• Desde gimnasios y piscinas hasta una discoteca y un zoológico, el Centro Penitenciario de Aragua fue un territorio donde la máxima autoridad era el pran. Y desde la llegada del Niño Guerrero en 2016, la prisión se convirtió en un núcleo delictivo, pero también comercial y de poder incluso para las comunidades aledañas

El Centro Penitenciario de Aragua, conocido popularmente como la cárcel de Tocorón, fue intervenido por el régimen de Nicolás Maduro el 20 de septiembre. De acuerdo con el Ministerio de Interior, Justicia y Paz, participaron más de 11.000 funcionarios militares y policiales para tomar el control del recinto, así como de la vecina población de San Vicente. 

Pero no fue un proceso sencillo. Desde la madrugada se vio un enorme despliegue que involucró vehículos blindados y el acordonamiento de todo el sector. En redes sociales también se difundieron videos de la batalla en el interior, donde una gruesa cortina de humo cubría el incendio de varias estructuras informales, mientras de fondo se escuchaban explosiones. Más que la toma de un centro penitenciario, la operación fue como la recuperación de un territorio bajo el control de un grupo rebelde.

Durante varios años, Tocorón fue precisamente un lugar fuera del dominio de la ley. A pesar de estar en teoría bajo la administración del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, el poder de facto lo ejercía Héctor Guerrero Flores, alias el Niño Guerrero. Desde 2016, el líder del Tren de Aragua ha sido el pran de la cárcel y la convirtió en la base de operaciones del grupo criminal, desde donde se ordenaban secuestros, extorsiones, asesinatos y se realizaban estafas telefónicas. 

También se convirtió en el centro de poder de toda la zona. La ley en San Vicente era la autoridad del pran y sus terratenientes, quienes no solo imponían toques de queda o sometían a su población, sino que también asumieron funciones del gobierno local como garantizar la seguridad o ayudar a las familias de bajos recursos. Incluso Tocorón se volvió para los habitantes un núcleo comercial y de entretenimiento en momentos de desabastecimiento y ausencia del Estado. 

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Dominio total

¿Cómo era la cárcel de Tocorón, el centro penitenciario donde nació el Tren de Aragua?
Foto: @NicolasMaduro/ X

Construido en 1982, el Centro Penitenciario de Aragua originalmente se planeó para albergar alrededor de 720 reos de la región central del país. Sin embargo, para 2016 esta cifra excedía los 7.000, con prisioneros procedentes de diferentes estados, algunos bastante lejanos. Como muchas cárceles venezolanas, el hacinamiento, la falta de servicios básicos y la violencia eran problemas cotidianos.

Justamente en 2016 tomó forma dentro de Tocorón el Tren de Aragua. La banda criminal era liderada por José Gabriel Álvarez Rojas, alias el Chino Pedrera, pero tras su asesinato ese mismo año, pasó a estar bajo control del Niño Guerrero. Esto coincidió con la consolidación del fenómeno de los pranes, haciendo que Guerrero pronto se posicionó como la máxima autoridad no sólo entre los presos, sino dentro de la cárcel misma y sus alrededores.

Bajo su dominio, como si de una administración gubernamental se tratara, se realizaron una serie de obras y construcciones dentro del penal, financiados con el dinero de sus actividades ilícitas. De igual forma, el penal pasó a contar con acceso de teléfonos e Internet, así como la entrada de armamento y drogas, con una aparente inacción de los directivos y custodios.

Canchas y piscinas

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Vista del parque infantil de la cárcel de Tocorón. Foto: Cortesía

Una de las construcciones más llamativas dentro de la cárcel de Tocorón fue su cancha de béisbol. En 2021, una investigación periodística de la Alianza Rebelde Investiga (ARI) reveló la existencia de la instalación deportiva a través de imágenes satelitales de Google Maps. 

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Aunque existía desde hacía años como una cancha de softbol, funcionarios de Tocorón, bajo condición de anonimato, confirmaron a la ARI que el espacio fue recuperado por los mismos delincuentes, quienes incluso organizan torneos allí. Con grama en buen estado, gradas, vallas metálicas y un sistema de iluminación, un pendón deja claro el nombre del estadio: Tren de Aragua.

En el año 2015 el penal también había causado controversia al comprobarse la existencia de un complejo de piscinas en su interior. A esto también se sumó un parque infantil donde el 11 de diciembre de 2022 murió un niño de un año de edad bajo circunstancias que nunca se esclarecieron. De acuerdo a la versión policial, Karelys Arcila de 27 años de edad, decidió aprovechar una visita a su pareja, Enrique Soto Colmenares, para celebrar el cumpleaños del niño en ese parque.

Arcila dejó por un momento a su hijo con Soto, quien no era su padre, mientras salía a comprar golosinas. Al regresar, encontró a su hijo inconsciente y un golpe en la cabeza, aparentemente provocado por el detenido. El niño murió camino al centro de salud más cercano, mientras Soto fue linchado y asesinado por el resto de los reos pocas horas después. Los presos también demandaron acabar con la vida de la madre, quien fue detenida y condenada a 19 años de cárcel en el área femenina de Tocorón. No obstante, actualmente no hay reportes de que su integridad esté en riesgo.

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Excentricidades

¿Cómo era la cárcel de Tocorón, el centro penitenciario donde nació el Tren de Aragua?
Foto: Cortesía Runrunes

Pero no solo hay espacios deportivos y parques infantiles en Tocorón. Poco después del estadio de beisbol existe un área en la que, de acuerdo con diferentes trabajos periodísticos, se encuentra un zoológico de contacto con caballos, ponis y otros animales de granja. También un caney en el que los presos realizan peleas de gallos.

Pero uno de los lugares más polémicos es la discoteca Tokio, ubicada en pleno corazón comercial de Tocorón. Aunque su existencia se especulaba desde antes de 2015, fue dos años después cuando se conoció que tuvo una remodelación y comenzaron a circular imágenes y videos de sus fiestas en redes sociales. Entre luces de neón y máquinas de humo, cuenta con una mesa de Dj, equipos de sonido y una tarima en la que se presentan músicos y bailarinas contratados por el Tren de Aragua. 

De igual modo, el portal Runrunes investigó en 2015 los rumores de una agencia bancaria ubicada dentro de la cárcel. Aunque se desmintió la existencia de un banco comercial en el sitio, se encontró que el lugar funcionaba como una suerte de depósito del dinero recogido por el Tren de Aragua, y que a su vez se usa para dar préstamos con intereses a otros presos o visitantes. 

Centro comunitario

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Imagen satelital en la que se aprecia la cancha de beisbol de Tocorón. Foto: Cortesía

Tanto la discoteca Tokio, como el falso banco, quedan en una zona del penal entre su edificio principal y el estadio de beisbol. Sin custodia policial y bajo control total del pran, se es visible en tomas aéreas como una extensa red de ranchos utilizados como comercios y casas, como una suerte de pueblo dentro de Tocorón.

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Allí también se encuentran desde centros hípicos, bares y restaurantes como “La sazón del hampa”; cuyo letrero se hizo viral en redes sociales. También varias bodegas en las que, durante los años más crudos del desabastecimiento y la crisis económica de Venezuela, se podían conseguir productos de primera necesidad que en aquel entonces eran escasos por sus regulaciones de venta. 

“Aquí adentro se pueden comprar compotas, pañales, toallas sanitarias, champú, detergente, jabón de baño o lo que quiera”, declaró un recluso a Runrunes en 2015.

Esto hizo que para muchos habitantes de San Vicente y sectores cercanos Tocorón se convirtiera no solo en el lugar desde donde se ejercía un fuerte control social, sino también un proveedor de productos que no se podían conseguir en los supermercados del exterior. Un beneficio también para los visitantes de los reclusos, quienes incluso podían pernoctar allí y pasar semanas enteras con sus familiares.

Sin embargo, todos estos servicios y lujos no eran para toda la población carcelaria. Cada beneficio, desde el derecho a dormir en un espacio cómodo, tener una visita conyugal o usar el gimnasio se pagaba con altas sumas de dinero, o causas, que se depositaban directamente en las cuentas bancarias del pran. Para quienes no podían costearlo, se les marginaba a los peores rincones del penal, donde sí persistía el hacinamiento y la insalubridad. Así, mientras algunos presos morían de hambre o enfermedades, aquellos miembros del Tren de Aragua allegados al Niño Guerrero contaban con celdas privadas con televisores, aire acondicionado e Internet. Como dos caras de un sistema que, hasta el 20 de septiembre, era la ley y el orden de Tocorón.

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