¿Las criptomonedas son legales?

Esta pregunta no se puede responder fácilmente. Por eso, vamos por partes…

Primero, definamos la legalidad de algo como su sometimiento al orden establecido por las autoridades de un lugar. 

Algo es legal cuando es realizado dentro del marco normativo de un Estado. Es decir, es emanado por los Poderes Públicos, sigue el ordenamiento jurídico del Estado y no la voluntad de los individuos.

Y este último punto es importante. Quiero que prestes mucha atención: la legalidad la da el Estado, no todos los ciudadanos.

Entonces todo lo legal no responde necesariamente a las intenciones o necesidades de los individuos, sino a los criterios de a quienes les hemos delegado el poder de decisión sobre un territorio.

Por eso, la legalidad, como la conocemos hasta ahora, es un concepto propio de un sistema centralizado, donde cedemos nuestro poder de decisión a un intermediario. Todo lo contrario a un sistema descentralizado, la principal propuesta del criptomundo.

La descentralización de Bitcoin

¿Pueden los Estados controlar las criptomonedas? Técnicamente no, pero sí pueden hacer varias cosas. Te explico…

Bitcoin, por ejemplo, nace como la primera moneda 100 % digital, de edición limitada y descentralizada. 

La descentralización de bitcoin implica que su funcionamiento no depende de un sistema bancario centralizado, que cambia las reglas cada vez que quiere. Hablamos de centralización cuando las decisiones y acciones son ejecutadas solo por un intermediario designado por el colectivo.

Bitcoin funciona gracias a una enorme red pública de computadores distribuidos por todo el mundo (mineros). Ellos se encargan de validar las transacciones y repartir una copia actualizada del histórico de estas transacciones a toda la red.

Por eso, la información en Bitcoin no es propiedad de unos pocos. Está al alcance de cualquiera. Todos podemos verla y custodiarla. 

¿Te imaginas a tu banco compartiendo todo lo que hace con el dinero de sus usuarios?

Además, todos los miembros de la red siguen las reglas que ya están escritas de antemano. No hay posibilidad ni derecho para que alguno decida cambiarlas y pretenda sacar ventaja sobre los demás en este sistema descentralizado.

El funcionamiento de Bitcoin (creación, distribución y custodia de la moneda digital) está confiado a la tecnología blockchain.

Bitcoin sigue un conjunto de códigos inmutables (puro lenguaje de desarrollo), que ya tiene definido cómo se van a emitir las nuevas unidades, cada cuánto tiempo y cómo se van a transferir directamente entre sus usuarios.

Como habrás notado, Bitcoin nació con su propia regulación. Ninguna persona o gobierno puede cambiar sus reglas porque están escritas de forma inalterable en su blockchain.

Les toca aceptarlas o ignorarlas. Pero Bitcoin no cambiará por alguno de ellos.

Bitcoin y los Estados

¿Qué sí pueden hacer los Estados con las criptomonedas? Varias cosas para frenar o fomentar su uso.

En el primer caso, tenemos a China, que históricamente les ha declarado la guerra a las criptos. Tanto así que las eliminó (o ha intentado hacerlo) dentro de sus fronteras.

Sin embargo, aunque les prohiba a sus ciudadanos usarlas, es casi imposible saber si lo hacen o no porque las operaciones en criptos son seudónimas y pueden hacerse directamente entre dos personas, sin necesidad de un tercero.

Además, los mineros (responsables de mantener la red) pueden instalarse en cualquier parte del mundo donde tengan acceso a energía eléctrica. Quienes fueron expulsados de China se han reubicado en otros países como Estados Unidos, Canadá o Kazajistán.

Es decir, Bitcoin sigue funcionando aunque la gran potencia asiática lo haya declarado muerto. 

Otra cosa que pueden controlar los Estados para “frenar” el uso de criptos en su país es eliminar las exchanges o casas de cambio de criptomonedas.

Estas son plataformas digitales de intercambio donde puedes comprar criptos con tu moneda local y funcionan como cualquier empresa normal. Por lo tanto, deben adaptarse a las reglas del país donde prestan sus servicios.

China también prohibió las exchanges en su territorio. Mientras que otros países están considerando ponerles impuestos como empresas o que sus usuarios los paguen cada vez que usen sus servicios.

Esto último parece ser una de las medidas más consideradas por aquellos gobiernos que ven en las criptomonedas una amenaza para su sistema financiero. 

La lógica del Estado es que si ellos hacen pagar impuestos elevados a quienes usen criptos, pues harán que sus ciudadanos se lo piensen dos veces antes de hacerlo y, eventualmente, podrían dejar de usarlas. Así ellos seguirían empleando las monedas del Estado (dinero fiat).

Pero, insisto, la gente puede usar criptos sin necesidad de un tercero y difícilmente un gobierno podrá enterarse. 

Países procriptos

Del otro lado de China, están países como El Salvador, que se convirtió en 2021 en la primera nación en declarar a bitcoin como moneda de curso legal.

Esto significa que la criptomoneda es aceptada, ya por ley (avalada por el Estado), como un medio de pago en la nación centroamericana.

Aunque el gobierno salvadoreño no puede controlar la emisión, transferencia y custodia de bitcoin (porque es descentralizado), sí le da un marco de garantías para que sus usuarios hagan sus transacciones sin tener que esconderse.

Este tipo de regulaciones de parte del Estado son las que pueden favorecer la adopción masiva de las criptomonedas en el mundo.

Si históricamente las personas han confiado en el Estado, y ahora este (como papá de un territorio) dice que se pueden usar criptomonedas, ¿por qué no van a hacerlo? 

Lógicamente alguien se sentirá más seguro usando criptos en un país donde sean declaradas legales que en uno donde no lo hagan.

Regulación de criptomonedas

Ya vimos las posturas bastante opuestas de China y El Salvador. Por un lado, un enemigo acérrimo de las criptos y, por el otro, un aparente aliado de bitcoin.

Pero, en medio de estos discursos gubernamentales, hay un montón de opciones para los países que se van sumando al debate de si las criptomonedas les son convenientes o no.

Por eso, frente al creciente interés en el uso de criptomonedas, ya muchos Estados han decidido tomar posición sobre esta interrogante y abordarlas desde su campo de acción: la ley.

¿Qué implica la regulación de criptos en cada país? No podemos saberlo hasta que ellos lo expliquen. Toca esperar a ver qué piensa cada uno sobre ellas y si deciden abrazarlas como El Salvador o patearlas como China.

Lo cierto es que La India, Cuba, Ucrania, Paraguay, México, Perú, Chile o Venezuela son algunos de los países que ya están trabajando o han dado los primeros pasos para abordar este nuevo fenómeno económico que les está dando más control a los ciudadanos.

Finalmente, aunque las criptomonedas estén o no aceptadas legalmente en un país, pueden usarse entre personas sin problema. Es un sistema financiero descentralizado y de libre acceso.

La única diferencia entre que las criptos sean legalizadas o no es que en el primer caso habrá mayor confianza para considerarlas como herramientas que no deberían perjudicarte ante las autoridades de un país.

Con la ley o sin ella, la decisión de usarlas siempre es tuya. Y a eso yo lo llamo libertad.

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