• La política del Banco Central de Venezuela, el colapso de la moneda y el empobrecimiento de la población han derivado en que la mayoría de las personas y las empresas solo cuentan con su propio dinero para consumir o producir

En febrero de 2019 Alfredo Gutiérrez usaba su Visa Dorada o la Master Card Platinum para pagar el mercado, el colegio de su hijo o un almuerzo junto a su esposa. Hoy, las dos tarjetas de crédito son inútiles, al punto que no sirven para comprar una Coca Cola de dos litros. “Soy ingeniero de sistemas pero no tengo crédito, mantengo las tarjetas por costumbre en la cartera. Ni hablar de pensar en que algún banco me preste para comprar un automóvil”, dice preocupado.

La economía venezolana está sometida a una severa dieta de financiamiento. El crédito bancario es ínfimo al punto que la mayoría de las personas y las empresas solo cuentan con su propio dinero para consumir o cubrir los costos de producción. La causa es una mezcla de factores: la política del Banco Central, el colapso de la moneda y el empobrecimiento de la población.

El directorio del Banco Central decidió asfixiar el crédito para reducir al mínimo los préstamos para la compra de divisas y restarle potencia al aumento de la cotización del dólar. De esta forma, busca contener el incremento de los precios que en su mayoría se mueven al alza junto a la moneda estadounidense.

Para bloquear las tuberías del crédito el Banco Central obliga a la banca a mantener como reserva gran parte del dinero que gestionan. Hasta el 19 de enero los bancos tenían que congelar como reservas -mediante lo que técnicamente se conoce como el encaje- 93% de los depósitos, pero en vista de que un grupo de entidades financieras sufrió un problema severo de iliquidez las autoridades rebajaron la proporción hasta 85%.

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Si bien esto liberó bolívares que pueden ir al crédito, el Banco Central tomó una medida extra para evitar la posibilidad de que haya financiamiento para la compra de divisas y ordenó que la mayoría de los créditos estén indexados al dólar, es decir, el monto a pagar por capital e intereses aumenta si el precio del dólar sube en el mercado oficial y se mantiene igual si el dólar desciende.

Bolívar
Foto: El Diario

La medida impacta al financiamiento con tarjetas de crédito. El Banco Central creó un índice y fórmulas de cálculo que arrojan resultados que varían de acuerdo a la cotización diaria del dólar y al cierre del 22 de febrero los préstamos a través de tarjetas de crédito, que tengan un cupo en bolívares igual o superior a cien dólares, están indexados y pagan una tasa de interés anual que como mínimo debe ser 10%.

Los préstamos con tarjetas de crédito que tengan un cupo inferior a este parámetro no están indexados y tienen una tasa de interés anual de 60%. El resultado es que muy pocos podrán tener acceso al financiamiento con tarjetas.

Ejecutivos financieros hacen una cuenta sencilla utilizando el último dato de inflación divulgado por el Banco Central de Venezuela y explican que no hay ninguna rentabilidad en prestar a través de tarjetas de crédito a una tasa anual de 60% cuando la inflación anual es de 2.959%, resumen que “es como si te prestara hoy para que te tomes un whisky y me pagas en cinco años con unos intereses muy bajos”.

Por lo tanto, el cupo de estas tarjetas se mantendrá en niveles ínfimos al punto de que no alcanzan para comprar un refresco.

En el caso de los préstamos con tarjetas indexados al dólar, el empobrecimiento de la población indica que muy pocos serán los que clasifiquen para esta modalidad que implica el riesgo de que el monto a pagar por el financiamiento aumenta junto a la cotización del dólar. De acuerdo con un estudio de Datanálisis fechado en octubre de 2020 solo 5,8% de la población tiene ingresos mensuales de mil dólares y solo 36% tiene ingresos en el orden de 282 dólares al mes.

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El colapso del salario se combina con la paralización de la construcción y la mínima producción de la industria automotriz. La consecuencia es que el crédito para la compra de automóviles y viviendas es ínfimo.

Una economía sin financiamiento: ¿qué está pasando con el crédito en Venezuela?

Los datos de la Superintendencia de Bancos indican que los préstamos para la compra de automóviles solo representan 0,2% del total de créditos y los hipotecarios 0,6%.


De acuerdo al tipo de cambio oficial, el total de créditos que reporta la Superintendencia de Bancos al cierre de octubre de 2020 (último dato disponible) equivale a 200 millones de dólares, una cifra ridículamente baja: el Banco de Loja en Ecuador, una entidad financiera que controla 1,1% del mercado de créditos de ese país, posee un portafolio de préstamos por 290 millones de dólares.


Empresas limitadas


El 18 de febrero Fedecámaras le entregó al gobierno un documento con sus propuestas y necesidades para reactivar la economía. Entre los puntos figura la “reactivación del crédito para financiar capital de trabajo, importaciones y pagos a proveedores”.


Las empresas sienten el impacto de la sequía bancaria. La firma Síntesis Financiera explica en su informe El Tesorero que si bien la rebaja del encaje permite que aumente en algo la cantidad de dinero disponible para el crédito, la decisión de indexar los préstamos tiene un efecto contraproducente.

Para que el crédito bancario se materialice no basta con estimular la oferta crediticia, toda vez que es pequeño el universo de empresas que está en condiciones de asumir el riesgo de financiarse con créditos indexados al dólar”, dice Síntesis Financiera.

Tras siete años consecutivos en recesión, la actividad de las empresas se redujo y muchas utilizan la quinta parte de su capacidad. La mayoría de las empresas está financiando la poca producción con capital propio, en vista de que necesitan montos bajos, pero el esquema comienza a agotarse en un entorno donde empezó un incremento modesto del consumo en sectores como alimentos y productos de cuidado personal.

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Francisco Acevedo, vicepresidente de Conindustria, explica que “las empresas se redujeron mucho y han podido financiar la actividad con capital propio, pero a medida que haya algún crecimiento se va a sentir la falta de financiamiento”.

Una economía sin financiamiento: ¿qué está pasando con el crédito en Venezuela?

El poco crédito que reciben las empresas fluye a través de dos modalidades. La principal es que una reducida lista de compañías capaz de colocar garantías en divisas obtiene préstamos en dólares a través de las sucursales que los bancos venezolanos tienen en otros países como Curazao y Panamá. Quienes no califican para recibir créditos de las sucursales en el exterior tienen como opción los préstamos en bolívares indexados al dólar, pero en vista del riesgo y la iliquidez de las entidades financieras, esta opción es muy reducida.

Formalmente la moneda sigue siendo el bolívar, pero avanza una dolarización de facto que ha derivado en que los bancos en Venezuela tengan depósitos en dólares y una incipiente cartera de créditos en divisas que espera por normas de las autoridades.

Los depósitos en divisas que tienen “libre convertibilidad” y se emplean para otorgar créditos corresponden al Convenio Cambiario Uno. Buniak & Company precisa que al cierre de diciembre de 2020 estos depósitos se ubicaron en 234 millones de dólares.

Los bancos comenzaron a utilizarlos para prestar, pero el 21 de enero la Superintendencia de Bancos contuvo el avance de la dolarización al enviar una circular a las entidades financieras donde prohíbe otorgar créditos en moneda extranjera “sin la previa autorización del Banco Central de Venezuela y de esta Superintendencia”.

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La resurrección

Para obtener el financiamiento que no reciben a través de los bancos un grupo de empresas comenzó a utilizar en mayor medida al mercado de capitales, colocando a través de la Bolsa de Valores de Caracas bonos a 90 y 120 días de plazo.


En las tres primeras semanas de febrero se han colocado títulos por 712 mil millones de bolívares por parte de pequeñas empresas como Demier Cosmetics y compañías medianas como Comercial Belloso, Gismicar, Calox, Dayco Telecom y Destilería Carúpano.


En el corto plazo está pendiente la colocación de bonos por 99 mil millones de bolívares y en diciembre Ron Santa Teresa colocó papeles comerciales en divisas por 300 mil dólares.

Una economía sin financiamiento: ¿qué está pasando con el crédito en Venezuela?


Si bien esto indica que el mercado de capitales ha resucitado, tiene poca profundidad y es una fuente de financiamiento limitada.


Las cifras indican que la decisión del Banco Central de asfixiar al crédito para contener el ascenso del dólar y la aceleración de la inflación ha tenido efecto. En 2019 la cotización del dólar se elevó 7.000% y en 2020 aumentó 2.500%. Al mismo tiempo, la inflación se desaceleró desde 9.585% hasta 2.959% pero el precio a pagar ha sido una economía sin la herramienta del crédito para financiar la producción y el consumo.


Desde 2013 la economía venezolana no deja de caer y la mayoría de los analistas espera que en 2021 se estabilice en la miseria, con crecimiento o decrecimiento del PIB en torno a uno por ciento. La posibilidad de cambiar esta tendencia implica, entre otras cosas, que la banca recupere su rol principal.

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