• El director general de Caracas Air, Oliver Laufer, detalla que debido a la pandemia por covid-19 tuvieron que migrar al método de enseñanza en línea con clases grabadas. Considera que en Venezuela aún existen muchos mercados por explorar

A pesar de la crisis económica que atraviesa Venezuela, y que se ha agravado con la pandemia, todavía existen múltiples mercados que explorar gracias al sector privado, que se reinventa y genera oportunidades. Así lo considera el director general de Caracas Air, Oliver Laufer, quien detalla en entrevista para El Diario cómo la empresa ha tenido que migrar al método de e-learning para seguir ofreciendo clases relacionadas con el mundo aeronáutico, debido a que no pueden ofrecer clases presenciales por la cuarentena.

Según su página web, Caracas Air cuenta con 900 estudiantes anuales y gradúa a 9 de cada 10 nuevos tripulantes de cabina de pasajeros en Venezuela.

Caracas Air, la empresa que migró a clases online para sortear el covid-19
Oliver Laufer junto a su equipo

y empresario del sector aviación conversó con El Diario y nos ofreció su balance y visión sobre el sector a raíz de la crisis de salud en el mundo y Venezuela por la pandemia de Covid-19, así como las oportunidades de inversión a pesar de las dificultades nacionales en lo económico y social.

Se trata de un proyecto que surgió hace 12 años luego de que Laufer y su hermano emplearon todos sus ahorros en la compra de una avioneta para crear una escuela de vuelo. Ahora en 2021 es considerada como la empresa de capacitación aeronáutica con mayor proyección en el país. Su sede se encuentra en el Multicentro Empresarial del Este, municipio Chacao, Caracas.

Sobre Oliver Laufer

Es un emprendedor, empresario y piloto comercial. También es director Lauffer Aeronautics LLC en los Estados Unidos, empresa dedicada a la compra, venta, remodelación y restauración de aeronaves; licenciado en Ciencias Políticas por Miami Dade College; administrador de Empresas por la Carlos Albizu University y de Ciencias Aeronáuticas por Embry-Riddle Aeronautical University.

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Es inversionista y apasionado de las criptomonedas. Ha sido empresario e inversionista en los sectores de farmacia, mueblería y licorería en Venezuela. Actualmente está desarrollando varios proyectos en educación superior y universitaria online. Dirige a su vez la Fundación Caracas Air cuyos objetivos son promover la pasión por la aviación entre los niños, niñas y adolescentes en Venezuela y contribuir en necesidades médicas de la ciudadanía.    

¿Cómo nace Caracas Air?

—Hace 12 años. Mi hermano y yo vimos la oportunidad de empezar un negocio con aviones para escuelas de vuelo. Vendimos todo lo que teníamos en ese momento y compramos una avioneta Cessna 172 Skyhawk que estaba abandonada. Luego pasamos seis meses restaurándola y finalmente la alquilamos en una academia de aviación en Miami, Florida. Parte del acuerdo era que yo debía aprender a volar en ese avión y así fue. Como pudimos, fuimos incrementando la flota. Ese fue el preámbulo de Caracas Air.

Caracas Air, la empresa que migró a clases online para sortear el covid-19
Oliver Laufer

¿Pero siempre estaba Venezuela en sus planes?

—Al llegar a Venezuela supe que tenía que emprender en el sector aeronáutico, porque es lo que más me apasiona y el que mejor entiendo. En 2015 fundamos Caracas Air en un cubículo que compartíamos con cinco empresas más y tardamos un año en certificarla ante el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) y otro año en superar a todos nuestros competidores y convertirnos en la academia de aviación de mayor crecimiento en Venezuela, con la mayor cuota de mercado del país y posiblemente también una de las de mayor crecimiento en Latinoamérica.

¿Cómo está sorteando Caracas Air la crisis por la pandemia de Covid-19?

—Yo creo que la aviación y la educación son los sectores más afectados por la pandemia. Caracas Air está en ambos sectores. Cuando decretaron la cuarentena en marzo de 2020 tardamos un poco más de lo normal en reinventarnos porque creímos que sería algo rápido, luego pasaron los meses y nos dimos cuenta de que iba para largo. Hoy ya tenemos un año cumpliendo cuarentena total.

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¿Cuáles fueron las consecuencias inmediatas en Caracas Air del confinamiento por covid-19?

—Fue muy difícil. Tuvimos que reducir la empresa y perdimos a personas muy valiosas. Entonces, a mediados del año pasado, rediseñamos nuestro modelo de instrucción y nuestra estrategia comercial. Lo primero que hicimos fue migrar a un modelo online.

¿Cómo se materializó este cambio de lo presencial a lo virtual?

—Mientras nuestros competidores daban clases a través de Zoom, nosotros creamos una plataforma de instrucción pregrabada que permitía recibir clases de forma asincrónica y reducir los costos de instrucción. Además, ayudaba a los estudiantes a conectarse en sus horarios de interés y a sobrellevar las fallas de Internet. Grabamos más de mil horas de instrucción y cargamos decenas de guías y exámenes. El modelo ha sido un éxito para la coyuntura.

¿Esto generó innovaciones en Caracas Air y en el sector de la educación en la industria de la aviación?

—Sí. Paralelamente rediseñamos nuestra estrategia comercial para poder ofrecer los cupos de la “nueva normalidad”, lo que vendrá en los próximos meses cuando permitan el retorno a las clases presenciales. Fue un buen momento para la retrospección organizacional. Nos dimos cuenta de que podíamos ser igual de eficientes con menos personal y con procesos y procedimientos más simples, así que aprovechamos el espacio para reorganizarnos. Ahora somos más ágiles, pero sobrevivir en cuarentena es un reto. Ha sido muy duro. 

¿Cómo avizora el futuro en el corto plazo de la industria de la aviación a nivel mundial? 

—Yo soy optimista, pero además creo que objetivamente viene una recuperación con un shock de la demanda al corto plazo gracias a las vacunas. La gente va a querer viajar de nuevo, estudiar en un aula de clases, consumir, salir. Esas ganas acumuladas tendrán un efecto en el mercado que en algunos países será más rápido que en otros. Venezuela se va a recuperar también y creo que este mismo año. No podemos vivir en un eterno encierro.

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¿Considera que es impopular en un país como Venezuela hablar de inversiones, negocios o emprendimientos? 

—Tenemos muchos prejuicios y estigmas relacionados con el dinero y con las personas que mueven el dinero. El venezolano hoy ve la prosperidad como algo ajeno y lejano. En Venezuela hay múltiples realidades. Una de ellas es que hay gente honesta montando negocios y prosperando a pesar de la crisis. Automáticamente a quien le va bien lo juzgan de corrupto o enchufado. Eso hace que la mayoría de emprendedores se muevan desde el anonimato.

¿Considera que aún quedan oportunidades de negocios en Venezuela a pesar de la crisis?

—La realidad es que en Venezuela hay muchos mercados que explotar. No se puede negar la crisis, no se puede negar la situación política ni la inseguridad jurídica, pero tampoco se puede negar que existe un sector privado que se reinventa y genera oportunidades.

¿Qué cambiaría actualmente en la sociedad venezolana para retomar la senda de desarrollo económico?

—En el ámbito espiritual o personal, una sociedad más abierta al emprendimiento. Dejar el resentimiento social y los prejuicios a un lado. Dejar de estigmatizar la creación de riquezas. Ahora bien, para retomar la senda del desarrollo económico tienen que cambiar muchas cosas. La primera es que el sector privado necesita seguridad jurídica para invertir y emprender sin miedo. Debe haber una apertura sincera del sistema bancario y financiero, permitir las operaciones en moneda extranjera. Ventas en dólares, pago de proveedores en dólares, salarios en dólares y ¿por qué no? Impuestos en dólares. Si logramos esa seguridad jurídica con respeto a la propiedad privada, reaparecerían los créditos bancarios que hoy en día son inexistentes y los inversores nacionales e internacionales querrán meter su capital en Venezuela.

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Años atrás se achacó al resentimiento social una de las causas de la situación actual venezolana. ¿Por qué el venezolano no ha superado esto?

—El resentimiento social sigue existiendo, pero cambió su dinámica. Me imagino que años atrás había un resentimiento de los pobres hacia los ricos y existían fuertes brechas socioeconómicas que causaron una implosión social y la popularización de las ideas socialistas. El resentimiento de hoy en día sigue siendo hacia el rico, pero no por las mismas razones de antes, sino porque la gente ahora asocia riqueza con corrupción. Ven imposible que alguien pueda superarse sin robar.

¿Entonces en Venezuela no hay forma de hacer negocios por una vía legal y ética?

—Es cierto que hay corrupción, pero también hay gente buena haciendo cosas buenas. Por eso yo creo que para vivir en Venezuela hay que dejar los prejuicios a un lado. Sanar las heridas. No juzgar al rico sin pruebas ni romantizar la pobreza. Para mí la pobreza es un estado temporal del que podemos salir con acciones concretas. Siempre lo digo: sin juzgar al prójimo, vive y deja vivir.

—Usted fue uno de los miembros fundadores del Instituto Venezolano de Seguridad Aérea. ¿Cómo fue su experiencia en esta institución?

—Hace años ocurrió un accidente aéreo que me marcó mucho y de forma personal porque perdieron la vida personas que yo apreciaba. Esa fue la semilla del Instituto Venezolano de Seguridad Aérea. Promover la seguridad aérea en la aviación general y comercial. Es un proyecto del que me aparté por mis obligaciones laborales, pero al que le tengo mucho cariño.

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