• Ante la falta de apoyo y recursos que actualmente sufre la industria del cine venezolano, muchos directores han optado por realizar sus obras en coproducción con otros países. Sin embargo, también hay algunos que, tras varios años fuera del país, han comenzado a cosechar reconocimientos en otras latitudes

Muchos países dedican un día especial para celebrar al cine, y especialmente a sus propias industrias. Por ejemplo, en Venezuela el Día Nacional del Cine es cada 28 de enero, mientras que en Estados Unidos es el 3 de septiembre. Sin embargo, el segundo sábado de febrero se celebra el Día Mundial del Cine, como una forma de unir bajo una misma fecha a todas las fiestas en honor al séptimo arte. 

Esta efeméride es relativamente nueva. Surgió apenas en el año 2020 por iniciativa de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. Esto como un preámbulo de los Premios Oscar, que se realizaban normalmente entre finales de febrero y marzo. Para su promoción se hizo una campaña en redes sociales con la etiqueta #GlobalMovieDay, para que los usuarios pudieran compartir sus películas favoritas y sus recuerdos más gratos relacionados al cine.

La ocasión puede resultar propicia para reconocer nuevamente el trabajo de los cineastas venezolanos. Especialmente de aquellos que, en los últimos años, han encontrado su fuente de trabajo en otras latitudes, globalizandose como el propio cine. Con la crisis económica y restricción de la libertad de expresión en Venezuela, muchos directores emigraron para conseguir en otros países el apoyo que quizás no habrían obtenido en su propia tierra.

Por eso las últimas cintas del cine venezolano han tenido un matiz extranjero. La realización de coproducciones con otros países se ha convertido en un salvavidas para una industria con problemas de financiación y sin tener que recurrir a los controles del Estado. No obstante, este éxodo artístico también ha permitido a los directores integrarse a nuevos mercados y expandir sus horizontes creativos.  Explorar historias diferentes, no necesariamente vinculadas al contexto venezolano.

Jonathan Jakubowicz

Día Mundial del Cine: cuatro directores venezolanos que dejan su huella en el extranjero
Foto: Cortesía

Jonathan Jakubowicz (Caracas, 1978) estudió Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), por lo que comenzó su carrera como crítico de cine. En 1997 egresó de la Escuela de Cine de Nueva York, y su primer trabajo fue el documental Los barcos de la esperanza (2000), codirigido con Elizabeth Mundlak. Aquí hace un homenaje a sus raíces contando la historia de los buques Caribia y Koenigstein, que en 1939 trajeron a Venezuela a refugiados judíos que escapaban del nazismo en Europa.

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Por esa época conoció a la productora venezolana-estadounidense Elizabeth Avellán, reconocida por estar detrás de cintas como El mariachi (1992), Desperado (1995) y Mini espías (2001). Con su apoyo, Jakubowicz coprodujo, escribió y dirigió su ópera prima, Secuestro Express (2004). Este drama social sobre la inseguridad en Venezuela se convirtió en la película más taquillera en la historia del país hasta la llegada de Papita, maní, tostón (2013).

Jakubowicz vive desde hace varios años en Estados Unidos, actualmente en Los Ángeles. Esto le ha permitido estar cerca de la industria hollywoodense y participar en proyectos como la serie Prófugos de la cadena HBO. Precisamente ha sido un ejemplo de que se puede crear películas más allá del gentilicio, al dirigir en 2016 Manos de piedra, sobre la vida del boxeador panameño Roberto Durán. 

Para esta coproducción entre Estados Unidos y Panamá contó el protagónico de otro venezolano internacionalizado: Édgar Ramírez. También con un elenco en el que destacó el dos veces ganador del Oscar, Robert de Niro, así como Ana de Armas y los cantantes Usher y Rubén Blades. 

Esta cercanía a estrellas importantes dentro del medio también se puede apreciar en su cinta más reciente Resistance (2022). Aquí Jesse Eisenberg, conocido por sus papel en La red social y Batman v Superman encarna al reconocido mimo Marcel Marceau, en su faceta como miembro de la resistencia francesa durante la ocupación nazi. El elenco se completa con figuras como Bella Ramsey, famosa recientemente por ser Ellie en la serie The Last of Us, además de Ed Harris, Matthias Schweighöfer, Clémence Poésy y nuevamente Ramírez.

En Resistance vuelve a reconectarse con sus orígenes familiares, mostrando cómo cientos de niños huérfanos se salvaron de la persecución antisemita gracias a la lucha de Marceau y otros rebeldes judíos. Es también una evidencia del crecimiento de Jakubowicz como director, desde sus años filmando la violencia de las calles de Caracas. La cinta estadounidense está disponible actualmente en Netflix.

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Lorenzo Vigas 

El legado de Oswaldo Vigas queda inmortalizado en el ciberespacio
Foto:Cortesía El Universal

Hace más de dos décadas que Lorenzo Vigas (Mérida, 1967) está radicado en México. Este factor ha permeado en su estilo al momento de abordar problemas comunes de toda Latinoamérica desde una perspectiva diferente. También en los recursos que le han permitido avanzar dentro de su filmografía.

Hijo del artista plástico Oswaldo Vigas, estudió en Estados Unidos. Primero, biología molecular en la Universidad de Tampa, Florida, y luego cine en la Universidad de Nueva York, de la que egresó en 1995. Regresó brevemente a Venezuela, donde trabajó en Bolívar Films y dirigió la serie documental Expedición, para RCTV, desde 1998. Ya en México rodó el cortometraje Los elefantes nunca olvidan, el cual se exhibió en el Festival de Cannes.

En 2016 estrenó su primer largometraje, Desde allá, el cual fue alabado por la crítica internacional. Contó con la participación del reconocido actor chileno Alfredo Castro, en un drama sobre un romance homosexual entre un hombre mayor con un joven pandillero en Caracas. Se convirtió en la primera película venezolana en ganar el León de Oro del Festival Internacional de Cine de Venecia, así como una mención especial en el Festival de San Sebastián. Además, estuvo nominada en los Premios Goya y el Festival del American Film Institute.

Su segunda cinta salió en 2021, coescrita con Paula Markovitch, una guionista argentina también radicada en México. Ambos crearon una historia con la Vigas cierra su trilogía sobre el conflicto con la figura paterna, y su ausencia, en el contexto social latinoamericano. A pesar de tener un enfoque bastante personal, también explora la realidad social de los pueblos fronterizos, con toda la experiencia cultural aprendida en sus años allí. A pesar de ser una coproducción entre Estados Unidos y México, en una inusual jugada fue seleccionada para representar a Venezuela en la puja por la nominación al Oscar a Mejor Película Internacional. También estuvo nominada nuevamente en San Sebastián y Venecia. En esta última ganó los premios Sfera 1932 y el Leoncino d’Oro.

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Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez

Día Mundial del Cine: cuatro directores venezolanos que dejan su huella en el extranjero
Alejandro Rojas (izquieda) y Juan Sebastián Vásquez (derecha). Foto: Avishek Mitra/IBNS

Por separado Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez han acumulado una vasta experiencia detrás. Rojas al momento de contar historias y Vásquez al convertirlas en imágenes. Sin embargo, no fue hasta que ambos venezolanos coincidieron en Barcelona, España, que pudieron debutar como directores en 2022 con Upon Entry.

Vásquez, quien es egresado de la Universidad Monteávila, emigró a Cataluña hace más de 15 años para estudiar una maestría en cinematografía. Se quedó en el país para trabajar como editor y encargado visual de comerciales. Se estrenó como director de fotografía para largometrajes en 2015 con Don’t Speak, de Amadeu Artasona. También participó en Rostro pálido (2018) de Arnau Segarra y Callback (2017), de Carles Torres. Con este director también colaboró en El practicante, protagonizada por Mario Casas y distribuida por Netflix. En paralelo, también dirigió el cortometraje Probably Lied (2015).

Por su parte, Rojas estudió Artes Cinematográficas en la UCV y durante 12 años trabajó como escritor y director creativo para HBO Latinoamérica. Tras emigrar en 2011, se desempeñó como editor y director de contenido. Su ficha en IMDb lo acredita como director del cortometraje Inside (2006) y guionista en Probably Lied. También fue editor en El Practicante.

Con Upon Entry, toman su experiencia como migrantes venezolanos y la trasladan a la historia de una pareja española que es retenida en un aeropuerto de Estados Unidos. El sometimiento a una autoridad arbitraria que niega su humanidad solo por el pasaporte que tienen refleja los temores de todos los latinoamericanos que alguna vez han salido de sus países en busca de una vida mejor. Aun así, Vásquez reconoció que en una entrevista previa con El Diario que su cine está lejos de la realidad venezolana, basándose más en sus experiencias personales.

La cinta debutó en el Festival Black Nights de Tallin, Estonia, donde ganó el Premio Fipresci. También como Mejor Película en el Kolkata Film Festival de la India. Para 2023 continuará su ciclo en Estados Unidos, participando en el South by Southwest de Austin, Texas (SXSW).

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Todos migrantes

Jezabel, el thriller de Hernán Jabes que dibuja a una Venezuela futurista y aún en decadencia
Hernñan Jabes, director de Jezabel. Foto: Cortesía

Una realidad a la que se enfrenta el cine venezolano es la ironía de tener que producirse desde otros países. Ejemplos recientes se ven en cintas como Jezabel, de Hernán Jabes, que es una coproducción entre Venezuela y México. De hecho, algunas de sus escenas que recrean su Caracas ucrónica post-chavista se filmaron en Ciudad de México. El exorcismo de Dios, la película venezolana más taquillera internacionalmente, es también una coproducción con México y Estados Unidos, donde reside su director Alejandro Hidalgo.

Carla Forte, directora de Miki Maníaco, vive en Estados Unidos, mientras John E. Robertson, del documental Crudo, está radicado en Chile. Nico Manzano, director de la cinta más galardonada del Festival de Cine Venezolano de 2022, Yo y las Bestias, está en México. Situaciones similares se van a encontrar al rastrear a otros nombres reconocidos como Miguel Ferrari, Claudia Pinto Emperador o Marcel Rasquín.  

El crítico de cine Sergio Monsalve comentó en un artículo para El Observador Latino que actualmente el cine venezolano sufre de una “desnacionalización”. El exilio o migración de sus creativos, como muchos otros oficios y profesiones, impulsado por la falta de condiciones y oportunidades dentro del propio país. También de la carencia de instituciones como el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), el cual debería prestar apoyo a los cineastas locales, pero que desde hace años ha estado subordinado a intereses políticos del régimen de Nicolás Maduro..

Este fenómeno ha sido un camino de doble vía. Por un lado, ha permitido que los cineastas venezolanos ganen cada vez más terreno en mercados internacionales, sumando experiencias y aprendizajes que les han permitido enriquecer sus carreras. Por el otro, como señala Monsalve, está la pérdida de la identidad y productividad de una industria nacional con cada vez más fugas. Esto sumado al desarraigo como estigma de una nueva generación para la que el gentilicio es un sinónimo de nostalgia. 

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