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- En un año tan complejo como este 2020, hay empresas que están apostando por obsequiarle a sus clientes un presente de Navidad
Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota How to Make Your Client Holiday Gift Mean Something This Year, original de The Wall Street Journal.
En sus 35 años como planificador financiero, Fred Dunbar nunca ha dejado de enviar regalos navideños a sus clientes. En años pasados, podían esperar cajas de chocolates, botellas de vino o frutas envueltas en papel de aluminio. En 2019, la firma de Dunbar envió paquetes desde Omaha Steaks.
Pero el Sr. Dunbar informó a su base de clientes que este año le dará un uso diferente al presupuesto de regalos navideños: donando a dos bancos de alimentos locales. “Todos con los que hemos hablado han dicho que están muy contentos de que estemos haciendo esto”, dice Dunbar, presidente y director ejecutivo de Common Cents Planning en Glen Mills, Pensilvania. “Simplemente me sentí bien”.
Al final de un año increíblemente difícil, las empresas están reconsiderando el ritual de los regalos navideños. Para los muchos estadounidenses afectados personalmente por la pandemia de coronavirus, los obsequios habituales pueden parecer irreflexivos. Otros que trabajan desde casa no pueden acomodar las copas de marca y las bandejas de cake pops que tan a menudo llegan a la orilla al final del año.
Por lo tanto, bombardear a los clientes y a los contactos de la lista A con golosinas ha dado paso a una nueva forma de recordar a las personas cuyo negocio más importa que todavía están al frente de la mente. Con los presupuestos de las fiestas navideñas liberados y un año vivido a distancia impulsando la necesidad de reconectarse, los regalos no van a desaparecer. Solo requieren más pensamiento y cuidado.
“Sería incómodo ser lujoso ahora”, dice Diane Gottsman, experta en etiqueta y fundadora de la Escuela de Protocolo de Texas, en San Antonio. “Nuestra mentalidad durante esta pandemia es diferente, y lo que queremos es estar cómodos y cómodos, no estar inundados de joyas y silbidos”.Una tarjeta de muestra de Paperfinger, un estudio de caligrafía de Brooklyn, Nueva York, que ha recibido más solicitudes de mensajes más personales de sus pedidos corporativos.
La Sra. Gottsman, quien recuerda haber recibido dos sillas de jardín plegables de marca que le sirvieron bien durante sus años como madre de fútbol, dice que ahora no es el momento para nada que ocupe mucho espacio o que se sienta autopromocional. Ella sugiere sorprender a un asociado con algo un poco más hogareño, como la entrega de comestibles o una manta “con la etiqueta puesta” para disipar cualquier preocupación de higiene.
Dado que se desconoce el paradero de los contactos, un mensaje escrito a mano enviado a la oficina es una forma reflexiva y no perecedera de transmitir agradecimiento, incluso si no se ve durante varios meses. “¿Una tarjeta genuina y sincera en la que usé tu nombre y te agradezco nuestra relación frente a un bote de palomitas de maíz gigante?” Pregunta la Sra. Gottsman. “La carta gana”.
Bryn Chernoff, el propietario y director creativo de Paperfinger, un estudio de caligrafía con sede en Brooklyn, Nueva York, está experimentando un regreso a las tarjetas únicas. “Siempre recibimos algunos pedidos de correos de la empresa para las fiestas, pero este año el énfasis está en hacer que las cosas se sientan más personales”, dice.El ejecutivo de relaciones públicas de Portland, Oregon, Lee Weinstein, incluyó en su regalo navideño obras de arte inspiradas en el paisaje local y creadas por su hija, Sophie Olson.
Después de años de enviar tarjetas de regalo a clientes clave a restaurantes, algunos de los cuales probablemente estén cerrados o solo ofrezcan comida para llevar, Lily Nathan, directora de operaciones de Zinc Educational Services, con sede en Nueva York, se pregunta qué es lo que realmente quiere la gente. Dada su vacilación para salir a cenar, se le ocurrió la idea de pedir canastas de comestibles a proveedores de alto nivel ubicados cerca de las casas de los destinatarios.“Me gusta la idea de apoyar a las pequeñas empresas, muchas de las cuales han estado en peligro”, dice.
Latas de galletas navideñas de una pequeña cadena de cafés italianos fueron el favorito del diseñador de interiores Casey Leigh Miller, con sede en Brooklyn, Nueva York. Este año, se propuso encontrar empresas más pequeñas y probablemente más en riesgo, poniendo su poder adquisitivo en uso en “proveedores que quiero seguir manteniendo”.
Aterrizó en la tienda de artículos para el hogar Primary Essentials y Saipua, una granja en Esperance, Nueva York, que fabrica jabones de aceite de oliva. “Todos nos lavamos las manos todo el tiempo, así que nos pareció apropiado”, dice.En un esfuerzo por ayudar a mantener a flote las pequeñas empresas que ama, la diseñadora de interiores Casey Leigh Miller está enviando a sus clientes jabones de aceite de oliva de Esperance, NY, Farm Saipua y paños de cocina de Brooklyn, NY, tienda de artículos para el hogar Primary Essentials.
Al enviar por correo a 250 de sus contactos comerciales más cercanos paquetes de Holiday Roast de Portland Coffee Roasters, Lee Weinstein, presidente de una firma de relaciones públicas en Portland, Oregon, está ayudando a una pequeña empresa que resulta ser un cliente. Su regalo navideño incluía una nota de agradecimiento con obras de arte creadas por su hija.
Hadley Douglas, copropietario de la tienda de vinos de Boston The Urban Grape, dice que los pedidos de regalos de la empresa aumentaron un 65% con respecto al año pasado. “Además de satisfacer el impulso de comprar localmente, la gente está interesada en apoyar las empresas de propiedad de negros”, dice la Sra. Douglas, cuyo esposo y socio comercial, TJ Douglas, es negro.
“La gente piensa dos veces en las cestas de frutas. Están diciendo: ‘Trabajemos con un proveedor local y enviemos algo que tenga algunas capas de significado’”, dice la Sra. Douglas.
Hadley y TJ Douglas, copropietarios de la tienda de vinos de Boston The Urban Grape, dicen que junto con el deseo de apoyar a las empresas locales, han visto a clientes corporativos que desean dar regalos de empresas de propiedad negra.
“No quiero que vuelva nunca”, dice la entrenadora ejecutiva Hattie Bollerman sobre las viejas mezclas heterogéneas del estilo. Exprofesional de los mercados de capitales y cofundadora de Hatwell, un grupo de coaching ejecutivo que atiende a la industria de servicios financieros, Bollerman recuerda haber visto los escritorios de sus colegas llenos de botellas de vino, orquídeas y bandejas de queso.
Ella reconoce que también ha sido culpable de donaciones chillonas, enviando a los clientes botellas de champán y hermosas flores en el pasado. “Es asqueroso, si lo piensas”, dice la Sra. Bollerman, que ahora se encuentra en Monmouth Beach, Nueva Jersey.Ella dice que una creciente conciencia de la inequidad y el despilfarro ha arrojado a las torres de chocolates y salmón ahumado bajo una nueva luz.
Durante los últimos años, su empresa ha enviado artículos de la empresa paraguas con sede en el Reino Unido London Undercover. El modelo de este año tiene un empaque ecológico y un tamaño plegable que significa que es menos probable que se quede atrás y requiera la compra de un reemplazo.
Como muchas oficinas están vacías, los trabajadores desplazados deben reflexionar sobre una temporada navideña muy diferente. Chris Mancini, director ejecutivo de Save the Harbor / Save the Bay, una organización sin fines de lucro de Boston, solía llegar a casa con todo tipo de “rellenos gratis”.
El déficit de este año de chucherías no solicitadas se alinea con los valores de Mancini como ambientalista profesional, pero su hija Mae, de 7 años, se siente diferente. “Ella me ha estado preguntando, ‘¿Dónde están todas las cosas divertidas que solíamos conseguir?’”.
