato. Su problema ahora es algo que hace un año parecía que le sobraba: credibilidad.

Y concluye: “No creo que se postule, y si lo hace, sería en un futuro después de haberse exonerado o de haber pasado algo que demuestre que merece la confianza de los ciudadanos”.

Raúl Castillo
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