• La obra Cruz de Mayo abrió el 9° Festival de Jóvenes Directores Trasnocho, con una versión marcada por la música y la cercanía de los sectores populares caraqueños. Allí, entre reflexiones acerca de la familia y el abandono, se cruzan diferentes historias donde solo la esperanza podrá evitar una tragedia. Foto portada: Paulo Reyes

“Todas las madres son santas”, es la premisa sobre la que gira la obra teatral Cruz de Mayo. Un coro de voces y reflexiones que desde el corazón de un barrio caraqueño, disertan al ritmo de salsa y tambor las diferentes aristas que hay alrededor de conceptos como la maternidad y la familia, mientras cada uno de sus personajes carga con sus propias cruces en las vísperas del Día de la Madre. 

La obra se presentó entre el 25 al 28 de enero en la sala Espacio Plural del Trasnocho Cultural, en el centro comercial Paseo Las Mercedes. Es una propuesta de la directora Bárbara Arez, quien fue la encargada de inaugurar la 9° edición del Festival de Jóvenes Directores Trasnocho. Fue la primera de las seis piezas participantes, que se exhibirán cada semana hasta el 3 de marzo.

La historia es original de la escritora y dramaturga venezolana Lupe Gehrenbeck. La autora, quien es considerada un referente del teatro contemporáneo venezolano, se caracteriza por usar la cotidianidad como trampolín para retratar en sus obras aspectos más complejos sobre la sociedad y su idiosincrasia. Precisamente por esa razón fue el texto escogido por Arez para el festival, como una forma de “volver a sus raíces”, al contar una historia ambientada en un sector popular.

Tanto Gehrenbeck como Arez tienen algo en común: ambas han pasado tanto por la actuación como por la dirección. También son mujeres que de acuerdo con la joven directora, tienen algo para decir sobre el país desde las tablas. En este caso, con una historia que habla sobre las heridas del pasado, pero también de la esperanza y el amor como un camino hacia la redención.

Ficha técnica

Producción general: Sascha Álvarez
Asistente general y Diseño gráfico: Sophia Álvarez
Dirección musical: Mario Becerra
Dirección de arte: Elisa Orellana
Diseño de iluminación: José Manuel Rueda

Elenco: Francisco Aguana, Bárbara Acevedo, Edgard Márquez, Catalina Lozada y Enyelberth Balza.

Músicos: Ifé Mijares, Jhonny Pacheco, Emily Ojeda y Lester Frías.

Historias cruzadas

Bárbara Arez redime con el teatro la cruz de la maternidad venezolana
Foto: Paulo Reyes

La primera vez que Cruz de Mayo se presentó al público fue en el año 2016 en el entonces Centro Cultural BOD (hoy Centro Cultural de Arte Moderno). Dirigida por Oswaldo Maccio, y con actuaciones de Antonio Deli, Nattalie Cortez, Emily Caraballo, Juan Vicente González y Abraham Castillo. A diferencia de aquella versión, Arez no solo adaptó al espacio de la sala un montaje ya de por sí reducido al tratarse principalmente de monólogos, sino que repensó su formato para convertirlo en una pieza de teatro musical, agregándole una visión bastante original, pero que se amolda bien al texto de Gehrenbeck.

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La obra muestra cuatro historias que transcurren en un mismo barrio, entre personajes que se conocen y cruzan entre sí, pero que llevan cada uno sus propios trasfondos que les llevan a reflexionar sobre el rol que ocupan las madres en la vida de cada persona. También sobre las diferentes formas que puede tomar una familia, sobre todo en una realidad como la venezolana, donde la paternidad no siempre suele estar presente. A pesar de ser una sociedad predominantemente matriarcal, Venezuela, como otros países latinos, suele replicar dinámicas del machismo que afectan o distorsionan el propio ideal de la maternidad.

Esto lo cuentan sus personajes, como Zuleima, interpretada por Catalina Lozada. En sus monólogos narra su drama por sentir “que se le pasó el tren” para formar una familia, y el rechazo que sufre ahora en la soledad de su edad. También está Gilberto (interpretado por Edgard Márquez), un bodeguero, quien a pesar de ser una figura paterna para los niños del barrio, carga consigo un profundo resentimiento por la ausencia de su madre.

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En contraparte, Ismael (Francisco Aguana) un malandro corrompido por sus propias circunstancias personales, discute con su compañero Perrote (Enyelberth Balza) el conflicto interior que le causa creer que se mancilló la imagen inmaculada que tenía sobre su madre. En medio de todo, Esperanza (Bárbara Acevedo), una joven que perdió su voz, quiere celebrar a su manera el Día de la Madre con las personas que más quiere.

Sonidos de Caracas

Bárbara Arez redime con el teatro la cruz de la maternidad venezolana
Foto: cortesía Paulo Reyes

Para Arez, su mayor reto como creadora fue llevar el barrio de Caracas al teatro. Mostrarlo de forma auténtica, sin estereotipos y estigmas. Tal y como lo vio durante su infancia, entre diferentes comunidades como Los Manolos y San Agustín, en el municipio Libertador, o Bucaral, en Chacao. 

Yo tenía muy cerca esto de ver cómo hago para traer un sector popular de Caracas y que la gente sienta su calidez, más allá de lo oscuro. Que vean ese lado de luz que hay en estos sectores y que a veces puede pasar que escuchamos música, nos ponemos a bailar afuera, esa sencillez que brota de su gente”, comentó en entrevista para El Diario.

La realizadora lo logra justamente a través de la música. Los sonidos de la ciudad brotan en las voces de sus propios actores, quienes transmiten las emociones de cada momento y cada dilema que enfrentan. Todo acompañado por una orquesta que, junto a la escenografía, hace sentir el ambiente como algo familiar y cercano. No es para menos, pues en la percusión participa Ifé Mijares, hermano de la directora, al igual que su primo, Lester Frías, en la voz principal.

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“Esta obra habla sobre la familia elegida. Y nosotros tenemos aquí una familia elegida entre todo el equipo y nos hemos apoyado. Es una obra que trata sobre el amor, el trabajo en equipo, y que siempre tenemos personas a nuestro alrededor que nos quieren y no nos damos cuenta de ello, y por eso a veces nos sentimos solos. Pero hay que abrir los ojos, estar en el aquí y el ahora y ver lo que tenemos de frente”, apunta Arez.

La directora

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Bárbara Arez. Foto: Jordan Flores

Bárbara Arez ha incursionado en diferentes campos de la creación artística, tanto en cine, como en teatro y televisión. No solo es actriz y modelo, sino que también realizadora audiovisual, productora y fotógrafa. Entre tantas facetas, probó también la dirección teatral con proyectos como la comedia La Diva, escrita por Henry Zapata y protagonizada por Mercedes Salaya, y que se presentó en abril de 2022 en el espacio Microteatral Caracas, en el teatro Urban Cuplé. 

Sin embargo, la artista reconoce que luego de esa experiencia se alejó temporalmente de la dirección, invadida por dudas sobre su propia capacidad. “Tenía como un síndrome del impostor, hasta que decidí tomar las riendas con el festival y lanzarme a este proyecto con la ayuda de muchos amigos que me decían que lo intentara. Sí es cierto que uno pasa por altas y bajas, pero hoy en día agradezco todo este proceso y es una satisfacción distinta a la que sentía antes cuando dirigía. Siento que soy una directora totalmente nueva”, relató.

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Ahora, luego de seis funciones de Cruz de Mayo, Arez afirma sentirse melancólica, con deseos de estirar por más tiempo aquella semana en la que revivió su pasión por el teatro. Y gran parte de ello lo atribuye al equipo de actores y técnicos con el que trabajó. “Me va a hacer falta verlos, hablar con ellos, compartir, porque como dije, somos prácticamente una familia. Me quedo con extrañarlos a todos”, concluye.

El festival

El Festival de Jóvenes Directores le apuesta a la cooperación entre creadores emergentes
Foto: Cortesía Trasnocho Cultural

Luego de la propuesta de Arez, el Festival de Jóvenes Directores Trasnocho continuará el 1° de febrero con la obra Mi hermano Christian, dirigida por Ángel Silvino. La historia, original del dramaturgo chileno Alejandro Sieveking, se exhibirá hasta el 4 de febrero en Espacio Plural. 

Para las semanas siguientes, la cartelera del festival seguirá del 8 y el 11 de febrero, con la obra La niña jamón, dirigida por Leandro Campos. Luego, del 15 al 18 de febrero, El Pelícano, dirigida por Jesús Orsini; mientras Ignacio Fernandes presentará Historia de una escalera del 22 al 25 de febrero. Amneris Treco cerrará el festival del 29 de febrero y el 3 de marzo, con la obra Fando y Lis.

Cada una de las obras tendrá funciones de jueves a viernes a las 7:00 pm, y dos funciones los sábados y domingos, a las 4:30 pm y 7:00 pm. Las entradas tienen un costo en taquilla de 5 dólares.

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