• Aunque están en aceras opuestas de pensamiento, ambos candidatos a la presidencia de Colombia tienen mucho en común al tratarse de Venezuela y su diáspora. Los politólogos colombianos César Caballero y Yann Basset explican a El Diario cuáles serán los cambios que se verán en cuanto a diplomacia y migración en el próximo gobierno, indiferentemente de quien gane

Colombia elegirá a su próximo presidente el 19 de junio de 2022. La primera vuelta electoral, realizada el 29 de mayo, redujo los nombres de la boleta a dos opciones. Por un lado está el izquierdista Gustavo Petro, del Pacto Histórico, quien aspira por tercera vez conquistar el Palacio de Nariño. Por el otro, el independiente Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, contra todo pronóstico llegó al balotaje con una campaña basada en su discurso antiestablishment  y el uso de redes sociales.

Para estas elecciones, gane quien gane, se romperá un ciclo de 20 años de gobiernos influenciados por el uribismo. Pero a pesar de estar en polos ideológicos opuestos, Hernández y Petro presentan algunos puntos en común en su agenda. Por ejemplo, ambos proponen restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela, rotas desde hace ya tres años. También mantienen una campaña totalmente enfocada en atender primero los asuntos de su país y de sus ciudadanos antes que nada, lo cual si bien suena lógico, mantiene en un mar de incertidumbres a un inmenso sector de venezolanos residentes en Colombia.

De acuerdo con cifras de Migración Colombia, para mayo de 2022 se inscribieron más de 2,2 millones de personas en el Registro Único para Migrantes Venezolanos (RUMV). En el gran éxodo que desde hace años produce la emergencia humanitaria compleja de Venezuela, Colombia se convirtió en el mayor receptor de esta diáspora. De hecho, actualmente representan 5,8 % de la población neogranadina.

Por ese motivo, es de suponer que, más allá de los planes para reabrir los consulados y la frontera, los candidatos tendrán en cuenta a este sector demográfico en sus programas de gobierno. Sin embargo, la realidad apunta a que no es así del todo. 

Sin planes concretos

Rodolfo Hernández y Gustavo Petro muestran más coincidencias que diferencias en su política hacia Venezuela
Foto: Cortesía

A lo largo de la campaña, el tema de los migrantes venezolanos se abordó poco en los debates y discursos de los candidatos. Algunos como Federico Gutiérrez apelaban a la continuidad de las políticas del saliente gobierno de Iván Duque, como el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV), pero sus propuestas no llegaron a la segunda vuelta. En cambio, Hernández y Petro han sido más discretos al abordar el tema venezolano en sus alocuciones.  

El director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Universidad de Rosario, Yann Basset, indicó en entrevista a El Diario que ciertamente Rodolfo Hernández ha tocado muy poco el tema migratorio durante su campaña. Sus pocas menciones sobre el país vecino han sido para reafirmar su disposición a restablecer relaciones comerciales y diplomáticas, en un tono netamente pragmático y alineado con el de los otros aspirantes.

Una opinión similar tiene el gerente de la firma Cifras y Conceptos, César Caballero. “Es claro que se dará un giro frente a Iván Duque y buscará restablecer las relaciones consulares y el comercio formal entre los dos países. No hay más detalles”, declaró.

Por su parte, Basset acotó que a diferencia de elecciones anteriores, el discurso antichavista no estuvo tan presente, salvo en los sectores más de derecha. Esto le sirvió bastante a Gustavo Petro, quien ha intentado deslastrarse de su pasado como simpatizante de la revolución bolivariana. Aunque su distanciamiento ha sido más por la vía de la omisión que de la negación. “Será más prudente con el manejo de los temas diplomáticos”, aporta Caballero.

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En el papel

Ante la tibieza con la que parece tratarse la cuestión migratoria en las tribunas, El Diario examinó los programas de gobierno de ambos aspirantes. Allí se encontró que sí existe interés por la crisis venezolana y la necesidad de que la próxima Administración apoye de una u otra forma a la población vulnerable. No obstante, los dos documentos carecen de propuestas puntuales y detalladas, apelando más a ambigüedades e ideas no muy diferentes a las políticas actuales.

En el caso de Petro, su programa menciona a los venezolanos en un solo párrafo de su apartado sobre igualdad de oportunidades y garantías para poblaciones vulneradas y excluidas. Promete respetar los derechos humanos de los migrantes y protegerlos de cualquier tipo de xenofobia. Sin anunciar ninguna medida en particular, se limita a asegurar que se dará un “trato digno y respetuoso” a los refugiados.

“Se garantizarán sus derechos fundamentales, promoviendo la integración en igualdad de condiciones con la población colombiana; las condiciones dignas de retorno a sus países de origen o el tránsito a otros destinos según cada caso particular”, señala.

A pesar de ser el candidato que menos habla sobre Venezuela en sus discursos, el plan de Hernández es un poco más estructurado. Reconoce el respaldo internacional que han tenido los programas del gobierno de Duque para la protección y regularización de los migrantes. Propone crear un plan de trabajo con la Organización de Naciones Unidas (ONU) y repartir la responsabilidad de la ayuda humanitaria para los refugiados.

Apunta a “Diseñar una política migratoria solidaria con el pueblo venezolano, preservando los intereses y necesidades de los colombianos”. Bajo esta premisa, Hernández piensa exigir al régimen de Nicolás Maduro que financie los planes de apoyo para los migrantes venezolanos una vez se restablezcan sus embajadas. Y en esa misma línea, ayudar a los colombianos residentes en Venezuela que deseen regresar, brindando facilidades fiscales y de acceso para sus familias.

El empresario afirma que Colombia posee una deuda histórica con Venezuela, evocando los años en los que el flujo migratorio iba en sentido contrario. Sin embargo, tampoco teme señalar a los venezolanos como responsables del aumento de la inseguridad en varias ciudades colombianas. “El debate sobre si hay o no xenofobia aún está por desarrollarse, al margen de que -efectivamente- algunos hayan participado en hechos de violencia”, comenta.

Chivos expiatorios

Rodolfo Hernández y Gustavo Petro muestran más coincidencias que diferencias en su política hacia Venezuela
Foto: Cortesía

La xenofobia es una de las mayores preocupaciones de los venezolanos en Colombia. Un problema que Petro promete combatir y que Hernández matiza insistiendo que sí existen inmigrantes involucrados en actividades criminales. Aunque ciertamente es una realidad, el problema viene cuando se sobredimensionan incidentes puntuales para generalizar, convirtiéndolos en motivo de persecución. Tal es el caso de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, cuyos señalamientos contra los venezolanos han sido calificados como estigmatizantes por el Poder Judicial.

Basset resalta que Hernández tiene antecedentes de emitir comentarios xenófobos contra los venezolanos. Todos vienen de su época como alcalde de Bucaramanga, en los que aseveró que su cercanía con la frontera provocaba que la ciudad estuviera invadida por mendigos y prostitutas de Venezuela. También que el presupuesto municipal se gastaba en atender a los migrantes, a los que llamó “limosneros”. Una acusación que luego extendió a las mujeres embarazadas.

“Ellas no costean nada, todo lo cubrimos nosotros y los partos que han tenido son como 400 al año, son una fábrica para hacer chinitos (niños) pobres”, declaró en 2019.

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Ahora como candidato presidencial, Hernández procura no repetir ese tipo de comentarios, aunque tampoco se retracta ni muestra arrepentimiento por ellos. Aunque existe inquietud en algunos sectores temerosos de un brote xenofóbico bajo un posible gobierno de Hernández, Basset no cree que ocurra. “Más predomina un ambiente de continuidad de las políticas conciliadoras de Duque”, señala. 

En líneas generales, destaca que ningún candidato durante la primera vuelta apuntó públicamente contra los venezolanos. Lo toma como una evidencia de la conciencia que tiene la clase política sobre su situación.

Protección temporal

El 8 de febrero de 2021, el presidente Duque anunció la creación del ETPV como una herramienta para promover la regularización de los migrantes indocumentados que estaban en el país. La iniciativa se propuso como objetivo registrar a 1,7 millones de venezolanos para mayo de 2022. La meta parece haberse cumplido, pues hasta el momento 1.844.759 migrantes se incorporaron en el registro biométrico de identidad digital, de los cuales 1.238.455 ya poseen Permiso de Protección Temporal (PPT).

El ETPV ha sido reconocido internacionalmente como una de las medidas de protección más completas para los venezolanos en el continente. El PPT, además de funcionar como su documento de identidad, también les otorga una cobertura de 10 años para vivir libremente en el país, con acceso a oportunidades de empleo y atención médica. Por esto, muchas organizaciones consideran vital que el ETPV mantenga su continuidad sin importar quien sea el nuevo ocupante de la Casa de Nariño.

El Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario teme que ocurra un retroceso en materia de derechos en Colombia a partir del próximo periodo presidencial. En su informe Bitácora Migratoria, advierten que todos los candidatos reflejaron en sus discursos su poco entendimiento de la importancia del Estatuto Temporal de Protección. En otros casos, sus ideas podrían resultar contraproducentes.

El silencio o desconocimiento de algunos candidatos sobre el futuro del ETPV, la ausencia de propuestas de acciones concretas, buscar soluciones esperando el retorno de la migración o el repetir propuestas de programas que están desarrollándose en la actualidad compromete el destino de al menos el 5,8 % de la población en Colombia”, dijo.

Partiendo de su programa de gobierno, puede asumirse que Hernández está a favor de continuar con el estatuto. Igualmente, Petro tampoco ha mostrado ningún indicio de querer cambiar lo ya existente. De hecho, Caballero cree que el ETPV será una de las pocas políticas del gobierno de Duque que se mantendrá con el paso del tiempo, sin importar quien sea su sucesor. 

El vecino incómodo

Rodolfo Hernández y Gustavo Petro muestran más coincidencias que diferencias en su política hacia Venezuela
Frontera Venezuela – Colombia. Foto EFE

Rodolfo Hernández ya le puso fecha y hora al momento en que restablecerá las relaciones diplomáticas con Venezuela: el 7 de agosto de 2022, a las 4:00 pm. El mismo día que tomaría posesión de la presidencia, de ganar las elecciones. Su interés, más que geopolítico, es comercial. Espera reactivar toda la economía paralizada en las ciudades fronterizas, y cuyos negocios fueron afectados tras la ruptura de relaciones en 2019.

A pesar de que esto implicaría, de manera tácita, un reconocimiento al régimen de Nicolás Maduro (actualmente Colombia apoya al gobierno interino de Juan Guaidó), el empresario no parece tener problemas al respecto. “Venezuela es un vecino que en medio de bloqueos está produciendo más de un millón de barriles de petróleo y necesita muchos productos que les podemos vender con todas las garantías”, afirma su texto.

Caballero ve en esto una muestra del carácter pragmático del líder de la Liga de Gobernantes Anticorrupción. Señala que es incógnita la opinión real de Hernández sobre Maduro, pues ha evitado nombrarlo en campaña. Aun así, considera bastante posible que un eventual gobierno suyo decline su reconocimiento a Guaidó en favor de mantener relaciones funcionales con Miraflores. 

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“Ha mantenido una actitud bastante ambigua. Es un poco su juego, un discurso crítico de la política en general, pero muy impreciso en cuanto a propuestas. Así que es muy difícil saber lo que haría. Depende mucho también de lo que decida Estados Unidos sobre este tema”, agrega Basset.

El retorno de los embajadores entre Caracas y Bogotá es prácticamente un hecho, sin importar el resultado del 19 de junio. Aunque su programa no hace mucho hincapié en política exterior, por el lado de Petro resulta evidente que habrá un acercamiento al régimen de Maduro. Esto a pesar de que en los últimos meses ha proyectado una imagen más apegada a la nueva izquierda del presidente chileno Gabriel Boric, que no teme condenar a los autoritarismos como Nicaragua, Cuba y Venezuela, sin perder su visión progresista. Incluso si hasta 2018, Petro era un importante aliado y defensor de los sistemas que hoy critica.

La imagen de Maduro no es de un líder de izquierda, es un integrante muy conservador de las facciones más regresivas de la política mundial que están tratando de defender que el mundo permanezca en una economía fósil”, declaró a principios de febrero.

Compromiso democrático

Caballero recuerda que en noviembre de 2019 se reveló un audio en el que la canciller colombiana Claudia Blum llamó “fiasco total” al intento de ingresar ayuda humanitaria a Venezuela el 23 de febrero de ese año. En ese mismo mensaje, también reconoció que el Grupo de Lima, la alianza de democracias creada para combatir al régimen de Maduro, ya estaba debilitada.

Su diagnóstico fue claro. Dos años después, apenas quedan cenizas de lo que fue el Grupo de Lima. Muchos de sus países tuvieron giros a la izquierda, como el caso de Argentina, Chile y el propio Perú. Otros como Ecuador, aunque aún se oponen al modelo chavista, apenas muestran interés en la situación política de Venezuela. Un panorama que parece consolidarse ante la expectativa de un posible regreso de Luis Inácio “Lula” Da Silva a la presidencia de Brasil este año. Colombia quedó prácticamente sola junto a Estados Unidos en el esfuerzo por restablecer el hilo democrático 

El asesor político y exdirector de Planeación Nacional cree que, a pesar de su afinidad con el socialismo, Petro no representará una amenaza para los intereses de Washington en la región. “Colombia continuará siendo un aliado importante y el pragmatismo de los dos países hará que, pese a diferencias importantes en varios temas, tengan una relación fluida. El triunfo y la gobernabilidad de Petro dependen de la moderación de muchas de sus propuestas”, dice.

Basset coincide en que no habrá un cambio drástico en la relación de Colombia con Estados Unidos, ya que es sumamente estructural para ambos países. No obstante, advierte que lo sí podría ocurrir es que ante una posición más nacionalista y crítica por parte de Petro, las agencias federales progresivamente disminuyan su financiamiento al gobierno para atender los campamentos de refugiados. Una situación que, hipotéticamente, también podría ser aprovechada por Bogotá para recortar gastos en ayuda humanitaria para los migrantes.

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Fuera del foco

Rodolfo Hernández y Gustavo Petro muestran más coincidencias que diferencias en su política hacia Venezuela
De izquierda a derecha: el entonces presidente de Chile, Sebastián Piñera; el presidente de Colombia, Iván Duque; el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó; y el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benitez. Foto: EFE/ Mauricio Dueñas Castaneda

Aún sin el Grupo de Lima, Colombia se ha mantenido a la vanguardia de su cruzada democrática para Venezuela en otras instancias como la Organización de Estados Americanos (OEA). Pero esto podría cambiar a partir del próximo gobierno, ya que tanto Rodolfo Hernández como Gustavo Petro no aspiran a ser el centro de atención en el ámbito internacional, y menos interviniendo por otro país.

“Yo creo que después del fracaso de la política de Iván Duque al respecto, la política de Colombia no va a ser de tomar un liderazgo sobre la coalición, sino más bien de tener un perfil bajo”, explica Basset. En el caso de Hernández, Caballero coincide en que, a pesar de sus tendencias autoritarias y populistas, ha demostrado en su campaña que dará prioridad a los asuntos internos antes que a la comunidad regional. Basset, quien es profesor de la Universidad del Rosario, agrega que probablemente se apegue a las directrices de Washington, pero apelando más a una normalización de la convivencia con Venezuela.

En cuanto a Petro, considera que su gobierno tendría una postura similar a la de otros gobiernos de izquierda como el de Alberto Fernández en Argentina o Andrés Manuel López Obrador en México. Es decir, aunque no se revele como un aliado incondicional de Maduro al estilo de Nicaragua o Bolivia, sí mantendrá cierta cercanía, con acciones sutiles como lo visto recientemente en la Cumbre de las Américas, con el boicot auspiciado por México, Bolivia y Honduras. En este sentido, anticipa que Petro se alejará de grupos más conservadores como la Alianza del Pacífico, en pro de un multilateralismo más parecido al de Unasur.

“Colombia será más respetuosa de la soberanía venezolana, menos intervencionista en sus asuntos internos”, completa Caballero.

Punto de encuentro

Al momento de evaluar el desempeño de Iván Duque en la presidencia de Colombia, Caballero lo sintetiza en dos palabras: un desastre. “Dejar a cerca de 6 millones de personas, de lado y lado de la frontera, sin servicio consular ha sido una muy mala decisión”, añade. Por su parte, Basset si bien rescata su política de brazos abiertos a los migrantes con el ETPV, reconoce también que fracasó rotundamente en su aspiración de apoyar el cese de la usurpación de Nicolás Maduro del poder.

Ambos coinciden que, por el momento, restablecer relaciones diplomáticas y comerciales es lo mejor para ambos países. Sobre todo para la población colombovenezolana que durante el cierre de la frontera no solo ha visto limitadas sus actividades cotidianas, sino que en muchos casos quedan a merced de contrabandistas, trocheros y bandas delictivas. Y mientras tanto, cada vez más caminantes llegan con sus morrales tricolor, el mismo de su bandera, a las carreteras del Norte de Santander. 

A partir del 7 de agosto de 2022, un nuevo actor llegará a la Casa de Nariño para cambiar las reglas del juego. Por un lado, un exguerrillero que apunta al discurso de la justicia social de las clases históricamente invisibilizadas, aunque ahora con mayor moderación. Por el otro, un empresario que promete acabar con las tramas de corrupción de las élites políticas, y que parece no conocer la mesura en su lenguaje. Sin embargo, en lo que respecta a Venezuela, convergen hacia un mismo rumbo, que será el que dirija las relaciones entre las dos naciones hermanas por los próximos cuatro años.

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